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Descanso


El rubio cocinero miraba con recelo a su demonio que no le confesaba aquella extraña situación en la que estaba involucrado con su joven amo sino que aún ahora parecía evitar el tema. No quería arruinar la agradable velada juntos por los celos que sentía al imaginar el motivo por el que de una vez no se lo contaba.

—Dime de una vez... O...

—¿O qué? —Con el ceño fruncido el demonio parecía desafiarle.

—Sebastian Michaelis... No estás en posición de desafiarme ¿Lo sabes?

—Estoy en la posición perfecta. ¿No crees?

Con una perversa sonrisa murmuró el demonio casi sin aliento mientras sus gestos de fingido enojo de antes parecían cambiar por unos de satisfacción.

Aunque ambos suponían torturarse de esa forma no era una tortura desagradable para nada sino al contrario la disfrutaban en gran manera, con sus rostros tan cerca su aliento parecía entremezclarse deliciosamente en cada gemido y jadeo que se regalaban. El vaivén de caderas incesante pero acoplado de los dos los llevaba poco a poco a ese abismo de placer que solo sentían al estar juntos de esta manera.

—Dime... O muere... —Seguía insistiendo el rubio con dificultad pues sentía como a propósito su perverso esposo contraía con fuerza sus paredes anales envolviendo su hombría tan exquisitamente que lo hacia retorcerse de placer aunque trataba de disimular que no era así.

—Vaya... Ngh... Parece que voy ganando. — Jactancioso el demonio susurraba aunque también trataba de disimular el placer que le era dado porque sentía como ese miembro que en su interior se movía algo lento pero estaba tan endurecido que solo al roce provocaba que todo su ser se estremeciera, más aún si estaba cerca de ese punto dentro suyo que lo hacia llegar al orgasmo.

—Creo que... estoy rozando... —Bard en un murmullo le hablaba al notar como su demonio estaba más sonrojado por contenerse— Dime... Y haré las cosquillitas que te gustan sin parar...

Sebastian negándose con la cabeza en esa posición era consciente que llevaba las de perder, entonces sintió como las manos toscas de su amante esposo tomaba con fuerza su miembro que estaba entre ellos para tensionarlo aún más

—Eso es trampa... Me estás estimulando por fuera y por dentro.. Ngh...

—Dime entonces... Ah.. ¿Qué sucede con el joven amo? Aparte de su enamoramiento contigo... —Dijo lo último algo celoso haciendo que golpeara su interior con fuerza.

—Te vas a enojar...

—Bueno si me enojo... Te golpearé más duro... ¿Quieres eso? Ahh...

Sebastian desvío la mirada, esa manipulación era extraña porque masoquistamente eso quería, que se enojara para que con ese ímpetu lo destrozara si era necesario, pasando saliva se acercó a su oído se disponía a confesarlo... O más bien a provocarlo.

—El joven amo y yo nos besamos... —Susurró perverso a su oído, sabiendo que corría el riesgo de que esto opacara la excitación del momento o los celos avivaran ese fuego. Bard lo tomó del cuello un poco rudo ante tal confesión pero de inmediato lo soltó, sabía que no podía lastimar así al demonio aunque quisiera pero no quería herirlo.

—¿Cómo que se besaron? —Cuestionó con la mirada llorosa.

—¿Me ibas a estrangular? —Con un puchero Sebastian le respondía solo se acercó a sus labios y le daba un pequeño beso— No fue nada... Solo nos rozamos los labios, era para confirmar su embarazo.

Bard agachaba la cabeza quizás ocultando su tristeza al sentirse traicionado de esa forma, qué alguien más besara a su amor era inconcebible y que este lo permitiera era peor, pensaba en silencio.

—Ves... Por eso no quería contártelo demonio —Con algo de arrepentimiento le decía, moviéndose sobre él con fuerza no se detenía para provocarlo— Vamos di algo... Me haces sentir culpable, no te fui infiel por un simple beso.

—Debiste decírmelo enseguida, si lo ocultaste es porque fue significativo para ti... Para los dos... Solo me quieres para que te haga hijos...

—Eso último no tiene sentido... —Murmuraba Sebastian ante su acusación, tomando algo de aire le tomaba el rostro para obligarlo a verlo fijamente—Yo te amo solo a ti... Y no te lo dije fue porque no quería que te enojaras con el joven amo, debía decírtelo cuando él no estuviera cerca... Ngh...

Gimió el demonio que sentía como una estocada con fuerza golpeaba su caliente interior, su idiota cocinero lo estaba castigando aunque esto no era en el sentido convencional.

—Y cuando llegamos aquí no quería arruinarlo... Ahh.... Idiota...

—Hablas y hablas justificándote pero... —Hizo una pausa en su labor para mirarlo fijamente y regalarle otra estocada— No he escuchado que me pidas perdón.

—No...

—Entonces.„ Di que me amas solo a mi...

Aprovechaba el rubio porque sabía cuan difícil le era sacar esas palabras de amor a su demonio, quien se negaba moviendo la cabeza sintiendo como su interior ardía al igual que su miembro que comenzaba a gotear.

—Dilo... Y promete no volver a hacerlo... O

—¿O qué?

—Esta será la última vez que hagamos el amor.

—Tu no puedes vivir sin esto... —Murmuró entre molesto y jactancioso Sebastian ante su amenaza que parecía ser seria.

—Bueno no hay que seguir alargando esto... —Dijo el rubio quien con el ceño fruncido arremetía con fuerza dentro suyo, impulsado más por el enojo que el amor lo llevaba al delirio de placer haciendo que alcanzará el orgasmo era salpicado por su eyaculación abundante. Saliendo de su interior se masturbaba para satisfacerse también, aquello resintió al demonio que jadeante y estremecido le miraba de reojo al no pretender llenarlo con su esencia.

—Así... Que ahora solo te masturbarás... Ya no me necesitas a mi ni a mi trasero.

El rubio asentía mientras seguía ansioso en su asunto, el demonio odiaba que lo manipularan de esa forma pero dejando el orgullo a un lado se acercaba a cumplir aunque de mala gana su petición. Se agachaba a su entrepierna quitando sus manos de su miembro lo metía a su boca.

—Ngh... Sebastian... Quítate...

—Ngh te... Ngh amo... Ngh perdóname... —decía casi inentendible con la boca llena y la mirada sumisa que le dirigía a su esposo quien al verlo así eyaculaba en su boca con fuerza llenándola mientras se estremecía de placer. El demonio sonreía satisfecho por su pequeña hazaña a la vez que tragaba ese delicioso liquido que le encantaba tomar.

—Eres un... Maldito tramposo... Ngh... Ni siquiera te entendí bien lo que dijiste...

—Dije lo que querías oír y claro que no me entenderías tenia la boca llena... —El demonio con una traviesa decía relamiéndose los labios se le acercaba a abrazarlo— No lo volveré a hacer... Los únicos labios que amo besar son los tuyos.

El rubio desviaba la mirada, su esposo era un maldito tramposo se repetía en su mente al verlo así, sabía que no podía enojarse con él aunque lo mereciera. Sintió como este lo besaba apasionado a lo que el correspondía mientras sus cuerpos se enlazaban en un abrazo en esa madrugada tan extrañamente romántica.

—Promételo... No quiero que lo beses más, ni nada... No lo ilusiones, no quiero que este enamorado de ti...

—Si lo sé... Lo prometo... —Notó como el rubio lloraba extrañado lo miraba— ¿Qué sucede? No me voy a enamorar de él... Si eso piensas...

Aclaraba mientras secaba sus lágrimas en una mezcla de tristeza y ternura.

—No es eso... Es que me sentí el sabor de mi semen en ese beso y yo prometí sólo saborear el tuyo.

—Esa fidelidad va a otro nivel... —Con una extraña sonrisa el demonio hablaba— Debo aprender de ti muchas cosas todavía.

Advertía divertido mientras sonreía lo abrazaba cariñoso, aunque a veces le costaba entender el por qué se enamoró de alguien como él por momentos así lo comprendía, adoraba a este tonto humano. notar como su esposo entusiasmado parecía querer someterlo a la cama.

—¿Qué haces? —Cuestionaba el rubio al notar como su esposo entusiasmado parecía querer someterlo a la cama.

—Quiero probar si puedo hacerte un bebé...

—¡No... Eso no...! ¡Eres loco! ¡Yo no quiero embarazarme!

En estos sensuales jugueteos pasaron las siguientes horas en que estuvieron solos en su romántica luna de miel, solucionando sus pequeños conflictos por medio del diálogo y descansando en ese día que era solo para ellos porque sabían que regresando a la mansión esa paz desaparecería con la rutina del trabajo. Al día siguiente los esposos retornaban a la mansión con un semblante relajado luego de tan merecido descanso en esas pequeñas vacaciones eran recibidos por Finny y Snake en la entrada notando como estos sonreían casi forzados.

—¿Qué sucede? ¿Qué hicieron? — Murmuraba con mala cara el mayordomo al notar su actitud ya suponía que ya lo aturdirían ni bien había llegado.

—El joven amo... Se escapó... Dice Emily...

Informaba el mensajero de la mansión enseguida poniéndose nervioso se abrazaba al jardinero al notar como el demonio parecía arder en un aura maligna ante la inesperada noticia.

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