capitulo 17
UN MES DESPUÉS
Dylan estaba con Cora en la habitación cuando ella comenzó a mover la mano. Al abrir los ojos, Dylan salió corriendo a llamar al doctor y a la familia. Antes de que todos se apresuraran a verla, necesitaba que el médico la revisara primero. Una hora más tarde, permitieron el ingreso, pero solo para los familiares más cercanos.
Eros insistió en que Dylan también tenía derecho a entrar, ya que era la persona con quien Cora había compartido los últimos meses.
—Buenos días, Cora. Aquí tienes a tu familia. —El doctor dio paso al grupo.
Todos abrazaron a Cora, emocionados de verla despierta. Aunque tenía algunos rasguños, estaba estable. Cuando llegó el turno de Dylan, Cora abrió los ojos de par en par. Estaba confundida. Era como si ese chico le recordara a alguien, pero le parecía imposible.
El doctor le explicó:
—Tuviste un accidente hace un mes y has estado en coma desde entonces. Puede que algunos recuerdos se hayan perdido, pero, con el tiempo, es probable que regresen.
—¿Qué te pasa, Cora? —le preguntó el doctor al notar su expresión de desconcierto.
Cora, aferrándose al brazo de su hermano, le preguntó:
—Eros, ¿qué está pasando aquí? Dime que ese chico no es quien creo que es.
—¿No te acuerdas de estos últimos meses? Estabas con él —respondió Eros.
—¿¡Cómo!?
El doctor intervino:
—Es posible que no recuerdes todo. Cora, ¿puedes decirme qué día crees que es hoy o cuál es el último recuerdo que tienes antes del accidente?
—¿Y eso por qué?
—Porque podría ser que hayas perdido algo de memoria.
—Cora, por favor, contesta —insistió Eros.
—Recuerdo que ayer fui a rellenar la solicitud para el concurso de tartas. También hablé con Cristen y discutí con Sam. Ayer era once de febrero.
Dylan se levantó y se apartó, cabizbajo. Pensó en silencio: “No puede ser. Estos meses fueron los mejores de mi vida y ella no recuerda nada. Lo único que le queda de mí son recuerdos de nuestra adolescencia.”
El doctor trató de tranquilizarla:
—No pasa nada. Es normal que tras un coma haya lagunas de memoria. Aunque tu familia y tu pareja estuvieron contigo, puede que al despertar no recuerdes todo. Esto es progresivo, recuperarás la memoria poco a poco. Mira fotos, habla con ellos y no te satures. Hoy es dos de junio.
De repente, la puerta se abrió y entró un chico inesperado. Todos se quedaron en silencio cuando Sam se acercó a Cora y la abrazó.
—Hola, Cora. Gracias a Dios estás bien.
—Sam, ¿qué haces aquí? —preguntó Cora, sorprendida.
—Me enteré de tu accidente. Estuve fuera dos meses y volví para verte. Llegué anoche de Londres.
—¿De Londres?
Eros, molesto, intervino:
—¿Y tú quién eres?
—Soy… era el novio de Cora —respondió Sam.
—¿Eras? ¿De verdad me dejaste y ahora te presentas aquí?
—¿Yo? Tú me dejaste. Pero cuando me enteré de lo ocurrido vine lo antes posible. No quería ser inoportuno.
—Pues lo has sido —susurró Dylan desde el fondo de la habitación.
El doctor, en tono firme, dijo:
—Esto lo resolverán después. La paciente necesita descansar. Por ahora, las visitas serán de una en una, según ella lo desee.
Esa noche, Cora no quiso ver a nadie. A la mañana siguiente, una enfermera le preguntó si quería recibir visitas.
—Buenos días, Cora. ¿Te apetece ver a alguien hoy?
—Buenos días. Sí, pero que sea mi hermano.
Cuando Eros entró, respiró aliviado:
—Gracias a Dios que quieres verme.
—Siéntate, por favor. Ayúdame a aclarar todo esto. Estoy hecha un lío. Ayer no quise ver a nadie. No recuerdo nada del accidente, lo de Sam es un caos, y luego Dylan… dime que no era él.
—Te ayudaré, pero vamos paso a paso.
Eros le explicó con calma:
—El concurso salió genial. Te pidieron tu receta y te sugirieron abrir una pastelería. Saliste en la portada de una revista y ganaste parte del premio junto con otra persona. Cristen estuvo encantada con la publicidad que recibió gracias a ti. Pero justo ese día, te enteraste de que Sam te fue infiel con su ayudante, Vicky. Él te lo confesó.
Cora se cubrió la boca con la mano, sorprendida.
—Después, te conté que Dylan había vuelto. Pensé que sería difícil para ti, pero lo aceptaste bien. Dylan nos invitó a una barbacoa y, desde entonces, no se han separaron hasta el accidente.
—¿Qué? ¿Todo eso pasó en estos meses?
De repente, Cora sintió un malestar intenso y pidió llamar al doctor.
El médico llegó rápidamente.
—Cora, cuéntame, ¿qué sientes?
—Tengo malestar, como si me faltara el aire.
La enfermera midió sus signos vitales y el doctor miró a Eros:
—¿Cuánta información le diste de golpe?
—Pues… toda la que me preguntó.
—Eso está mal. Ya dije que esto debe ser progresivo. Hoy no más visitas. Está saturada. Necesita reposo.
Eros salió cabizbajo y nadie más pudo entrar a verla ese día.
Al día siguiente, Cora decidió recibir solo a sus sobrinos, su hermana pequeña y su hermano mayor, Ryan. Al entrar, Ryan intentó tranquilizarla:
—Cora, sé que todo esto es abrumador, pero intenta ver las cosas desde el punto de vista de los demás, sobre todo de quienes no recuerdas.
—Lo intento, pero no consigo entender qué pasó en todo este tiempo.
—No tienes que entenderlo todo ahora. Déjate ayudar y, cuando estés lista, habla con Dylan. Puedo asegurarte que estos meses fueron muy especiales para ti.
—Necesito tiempo.
—Está bien. Pero ten en cuenta que Dylan está ahí fuera, esperándote, día tras día.
—Lo tendré en cuenta. Paciencia, eso es lo que necesito.
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