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Agazapado entre los arbustos estaba el jovencito castaño, acomodando sus anteojos y ansioso porque él pasara justamente como lo tenía previsto. Esperando a que el momento preciso para saltar llegara, se mordió con fuerza los labios.

Había mosquitos ese día por culpa de la humedad. Ji Min se dio un manotazo al notar que uno lo estaba picando en la muñeca. Se quejó por el golpe, pero no por la fuerza con la que lo mató, sino porque justamente ahí tiene un corte que su padrastro le hizo antes de salir de casa.

Al recordarlo se enoja.

Yoon Gi corre, pero no como siempre, sus pies se mueven mucho más lentos debido a esa torcedura de tobillo. Se siente agitado pero necesita su dosis diaria de running. Se mira entonces el reloj de la muñeca desviando su vista fuera del camino. Es ahí cuando escucha un fuerte grito que lo detiene en seco, provocando en su corazón un latir intenso.

—¡BUUUUU!— Ji Min sale pegando un salto, con ambas manos hacia arriba y riendo divertido por lograr asustar al pelinegro.

—¡JODER!—Yoon Gi se queja, bufa y aprieta los dientes. No le hace ni una pizca de gracia —Niñato de mierda.

—Ay...—el jovencito hace un puchero—Deje de insultarme. Siempre me insulta. Sólo quería jugar un ratito, estoy aburrido.

—No tiene ni puta gracia dije— el mayor está furioso; recuerda de pronto su trabajo, a Jin fastidiando su humor y a su hermano gemelo que pronto irá a hacerle una visita. Aprieta los puños y agarra al menor de la muñeca arrastrándolo a donde siempre se esconde— Escucha una cosa, hoy no estoy de humor ¿Entiendes?

—Me está haciendo daño...— Ji Min comienza a gimotear al sentir esas grandes manos agarrando su muñeca, esa que le duele— Ay, suélteme. No lo asustaré más.

Yoon Gi se siente extraño al apretar la mano del chico de esa manera, algo en él le dice que lo siga haciendo porque de ese modo se descarga de la tensión que retiene. Lo mira fijamente a los ojos y el otro también lo hace. A Ji Min se le borra esa cara falsa de sufrimiento y la transforma en una totalmente inexpresiva. Se mira luego la muñeca y el corte que tenía vuelve a sangrar porque el mayor le entierra las uñas mientras que siente su respiración acelerarse.

La lengua de Yoon Gi se pasea por sus labios que están secos, como siempre. Abre luego la boca para decirle algo pero el castaño le muerde repentinamente la mano, clavando con toda la fuerza que puede esos dientes en su blanca piel. Quiere que sangre y le duela como a él.

—¡¿QUÉ HACES?!—Yoon Gi reacciona ante el hormigueo y dolor que le provoca la mordida. Cae al suelo al tropezar con una piedra pero no puede sacarse al niño de encima.

—¡Si usted me hace daño yo también lo haré! —después de decirle eso se queds encima del pelinegro y le muestra su muñeca. Ésta aún sangra y le arde —Mi padrastro me hizo eso con una botella y me duele. Me apretó muy fuerte con su mano y mire lo que hizo... Si me ataca yo me defiendo.

Yoon Gi mirá la herida del jovencito. No se dio cuenta de ella cuando lo agarró. Cree que debe disculparse porque es lo correcto. Mira esa pequeña cara llena de enojo como si quisiera matarlo con tan sólo mirarlo. Le pide entonces perdón y le explica que tuvo un día de mierda, que está frustrado y se siente muy solo sin nadie a quién poder contarle sus pesares de la vida.

—Los adultos a veces nos portamos así de mal— desvía la mirada hacia el río pero no se levanta,  su cuerpo se siente pesado y el niño tampoco parece tener ganas de querer bajarse de encima. Sus delgadas piernas están una a cada lado de su cintura.

—Los adultos son imbéciles —le dice Ji Min, elevando sus hombros y arrugando los labios. Se fija luego en la mano que mordió, está roja y nota que le ha hecho un poco de sangre— Oh, mire lo que le hice.

—Me lo merezco.

—No quería hacerle tanto daño— en realidad sí, quería arrancarle la piel— Se lo curaré. Dicen que la saliva es buena— Ji Min abre los labios, saca su lengua y la pasa allí donde sus dientes están marcados, como si fuera un gato. Su cabeza está gacha pero alza levemente la mirada hacia el mayor para ver su reacción y una vez terminada su tarea se aleja y le muestra los dientes— Ahora está curado.

El mayor siente la saliva en su mano, al contacto con el aire ésta se vuelve algo pegajosa; supone que el niño ha estado comiendo algo dulce. Se mira y, bastante confundido por esa acción, observa al chico.

—¿Por qué eres tan raro?— le pregunta seriamente.

Ji Min se encoge de hombros. Él no cree que sea raro, eso lo ofende.

—No sé qué es lo "raro" para usted —le remarca la palabra con ambos dedos. Sacude un poco su pantalón y se sienta en su piedra—. A mí me parece raro que cada vez que una mujer se le acerca ellas quieran salir corriendo ¿No cree que eso sí es "raro"?— vuelve a hacer ese gesto con las manos, dejando a Yoon Gi sin palabras.

¿Cómo sabe eso? ¿Lo habrá estado mirando cada vez que pasaba por su lado y se cruzaba una mujer en su camino? Sí así era, nunca lo notó y eso le da un escalofrío. Yoon Gi analiza más profundamente la manera de hablar y actuar del chico.

Es inestable, quizás tanto como él.

Se levanta del suelo y sacude las hojas y la tierra de su ropa. Se acerca al castaño y le vuelve a tomar la muñeca la cual sigue manchada de rojo. Ji Min lo mira sin entender qué es lo que hace.

—Me recuerdas a alguien— le dice sin dejar de mirar el corte —¿Debería curar yo también tu herida?

El corazón del niño se acelera al ver que imita su gesto. Su muñeca viaja hasta los labios del mayor y éste pasa su lengua por ahí, degustando la sangre.

El sabor es un poco repugnante, por lo que hace un gesto de disgusto. Ji Min en cambio muerde su labio, le gusta la sensación, es la primera vez que siente un contacto ajeno tan cercano contra su piel.

—¿Me puede morder, hyung?— le pregunta con los ojos llenos de ansiedad.