Capítulo seis
Aioria amaba a su hermano mayor por encima de todas las cosas. Este era alguien gentil, inteligente, fuerte, amable....
Pero por los dioses, nunca debía dejarlo ir de compras almenos que quisiera tener ropa hasta para tres años después.
Debía admitir que el mercado de la capital le asombró mucho, se veía tan grande y organizado. Distinto a las pequeñas ferias que habían siempre cerca de su pueblo.
Pero aún así, ya llevaban cinco bolsas llenas de ropa y aún faltaba algunas tiendas que visitar, lo que no era tan genial.
Miro a su hermano mayor, quien llevaba cuatro de las bolsas, ya que no lo dejo cargarlas a él.
- Aioros, creo que ya llevamos suficientes compras...
- hm...bueno, sólo una tienda más.
El rubio todo los ojos con una sonrisa. "Sólo una más", lo que siempre decía un niño cuando quería hacer muchas cosas.
Vieron una tienda de ropa para donceles y decidieron entrar, la mayoría de la ropa que llevaban era neutra, así que mejor debían comprar mínimo una prenda, así su abuelo no lo jodia cuando volviera a casa.
La que atendía la tienda era una mujer de unos cincuenta años, aunque no se veía como la típica anciana amable, los atendió de forma muy cortés.
Miraron por toda la tienda, pero nada le gustó a Aioria
- esta?
- muy descubierta...
- esta?
- No me gusta el color...
- hm...y esta?
- sabes Que? Mejor vámonos, no me gusta nada....
Aioria suspiro y agarro nuevamente las bolsas con una sonrisa, ya tenía el presentimiento de que su hermano menor no iba a querer comprar nada ahí. La ropa "de doncel" solía ser muy fina, descubierta y daba una apariencia delicada, además de ser de colores suaves. Y esas no eran cosas que el rubio gustará de ponerse. Prefería la ropa normal.
- Que le pasa a ese doncel? Como puede vestirse así?
Se detuvo en la puerta al oír como otros clientes hablaban sobre él. Miro su ropa. Era una camisa de manga corta y negra. Llevaba un pantalón algo desgastado en las rodillas, y eso sólo porque siempre se caía usándolo.
- y eso que el otro chico quizo comprarle ropa decente y la rechazó ...
- pobre de su familia, tener no sólo un doncel, si no que de pasó este no quiera comportarse como debe...
Iba a voltearse y decirles algo no muy bonito, pero la dueña de la tienda se le adelantó y les dijo que cerrarán la boca o tendrían que buscar ropa en otro sitio ya que "no permito esos comentarios en mi local".
Su hermano lo tomo del brazo para sacarlo del lugar, algo preocupado. Mientras que su primo, que había sido arrastrado a las compras, miraba con mala cara a esos clientes.
- menudos idiotas...
Escucho susurrar al peli verde.
- aio, estas bien?
Pregunto él hermano mayor mirándole preocupado, normal que lo estuviera, tenía la mirada algo baja y se veía...¿triste?
- sí...tranquilo...
Su primo decidió intervenir antes de que empezará el típico "seguro? Si, seguro?? Si, etc ", así que hablo.
- ignora a esos idiotas enano, son más pesados que el viejo micenas
Aioria asintió, pero aún así su estado de ánimo no mejoró mucho en todo el camino a casa después de eso.
Caminaron un rato, cuando encontraron a un vendedor de comida y decidieron comer algo, Aioria decidió sentarse en una banca mientras Shura y Aioros discutían que comer.
De repente sintió que alguien jalaba la bolsa de ropa que Llevaba, al voltear noto que se trataba de un perrito, era color negro, bastante peludito y de ojos rojos, por lo que veía era juguetón.
Un segundo, a este perro ya lo había visto antes, o no?
No importó mucho, ya que el pequeño animalito agarro su bolsa con las compras usando la boca y salió corriendo en otra dirección. A lo que inmediatamente Aioria le empezó a perseguir lo mejor que pudo, ya que las muletas no ayudaban.
El pequeño era bastante rápido, energía de cachorro debía suponer. De repente paro cerca de un callejón donde no había mucha gente y dejó caer la bolsa Al ver un gato al que empezo a ladrarle para que jugará con él.
Aioria suspiro y empezó a recoger sus cosas, un muchacho que iba pasando con sus amigos lo vio y se acercó a ayudarlo, aunque le pareció curioso algo en específico.
- oh, eso es para tu pareja?
Pregunto al ver una bonita camisa de seda verde clara, la cual era la única prenda "para donceles" que compraron en todo el día.
- nah, es mía, para que mi abuelo no joda con la ropa.
Dijo sin interés el rubio mientras terminaba de guardar todo en la bolsa, incluida la camisa de seda, sin notar la mirada extrañada del muchacho.
- oh...¿eres doncel?
- hm? Si, por?
- ah? No, nada...es Sólo que no lo note, ya sabes...la mayoría de los donceles aquí no visten así...
Pudo notar que el muchacho se puso incómodo, como si no quisiera ofenderlo, lo que de cierta forma lo alivió.
- lo se, me lo dicen seguido...
- y con razón, como te atreves a vestirte así siendo doncel?
Ese había sido uno de los amigos del muchacho, tenía el cabello corto y de un tono plateado, además de una cara de idiota engreído.
- mask...no empieces...
Dijo el muchacho, como rogando a su amigo que cerrará la boca.
- algún problema? El idiota debería vestirse como dita, no así
"Dita" debía ser el tercer chico, había notado que se trataba de un doncel hace rato. Tenía el cabello celeste, iba algo maquillado y sus ropas eran de seda, se veían incluso finas. Este miraba la situación algo preocupado.
Menudo idiota se habían conseguido esos dos por amigo.
- tienes algún puto problema con mi ropa?
Pregunto casi gruñendo el rubio, ya se había aguantado muchos comentarios el día de hoy.
- ey ustedes, que pasa aquí?
Los cuatro voltearon al oír una voz. Se trataba de un militar de cabello morado y largo. Sus ojos celestes miraban al trío de amigos casi con enojo.
- eh- no, no pasa nada señor...
- eso pensaba, ahora váyanse y dejen al chico en paz o alguno irá arrestado.
Eso bastó para que los tres salieran casi corriendo, sinceramente al rubio le dio pena por el otro doncel y el muchacho que se detuvo para ayudarlo, tenían que pasar tremendo susto por el imbécil que tenían por amigo.
- perdona eso, hay cada imbécil en la ciudad....
- Si, me he dado cuenta...
- woof!
El pequeño perrito, que había estado ahí tooodo el rato, corrió en dirección al pelimorado, de forma alegre.
- Antares? Que haces aquí amigo?
El militar se agachó para acariciar a su perro, e immediatamente Aioria se dio cuenta de algo.
A ese tipo ya lo conocía.
Y no era el único que se dio cuenta, ya que, al levantar la mirada nuevamente, el pelimorado se percató de quien era el muchacho.
- ey, yo a ti te conozco ¿eres el doncel que se torció el tobillo, no?
- Y tú el militar insistente?
El mayor de los dos soltó una pequeña risa al oír aquello, se levantó con el perrito en un brazo y extendió la mano.
- No nos presentamos ese día, soy Milo, un gustó.
- Aioria, el gustó es mio
Estrecho la mano del chico, el contraste de textura de piel fue irónico.
Aioria, pese a ser alguien activo y que ayudaba en cazerías, tenía una piel suave. Mientras que Milo, debido a su oficio de militar, tenía una mano más áspera.
El tacto los dejo callados un segundo, casi podían jurar haber tenido un pequeño choque de electricidad en las manos, lo que los obligó a verse directamente. Ninguno dijo nada hasta que, cansado del silencio, el pequeño Antares ladro, demandado atención.
Aioria rio por la acción del perrito y levanto las muletas que había dejado en el suelo, sólo para despedirse del militar e ir a buscar a su hermano y primo, quienes probablemente estaban buscándolo como locos.
Aunque, no se pudo quitar de la mente aquel choque, y menos el nombre del muchacho.
"Milo...?"
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