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El gran momento

El gran momento tan anhelado había llegado a la mansión Phantomhive, un acontecimiento que al principio era el pretexto perfecto de Ciel para fastidiar a su mayordomo ahora parecía ser motivo de emoción y alegría aunque no lo demostrara en su seriedad característica. A pesar que el demonio tan ridículamente llevaba puesto ese vestido negro no podía negar que se veía radiante hasta contento.

—Si hubiera sabido que esto lo ibas a disfrutar no hubiera siquiera insinuado esta boda.—Murmuraba malhumorado el conde al ver la sonrisa de su demonio mientras se le acercaba vestido de esa manera.

—Es que me pareció graciosa su pregunta. —Le respondía el demonio con una sonrisa — Obviamente tenía que casarme de negro porque un vestido blanco con la pureza que representa iría en contra de mis principios.

—¿Cuáles principios? Los de vivir una vida llena de lujuria y pecado.

—Algo así, pero bien sabe que ni usted ni yo podemos casarnos con un vestido blanco. —Le insinuaba burlón.

—Cállate... Además yo nunca voy a casarme.

—Estás muy pequeño para estar tan amargado.

—Pequeño tienes el pe...

—¡Señor Sebastian! —Gritaba todo emocionado Finny entrando a la habitación interrumpiendo la extraña conversación de amo y mayordomo.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué entras sin pedir permiso? —Le cuestionaba molesto el conde al joven rubio, este ni lo escuchó yendo directo donde el mayordomo.

—¡Owwww... Señor Sebastian se ve tan tierno y lindo! ¡Yo cuando me case quiero un vestido así...! —Embelesado y emocionado exclamaba Finny con alegría mientras no dejaba de mirar al mayordomo que apenado desviaba la mirada— ¡Bard se va a emocionar mucho cuando lo vea!

—¡Oye no ignores a tu amo! —Le regañaba el conde quien era totalmente ignorado.

—Lo siento joven amo es que estoy tan emocionado. —Se disculpaba el rubio con una sonrisa nerviosa— Ya todo está listo y me mandaron a verlos, Bard tiene miedo que lo deje plantado así que me ordenó que si no quería bajar lo llevara a la fuerza.

El sonriente Sebastian cambió su gesto al escuchar lo último, odiaba cuando le insinuaban cosas que no iba a hacer.

—¿Tu te atreverías a obligarme? —Insinuaba un poco siniestro el demonio mirando fijamente al rubio.

—Ehhh claro que no... Yo sé que usted no dejaría plantado a Bard... —Nervioso le respondía este mientras le sonreía.

—No le hagas caso Finny, Sebastian anda en su rol de novia neurótica, además tal vez tu no puedas obligarlo, ni Bard... Pero yo si puedo hacerlo. ¿Verdad?

El mayordomo se negaba a responder a la insinuación de su amo, chasqueando su lengua se dirigía al espejo cercano para

—Dile a Bard que ya bajamos —Ordenaba Ciel a su sirviente, no sabía si podía confiar en su amo pero tampoco podía contradecirlo así que solo salió de la habitación.

—Joven amo... ¿Se me nota lo grande que está?

—¿Qué cosa? —Confundido y algo apenado le cuestionaba a su demonio que se miraba al espejo.

—El vientre obviamente... —Murmuró en un suspiro al notar su extraño gesto — Ya pensaba que me estaba refiriendo a otra cosa, a veces me asusta su nivel de perversión, solo pensando en sexo, penes y otras cosas sexuales, después que uno es el demonio corrompido.

—¡No soy un pervertido pensando esas cosas! ¡Ya cállate y vámonos!

Con ese grito el conde sonrojado se acercaba a la puerta de su habitación para ir directo a la ceremonia que les aguardaba en el salón principal.

—Creo que ya me puse nervioso. — Murmuraba Sebastian acercándose a su amo que lo esperaba.

—¿Nervioso? ¿Por qué? Solo te vas a casar, vas con un vestido negro y en los próximos minutos serás el centro de atención de todos los invitados... Eso no es para ponerse nervioso.

—Gracias por su animo joven amo pero aunque no lo crea eso no es lo que me pone nervioso

—¿Entonces qué?

—El hecho que uniré mi vida por la eternidad a ese idiota es lo que me asusta.

—Oww ya te vas a poner cursi —Se le burlaba el joven al notar la mirada llorosa de su demonio— Bueno si no quieres casarte no lo hagas... Soy tan buen amo que en los próximos dos minutos te doy libertad de elegir que hacer y no me enojo.

—Aunque tengo miedo quiero hacerlo. Supongo que el amor es eso, un cúmulo de miedos lo he sentido desde que me comencé a enamorar de él, miedo de que este sentimiento sea más fuerte que yo y olvide ser yo mismo, miedo de que me deje de amar... Tantos miedos que me aturden pero es reconfortado dulcemente por este amor que siento.

—Ehhh cuanta intensidad... Espero eso sea parte de tus votos matrimoniales. — Sonrojado Ciel murmuraba ante las palabras de su sentimental demonio.

—¿Cuáles votos matrimoniales?

—Te dije lo de los votos matrimoniales ¿No los escribiste?

Su charla fue interrumpida por la algarabía desde la escalera donde sin darse cuenta amo y mayordomo habían llegado mientras hablaban.

—Llegó el momento. —Ambos susurraron mirándose de reojo comenzando a bajar las escaleras ante la mirada de todos.

¡Oww que lindo se ve...!

¿Un vestido negro?

De verdad se puso un vestido...

No se ve tan gordo

Eran los murmullos que se escuchaban, el conde tomaba la mano de su mayordomo al notar como comenzaba a apenarse porque escuchaba las risitas burlonas de Undertaker y Lau.

—Te ves bien... No les hagas caso.

—Gracias joven amo si pudiera casarme con alguien más sería con usted.

—Cállate.

Ambos caminaban al altar que improvisadamente había sido arreglado pero no por eso menos hermoso en su decoración, ahí se observaba al otro novio de traje blanco restregándose los ojos.

—Ya debe estar lloriqueando... —Murmuraba con fastidio Sebastian a su amo mientras veía como Bard no lo miraba.

—Ya deja de lloriquear... —Le regañaba el demonio estando más cerca pero solo sintió como de repente este lo abrazó con fuerza.

—Te ves tan hermoso, ya sospechaba que no ibas a ponerte el vestido blanco pero con ropa oscura me enamoré de ti y así me emociona casarme contigo. —Decía a su oído muy emocionado en voz baja mientras lo abrazaba.

—Te ves atractivo, creo que es la primera vez que te has rasurado bien...

Sebastian decía al acariciar su rostro, un poco embelesado se dejaba llevar por la sensación que provocaba el rozar su piel, esos ojos color cielo que tenían un brillo especial y esos labios que tanto le gustaba besar que sutilmente le sonreían, no pudo evitar acercarse más para besarlo dulcemente quizás preso de la emoción del momento el otro no perdía la oportunidad así que con el mismo ímpetu correspondía ese beso.

—¡Ustedes no se besen antes de tiempo... ! ¡Esperen casarse! —Les gritaba el conde cuando veía como la pareja delante suyo se besaba ignorando su alrededor, los demás solo murmuraban y se enternecían en parte por la escena.

—Y a todo esto... ¿Quién los va a casar? —Refunfuñaba más malhumorado el conde al ver en el altar solo a la pareja que se separaba. —Les dije que organizaran eso...

Les regañaba a todos el conde gruñón con mala cara.

—Pero Ciel... Ahí está... —Lizzy le respondía mientras se les acercaba.

El conde miraba extrañado y confundido al no ver a alguien ahí, fruncía más el ceño sintiendo que se le estaban burlando se prestaba a regañar a la joven cuando un chasquido lo interrumpió.

—Aquí estoy, arréglate el parche para que me veas bien... —En un murmullo una serpiente se asomaba entre un ramo de flores que estaba en el altar y Snake a un lado apenado desviaba la mirada— Dice Emily.

—¿Una serpiente va a casarnos? — Cuestionaba malhumorado el demonio mirando mal al rubio.

—Fue elegido por votación— Nervioso este le respondía— Pero mira se ve tierna con esa corbata de moñito.

—Me ganó una serpiente... —Se escuchaba sollozar a Tanaka— Jo jo jo

—Ya sospechaba que yo debía organizar todo esto... —Era lo que el conde murmuraba ante otra extrañeza de esta boda improvisada pero en medio de un suspiro se resignaba a lo que vendría, después de todo ya era una boda rara desde el principio. Pensaba mientras veía como Emily se enrollaba sutil al cuello de su amo.

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