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Recuerdo

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Bard en la cocina suspiraba cansinamente poniendo en un jarro agua fresca, se sentía algo receloso con esas inesperadas visitas además de eso le preocupaba la salud de su querido mayordomo.

—¡Bard! Hemos pensado que deberíamos celebrar lo de tu compromiso con Sebastian... Aprovechando que están sus primos aquí hagamos una cena especial esta noche —Entusiasmada la sirvienta le sugería con una sonrisa.

—Ehhh no creo que sea buen momento... —Respondía el rubio con desanimo mientras salía de la cocina con el agua.

Sus compañeros se sorprendieron un poco por esa actitud, ya que usualmente el siempre estaba animado, sonriente a pesar de todo.

—Creo que ya se le pegó la amargura de Sebastian y todavía ni se casan. -Con resignación el joven jardinero murmuraba.

Los demás asintieron con la cabeza mientras tanto en la habitación de Sebastian este no sabía si creer la información dada por sus amigos, sabía que les gustaba molestar y dudaba de ellos.

—¿Eso no puede ser? —Refunfuñaba el demonio en voz baja cuando vio que Bard aparecía se quedó callado.

—¿Qué sucede? —Cuestionó el rubio al ver como todos se miraban entre si en silencio

—Nada... —Malhumorado Sebastian le respondía— Quiero descansar... Déjenme solo.

Con mala cara Bard se retiraba junto a los otros sin decir palabra alguna dejando solo al mayordomo irritable.

—Oye, hombre guapo... No te enojes con Sebastian ya se le pasará el malhumor. —Anthony coquetamente le hablaba cuando iban por el pasillo a la cocina.

—Anthony... tranquilo... —Le reprendía el más serio.

—Espero que se le pase pronto —Bard nervioso se le alejaba y se adelantaba a la cocina.

—Él es lindo... —Murmuró el demonio coqueto al verlo alejarse— Y te imaginas lo bueno que debe ser para preñar a un demonio.

—Sabes bien que no es precisamente por su desempeño sexual por el que se haya embarazado Sebastian es el amor lo que lo concibió a ese bebé. —Johan con seriedad le aclaró.

—Ahhh no seas tan cursi... —Se le burlaba Matt— Sabes también que sin un buen sexo los demonios no nos enamoramos.

Mientras tanto Sebastian en la cama daba vueltas, pensando en lo dicho por sus amigos, sus palabras revoloteaban en su confusa cabeza haciéndolo enojar consigo mismo.

"Podrías adoptar cierta actitud femenina por el embarazo"

"El número de bebés que se formen serán el resultado por las veces que el se vino dentro tuyo esa noche"

—Rayos... Tendré trillizos de ser cierto... —Murmuró con molestia se le agitaba la respiración de solo verse no con uno sino tres bebés.

El demonio recordaba esa noche de hace dos semanas atrás, no era que se arrepintiera porque fue muy romántica y especial esa velada pero ahora le tocaría pagar las consecuencias.

Flashback

—Quédate quieto... —Pedía el demonio cuando después de cenar limpiaban la cocina junto al rubio que no se le despegaba.

—Hueles bien hoy... —Le halagó en un fuerte abrazo mientras lo olfateaba restregándose por detrás.

—¿Qué los demás días apesto?

—¿Sabes a qué me refiero? Hueles a que quieres... —Completando su frase le susurraba al oído.

—¿Tú no te cansas?

—Contigo es imposible... Eres demasiado hermoso, sensual... Me encantas tanto Sebastian. ¿Sabes? Hasta te escribí un poema.

El demonio escuchaba esas palabras cargadas de erotismo cerca de su oído, ese aliento que lo hacía estremecer.

—¿Un poema? ¿Escribiste uno? Si eres bien bruto...

—Ahh Sebastian... No seas así tan cruel... Tal vez no sea tan listo como tú pero lo escribí inspirado en ti el otro día... Quería darte algo especial por el año que ya vamos a cumplir juntos.

El demonio se sintió un poco mal por burlarse de su regalo, la verdad era que bien el podía conseguir lo que quisiera pero un poema hecho por alguien que amaba no lo conseguiría en cualquier lugar.

—Pero falta una semana para nuestro aniversario ¿No? —Respondió con una pequeña sonrisa se volteaba a verlo.

—¿Te lo leo? —Cuestionó el rubio un poco apenado le miraba, vio como el mayordomo se sentaba en el mesón cruzando los brazos esperaba a que se lo lea.

—Lo dejé por aquí... —El cocinero comenzaba a rebuscar en sus bolsillos muy animado el papel donde le había escrito el poema— Ya lo encontré...

—No te vayas a burlar... —El cocinero pretendía leer el poema sin mirarlo porque seguramente moriría de vergüenza así lo comenzó a leer.

💕

Eres como el cigarrillo más dulce
que mi interior haya saboreado,
me seduce tu aroma, tu delgada forma todo de ti me enamora.

Tu cabello negro como la noche, esos ojos que parecen desprender fuego,
enciendes todos mis sentidos
eres mi dulce veneno.

La más hermosa adicción de mi vida,
eres mi nicotina y la pólvora que enciende mi dinámita.
Prenderme en tu cuerpo hasta el amanecer a tu lado es feliz todo mi ser.

Mi dulce mayordomo medio gruñón y estricto... Eres mi adoración, solo a ti te pertenece todo mi corazón lleno de amor
~

El cocinero levantó la mirada mientras se rascaba la cabeza sonriendo nervioso.

—Si ya sé eso estuvo horrible... —En un murmullo apenado dijo al no recibir un elogio o expresión alguna, solo notaba como el mayordomo tenía agachada la cabeza pensando que se le estaba burlando; guardaba el papel en su bolsillo de nuevo.

Solo sintió como Sebastian lo abrazaba con fuerza fijando su rostro al suyo sus labios rozaron firmemente.

—Nadie nunca me había escrito algo así... Fue hermoso... —Emocionado el demonio le susurró sobre sus labios, alguien le había dedicado algún escrito en una ocasión pero era elogiando su maldad demoniaca.

Comenzó a besarlo apasionado y profundo, preso de la emoción de sentirse enamorado y ser correspondido. Esa noche tuvieron intimidad en la cocina, donde alcanzaron el clímax en repetidas ocasiones todo por un poema de amor.

Fin del flashback

—Ahhh ¿Cómo un estúpido poema pudo seducirme de esa forma? —Susurró el demonio un poco sonrojado por tan "dulce" recuerdo— Espero que esos idiotas solo me estén fastidiando y no sea cierto. Con un solo bebé basta...

Se dio cuenta que esos demonios idiotas estaban por ahí en la mansión, podían ser indiscretos y decir algo innecesario así que aunque no quería levantarse lo haría. Al salir se encontró con su cocinero a un costado de la puerta sentado.

—Bard ¿Qué haces ahí sentado? —Con una sonrisa le preguntaba tratando de no estar tan malhumorado, después de todo fueron los dos quienes concibieron a ese bebé o bebés. No podía echarle la culpa solamente y desquitarse con él.

—Estaba esperando que se te pasara el mal humor...

Sebastian al escuchar su respuesta se conmovió un poco le tendía la mano para que se levantara y así lo hacia.

—Hay que comenzar la preparación de la cena— Ordenó sin soltar su mano se encaminaban a la cocina.

—Bard...

—Dime...

—No me escribas poemas nunca más no quiero encender tu dinámita hacedora de bebés —Burlonamente Sebastian le hablaba, el rubio no entendía que le quería decir pero al menos ya no estaba malhumorado.

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