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8:27 am
Ji Min camina con pasos lentos y perezosos hacia la escuela. Es un día nublado, con el cielo teñido de gris y caluroso. Pero pronto tendrá vacaciones, por lo que se alegra de ir contando los días restantes y de saber también que no tendrá ninguna asignatura pendiente porque en la mayoría sus calificaciones superan el ocho.
Pero a pesar de eso, bajo su uniforme un tanto arrugado, el dolor en sus brazos le impide moverlo con fluidez. Se mantiene de pie frente al edificio esperando a que suene la campana para poder entrar. Observa a los otros chicos y chicas pasar a su lado correteando y charlando de cosas sin sentido. Entonces piensa en lo que pasó. A su mente vienen esas imágenes del mayor acompañándolo hasta el parque para luego seguir su camino en soledad, el perderse un momento en ese lugar cerca del río solamente para escuchar la corriente de agua pasar, la vuelta a su casa casi a la una de la madrugada, sus padres gritándole miles de cosas, los golpes, las pesadillas y las pocas horas de sueño...
Parpadea varias veces debido a los rayos del sol que se cuelan entre las oscuras nubes amenazantes de tormenta. Sujeta con fuerza las tiras de su mochila y sigue observando cómo todos entran a la institución mientras él parece haber sido congelado en el tiempo.
—¡Eh, Ji Min!— escucha una voz llamando su nombre tras su espalada, pero no se voltea a ver quién es—¡Park Ji Min!
—¿Qué haces aquí parado?—otro joven se interpone entre su espacio visual y el edificio, mostrándole así su rostro redondo de grandes cachetes y un peinado bastante rebelde de color negro— Eres muy rarito...
Ambos chicos se miran y ríen ante la actitud del castaño que, sin pensarlo, se encoge de hombros al escuchar sus palabras.
—Oye, no hice los deberes de historia, seguro que los tienes ¿Me los prestas?
—¡Sí, a mí también, por fa!
Sus ojos siguen los movimientos de aquellos dos molestos compañeros. Escucha el ruido de la cremallera de su mochila y nota cómo revisan dentro de ella para finalmente sacar su cuaderno de tapa dura de color verde. No se ve perturbado ni inquieto por tal cosa, está acostumbrado a ello, pero en esta ocasión no ha hecho su tarea.
—No puedes abrir mi mochila sin premiso —le dice con el ceño levemente fruncido y tratando de tomar su cuaderno—, además tampocos hice la tarea.
—Que mentiroso eres, siempre dices eso y luego te sacas diez— el más alto de los dos chicos le hace mala cara y tironea del cuaderno hasta que logra retenerlo— ¡Ja,ja Perdedor!
Burlones, salen corriendo con el cuaderno en mano sin mirar atrás. Ji Min suspira y mira cómo corren como los idiotas que cree que son.
A los tres minutos suena la campana y da un pequeño sobresalto. Adelanta un pie y luego otro, pero su trayecto hacia la escuela se ve interrumpido por alguien más. Extrañado por esto, observa a su lado una jovencita de su altura, de cuerpo grande y con una gran coleta impecable. No la conoce, pero le molesta que interrumpa su caminar.
—Que tontos que son esos dos... ¿Estás bien?— con la mirada preocupada, la joven toca su hombro y eso a Ji Min no le gusta—¿Siempre son así contigo?
—Sí, pero no me importa— Ji Min la mira por el rabillo del ojo, mira esa mano de gruesos dedos posándose en su camisa y aprieta los dientes.
—¿Por qué? Si fuera tú estaría molesta.
—No hacen más que quitarme las tareas, a veces me empujan... No es para tanto— gira su cabeza y la mira con seriedad— ¿Es que a ti también te molestan o qué?
—Sí —ella aparta la mano del hombro del castaño y agacha la cabeza recordando las veces que le tiran del pelo y le dicen que está tan gorda como una ballena—, lo peor es que no sé de qué clase son. Me insultan porque estoy un poco rellenita— se mira el cuerpo y Ji Mi aprovecha para sonreír —¿Tú crees que me veo gorda?
—Claro que no—le miente y le sonríe repentinamente mostrando su dulce expresión —Eres muy bonita.
La pelinegra se sonroja y esconde el rostro. Suele ver a Ji Min en ocasiones, pero van a clases diferentes. Cree que puede ser un buen compañero para pasar los recreos ya que siempre está sola. Ji Min también lo cree así, ve la oportunidad perfecta en esa chica tan confianzuda como para tratar de probar que también puede convencerla de hacer ciertas cosas.
—¿Cómo te llamas?— le pregunta con un tono simpático sin dejar de sonreírle con la mirada.
—So Min Hyo ¿Y tú?
—Park Ji Min— le extiende la mano por simple cortesía, mas odia que lo toquen— ¿Quieres ser mi amiga?
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