Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 39: Un pequeño descanso.


Para  Paige, mi celosa amada.💙






La conversación en la mesa fluyó entre risas y bromas, en su mayoría gracias a Law, que siempre encontraba la manera de ser el centro de atención sin esfuerzo alguno. Nazar comentaba algo sobre lo increíble que había sido el público anoche, mientras Mich, ya un poco más animado, bromeaba sobre los pasos de baile que Nazar inventaba en cada show.

Después de unos minutos, Jaddiel, siempre el más práctico del grupo, habló mientras dejaba su taza de café en la mesa.

—Chicos, creo que necesitamos una semana de descanso. Nada de conciertos, nada de entrevistas. Solo nosotros, concentrados en terminar las canciones que faltan.

Todos asintieron con diferentes niveles de entusiasmo. Nazar levantó su cucharilla como si brindara, Mich murmuró un "me parece bien" mientras terminaba su yogur, y Allyn, que parecía un poco más serio, asintió en silencio.

—Es una buena idea —dije, rompiendo el silencio que siguió al comentario de Jaddiel—. Necesitamos ese tiempo, no solo para trabajar, sino también para despejarnos un poco.

Law, siempre rápido con sus bromas, interrumpió con una sonrisa amplia:

—Tarde, amigos. Ya escribimos tres canciones Haus y yo. Ahroa, con tanto trabajo que hicimos, hagan ustede algunas.

Todos lo miraron con sorpresa y un poco de incredulidad, pero fue Jaddiel quien reaccionó primero, cruzando los brazos con una ceja levantada.

—¿Ustedes dos? —preguntó, como si estuviera intentando descifrar si Law estaba bromeando o no.

Law, con una expresión que mezclaba orgullo y una pizca de dramatismo, respondió mientras miraba de reojo hacia mí:

—Pues claro. Cuando hay química, salen cosas increíbles.

Nazar dejó escapar una risa que resonó en el comedor, mientras Mich soltaba un "Ay, por favor" con una sonrisa burlona.

—Química, ¿eh? —agregó Jaddiel, lanzándonos una mirada llena de intención—. Bueno, espero que esa "química" siga funcionando, porque necesitamos más canciones.

Allyn, que apenas había hablado, sonrió y murmuró:

—Ya sabía yo que había algo raro con ustedes dos.

Yo solo rodé los ojos y me encogí de hombros, tratando de mantener la compostura mientras los chicos seguían con sus comentarios. Law, en cambio, parecía disfrutar cada segundo de la atención.

Mientras las risas continuaban, sentí cómo Law apretaba un poco más mi mano bajo la mesa, sus dedos entrelazados con los míos, y su pulgar comenzando a acariciar suavemente el dorso de mi mano. Mi corazón dio un pequeño salto, pero traté de mantenerme estoico, aunque no pude evitar que una pequeña sonrisa escapara de mis labios.

Law, como siempre, no perdió la oportunidad de seguir la corriente de lo que había dicho Allyn.

—¿Algo raro, dices? —repitió, con una sonrisa traviesa mientras miraba directamente a Allyn—. Bueno, ¿quién puede culparnos? Somos un gran equipo. Haus pone las ideas y yo les doy un toque de magia.

Nazar dejó escapar una carcajada, chocando su cuchara contra el borde de su taza de yogur.

—¡Eso explica tantas cosas! —exclamó, señalándonos con una expresión dramática—. ¡Ustedes dos están conspirando para robarnos la gloria creativa!

Mich, con un gesto exagerado, se llevó una mano al pecho como si estuviera profundamente herido.

—¿Y nosotros qué? —dijo, fingiendo indignación—. ¿No somos parte de ese "gran equipo"?

—Claro que lo son —intervino Law, con una sonrisa tranquila pero sus ojos llenos de esa chispa que siempre tenía cuando estaba bromeando—. Solo que a veces... necesitamos un poco de espacio para las ideas brillantes, ¿verdad, Haus?

Todos estallaron en risas nuevamente, pero yo solo asentí con una leve sonrisa, tratando de no mostrar demasiado lo que estaba pasando debajo de la mesa. La caricia de Law sobre mi mano seguía siendo constante, un recordatorio silencioso de nuestra conexión en medio del caos de la conversación.

—Bueno, entonces —dijo Jaddiel, apoyándose en el respaldo de su silla—, más les vale que esas tres canciones sean las mejores del álbum.

—Ah, Jadd —respondió Law con una sonrisa descarada—, no te preocupes. Cuando termine contigo, querrás que escriba todas las canciones.

El comedor se llenó nuevamente de risas, pero en ese momento, todo lo que sentía era el calor de la mano de Law en la mía, y su pulgar que no dejaba de trazar pequeños círculos sobre mi piel.

Nazar terminó de comer y dejó su cuchara hacia un lado con un gesto despreocupado. Pero al moverse para apoyarse sobre la mesa, accidentalmente golpeó la cuchara, que cayó al suelo con un pequeño tintineo.

—Carajo —Nazar mientras se inclinaba hacia abajo, estirando la mano para recogerla. Sin embargo, cuando volvió a alzar la vista, frunció el ceño con curiosidad y señaló hacia mí y Law.

—Un momento... —dijo lentamente, como si estuviera procesando algo—. ¿Por qué tienen las manos juntas?

El aire en la mesa se detuvo por un segundo. Law y yo intercambiamos una mirada rápida y realizamos un descubrimiento simultáneo: habíamos olvidado soltar nuestras manos.

—¡Oh! ¡Eh...! —balbuceé, pero antes de que pudiera decir algo más, Law reaccionó con una rapidez que casi fue cómica.

Con un movimiento brusco, soltó mi mano y, en el proceso, golpeó la mesa tan fuerte que las cucharas de todos tintinearon.

—Estábamos... estábamos probando algo... —exclamó, su voz un poco más alta de lo habitual mientras agitaba sus manos en el aire para enfatizar su punto—. Ya sabes, ensayando un gesto para las coreografías del próximo show

Nazar lo miró con una ceja levantada, mientras los demás observaban la escena con evidente diversión.

—¿Ensayando coreografías sentados en una mesa de desayuno? —preguntó Mich, sarcástico, mientras cruzaba los brazos.— Y, no hacemos coreografías.

Yo, todavía sintiéndome el calor de la vergüenza subir a mis mejillas, solo agaché la cabeza y me llevé una mano a la nuca, intentando parecer ocupado con mi plato.

—Bueno... es un ensayo mental, ¿no? —añadió Law con una sonrisa que intentaba ser despreocupada, aunque el leve rubor en sus mejillas lo delataba.

Allyn dejó escapar una carcajada mientras se apoyaba en la mesa, y Jaddiel negó con la cabeza con una sonrisa burlona.

—¡Ustedes dos son un caso perdido! —dijo Nazar, finalmente riendo mientras se enderezaba con la cuchara en la mano—. Pero no se preocupen, su "coreografía" queda entre nosotros.

Law dejó escapar una risa nerviosa mientras yo trataba de recomponerme, aunque todavía podía sentir el calor de las miradas de los chicos. Por suerte, la conversación pronto volvió a temas más ligeros, aunque Nazar seguía sonriendo como si hubiera ganado un pequeño secreto.


El comedor se llenó de un repentino silencio mientras todos terminaban de comer y el bullicio de las bromas y risas se disipaba. Yo miraba mi regazo, jugando distraídamente con el borde de la servilleta. De repente, escuché la voz de Law cortar la calma.

—Esperen aquí —dijo, con un tono más serio de lo habitual.

Levanté la mirada para encontrarme con la suya, confundido. Sus ojos brillaban con una determinación que no lograba descifrar.

—Quiero hablar con Haus en privado.

Mi confusión se intensificó cuando lo vi levantarse de su silla, su postura imponente mientras me hacía una seña clara con la mano, como diciendo "ven aquí".

—¿Qué? —balbuceé, sin moverme, incapaz de entender de qué iba todo esto.

Law dejó escapar un suspiro teatral, y sin más preámbulos, se inclinó hacia mí y me agarró la muñeca izquierda con firmeza.

—Vamos, no me hagas repetirlo.

Antes de que pudiera reaccionar, tiró de mí con suficiente fuerza como para levantarme de golpe de mi asiento. Nazz, Allyn y los demás nos miraron con curiosidad, pero nadie dijo nada, aunque sus caras claramente reflejaban interés.

Law me guió fuera del comedor sin soltar mi muñeca, y aunque intenté zafarme, su agarre era firme. Finalmente, nos detuvimos en un pequeño pasillo cerca de las escaleras, lo suficientemente lejos como para que nadie pudiera oírnos.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté, todavía algo desconcertado, mientras él finalmente soltaba mi muñeca.

Se giró para mirarme, cruzando los brazos con una sonrisa que parecía contener algo más que simple diversión.

—Tenemos que decirles —dijo, directo al punto.

Fruncí el ceño, intentando procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Decirles qué? —pregunté, aunque en el fondo sabía exactamente a lo que se refería.

—Que estamos juntos, claro —respondió, con una calma casi insultante.

—¿De qué estás hablando? —respondí, tratando de sonar convincente, aunque mi voz temblaba ligeramente—. Con todo lo que ha pasado, ya deben saberlo.

Law dejó escapar una risa suave y sacudió la cabeza, acercándose un poco más a mí.

—¿"Deben saberlo"? —repitió, alzando una ceja con incredulidad fingida—. Haus, por favor. Entre tus intentos fallidos de disimular y mi entrada teatral, ¿de verdad crees que lo saben?

A pesar de mí mismo, me sonrojé y aparté la mirada, pero él no me dejó escapar tan fácilmente.

—Además —continuó, con un tono ligeramente burlón mientras volvía a tomar mi muñeca, esta vez con más suavidad—, ¿no crees que sería más divertido ver sus caras cuando les confirmemos que el caos ya es oficial?

No pude evitar soltar una pequeña risa ante su comentario.

—Eres imposible, ¿sabes? —le dije, negando con la cabeza, aunque no pude evitar sentirme un poco aliviado por su actitud ligera ante algo que me tenía bastante nervioso.

—Y tú me adoras así —respondió, sonriendo de manera descarada.

Su pulgar comenzó a trazar pequeños círculos sobre mi muñeca, un gesto que, aunque sencillo, tenía una manera única de calmarme y, al mismo tiempo, desarmarme por completo.

Law no dejó que me apartara. Su sonrisa se desvaneció ligeramente, dejando paso a una mirada seria y, al mismo tiempo, cargada de una calidez que me desarmó por completo.

De repente, sentí sus manos sobre mis mejillas, firmes pero suaves, obligándome a mirarlo directamente a los ojos.

—Haus, escúchame. —Su tono era más suave ahora, casi una súplica—. Por favor, confía en mí. Tenemos que hacerlo.

Intenté apartar la mirada, pero su agarre lo hizo imposible. Sus pulgares trazaron un leve movimiento sobre mis mejillas, un gesto tan delicado que me hizo contener la respiración.

—No lo sé, Law... —comencé a decir, pero mi voz se quebró bajo la intensidad de su mirada.

—Mírame —dijo, inclinándose ligeramente hacia mí. Sus ojos, llenos de esa chispa característica suya, parecían buscar algo en los míos, algo que no estaba seguro de querer entregar, pero que él ya había encontrado.

—Esto no es solo por mí. Es por nosotros. —Su voz bajó hasta un susurro—. Quiero estar contigo, sin miedo, sin esconderme... Por favor.

Antes de que pudiera procesar sus palabras, su rostro se acercó más, y sus labios rozaron los míos en un beso, pero cargado de urgencia y emoción. Fue como si el tiempo se detuviera por un instante, y cuando se apartó, sus manos todavía sostenían mi rostro, sus ojos buscaban una respuesta.

Yo me quedé en silencio, incapaz de articular una palabra, mi corazón latiendo descontroladamente.

Law volvió a besarme, esta vez con más insistencia, un roce tras otro, suplicándome sin palabras mientras sus labios buscaban los míos, cortos y llenos de urgencia. Mi corazón latía con fuerza, y apenas podía reaccionar antes de que sus manos, que aún sostenían mi rostro, me acercaran más a él.

—Law, para... —murmuré entre un beso y otro, pero mis palabras eran débiles, sin convicción alguna.

—No puedo, Boo. No quiero parar —susurró contra mis labios antes de besarme de nuevo, esta vez con una intensidad que me dejó sin aliento.

En un movimiento rápido, me empujó hacia la pared cercana, su cuerpo apoyándose contra el mío, atrapándome entre él y la fría superficie. Sus manos, cálidas, se deslizaron hacia mis hombros mientras nuestros labios seguían encontrándose con desesperación.

De repente, una voz familiar rompió la burbuja que nos envolvía.

—¡Chicos! ¿Dónde están? —Era Jaddiel, su tono curioso y algo impaciente.

Ambos nos congelamos, nuestras respiraciones aún descontroladas. Law se apartó ligeramente, relamiéndose los labios como si intentara borrar cualquier evidencia, pero sus mejillas ruborizadas lo delataban. Yo hice lo mismo, intentando componerme mientras sentía el calor en mi rostro.

Jaddiel apareció al final del pasillo, pero se dio la vuelta justo antes de alcanzarnos, como si estuviera buscando en otra dirección. Aprovechamos el momento para separarnos rápidamente, intentando parecer lo más naturales posible.

—¡Ah! ¡Ahí están! —exclamó al girarse de nuevo, mirándonos con curiosidad mientras tratábamos de disimular. Sus ojos pasaron de uno a otro, y por un segundo, su ceja se alzó con una pizca de sospecha.

—¿Qué estaban haciendo? —preguntó, aunque su tono tenía un toque juguetón.

—Nada, solo... hablando —respondió Law, demasiado rápido, mientras cruzaba los brazos y miraba hacia otro lado.

Yo simplemente asentí, incapaz de decir algo coherente. Jaddiel nos miró un segundo más antes de encogerse de hombros.

—Bueno, dejen de "hablar" y vengan. Ay que prepararnos para la entrevistras. —Y con eso, se giró y empezó a caminar de regreso.

Law y yo nos miramos de reojo, ambos relamiéndonos los labios inconscientemente, como si el sabor del momento aún estuviera presente.

Cuando Jaddiel se alejó, Law y yo nos miramos y, de repente, estallamos en una risa silenciosa. Era un alivio compartir el momento sin palabras, solo miradas cómplices que decían más de lo que cualquier frase podía expresar. No pude evitarlo; me incliné hacia él y le di otro beso rápido, como si la electricidad que había entre nosotros fuera imposible de ignorar.

Law me atrapó de la cintura con ambas manos, manteniéndome cerca mientras me miraba con una ceja alzada y una sonrisa divertida.

—¿No eras tú el que quería que pare? —dijo con un tono juguetón, inclinando ligeramente la cabeza.

Yo sonreí de lado y me acerqué más, apenas dejando un espacio entre nosotros.

—Tal vez cambié de opinión... ¿algún problema con eso? —respondí, dejando que mi voz sonara provocativa.

—Ninguno —susurró, antes de besarme de nuevo, esta vez con más intención, sus manos firmes en mi cintura mientras me atraía aún más hacia él.

Justo cuando todo lo demás parecía desaparecer, la voz de Jaddiel nos interrumpió de nuevo.

—Ah, y otra cosa... —empezó a decir mientras aparecía en el pasillo.

Se quedó paralizado al vernos, sus ojos abiertos como platos mientras yo y Law nos separábamos rápidamente. El rubor subió a mis mejillas mientras Law se pasaba una mano por la boca, claramente incómodo.

—¿Hablando, eh? —dijo Jaddiel, entrecerrando los ojos, pero su tono era más burlón que acusador.

Law bufó y levantó las manos.

—¡Por favor! ¿No puedes irte? —dijo con exasperación, aunque una pequeña sonrisa traicionera apareció en sus labios.

—¿Se besaron? —exclamó Jaddiel, ignorando la queja de Law. Su rostro se iluminó—. ¡Es lo más hermoso que he visto!

—Ey, no digas nada. Íbamos a contarles que... —intentó decir Law, pero Jaddiel lo interrumpió, incapaz de contener su entusiasmo.

—¿Qué están juntos? ¿Son novios? —preguntó, acercándose a nosotros con un brillo de emoción en los ojos.

Suspiré, sabiendo que la verdad ya estaba fuera.

—Sí, lo estamos —admití, intentando mantener la calma, aunque una sonrisa tímida se formó en mi rostro.

Jaddiel soltó un grito ahogado de felicidad y dio un pequeño salto.

—¡Lo sabía! ¡Debí apostar medio kilo de helado! —dijo, riendo mientras nos señalaba a los dos.

Law lo miró, rodando los ojos, pero con una sonrisa divertida en el rostro.

—Jadd, ¿vas a dejar de exagerar o qué? —dijo, pero el tono relajado de su voz traicionaba que estaba disfrutando del momento.

—¡Ni lo sueñes! —respondió Jaddiel, aún riendo—. Esto es lo mejor que me ha pasado esta semana. ¡El caos tiene sentido ahora!

No pude evitar reír también, mientras Law volvía a tomar mi mano, esta vez sin necesidad de esconderlo.

Jaddiel no perdió el tiempo en alzar las manos dramáticamente, con una gran sonrisa en el rostro.

—¡Amo las parejas gays! —dijo con entusiasmo, como si estuviera presentando un espectáculo.

Law frunció el ceño y lo miró con incredulidad antes de señalarse a sí mismo.

—¡Eh! Yo no soy gay... —dijo, y luego giró la mirada hacia mí, claramente buscando algún tipo de apoyo.

No pude evitar resoplar, encogiéndome de hombros.

—Claro que no —murmuré con sarcasmo apenas disimulado.

Jaddiel arqueó una ceja, cruzándose de brazos con una expresión divertida.

—¿Y qué? ¿Ahora me dirás que no sabes y que no aceptas cómo eres? ¿Lo dejarás como en esos libros literarios trágicos y aburridos? —dijo, imitando una voz dramática.

Law lo miró como si acabara de insultarlo profundamente.

—¿Qué? ¡No! ¡Deja de leer eso! —resopló, moviendo las manos con exasperación.

Jaddiel sonrió, satisfecho.

—No puedo, es mi disciplina —dijo con un tono solemne, antes de romper en risas.

No pude evitar reírme también, especialmente cuando vi la mezcla de frustración y resignación en el rostro de Law. Finalmente, suspiró y levantó las manos.

—Está bien, soy bisexual, ¿ok? O bueno... quizás.

Jaddiel no dejó que eso pasara desapercibido.

—Ajá, claro —dijo, inclinándose hacia adelante con un brillo travieso en los ojos—. Saliste con Kael, besaste a otro hombre cuando estábamos comenzando la banda... ¿no me digas que "quizás" eres bi?

Law se enderezó, claramente a la defensiva, y se cruzó de brazos.

—¡Bueno! Pero solo fueron tres...

Jaddiel alzó las cejas, cruzando los brazos también.

—Y luego me dijiste que saliste con uno en secundaria... Y también lueg-

Law gruñó, levantando ambas manos en un gesto dramático.

—¡BUENO, YA BASTA!

Estallamos en risas, incluido Law, aunque intentaba mantener la compostura. Había algo en la forma en que Jaddiel se deleitaba con su pequeño momento de "victoria" que hacía imposible no reírse.

Mientras Law murmuró algo sobre cómo su vida estaba llena de caos, no pude evitar mirarlo con cariño. Por más que le costara admitirlo, estaba claro que se sentía cómodo siendo él mismo entre nosotros, incluso si significaba soportar las bromas constantes de Jaddiel.


Observé  cómo Jaddiel y Lawrence intercambiaban comentarios con esa chispa que solo ellos podían crear. Era como ver un duelo verbal entre dos comediantes con estilos completamente distintos: uno impulsivo y lleno de energía, el otro sarcástico y siempre buscando la última palabra. Me quedé en silencio por unos segundos, disfrutando del caos y, en el fondo, pensando en lo afortunado que era de tenerlos en mi vida.

"Estos dos nunca cambian", pensé, viendo cómo Lawrence se colocaba las manos en las caderas, como si estuviera listo para regañar a un mundo entero, mientras Jaddiel trataba de defenderse con una mezcla de indignación y risas.

Cuando Jadd me miró con esa sonrisa traviesa y soltó la bomba de Nazar, supe que estaba por voltear la situación.

—¿Y tú, Hauser? —dijo, con ese tono que dejaba claro que estaba buscando problemas.

No pude evitar sonreír. Había aprendido a responder sin pestañear ante este tipo de momentos.

—¿Qué? No te diré nada —le dije con toda la calma del mundo, antes de lanzar el dardo—. Mejor dime tú qué eres, porque he visto cómo se te cae la baba cada vez que Nazar está cerca.

La reacción fue inmediata y gloriosa. Jaddiel gritó como si hubiera recibido un balde de agua fría.

—¡No digas eso! ¡Tengo novia! ¡Soy completamente hetero!

Lawrence, con su instinto dramático, se puso las manos en las cinturas, inclinando la cabeza como si estuviera evaluando la escena de un crimen. Era una diva así. 

—Ajá, claro, Jaddiel... —dijo con una sonrisa burlona.

Yo, por mi parte, decidí ser directo.

—Yo soy gay —solté sin más, sintiendo el peso de las palabras salir de mis labios con esa mezcla de libertad y nervios—, y la verdad, me gustaría decirle al mundo entero.

Hubo un silencio breve, pero la reacción de Jaddiel fue... inesperada.

—¡Eso es valentía! Yo te ayudo —dijo con entusiasmo, como si acabara de descubrir su nueva misión en la vida.

Lawrence, por supuesto, no iba a dejarlo pasar.

—¡Eh! No te metas. Yo lo estoy ayudando, gracias —dijo, levantando una mano como si fuera el director de esta pequeña obra de teatro.

Pero Jaddiel no se rindió.

—Bueno, si lo eres, cuidado con Nazar.

La risa de Lawrence fue inmediata, su mirada chispeante al cruzarse de brazos.

—¿Celoso?

Jaddiel levantó la barbilla con descaro.

—Celoso estarás tú cuando me lo quede.

Yo me quedé allí, observando cómo Lawrence señalaba a Jaddiel, riendo a carcajadas.

—Deja tus chistes Bisexual y no lo toques.

Al final, los tres estábamos riendo, como si el mundo se hubiera reducido a este pequeño momento de complicidad. Y en ese instante, mientras el eco de nuestras risas llenaba el espacio, sentí una tranquilidad que no había experimentado en mucho tiempo. Estos eran mis amigos. Este era mi hogar. Y por primera vez, pensé que todo realmente iba a estar bien.


La risa seguía resonando en la sala cuando Jaddiel, con su usual entusiasmo, levantó las manos como si estuviera a punto de hacer un anuncio importante.

—¡Vamos con los chicos! —dijo, moviéndose hacia el grupo que aún estaba en la mesa.

Al llegar con ellos, Mich, que estaba evidentemente curioso, no tardó en preguntar:

—¿Qué hicieron allá? Pasaron como un siglo.

La atmósfera se aligeró de inmediato con las carcajadas. Los tres nos miramos y Jaddiel, sin perder el ritmo, se adelantó.

—Chicosssss, tenemos algo que decirles... bueno, ellos tienen algo que decir —dijo, apuntando a Law y a mí, como si ya hubiera decidido que nos iba a dejar frente al escenario.

Allyn, con su mirada astuta, se fijó en nosotros dos y cruzó los brazos, impacientemente.

—Bueno, escupen ya —dijo, como si fuera la última parte de una película que ya estaba deseando ver.

Law, claramente preparado para dar el gran anuncio, abrió la boca para hablar, pero justo en ese momento, la puerta se abrió con un estruendo y una figura familiar irrumpió en la habitación. Era Kyla, entrando con su habitual energía, como si nada fuera a detenerla.

—¿Qué es todo este alboroto? —dijo con una sonrisa irónica, lanzando una mirada a todos nosotros.

Y con esa entrada, el momento de revelación que estábamos a punto de compartir se desmoronó como un castillo de naipes. Todos nos quedamos en silencio por un instante, como si fuéramos niños atrapados haciendo algo malo, y la atmósfera cambió de inmediato. El tiempo parecía haberse detenido mientras la mirada de Kyla pasaba de uno a otro, evaluando la situación, pero nadie se atrevió a hablar por un momento más.

Jaddiel, con su energía habitual, se adelantó al silencio incómodo que había caído en la sala y soltó un:

—¡Oh, vamos! —dijo con una sonrisa traviesa, como si hubiera estado esperando una oportunidad para romper el hielo.

Mich, con un suspiro de alivio, aprovechó el momento para interrumpir la conversación, mirando a Kyla como si quisiera liberarse de la tensión acumulada:

—¡Ah! Kyla, queríamos decírtelo... queríamos tomarnos una semana de descanso.

Kyla, frunciendo el ceño y alzando una ceja, no parecía tan convencida.

—¿Qué? ¿Para qué? —preguntó, con su tono habitual de desconcierto.

Fue entonces cuando decidí intervenir, tomando aire antes de responder.

—Pues, estábamos pensando en aprovechar el tiempo para trabajar en las cinco canciones que nos faltan para el álbum —dije con calma, tratando de suavizar la situación.

Kyla dudó un momento, la incertidumbre pintada en su rostro.

—No —respondió rotundamente, cruzando los brazos.

Nazar, con su expresión de siempre y sin dejar de ser adorable, se acercó con un pequeño puchero, buscando su apoyo.

—¡Oh, por favor! Es difícil hacer canciones... —dijo con esa carita que todos sabíamos que no podía ignorar.

Law, que ya había alcanzado su límite, añadió con una mezcla de frustración y risa nerviosa:

—Por favor, no quiero que Charly me toque o, peor aún, que toque a Nazar...

Kyla resopló, como si estuviera un poco harta, pero al final cedió.

—Está bien, está bien... —dijo finalmente, con una sonrisa socarrona. —Pero solo una semana.

Los chicos no pudieron evitar saltar de felicidad al escucharla, como si la noticia fuera un regalo navideño.

—¡Una semana! ¡Sí! —exclamaron al unísono, llenos de entusiasmo.

Kyla, sonriendo mientras los veía tan emocionados, añadió con un tono juguetón:

—Pero una semana nada más. ¡Y nada de quejas!

La risa se apoderó del grupo, mientras todos celebraban la pequeña victoria. La semana de descanso finalmente estaba asegurada.





Miré alrededor mientras la entrevista seguía su curso, y no pude evitar sonreír por dentro. Estaba todo tan... natural. Los chicos y yo estábamos sentados allí, hablando sobre la banda, sobre las canciones y, en el fondo, sobre los pequeños secretos que compartimos entre nosotros. Cada palabra que decía Law, con su típica energía y broma lista, me hacía sentir más en casa, más en paz con todo lo que estaba sucediendo.

Las luces de la entrevista eran brillantes, pero no me molestaban. La presión que sentía antes, al principio, ya no estaba allí. No había miedo de lo que dirían o de lo que pensaran los demás. Había algo especial en ese momento, como si todo estuviera finalmente en su lugar. Todos esos años de estar buscando un propósito, buscando nuestra voz, finalmente estaban dando frutos.

Sentí la mirada de Law sobre mí varias veces durante la entrevista, y aunque me resultaba un poco difícil mantener la calma por la mezcla de nervios y cariño que había en su mirada, también me dio un tipo de confort. Después de todo lo que habíamos vivido, lo que finalmente éramos, este momento de compartirlo con el mundo no me parecía tan aterrador.

Law empezó a hablar de los proyectos futuros, de las canciones que estábamos por componer, y de las ideas locas que se le ocurrían para sorprender a los fans. Reímos al escucharlo, porque siempre se le ocurren ideas tan espontáneas que a veces ni él sabe cómo las lleva a cabo. Pero me gustaba, me gustaba mucho.

Yo simplemente lo observaba, sintiendo cómo mis pensamientos viajaban rápidamente a momentos más personales. La banda, sí, pero también lo que éramos juntos. La manera en que nuestras manos se buscaban en secreto entre las preguntas y respuestas, la conexión que siempre existió entre nosotros y que nunca necesitó ser confirmada con palabras.

Cuando finalmente nos dieron la oportunidad de hablar sobre nuestros planes, sentí una mezcla de ansiedad y emoción. Sabía que todos se estaban preguntando lo mismo, y aunque lo queríamos anunciar de alguna manera, no sabía cómo iba a salir. Pero ahí estábamos, juntos, sin más máscaras ni pretextos. Habíamos llegado hasta este punto, y era hora de mostrarle al mundo lo que realmente éramos.

Mi mirada se cruzó nuevamente con la de Law. Sabía que el momento se acercaba, que ya no quedaba mucho tiempo para mantener el silencio. Pero por ahora, lo que sentía en ese instante era suficiente. Y, en algún lugar de mi corazón, sabía que lo que vendría sería aún mejor.


La entrevista continuó sin mayores contratiempos, pero cada palabra de los entrevistadores y las respuestas de los chicos me parecían un simple ruido de fondo. Mi mente, en su mayoría, estaba en otro lugar. Me di cuenta de que, a medida que los chicos hablaban y bromeaban, yo seguía pensando en lo que sucedía entre Law y yo. Era tan obvio ahora, tan claro, que el mundo podía esperar. Todo lo que realmente importaba en ese momento era lo que estaba a punto de pasar, lo que finalmente íbamos a compartir.

Los chicos seguían conversando sobre el álbum, las expectativas de la banda, y todo lo que implicaba el próximo gran paso. Yo asentía y sonreía de vez en cuando, pero mi cabeza estaba llena de pensamientos sobre lo que íbamos a hacer después de la entrevista. Qué íbamos a decir, cómo íbamos a compartir lo que no habíamos dicho en voz alta, lo que todos intuían pero que aún no se había confirmado.

Miré a Law nuevamente, quien estaba sonriendo y respondiendo una de las preguntas con su estilo único, siempre con esa chispa de humor que no podía dejar de admirar. Y en ese momento, lo supe con certeza: estaba listo. Estaba listo para todo. Para estar con él, para ser visto con él, para enfrentar lo que venía, juntos.

La entrevista llegó a su fin y los chicos comenzaron a relajarse, como si la presión de las cámaras y las luces hubiera desaparecido. Nos levantamos para despedirnos, todos un poco cansados, pero felices. No era fácil, pero ya sabíamos cómo manejarnos con estos momentos.

Cuando salimos del estudio y nos dirigimos al auto, los chicos ya estaban hablando de las siguientes etapas, de lo que íbamos a hacer una vez que nos tomáramos esa semana de descanso. Pero algo en el ambiente había cambiado. Era como si todos hubieran comenzado a notar la diferencia, la nueva energía que había entre Law y yo.

Nos subimos al auto, y aunque todos estaban conversando animadamente, me quedé en silencio, mirando por la ventana. Law se sentó a mi lado, y sin decir una palabra, me dio un suave empujón con el codo. Le sonreí sin decir nada, pero sabía que lo que vendría, aunque incierto, era algo que habíamos esperado durante mucho tiempo.

Era nuestro momento. La banda, el futuro, el amor... todo estaba alineado de una manera que jamás imaginamos. Mientras el auto avanzaba hacia el hotel, me sentí más tranquilo, más en paz. Sabía que, no importa lo que viniera, ya teníamos todo lo que necesitábamos para seguir adelante.



Mientras los chicos se preparaban, los sonidos del hotel y la alegría contagiante de todos se mezclaban con la emoción de la idea de ir a la playa. Habíamos estado trabajando tan intensamente, entre canciones, risas y bromas, que la idea de tomar un respiro en la playa de Malahide, cerca de Dublín, me sonaba como la mejor de todas. Me encontraba sentado en el suelo, entre guitarras, cuadernos y algunas partituras desordenadas, escuchando a Law, que siempre encontraba la manera de darle un giro inesperado a las cosas.

Cuando mencionó la idea de la playa, me quedé un momento en silencio, mirando a todos. La idea de hacer una pausa, de estar todos juntos en un lugar tranquilo, sin la presión de las entrevistas o los compromisos, era justo lo que necesitábamos. La playa, el mar... me imaginaba el sonido de las olas y la brisa fresca acariciando nuestro rostro. Era el escape perfecto.

Allyn fue el primero en emocionarse, como siempre, seguido rápidamente por Jaddiel, Nazar y Mich, que acababan de regresar con la tortuga Rafael y se unieron al plan como si fuera lo más natural del mundo. Todos coincidimos en que era justo lo que necesitábamos.

Law, siempre tan astuto, me miró con esa sonrisa cómplice que me hacía sentir como si estuviera compartiendo un pequeño secreto conmigo. Sus ojos brillaban con emoción, como si estuviera seguro de que la playa no solo sería un descanso, sino el lugar donde nuestra música encontraría algo nuevo.

— ¿Tú qué opinas? —me preguntó mientras se levantaba, estirándose, y con una mirada juguetona. Yo solo sonreí, asintiendo.

— Claro, ¿por qué no? Será divertido.

Lo que me sorprendió, o más bien me hizo sentir aún más conectado con ellos, fue que en ese momento, sin pensarlo mucho, nos dimos cuenta de que esta banda era más que solo música. Era nuestra forma de escapar, de compartir momentos, de ser nosotros mismos sin las máscaras que el mundo nos pedía. Estar todos juntos, en un lugar relajado como la playa, era un recordatorio de lo que realmente importaba: la amistad, la creatividad y, sobre todo, el apoyo mutuo.

Mientras nos preparábamos para ir, con guitarras al hombro y sonrisas en los rostros, miré a Law una vez más. Él estaba tan seguro de que este pequeño viaje sería una chispa para algo grande, y no pude evitar sentirme agradecido por tenerlo cerca.

— A veces es bueno seguir la corriente y ver qué pasa, ¿no? —me dijo con esa sonrisa encantadora.

— Sí —respondí, mirando al horizonte por un segundo antes de añadir—. Quizás en la playa encontremos algo más que canciones.

El sol del medio día nos esperaba, y con él, la oportunidad de dejar que la música fluyera sin presiones. Mientras subíamos al coche y nos dirigíamos hacia la playa, me di cuenta de que este viaje no solo nos traería descanso, sino también nuevas ideas. Y tal vez, si teníamos suerte, la canción que habíamos estado buscando.



Nosotros, como siempre, estaban llenos de energía, organizando todo para el viaje a la playa de Malahide. Había una mezcla de risas, bromas y la constante preocupación de no olvidar algo esencial, como las cremas para los mosquitos o las toallas. Algunos de nosotros estábamos concentrados en hacer las maletas, mientras que otros ya estaban más preocupados por qué ropa llevar.

Nazar, con su usual actitud despreocupada, apareció de repente en la puerta del hotel, luciendo un gorro de playa muy colorido y un conjunto playero. Estaba listo para el mar, y su entusiasmo era palpable.

Law, al verlo, no pudo evitar soltar una sonrisa burlona.

— Es Irlanda, Nazar —le dijo en tono juguetón—. Si te metes al agua, vas a salir como un hielo.

Nazar, sin darle mucha importancia, respondió con una sonrisa confiada mientras se ajustaba el gorro, ignorando por completo el comentario de Law.

— No me importa tu comentario —respondió con un gesto despreocupado, como si estuviera decidido a disfrutar del momento, sin importar las bajas temperaturas del agua.

Todos nos subimos al auto, cargados con nuestras mochilas y cosas para el viaje. El ambiente en el auto estaba lleno de risas y emoción. Nos acomodamos como pudimos, algunos en los asientos traseros, otros en el frente. La música comenzó a sonar, y rápidamente todos nos unimos en un canto descontrolado, pero lleno de diversión. Comenzamos a cantar algunas de nuestras canciones más conocidas, desde los primeros éxitos hasta las que estábamos creando, y lo hicimos con tal energía que casi dejamos sordo al chofer y a Kyla, que estaba en el asiento delantero.

El chofer nos miraba a través del retrovisor, con una expresión de incredulidad, mientras Kyla se tapaba los oídos, riendo, aunque claramente algo molesta por el volumen.

— ¡Chicos! —gritó Kyla entre risas—. ¡Bajen un poco el volumen! ¡Están haciendo más ruido que un concierto!

Pero, como siempre, ignoramos sus comentarios y seguimos cantando con más entusiasmo. Algunos de nosotros intentábamos hacer las voces más altas, otros las más bajas, pero lo que todos teníamos en común era la risa y la alegría. A pesar de la broma, se sentía como si estuviéramos en el lugar adecuado, compartiendo un momento único entre amigos.

El viaje hacia la playa de Malahide fue lleno de canciones, risas y pequeñas bromas entre nosotros. Sabíamos que, al final del día, estaríamos en un lugar perfecto para relajarnos, disfrutar del mar y, por supuesto, seguir creando nuestra música.


El ambiente en el auto seguía siendo de pura energía. Las canciones no cesaban y, de alguna manera, la música sólo aumentaba la diversión. Pero, claro, todo giraba en torno a Law, que no dejaba de soltarse con sus bromas y chistes. De repente, lanzó una de sus clásicas líneas, justo cuando todos estábamos al borde de la risa:

— ¡Oye, chicos! ¿Sabían que los peces en Irlanda son los mejores actores? ¡Porque siempre están haciendo un "pescado frío"! —dijo Law, soltando una carcajada mientras veía nuestras reacciones.

Nazar, que ya había decidido que su misión era ignorarlo en todo momento, se burló a su manera.

— ¡¿En serio?! —dijo Nazar, frunciendo el ceño—. ¿Qué es esto? ¡Un zoológico de chistes malos!

Pero eso solo hizo que todos estalláramos de risa aún más fuerte. Mich, que había estado tranquilo hasta ese momento, no pudo evitar meterse en la broma.

— ¡Claro! Como el de las tortugas que solo saben dar "tortugas respuestas" —dijo Mich, sin perder el ritmo, haciendo que todos rieran aún más.

Díos, que mal chiste, hasta yo moría de verguenza.

El chofer, que ya no sabía si reír o esconderse detrás del volante, trató de concentrarse, pero las carcajadas del grupo se desbordaban. Kyla, en su intento por mantener un poco de compostura, miró hacia adelante, pero no podía evitar sonreír mientras la risa de todos resonaba en el auto.

— ¡Esto no va a acabar nunca! —dijo Kyla, tapándose un poco los oídos—. ¿Seguro que no somos un concierto ambulante?

Pero Law, como siempre, tenía más en su repertorio.

— ¡Ah! ¡Y saben qué! Estaba pensando en lo que me dijo un árbol el otro día... —dijo con tono misterioso, haciendo que todos nos miráramos expectantes—. Me dijo que el mejor consejo es "mantenerse en sus raíces". ¡¿Pueden creerlo?! —y soltó una risa como si hubiese dado el chiste más brillante del día.

Jaddiel no pudo evitar lanzarse en otra risa exagerada, abrazándose del asiento.

— ¡No te aguanto, en serio! —dijo entre risas—. ¡Eres un chiste andante, Law! Un comediante horrible. Creo que nadie se reiría.—Dijo, haciéndo una pausa.— Se reirían más de lo absurdo que es tus chistes.

Yo que hasta ahora se había estado riendo en silencio, soltó una sonrisa cómplice y agregé:

— ¡Esto ya es un desfile de chistes malos! ¡Vamos a necesitar una segunda parte cuando volvamos de la playa!

El sonido de las risas llenó el auto y, aunque ya habíamos pasado un rato considerable cantando y bromeando, no pudimos dejar de hacerlo. Había algo contagioso en la energía de Law y en cómo hacía que cada momento se sintiera como un chiste en sí mismo.

Finalmente, después de tanta risa y bromas, el paisaje de la playa comenzó a aparecer a lo lejos, y sabíamos que íbamos a pasar un gran día en Malahide. Pero antes de llegar, las bromas seguían, y la idea de la playa parecía aún más divertida con cada risa compartida.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro