Desmayo
Mientras tanto en la cocina de la mansión Phantomhive.
—¿Te sientes mal Sebastian? —Ciel le cuestionaba con fingida preocupación para molestar a su mayordomo que estaba algo sonrojado pero no por algún lindo sentimiento sino por el coraje de ver a su chef siendo abrazado por un hombre que no era el.
—Señor Diederich... —Con una sonrisa nerviosa se apartaba el cocinero de ese hombre que lo había abrazado sutilmente.
—Estoy bien... —Con una falsa sonrisa el demonio respondía a su amo— ¿Desean algo? Solo tenían que llamar para que fuera al despacho a servirles.
—Diederich quería venir a saludar a su buen amigo no es para que te enojes.
—Yo no estoy enojado.
—Barbas... Te traje un pequeño presente por tu boda. —El alemán le entregaba al rubio una bala que sacaba de su bolsillo.
—¿Una bala?
—Una bala para el arma que te traje de Alemania, es una reliquia pero está en mi maleta no es que uno debe cargar esas cosas a la mano.
—Si lo agradezco... Pero justo ahora mis ojos están irritados porque cierta persona me puso algo en ellos, iré a lavarme primero entonces vamos a ver esa belleza.
Sebastian desviaba la mirada ante la escena tan amistosa de su cocinero con su amigo, lleno de celos solo se volteaba y pretendía no hacer caso a ello, cuando vio que Bard se acercaba al lavabo y pasaba casi ignorándolo a su lado le ponía el pie para que tropezara, cuando lo hizo el rubio dando un quejido se cayó golpeándose la cabeza en uno de los mesones quedando inconsciente.
—Bard... —Asustado el demonio se acercaba, lo llamaba ansioso una y otra vez para que despertara mientras lo tomaba entre sus brazos en el suelo casi llorando arrepentido de lo que había hecho su intención fue solo hacerlo caer y que quedara como tonto frente a su amigo.
—Sebastian... Ya lo mataste... —Murmuraba Ciel acercándose preocupado.
—No está muerto... No diga eso joven amo...
—Iré por ayuda, no lo muevan —Sugería el alemán con seriedad salía de la cocina con prisa para buscar a Tanaka y que este llamara al médico.
—Sebastian ¿Qué hiciste? Creo que te pasaste... Debes aprender a controlarte.
—Ya sé... Ya sé... Pero no me regañe, si el se muere yo moriré junto a nuestros bebés, páseme un cuchillo por favor. —Sollozante el demonio hablaba abrazándose a su insconciente cocinero.
—Deja de lloriquear y decir tales tonterías —Le regañaba el conde al ver su patética actitud— El no se va a morir seguramente se ha golpeado peor por eso quedó todo idiota y si se muere no creas que te dejaré morir a ti, tenlo por seguro.
—Ya sé... Ya sé... Pero no me regañe, si el se muere yo moriré junto a nuestros bebés, páseme un cuchillo por favor. —Sollozante el demonio hablaba abrazándose a su insconciente cocinero.
—Deja de lloriquear y decir tales tonterías —Le regañaba el conde al ver su patética actitud— El no se va a morir seguramente se ha golpeado peor por eso quedó todo idiota y si se muere no creas que te dejaré morir a ti, tenlo por seguro.
—No me reconfortan nada sus palabras.
—Sería tristemente irónico que te quedes viudo a días de casarte y con tres hijos que cuidar pero si eso sucede como soy tan buen amo no los desempararé a ustedes. —Palmeando su hombro el conde parecía burlarse del angustiado demonio que de reojo lo miraba mal.
—Mi idiota... Si despiertas te dejo que te quedes con el gordo... No me importa verte con otro pero quiero verte vivo. —Patéticamente el demonio le hablaba— Eso creo...
—Los celos te ponen idiota, más idiota, si se despierta y te toma la palabra no te quiero ver llorando.
El conde le regañaba pero en serio ya empezaba a preocuparse al ver que el cocinero no reaccionaba.
—Despierta por nuestros bebés... —Le rogaba el demonio.
—Lo maltratas y luego te lamentas, no sé cual de los dos es más idiota, pobre de esos niños que crecen dentro tuyo.
—Ngh... Sebas... —Musitaba entre jadeos el cocinero al abrir lentamente los ojos.
—¡¡¡Bard!!! —Emocionado el demonio lo abrazaba al verlo despierto, lo llenaba de besos en el rostro— Me diste un buen susto, mi idiota.
Ciel desviaba la mirada ante tan cursi y empalagosa escena era tan extraño ver a su mayordomo actuar de esa forma, aunque los veía usualmente cariñosos no tanto de esa manera y el cocinero que correspondía a su abrazo se dejaba consentir un poco confundido.
—Cálmense los dos... —Les regañaba el conde salpicándoles agua fría.
—Ehhh antes de abrir los ojos escuché algo de niños... De bebés... ¿De qué hablaban?
—Escuchaste mal... Se te removió el cerebro con el golpe. —Aclaraba el demonio con fingida seriedad.
Bard dudoso lo miraba y resentido con un puchero pretendía levantarse empujándolo sutilmente se sobaba la cabeza que le dolía.
—Me hiciste caer... Casi me matas... —Le reprochaba resentido y enojado.
—No lo hice a propósito
—Si lo hiciste, todo por tus malditos casi me matas deberías de dejar ese comportamiento inmaduro ya te lo he dicho muchas veces. ip El demonio desviaba la mirada apenado al oír ese regaño que bien se lo merecía pero era más vergonzoso recibirlo porque su amo lo miraba burlonamente, dándose cuenta de lo sumiso de su varonil mayordomo.
—¡Tendremos tres bebés! —Exclamaba Sebastian con una sonrisa para cambiar el tema.
—¿Tres? —Murmuraba el rubio con sorpresa algo incrédulo de esa noticia inesperada, quizás era mentira solo para que no siguiera en su regaño— ¿Es verdad?
El demonio asentía con la cabeza mientras no dejaba de sonreirle, Bard con la mirada llena de emoción parecía llorar olvidandose del dolor de cabeza, el resentimiento por el golpe lo abrazaba de nuevo. El joven conde suspiraba resignado al verlos tan empalagasos de nuevo, no los entendía, comenzaba a pensar que era cierto que eso del amor te pone idiota por un momento pensó en Anthony y solo sentía su mirada arder.
—El joven amo también se emocionó... —Murmuraba el rubio al notarle la mirada algo llorosa.
—No es eso! —Disimulaba su repentina tristeza con enojo—Además yo ya lo sabía...
—¿De nuevo el joven amo sabe algo importante antes que yo?
—¡Con ustedes no se puede definitivamente, sino es uno es el otro que se pone celoso porque mejor no se van a vivir en una burbuja solo dos para que nadie mire al otro... Par de idiotas ya me tienen harto.! —El conde los regañaba con enojo.
—Tranquilo joven amo... Tampoco es para tanto... —le decía Sebastian con una socarrona sonrisa al ver su actitud.
—!Bard! ¿Estás bien?
Era lo que se escuchaba al unísono exclamar con preocupación a sus compañeros sirvientes mientras con prisa se acercaban.
—Estoy bien... Y muy feliz también.
—¿Por golpearte la cabeza y quedar insconciente? —Murmuraba Meyrin no entendiendo su respuesta.
—No... No es por eso... Es que Sebastian y yo tendremos trillizos. —De nuevo con emoción el cocinero exclamaba con un brillo especial en su mirada mientras se abrazaba al apenado mayordomo.
—Vaya... Bard tenía acumulado los hijos que no tuvo de joven en su cosita. —En un murmullo hablaba Snake— Dice Oscar.
—Eso no es cierto... Solo que cuando uno ama mucho se manifiesta así. —Sonrojado Bard trataba de aclarar.
—Ahhh yo naci solito mis papás no se quisieron mucho. —Deprimido el jardinero hablaba.
—No le hagas caso Finny, no es por eso solo que estos dos se creen conejos, que me llenaran la mansión con sus hijos.
Ante esa aclaración media tonta y tierna del conde todos sonreían y ciertamente parecía que así era, los demás los felicitaban antes tan feliz acontecimiento cuando un confundido Diederich entraba al menos aliviado de ver despierto a su amigo.
—Veo que ya estás mejor... Menudo susto nos diste Barbas. —Se le acercaba notando como este tenía abrazado al mayordomo.
—¡Ellos tendrán tres bebés! —Emocionado Finny compartía la buena nueva con el alemán que sorprendido los miraba, Sebastian algo jactancioso le sonreía.
—Oh ya veo... Pudiste hacerle hijos a él y a mi no.
Ante las palabras sarcásticas del alemán todos voltearon a ver al cocinero quien sonrojado notaba como un aura siniestra parecía salir de su mayordomo que lo miraba celoso.
Finny compartía la buena nueva con el alemán que sorprendido los miraba, Sebastian algo jactancioso le sonreía.
—Oh ya veo... Pudiste hacerle hijos a él y a mi no.
Ante las palabras sarcásticas del alemán todos voltearon a ver al cocinero quien sonrojado notaba como un aura siniestra parecía salir de su mayordomo que lo miraba celoso.
—Dijiste que solo se habían besado... —El demonio murmuraba con evidentes celos mientras Bard nervioso pretendía desmayarse de nuevo.
Ciel nuevamente suspiraba resignado ante la escena tan ridícula de celos a este paso parecía que la boda podría no realizarse y eso no lo iba a permitir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro