Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 37: Bromas y dolor.


Para mis tres mejores amigas :) 

Paige, Pamela y Riri 💙💝💚✨





El auto estaba lleno de risas, de esas que empiezan suaves y terminan explotando sin control. Law, con esa facilidad que tiene para transformar cualquier momento en algo menos terrible, se había dedicado a soltar chistes uno tras otro. Al principio, me resistí. Quería mantenerme en mi burbuja de enojo, pero, ¿cómo puedes no reírte cuando alguien tan idiota como Law te mira con esa cara de niño travieso después de decir "Mohamed cabello limpio"?

Lo intenté, de verdad que sí, pero fue inútil. Cuando soltó el de la cama enojada, simplemente no pude más. Terminé con una mano en el pecho, intentando respirar, mientras las lágrimas de risa me corrían por el rostro. Law estaba tan orgulloso de sí mismo que casi me daba rabia.

Y entonces, el auto frenó. Fue un corte abrupto a la alegría, como si el mundo quisiera recordarnos que no podíamos reírnos tanto.

Nos quedamos en silencio por un segundo, mirándonos. Law, con esa sonrisa pícara que parecía no borrarse nunca, y yo, todavía con la risa atrapada en la garganta. Por un momento, solo existíamos nosotros y esa conexión absurda, tan simple, pero tan importante en ese instante.

—Tienes un problema —le dije, secándome las lágrimas.

—Lo sé —respondió, sin dejar de sonreír.

Miré por la ventana, tratando de componerme, pero no pude evitar pensar que, aunque Law fuera el maestro de los chistes malos, también era el único capaz de hacer que todo doliera un poco menos. Y, en ese momento, lo agradecí más de lo que podría admitir.


Abrí un poco la puerta, listo para salir, pero algo me detuvo. Giré hacia Law, y ahí estaba, todavía riendo, esa sonrisa suya iluminándolo todo. Era una imagen que dolía y sanaba al mismo tiempo, como un recordatorio de lo complicado que era todo con él.

Me quedé mirándolo, y, por un segundo, no dije nada. Pero luego sonreí, esa clase de sonrisa que escapa sin permiso, porque no puedes evitarlo.

—Law... —empecé, con una voz baja pero firme—, te estás derrumbando, y lo único que haces es reír.

Lo vi levantar las cejas, como si me retara a continuar.

—Y te agradezco por eso —añadí, dejando que mi voz fuera un poco más suave—. Te agradezco por hacer que una persona pueda sonreír, incluso en medio de su dolor o enojo.

Su sonrisa se detuvo, pero no desapareció. Sus ojos me miraron, más brillantes de lo que esperaba, y por un momento, el aire entre nosotros pareció detenerse.

—Eres un idiota sentimental, Hauser —murmuró, con una risa suave que apenas rompió el silencio.

—Y tú eres insoportablemente brillante cuando menos debería serlo —respondí, con un toque de humor que no ocultaba mi sinceridad.

Salí del auto después de eso, pero no sin notar cómo su sonrisa, más suave ahora, seguía ahí, como si mis palabras le hubieran dejado algo. Y por primera vez en mucho tiempo, sentí que quizás, entre todo el caos, todavía había algo que valía la pena.

Al salir del auto, el aire de la tarde nos envolvió de inmediato. El auto negro que iba adelante se detuvo, y vi a Mich, Allyn y Jaddiel bajarse. Mich y Allyn estaban riendo de algo que Jaddiel había dicho, mientras este último tenía una expresión seria que apenas ocultaba el cansancio del viaje. Y preocupación.

El estadio estaba iluminado como si fuera el centro del universo, y el sonido de las fans gritando afuera era casi ensordecedor. Caminamos hacia la entrada, y las barreras de seguridad apenas contenían a la multitud emocionada. Algunas fans se dieron cuenta de nuestra presencia y comenzaron a gritar más fuerte.

—¡Law! ¡Hauser! —escuché voces mezcladas con risas y comentarios emocionados.

Law, con su facilidad para lidiar con cualquier situación, levantó una mano y saludó con una sonrisa amplia, como si fuera una estrella del rock caminando hacia su escenario.

—¡Te amamos, Hauser! ¡Eres hermoso! —gritaron algunas, y yo sentí cómo la vergüenza subía por mi rostro.

Law, sin perder el ritmo, se giró hacia mí con una sonrisa pícara y me empujó un poco hacia adelante, animando a las fans aún más.

—Mira, Haus, eres un rompecorazones —dijo Law en tono de broma, disfrutando cada segundo.

—Law... —comencé, tratando de sonar firme, pero mi voz apenas era audible entre los gritos.

—¡Vamos, sonríe! ¡Dales un momento para recordar! —añadió, saludando otra vez como si estuviera en un desfile.

No pude evitar gruñir, completamente avergonzado. Con un rápido movimiento, lo empujé ligeramente hacia la entrada.

—Ya basta, entra —murmuré, sintiendo cómo mis orejas ardían.

Law se rió con ganas mientras cruzábamos la puerta, como si acabara de ganar algún tipo de premio por avergonzarme. No podía culparlo del todo, porque, en el fondo, sabía que esa risa suya había conseguido algo que pocos lograban: hacerme olvidar, aunque fuera por un momento, todo lo demás.


Dentro del vestíbulo, las luces blancas iluminaban el espacio con una claridad casi abrumadora. Law y yo habíamos quedado un poco rezagados del resto mientras ellos seguían por el pasillo hacia los camerinos. Mis pensamientos aún estaban nublados por lo que había pasado afuera cuando decidí enfrentarme a él.

—¿Por qué carajos me avergonzaste? —le solté, con un tono que buscaba ser firme pero que apenas lograba esconder mi incomodidad.

Law se giró hacia mí, cruzando los brazos y con una sonrisa pequeña y burlona.

—Para que les quede claro que estás con alguien, y ese alguien soy yo. Así que, mientras salgas con otras o... otros, romperás sus corazones. —Hizo una pausa, ladeando la cabeza con un gesto de falsa inocencia antes de añadir—: Como lo haré con Allysa.

Fruncí el ceño, confundido.

—¿A qué te refieres? —pregunté, mi tono ahora más serio.

Law desvió la mirada, como si buscara algo en el vestíbulo, o tal vez solo quería evitarme. Comenzó a buscar entre sus cosas, sacando unas zapatillas más cómodas de su mochila que habían llebado los pendientes en nosotros.

—Mira —dijo al fin, respirando hondo como si preparara una confesión importante—, dejaré a Allysa. Por ti.

El aire se volvió pesado entre nosotros.

—No, no lo haces por mí —respondí, mi voz baja pero con un tono firme.

Law, ignorándome, se puso las zapatillas con movimientos tensos, como si quisiera cerrar la conversación ahí. Pero no lo iba a dejar escapar tan fácil.

—Lo haces por Charly, ¿verdad? —añadí, sintiendo cómo la decepción comenzaba a instalarse en mi pecho.

Law no respondió. Se quedó en silencio mientras ajustaba las zapatillas. Asentí lentamente, como si todo lo que estaba pensando ahora se confirmara por su silencio.

—Mira, Law —continué, mi voz cargada de una mezcla de tristeza y frustración—, no puedes hacer todo lo que diga él.

Finalmente, Law se giró hacia mí, y cuando habló, su voz estaba rota, cargada de enojo y algo más profundo que no podía identificar del todo.

—¿Y qué carajo quieres que haga? ¡¿Ah?! —gritó, sus ojos llenos de furia y desesperación. Dio un paso hacia mí, y su voz se quebró aún más mientras continuaba—: Si no hago lo que él quiere, simplemente me echa a las calles.

Parpadeé, confundido.

—¿Echarte a la calle? —pregunté, tratando de procesar sus palabras.

Law dio otro paso, ahora demasiado cerca, su rostro mostrando una mezcla de enojo y vulnerabilidad que nunca antes había visto.

—¡Sí! A la calle. —Su voz era un grito susurrado, lleno de amargura—. Él es el verdadero quien manda aquí, en esta banda. Nos manipuló dándonos una oportunidad a cambio de esto. ¡Pero como éramos unos jóvenes idiotas, y yo siendo el mayor aquí no me di cuenta!

Mis ojos se abrieron con incredulidad mientras lo veía romperse frente a mí. Antes de que pudiera pensarlo dos veces, lo atraje hacia mí y lo abracé con fuerza.

—Law... —susurré, mi voz llena de confusión y dolor.

Sentí su cuerpo rígido al principio, pero luego se relajó, apoyando su frente en mi hombro. Yo no sabía qué decir, ni cómo arreglar todo esto. Solo sabía que no podía dejarlo solo en medio de esta tormenta que claramente lo estaba consumiendo.


El silencio entre nosotros apenas duró unos segundos antes de que Law comenzara a hablar, su voz baja pero cargada de enojo. Estaba apoyado en mí, y aunque su cuerpo parecía descansar, sus palabras eran como golpes certeros contra el aire pesado del vestíbulo.

—¿Sabes qué es lo peor de todo esto, Hauser? —comenzó, con un tono que no buscaba compasión ni consuelo, solo la necesidad de ser escuchado—. Que Charly no solo decide sobre la música, sobre la imagen de la banda o sobre dónde tenemos que estar. No, va mucho más allá.

Se alejó ligeramente de mí, solo para poder mover sus manos mientras hablaba, pero sin dejar de estar cerca.

—Me obliga a sonreír cuando no quiero, a fingir que todo está bien cuando por dentro estoy hecho pedazos. Me dice qué debo decir en las entrevistas, cómo debo vestirme, incluso cómo debo caminar en público. —Su mandíbula se tensó, y aunque su tono era firme, no había lágrimas, solo pura rabia contenida.

Yo no decía nada, porque sabía que no era momento de interrumpirlo. Law necesitaba soltar todo esto.

—¿Sabes lo que es tener a alguien diciéndote cada maldito día que no eres suficiente, que la banda estaría mejor sin ti, pero que no te vayas porque les eres útil? —continuó, su voz subiendo un poco pero sin llegar a gritar—. Que si no hago lo que él quiere, terminaré de nuevo en la nada, en las calles, como cuando era un mocoso idiota sin futuro.

Sentí cómo mi corazón se apretaba al escuchar eso. Cada palabra que decía Law era una herida más que yo no sabía cómo cerrar.

—Me obliga a estar con Allysa porque "es lo que le conviene a la banda", porque "es buena publicidad". ¿Y qué si no quiero? ¿Qué si quiero... —se detuvo un instante, apretando los dientes antes de continuar—, qué si quiero ser yo por una maldita vez?

Lo miré, intentando procesar todo lo que me decía. Su voz estaba cargada de tanto dolor reprimido que me sorprendía que pudiera mantenerse tan firme, tan entero.

—Pero no puedo, Hauser. —Finalmente, su voz bajó un poco, aunque seguía llena de amargura—. Porque él lo controla todo. Mi vida, mis decisiones, hasta lo que siento.

Sentí que mi pecho se rompía por dentro mientras lo escuchaba. Quería decirle algo, cualquier cosa, pero no encontraba las palabras correctas. Así que solo lo dejé seguir, porque parecía que necesitaba liberar todo eso. Y yo estaría allí, escuchándolo, sosteniéndolo, aunque no supiera cómo aliviar su carga.


Law respiraba con dificultad, sus hombros subiendo y bajando mientras las palabras seguían saliendo de su boca como un torrente incontrolable. Aunque no lloraba, su rabia y frustración eran como un fuego que consumía el aire entre nosotros.

—Me obliga a quedarme en una relación que ni siquiera siento, porque "es lo correcto". Me obliga a soportar sus arranques de control, sus gritos, sus amenazas. Y cuando intento alejarme, cuando quiero dejar todo esto atrás, me recuerda que sin él no sería nada.

Mi estómago se retorció al escuchar eso. ¿Cómo alguien podía vivir bajo ese nivel de manipulación?

—¿Sabes qué más hace? —continuó, sin mirarme, como si no pudiera enfrentar mis ojos—. Me dice que si no cumplo con sus reglas, no solo yo perderé todo. —Giró la cabeza hacia mí, y aunque sus ojos estaban secos, su mirada estaba llena de un vacío aterrador—. Dice que arruinará a todos los demás también. Que se asegurará de que no podamos volver a pisar un escenario.

Me quedé paralizado al escuchar esas palabras. Quería abrazarlo, sacarlo de ahí, llevármelo lejos de todo lo que lo hacía daño, pero sabía que no sería suficiente.

—Y lo peor es que... —hizo una pausa, su voz temblando por primera vez, aunque no era por tristeza, sino por la furia contenida—. Tiene razón. Si me voy, si me niego, no solo yo pierdo todo. Nazar, Mich, Jaddiel... todos ellos pagan el precio por mis decisiones.

Dejó caer la cabeza sobre mi hombro nuevamente, su peso más significativo que nunca. Aunque su cuerpo estaba apoyado en mí, sentía que era yo quien necesitaba apoyo en ese momento.

—Estoy atrapado, Hauser. —Su voz apenas fue un susurro ahora, pero sus palabras eran como un grito en mi mente—. No importa cuánto lo odie, cuánto quiera salir de todo esto, no puedo. Porque si me muevo, los arrastro a todos conmigo.

Lo abracé con más fuerza, mi mandíbula apretada mientras trataba de contener mi propia frustración. Quería decirle que había una salida, que no tenía que soportar todo esto solo, pero, en el fondo, no sabía si había una respuesta para todo lo que me decía.

Solo sabía que no lo dejaría enfrentar esto solo. No mientras yo pudiera estar ahí para sostenerlo. Aunque no pudiera resolverlo todo, aunque no tuviera las palabras correctas, haría lo que fuera necesario para no dejarlo caer.


El vestíbulo, que había sido un espacio para tratar de calmar el caos dentro de nosotros, se llenó de gritos y tensión en un instante. Law se alejó de mí tan rápido como pudo, tratando de disimular cualquier rastro de nuestra conversación, pero yo seguía sintiendo el peso de sus palabras como una losa sobre mi pecho.

Mich y Jaddiel entraron primero, sus rostros tensos, pero no dijeron nada. Luego, el sonido de los gritos de Allyn nos llegó desde afuera.

—¿¡Cómo se te ocurre emborracharlo y drogarlo así?! ¡¿Ah?! ¡Estamos a punto de entrar al escenario! —La furia en su voz era palpable, como si estuviera a punto de explotar.

Nazar entró tambaleándose al vestíbulo detrás de ellos, una botella de alcohol en la mano y un cigarrillo colgando de su boca. Mi corazón se encogió al verlo. Sus mejillas estaban rojas, su cabello completamente desordenado, como si alguien lo hubiera zarandeado sin piedad.

No fue hasta que vi a Charly entrar detrás de él que entendí lo que había pasado. Nazar no estaba así por elección propia.

El cigarro temblaba en los dedos de Nazar mientras trataba de dar una calada con desesperación, pero era evidente que apenas podía sostenerlo. Su mirada estaba perdida, y no dije nada porque no sabía por dónde empezar.

Allyn, sin embargo, no pudo contenerse. Se tapó la cara con ambas manos por un momento, como si necesitara reunir toda su fuerza antes de gritarle a Charly de nuevo.

—¡No tienes conciencia de nada! —exclamó, su voz quebrándose por la ira.

Charly, en cambio, solo reboleó los ojos con un gesto de fastidio, como si todo lo que estaba ocurriendo no fuera más que una molestia menor para él. Se acercó a Allyn, le agarró el hombro con firmeza, casi con desprecio, y dijo con una calma que me heló la sangre:

—A mí no me grites. Tú no decides qué se hace y qué no se hace aquí.

Por un segundo, Allyn pareció a punto de responderle, pero Charly la interrumpió antes de que pudiera decir algo.

—Solo inventen una excusa de que está enfermo o algo. No es tan difícil.

Allyn apretó los puños y volvió a cubrirse el rostro, esta vez más por frustración que por enojo. Mich estaba quieto, como si no supiera cómo reaccionar, mientras Jaddiel mordía el dorso de su mano, conteniendo lo que fuera que quería gritar.

Yo seguía mirando a Nazar. Su desesperación me rompía por dentro, pero también sentía una rabia creciente hacia Charly. Todo esto... todo lo que estaba pasando, todas las heridas invisibles y visibles, tenían su origen en él.

Y por más que quisiera hablar, gritar, golpear algo, me quedé callado. Porque sabía que cualquier palabra en ese momento podía ser como encender un fósforo en un barril de pólvora.


El caos en el vestíbulo seguía creciendo. Allyn no dejaba de gritarle a Charly, y cada palabra que salía de su boca era como un eco de todo lo que yo sentía por dentro. Pero mis ojos estaban fijos en Nazar. Verlo en ese estado, tambaleándose, con los ojos vidriosos y una desesperación que casi podía palparse, era más de lo que podía soportar.

No pude contenerme más. Caminé hacia él con determinación, ignorando todo lo demás. Nazar apenas me miró cuando le quité la botella de alcohol de las manos.

—Devuélvemela —dijo con un tono entre suplicante y mareado, extendiendo la mano hacia mí como un niño asustado.

—Dame el cigarrillo, Nazar —le pedí, mi voz intentando ser suave pero firme.

Nazar negó con la cabeza, sus ojos desviándose hacia Charly por un instante, como si buscara su aprobación o temiera su reacción. Era un gesto pequeño, pero decía tanto que me dejó helado.

—Devuélvemelo —repitió, esta vez con un tono quebrado—. No quiero que me golpee...—susurró para que yo simplemente lo escuchara.

Mi corazón se detuvo al escuchar esas palabras. Jadeé, el dolor atravesándome como una daga. ¿Golpearlo? ¿Charly...? Sentí una furia arrolladora, pero también una tristeza tan profunda que me costó respirar.

Sin pensarlo dos veces, le quité el cigarrillo de los dedos con rapidez. Nazar me miró con una mezcla de miedo y desconcierto, como si no pudiera creer lo que acababa de hacer.

Entonces levanté la mirada hacia Charly. Estaba parado al otro lado del vestíbulo, con una expresión de indiferencia absoluta, como si todo esto no tuviera nada que ver con él. Pero para mí, todo tenía que ver con él.

—¿Qué carajos estás haciendo, Charly? —quería gritarle, pero las palabras quedaron atrapadas en mi garganta. Por ahora, mi prioridad era Nazar. El resto tendría que esperar.


Sujeté a Nazar con cuidado, sintiendo su peso mientras lo guiaba hacia el baño del vestíbulo. Su cuerpo temblaba, pero sus sollozos eran desgarradores, como si estuviera conteniendo todo el dolor del mundo en su interior. No decía nada, y eso lo hacía aún más difícil de soportar.

Miré por un segundo a Law, que estaba parado cerca, sus ojos vidriosos y llenos de algo que no podía nombrar. No se movía, no hacía nada, como si temiera que cualquier acción pudiera llamar la atención de Charly. Quise decirle algo, pero no podía. Nazar necesitaba de mí ahora.

Al entrar al baño, lo apoyé suavemente contra la pared, cerca de un espejo. Sus manos caían a los lados, y su cabeza estaba inclinada hacia adelante, con lágrimas corriendo por sus mejillas.

—Ven, necesitas lavarte la cara —le dije en voz baja, tratando de mantener la calma aunque mi corazón se rompía en mil pedazos.

Como un niño pequeño, Nazar se acercó, obedeciendo sin decir una palabra. Abrí el grifo y llené mis manos con agua fría, mojándole el rostro con cuidado. Sentí cómo su respiración se aceleraba, pero no se apartó.

Eso me mató.

Fue entonces cuando lo vi. Al inclinarse un poco más, las luces del baño iluminaron su cuello, y ahí estaba: una marca oscura, como si alguien lo hubiera sujetado con fuerza. Mi mirada descendió hacia sus muñecas, y vi las mismas marcas, como si  lo hubiera agarrado tan fuerte que hubiera dejado una huella imborrable. Como la de Lawrence.

Me quedé congelado por un segundo, mi mente tratando de procesar lo que estaba viendo. Sentí una oleada de rabia, tristeza y desesperación, todo al mismo tiempo.

—Nazar... —mi voz salió temblorosa mientras lo miraba, queriendo abrazarlo, protegerlo de todo, pero sin saber cómo abordar lo que acababa de descubrir.

Nazar levantó la cabeza lentamente al escuchar mi voz, pero sus ojos estaban perdidos, como si todo lo que pasaba alrededor fuera un eco distante.

—Estoy bien... —susurró, aunque su voz temblaba tanto que era imposible creerle.

—No, no lo estás —repliqué, incapaz de ocultar la mezcla de enojo y dolor en mis palabras. Quería mantener la calma, pero era imposible viendo las marcas en su piel, recordatorios visibles de algo que no debería haber sucedido.

Nazar miró hacia el espejo, como si viera a otra persona reflejada ahí. Sus lágrimas continuaban cayendo, y el sonido de sus sollozos me atravesaba como un cuchillo. Quise tomarlo entre mis brazos, decirle que todo estaría bien, pero no sabía cómo llegar hasta él, no cuando estaba tan roto.

—¿Por qué... por qué no me dijiste nada? —pregunté, mi voz casi inaudible, mientras llenaba mis manos de agua una vez más y mojaba su rostro, tratando de calmarlo.

—Porque no sirve de nada —murmuró, su voz tan baja que casi no lo escuché—. Porque si hablo, todo será peor.

Sentí un nudo en la garganta, y por un momento pensé que iba a romperme también. Mis manos temblaban al soltar el agua, pero me forcé a mantenerlas firmes mientras buscaba un papel o algo para secarle la cara.

—Nazar, esto no está bien. Lo que sea que esté pasando, no debería ser así. No tienes que soportarlo solo.

Él negó con la cabeza, todavía sin mirarme directamente.

—No lo entiendes, Hauser... No hay salida. Charly lo controla todo. Todo. Si hablo, si hago algo, lo paga alguien más. Lo pagarás los chicos o peor aún lo pagará Law...

Quise decir algo, cualquier cosa para contradecirlo, pero no pude. Sabía que lo que decía era cierto, y eso hacía que todo fuera aún más insoportable.

Finalmente, Nazar se dejó caer contra la pared, sus piernas temblorosas incapaces de sostenerlo. Me agaché junto a él, tomando sus manos entre las mías, aunque todavía temblaban.

—Voy a encontrar una forma de sacarte de esto —le dije, aunque mi voz apenas era un susurro. Era una promesa que no sabía cómo cumplir, pero no podía quedarme de brazos cruzados viendo cómo lo destruían.

Nazar no respondió, pero sus ojos finalmente me miraron, llenos de una mezcla de gratitud y desesperanza que me rompió aún más por dentro.


Nazz no dijo nada más, pero su mirada vacía fue suficiente para que supiera que, aunque no me lo pidiera, necesitaba que lo sacara de allí. Sabía que cualquier minuto más en ese lugar podría ser peor para él, y para mí, salir del baño con él era la única opción. Sin darme cuenta, mi brazo estaba alrededor de sus hombros, tratando de darle algo de apoyo mientras salíamos lentamente.

Al salir del baño, pude ver a Law de pie, en el umbral del pasillo, su rostro iluminado por la luz tenue de los pasillos del estadio. Su mirada pasó de mí a Nazar, y pudo ver claramente que algo no estaba bien. Pero no dijo nada. Solo se acercó y, con un gesto casi imperceptible, se inclinó para ayudarme a mantener a Nazar de pie.

—¿Está bien? —preguntó Law con cautela, sus ojos no abandonando a Nazar, claramente preocupado.

Nazar, sin levantar la vista, solo asintió con un leve movimiento de cabeza. Su cuerpo aún temblaba, pero de alguna manera, parecía estar tratando de mantener la compostura, aunque su alma se desmoronaba. Sentí un peso pesado sobre mis hombros al verlo así. Sabía que no podía dejarlo solo, no mientras Charly aún tuviera poder sobre él.

—No lo está, pero está mejor... por ahora —respondí en voz baja, mirando a Law con una expresión seria. La preocupación era palpable en su rostro, pero también podía ver la intensidad con la que trataba de no hacer preguntas que pudieran empeorar la situación.

Salimos al vestíbulo, con Nazar apenas manteniéndose en pie. Las luces del estadio iluminaban los pasillos, y el bullicio del concierto que estaba por comenzar se escuchaba a lo lejos. La adrenalina en el aire contrastaba con el peso de lo que había sucedido dentro de ese baño.

Al llegar a la entrada principal del vestíbulo, me di cuenta de lo importante que era dar un paso atrás. Nazar había tenido suficiente por ahora. No podíamos seguir siendo arrastrados por lo que Charly quería para nosotros. No después de todo lo que había sucedido.

—Vamos, Nazar —dije, apretando su brazo suavemente—. Vamos a salir de este lío los seis juntos.

Law asintió, y aunque no dijo nada más, pude ver el entendimiento en sus ojos. Era un tipo de apoyo silencioso, algo que no necesitaba ser dicho. Sabíamos lo que debíamos hacer.

A pesar de que el bullicio del estadio estaba cada vez más cerca, con el sonido de las voces y la música llenando el aire, lo único que sentía era la presión en mi pecho, la incertidumbre de lo que nos esperaba. Pero no importaba, porque en ese momento, yo estaba allí para Nazar, y no iba a dejar que nada ni nadie lo lastimara más.


Lo vi. No solo a Charly, sino también a Allyn, a Mich, a Kyla... todos allí, tan rotos y a la vez tan atrapados en una maraña de mentiras y dolor. Algo dentro de mí se rompió al ver el estado en que estaban, la manera en que las cicatrices de esta banda no solo eran físicas, sino también emocionales. Era como si todo eso que estábamos viviendo hubiera sido inevitable desde el principio, como si este fuera el precio de estar atrapados bajo el mismo techo, por culpa de un monstruo al que todos llamaban líder.

Al ver a Allyn, tan quieta, tan callada, con una marca en su rostro... algo se quebró en mí. No podía soportarlo. Charly, siempre tan arrogante, tan manipulador, riendo como si no estuviera destruyendo vidas a su alrededor. Y yo... yo simplemente estaba allí, mirando a los que eran importantes para mí, sintiendo cómo una rabia helada se apoderaba de mis entrañas.

Nazar estaba al borde de la desesperación, lo podía ver en su mirada vacía, como si ya no tuviera fuerzas para pelear. Y Law, a su lado, intentando mantener la calma, pero con los ojos llenos de algo que no podía ignorar: miedo. Miedo a lo que podría pasar, a lo que Charly podía hacerles a todos si alguien se atrevían a desafiarlo.

Mi mirada se desvió hacia Charly, y entonces fue cuando todo se aclaró. Mi estómago se revolvió de furia al escuchar su risa, al ver cómo minimizaba el sufrimiento de todos, como si fuera solo un juego. Algo en mí explotó.

—¿Qué le hiciste? —las palabras salieron de mis labios sin filtro, el dolor y la rabia en cada sílaba. Y en mi pecho sentí una presión, como si mi corazón estuviera a punto de romperse.

Charly simplemente me miró, con esa mirada que parecía no tener miedo de nada, como si fuera invencible. Era el reflejo de todo lo que odiaba de él: su arrogancia, su desprecio por los demás.

—¿Qué pasa, Hauser? No te metas en lo que no entiendes —dijo con una sonrisa burlona. Pero esa sonrisa, esa maldita sonrisa, solo me hizo querer golpearlo más fuerte.

Yo lo miraba, sintiendo el dolor de cada uno de ellos calándome los huesos, sintiendo cómo el sufrimiento de todos me ahogaba. No iba a dejar que él se saliera con la suya, no iba a permitir que siguiera destruyendo todo a su alrededor solo porque se sentía superior.

Law, con Nazar a su lado, dio un paso hacia adelante. Podía ver la lucha interna en su mirada, cómo quería intervenir, pero no sabía si debía. Yo lo detuve con una mano, sabiendo que esta vez tenía que ser yo quien enfrentara a Charly.

—No vale la pena —dije, mi voz firme, aunque mi mente estaba en caos. Sentía la rabia acumulándose en cada parte de mi cuerpo. Pero sabía que lo más importante era proteger a los que me importaban, aunque me costara la vida.

La sonrisa de Charly se ensanchó, como si me estuviera retando, como si todo esto fuera solo un juego para él. Sus palabras fueron como dagas, clavándose directo en mi pecho.

—¿Qué vas a hacer, Hauser? ¿Seguir protegiendo a los débiles? —su risa resonó en el aire, hiriente.

En ese momento, supe que no podía dejar que siguiera adelante con su juego. Me acerqué más a él, no para pelear, sino para hacerle entender que este no era su maldito mundo de control. Nadie iba a salir ileso de esto, ni él, ni nosotros.

Mi respiración era pesada, mis manos temblaban por la ira contenida, pero no podía dejarme llevar por eso. No podía dejar que me viera débil. Todos necesitaban algo más que un líder, necesitaban un cambio. Y si tenía que ser yo quien lo iniciara, entonces lo haría.

—No te lo voy a permitir, Charly. —mi voz salió más fuerte, con convicción—. No vas a manipularnos más.

Y aunque en el fondo de mi alma sentía un miedo aterrador de lo que podría suceder, no podía dar un paso atrás. No cuando veías a Nazar, a Law, a Allyn... no podía quedarme callado. Esta vez, Charly iba a tener que enfrentarse a la realidad, aunque eso significara perder su control sobre nosotros.


Kyla, por un segundo, observó su reloj y anunció:

— Ya es hora de su concierto.—miró a Nazar, él retrocedió.—Y tú, te quedas conmigo y Charly.

Mi corazón latía más rápido de lo normal. A pesar de todo lo que había pasado antes, de lo que había visto, el momento estaba llegando y no podía hacer más que seguir adelante. Mientras los chicos salían al escenario, la energía del público me envolvía, pero algo seguía pesado en el aire. Nazar me agarró del brazo antes de que pudiera dar un paso hacia el escenario, con esa mirada ansiosa y la inquietud palpable en su voz.

—No quiero quedarme aquí... quiero ir allí, es más seguro.

Supe lo que necesitaba escuchar, lo que le haría sentir que, aunque todo estuviera caótico, podía estar tranquilo por al menos un rato.

—No te preocupes, quédate en un lugar donde te pueda ver —le respondí, con la voz más suave que pude encontrar en medio de todo esto.

Su rostro se relajó un poco al escucharme, y sonrió, aunque sabía que el peso de lo que había vivido aún estaba en él. Asintió con la cabeza y se fue a su lugar en el público, a una posición donde podría seguir todo desde lejos, donde sus ojos encontrarían mi figura en el escenario.

No pude evitar seguirlo con la mirada hasta que se perdió entre la multitud. En ese momento, supe que todo lo que estaba haciendo, subiendo al escenario, interactuando con el público, no era solo por mí o por la banda. Era por ellos, por él. Porque aunque estuviera allí, Nazar necesitaba sentir que había algo seguro, que había alguien que lo protegería de lo que fuera que lo atormentara.

Me giré hacia el escenario, y los chicos ya estaban listos. La energía del lugar me absorbió, pero mis pensamientos seguían siendo de Nazar. Yo tenía que estar allí, ser fuerte por él, como siempre lo había hecho, y aunque la multitud me vitoreaba, mi mente seguía en ese rincón del estadio, donde Nazar había encontrado su lugar.

La música empezó, las luces brillaron, y un suspiro escapó de mis labios. Sabía que mientras cantaba, mientras actuaba, aún estaría pendiente de él. No podría hacer otra cosa.

Miré a Nazar, con ese brillo de incertidumbre en sus ojos, y aunque todo parecía un torbellino alrededor, sabía que tenía que ser fuerte por él. Era mi responsabilidad, por más que el dolor a veces me ahogara.

Le sonreí, tratando de transmitirle todo lo que las palabras no podían.

—No te preocupes, quédate en un lugar donde te pueda ver —le dije con calma, asegurándome de que sintiera la seguridad en mi voz, aunque no estuviera completamente seguro de cómo me sentía yo mismo.

Nazar asintió, sonrió un poco, y por un segundo, su rostro dejó entrever algo que no había visto en mucho tiempo: una pequeña chispa de esperanza. Esa sonrisa me hizo sentir que podía seguir adelante, que podía soportar todo lo que venía.

Lo observé mientras se alejaba, caminando hacia el público, buscando su espacio entre las sombras del estadio. Quería que supiera que no estaba solo, que a pesar de todo lo que sucediera, siempre podría vernos, siempre podría saber que lo estábamos protegiendo. Desde donde estuviera, no perdería de vista la seguridad que necesitaba.

Cuando lo vi encontrar su lugar, asegurándose de que podía verme, un suspiro escapó de mi pecho. Al menos por ahora, no estaba solo. Y, aunque no lo dijera, sabía que mis ojos estarían siempre buscando los suyos.

Con eso, me sentí listo para salir al escenario. La música y las luces me recibieron, pero mi mente y mi corazón seguían con él, con Nazar. Él era la razón por la que seguía adelante, aunque el resto del mundo estuviera envuelto en una nube de caos.


Escuché a Mich dirigirse al público, y por un momento, sentí que el aire se volvía más denso. Era difícil mentir, aunque lo hacía con la mejor de las intenciones. Los gritos de las fanáticas se apagaron un poco, como si un rayo de decepción hubiera caído sobre ellas.

—¡OHHH! —la respuesta unánime me golpeó el corazón. Pero no tenía tiempo para detenerme en la tristeza, no cuando sabía que las cosas no eran tan simples.

Law, siempre tan lleno de energía, habló enseguida, con esa sonrisa suya que parecía desafiar la gravedad del momento.

—Pero no pasa nada, él está con un poco de gripe y está bien —dijo, intentando suavizar lo que era un golpe bajo para todos.

En mi pecho, una carga de culpabilidad se hacía más pesada. La mentira sonaba vacía, pero era lo único que podíamos ofrecer. Nazar no estaba bien, pero no podía decir la verdad. No aún.

Y luego, con un suspiro, tomé el micrófono, mirando a las chicas que todavía nos miraban con esperanza, a pesar de la decepción flotando en el aire.

—Perdón por decepcionarlos —dije, casi en un susurro, aunque sabía que mi voz sonaba firme.

Era mi responsabilidad calmar su dolor, pero no era fácil. Las luces del escenario deslumbraban, pero en mi cabeza solo veía el rostro de Nazar, preocupado, vulnerable. Eso me preocupaba mucho más que cualquier grito del público. No estábamos solo sobre un escenario; estábamos luchando por algo mucho más grande que un simple espectáculo.

De alguna forma, sentí que las palabras no bastaban. Pero eso era todo lo que podíamos darles por ahora.


Me quedé quieto en mi lugar, observando a Nazar , asegurándome de que siempre estuviera a la vista. Quería que estuviera tranquilo, en un lugar donde pudiera sentir que todo estaría bien, al menos por el momento. Cada vez que lo veía, sentía que una paz fugaz me invadía, aunque sabía que las cosas no iban a ser fáciles para él.

Mientras tanto, los chicos estaban dando su mejor actuación, saltando de un lado al otro del escenario. La música llenaba el aire y el público respondía con gritos de emoción, como era de esperar. Mich y Allyn estaban en su zona, con el ritmo fluyendo naturalmente. Jaddiel, siempre tan enfocado, no dejaba de moverse al ritmo de la música, y Law... bueno, Law nunca podía quedarse quieto. Su energía era contagiosa. Cada vez que pasaba cerca de Jaddiel, le hacía una broma o le lanzaba una mirada exagerada, lo que hacía que Jaddiel no pudiera evitar reírse, aunque intentaba mantener la compostura.

El espectáculo era impresionante, pero mi mente no podía dejar de centrarse en Nazar. Lo vi mirando hacia el escenario, probablemente sintiendo la energía que fluía en la sala. Pero también pude notar la tensión en su rostro. Algo seguía preocupándolo.

A lo largo de esas dos horas, los chicos dieron todo en el escenario, pero yo apenas me moví de mi lugar. Mi mirada no dejaba a Nazar. De vez en cuando, le enviaba una sonrisa disimulada, esperando que eso lo hiciera sentir más seguro. El show continuó, pero algo dentro de mí me decía que estaba jugando un papel más grande, y no solo en el escenario.


Me quedé allí, casi inmóvil, mientras escuchaba las primeras notas de la canción. Sabía que este momento iba a ser diferente, algo más íntimo. Cuando Law se acercó a mí y rodeó mi hombro con su brazo, su gesto me hizo sentir una mezcla de consuelo y tristeza. Miré al público, pero lo que realmente sentía era el peso de todo lo que habíamos atravesado. La canción comenzó, y la letra caló hondo en mi pecho.

"Was there anything you would have told me...?" Allyn empezó a cantar, su voz dulce pero cargada de emociones, mientras sus ojos recorrían la multitud. Yo sentí el peso de cada palabra, y al mirarla, entendí por qué esta canción se sentía tan adecuada para lo que estábamos viviendo. Era más que solo un tema en el repertorio. Era nuestra historia, nuestra lucha.

Cuando fue mi turno, me lancé a cantar, y me sorprendí al notar que mi voz temblaba un poco. "What's all this...?" La pregunta se coló entre mis labios, y mientras la cantaba, me sentí vulnerable. Al mirar a Law, pude ver su rostro, esa sonrisa rota que intentaba mantener. Pero su voz, como siempre, hizo todo lo posible por ocultar el dolor que se colaba entre sus notas. Mi corazón se retorció un poco al ver su lucha interna.

"Would it stop hurting and heal?" Mi voz salió firme, aunque sentía las lágrimas amenazando con salir. Intenté seguir cantando sin dejar que se derramaran, pero al ver a Law, vi sus ojos brillando con una tristeza palpable. Él levantó la mano, disimulando el dolor con una sonrisa que no alcanzaba a ocultar su tristeza.

La canción continuó, y mi corazón se apretó cuando llegué a la siguiente línea. "And how sad it will be..." Las palabras salieron más fuertes de lo que esperaba, con un dolor contenido que no podía ya ocultar. Tragué saliva y seguí cantando, pero las lágrimas ya estaban cerca. Y no fue solo por lo que estábamos cantando, sino por lo que estábamos viviendo, lo que habíamos vivido y lo que aún nos quedaba por pasar. La banda, nuestras vidas, Charly, el dolor, todo estaba entrelazado en esa canción.

Intenté esconder las lágrimas, porque no quería que el público viera lo roto que estaba por dentro. Pero sentí que esa canción nos conectaba de una manera profunda, no solo entre nosotros, sino también con todos los que nos escuchaban. Al final, las luces del escenario brillaron sobre nosotros, pero yo solo podía ver a Law, a sus ojos tristes, y a la manera en que, aunque sonreía, no podía esconder el peso del momento.

Continuamos, y la canción parecía cobrarse la verdad de lo que estábamos viviendo. Cada palabra de esa letra parecía estar escrita para nosotros, para lo que la banda estaba atravesando, para cada uno de los sentimientos que se escondían detrás de nuestras sonrisas rotas.

La música, ahora más lenta, invadía el espacio, resonando en cada rincón del estadio. Allyn, con una expresión de dolor contenida, continuó cantando:

"Will time heal us or just make us forget? We stay here, but inside there is nothing left of what we used to be..." Miré a Law. Él estaba allí, apoyado en el micrófono, pero sus ojos no estaban en el público. Estaban perdidos, mirando al infinito, como si el dolor lo estuviera consumiendo poco a poco. En ese momento, su voz quebrada se unió a la mía, y cantamos juntos.


"And even though we try to move on, all that remains is emptiness, the echo of what we were, the fear of not finding it." Law levantó la mano, el gesto era el mismo, pero esta vez se sentía diferente. Era como si la conexión ya no estuviera solo con el público, sino entre nosotros. Yo lo miré, y en sus ojos vi lo que sentía, lo que ambos sentíamos. Charly había roto algo dentro de nosotros, y no sabíamos cómo arreglarlo. La canción seguía, y el dolor se sentía aún más fuerte con cada palabra que decíamos.

"And even if we swallow our tears, there will always be something that hurts us, what we were, what we lost, what will never come back." El dolor era palpable, se extendía por todo el escenario, y la gente podía sentirlo. Las luces cegaban nuestros ojos, pero no podían tapar lo que había dentro de nosotros. La canción ya no solo era un lamento por la banda, era un lamento por nuestra propia lucha interna.


"And now that everything has broken, what is left for us to carry on? There is only the song, the music that unites us, even if the soul is left empty."  Al terminar la estrofa, mi voz casi se rompió. Law me miraba fijamente, su rostro era un reflejo de la misma angustia que yo sentía. La música había sido nuestra forma de escapar, pero también era nuestra forma de gritar lo que no podíamos decir. Yo quería que todo se detuviera, que las palabras se quedaran en el aire y que pudiéramos, de alguna manera, sanar juntos.


Sin embargo, las luces brillaban con fuerza, y el público estaba aún allí, esperando lo mejor de nosotros. Pero, mientras cantábamos, sabíamos que lo mejor ya no existía. El "nosotros" que fuimos se desvaneció con el tiempo, con las mentiras, con las decisiones equivocadas de Charly, y ahora no quedaba más que el eco de lo que una vez fuimos.

"There is no turning back, there is no possible solution,there is only this song and the feeling that everything we loved is gone." El sonido de la guitarra seguía, pero mi mente ya no estaba allí. Estaba con los chicos, con Nazar, con todo lo que habíamos perdido. No me importaba el público, ni las luces, ni nada más que la realidad de lo que estábamos atravesando.


Al final de la canción, la luz sobre el escenario comenzó a desvanecerse lentamente, pero yo seguía con la voz quebrada, la emoción inundándome. Law me miró, nos miramos mutuamente, y en ese instante, supe que ambos estábamos rotos por dentro.





El concierto había terminado. Las luces comenzaron a atenuarse, y las ovaciones del público aún retumbaban en el aire. Los chicos se fueron al backstage, cada uno mostrando una sonrisa cansada pero forzada, sabiendo que las emociones de esa noche habían sido más difíciles de lo que parecía.

Yo  y Law nos dirigimos  rápidamente hacia el vestuario, para intentar secarsnos las lágrimas que ni siquiera tuvieron oportunidad de caer, porque las habían contenido durante toda la actuación. Cuando llegamos,  cerré la puerta tras de mí, y ambos nos quedaron en silencio por un momento.

Law, observando el reflejo de su rostro en un espejo, se pasó las manos por el cabello, buscando, tal vez, algo que lo ayudara a calmar su mente. Suspiré, como si el peso de todo lo vivido durante el día lo estuviera aplastando, pero no dije nada, solo me acerqué a Law y le dí una ligera palmada en la espalda.

De repente, Nazar apareció en la puerta, con su mirada algo perdida, pero una calidez que lo hacía brillar en ese momento. Sin pensarlo mucho, caminó hacía mí, me abrazó con fuerza, como si todo el peso que ambos habían compartido durante esa noche estuviera allí, entre sus brazos. Yo sintiendo el apoyo de Nazar, cerré los ojos un instante, dejando que la calma nos envolviera.

Al fondo, Allyn, con su habitual tono burlón, preguntó: 

—¿Quién quiere agua?

 Law, sonriendo a medias con su tono juguetón, dijo en voz alta: 

—¡Yo! Pero sólo si tiene un poco de magia, porque después de esta noche, ¡necesito un milagro!—. Todos se rieron al instante, incluso Mich, que estaba al margen, y a pesar de las tensiones que seguían en el aire, esa broma rompió un poco la dureza del momento. La risa era un alivio, aunque momentáneo.

De repente, Mich, mirando alrededor confundido se le surgió una pregunta:

 —¿Dónde está Charly?—.

Miré ami alrededor, y no se encontraba.

 Kyla, que había estado un poco apartada, levantó la vista y, con una calma que todos conocían, respondió: 

—Se fue. Tenía algo pendiente. Mañana volverá—.

 Esa respuesta, más que cualquier otra cosa, me trajo un alivio silencioso. Sabía que esa presencia opresiva de Charly no sería un peso sobre sus hombros por el momento. Podíamos respirar tranquilos, aunque solo por unas horas.

La noche se había apoderado del escenario, las luces del estadio ya se apagaban lentamente. El reloj marcaba las 19:28, y aunque fuera tarde, el aire frío de la noche nos traía algo de paz. Estaban juntos, un poco más quebrados, pero firmes al final del día, sabiendo que el sol siempre volvería a salir al día siguiente, incluso si no sabían cómo ni cuándo.


Mientras la calma se asentaba entre todos, Kyla se cruzó de brazos y, con su tono característico, miró a los chicos con seriedad.

—Escuchen, chicos —empezó, rompiendo el momento de relajación—. Necesitan hacer más canciones. Diez son muy pocas para un álbum, y no podemos ir a todos los escenarios con los mismos temas.

Mich, como siempre, no pudo evitar lanzar su típico comentario:

—¿Quieres hacerlo tú, Kyla? No sabes lo duro que es escribir una canción.

—¡Claro! ¡Escribir canciones es fácil! Solo toma un poco de magia... ¿o tal vez un hechizo para inspirarnos? —dijo Hazel, guiñando un ojo a la sala.

—Bueno, yo puedo componer algo. No se preocupen por eso.—Agregué.

—Claro, Haus, pero la magia que necesitamos está en las letras, no solo en los acordes.

Kyla, con una mirada que no dejó lugar a más bromas, sacudió la cabeza y, sin prestarme atención.

—Al menos tienen que hacer ocho canciones. Y si quieren que este álbum funcione, lo van a hacer. Sin excusas.

Y con esas palabras, la presión volvió a sentirse, pero también la determinación de que, a pesar de las dificultades, el futuro seguía esperando.

—Ocho canciones... Solo ochos malditas canciones.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro