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Capítulo Nueve



—Espero que descubran quien lo hizo —comentó el maknae con un adorable puchero triste. Su cabello castaño cayendo a los costados —Hyung debió de asustarse mucho.

—Lo hizo —Yangyang asintió aún con el recuerdo pegado a su piel. Jaemin no fue el único que se asustó, él también. Quedó tan estupefacto y asqueado cuando vio el contenido de la caja que no pudo evitar ir a vomitar su almuerzo. Pensó que la ansiedad de su Hyung estaba siendo bien controlada, no lo volvió a ver decaer y su postivismo en el último tiempo le hizo pensar que está bien pero ahora, recayó. Y esta vez, de verdad se está preocupando por el.

Eunseok se acerca a ambos notándose un tanto enojado —De verdad, ese estúpido. ¿Qué le pasa? ¿Realmente cree que Jaemin es de su propiedad? Espero que vaya a la cárcel.

—Vendemos una imagen de que somos solo y para los fans —le recordó Renjun en un tono pesimista. —Es solo un hater lunático sin cerebro, lo atraparán —soltó sin preocupación. No es para tanto, es un susto nada más, así quiso creer.

La puerta de la sala de entrenamiento es abierta y se ve a Jung entrar junto al manager, habían ido a hablar con los directivos para encontrar alguna solución de lo ocurrido. Lo peor de todo es que antes de que les entregaran las cartas y regalos se supone que pasó por una revisión, es imposible que le haya llegado ese regalo a casa a menos que tengan a un "infiltrado" en la compañía. Y eso que la seguridad ya es bastante buena pero les tocará reforzarla aún más.

—¿Cómo te sientes? —Yang se acercó con preocupación. Todos sus compañeros se acercaron a él incluso Renjun.

El pelirosa asiente con una temblorosa sonrisa —No es nada, estoy bien.

—Venga, tienen que practicar —les dijo el manager no dándoles tiempo a entablar más conversación con Jung.

La música fue puesta e iniciaron con la práctica. Repetición tras repetición de baile. Aunque ya se lo sabían debían seguir, la perfección exacta es lo que se busca.

Pero en un momento, Nana terminó chocando ligeramente con Yang justo antes de la escena del baile del final, interrumpiéndolo y ocasionando una confusión.

No tiene mucho humor ni fuerzas, anoche no pudo pegar ni un ojo. Todo el día se ha sentido mal y fatigado, incluso a la defensiva. Cualquier mínimo movimiento "extraño" lo sobresalta.

La música paro no dejándolos culminar con el baile.

—¿Por qué chocaste con Jaemin? —la voz del entrenador de baile atacó directamente al chino quien se alarmó.

—L-Lo siento, no era mi intención.

—No fue él, fui yo —apresuró a negar el pelirosa, tomando su cabeza con ambas manos. Le duele como el maldito infierno, siente como está al borde de explotar debido al dolor.

—Él es el bailarín principal, debe hacer su trabajo bien.

—¿Quieres descansar? Pareces muy mal —el manager se acercó al darse cuenta de su palidez.

—Solo... Iré a tomar aire —murmuró casi sin aire. Ignorándolos a todos salió sin más, buscando descansar.

Camina por el pasillo con lentitud, apoyándose de la pared. Respira y respira pero por alguna razón no siente que sea suficiente para sus pulmones. La falta de aire como si fuera sufrir otro ataque realmente lo está cansando. Es solo gracias al maquillaje que se ve bien porque si no fuera por ello se vería a la perfección las grandes bolsas debajo de sus ojos.

De pronto se revisó y se dió cuenta que no había traído su botella de agua, está sediento. Dio la media vuelta para regresar. Tomó la perilla de la puerta y con solo empujarla un poco, escuchó el interior.

—¿¡Por qué no lo entiendes!? ¡Lo hiciste mal, significa que lo hiciste mal! Si crees que con esas habilidades de baile vas a llegar a algún lado pues será mejor que aterrices —es la voz dura de su entrenador sonando totalmente furioso. Es la primera vez que lo oye de esa forma tan fría y cruel al hablar.

—L-Lo siento —es Yangyang con un tono de voz bajo y roto, parece llorar.

«¿Por qué...?»

—Lo hizo bien, realmente lo hizo bien. ¡Fue Jaemin quien chocó con el! —Renjun exclamó furioso, sintió el rencor con el que pronunció su nombre.

—Siempre atacas a Jaemin por todo y lo tratas con frialdad —ahora es el manager quien se encuentra regañándolo —¿Piensas que los fans son tan tontos como para no darse cuenta? Mira los comentarios a ver si así puedes empezar a cambiar de actitud.

Regaños y más regaños.

La mente de Nana se vuelve un caos. Es incapaz de abrir la puerta y entrar. Se siente mareado y fatigado. Retrocede aún con el punzante dolor en su cabeza y con las primeras lágrimas deslizándose por sus mejillas se fue.

Como un caminante sin vida da pasos sin rumbo fijo. Su corazón quema del dolor y la culpa. Es horrible, se siente tan malditamente horrible que podría ser capaz de lanzarse del edificio.

«No se supone que es así.

No debe ser así.

Ellos... Yo...»

Se desplomó de rodillas contra el suelo y sollozó entre la soledad de un largo pasillo.

«Tienen razón, siempre han tenido razón en todo lo que dicen»







Una sacudida lo sacó de su ensoñación. Debajo de las sábanas cubierto por completo, ni se inmuta por su compañero, dándole la espalda.

—¿Te sientes bien? —Yangyang cuestiona, parece preocupado por el.

Hoy no irá a trabajar a la empresa, sus actividades por los próximos tres días han sido pausadas gracias a que un trabajador de la empresa lo encontró el día de ayer colapsado en el suelo. En unas horas irá a su cita con el psicólogo, fue adelantado de último momento, fue suerte que el Dr. Lee haya encontrado tiempo para atenderlo.

—Todo estará bien, no te preocupes por eso, estamos contigo —dice mientras le da palmaditas. Jaemin no respondió.

Y entre el silencio de la habitación, el chino se retiró.

Una vez quedó solo, se destapó para mirar la puerta que hacía unos segundos fue cerrada. Sus ojos brillando de culpabilidad.

«¿Por qué sigues preocupandote por mi?

No deberías. Deberías ser como Renjun»

Aunque su cuerpo pesara como si miles de toneladas estuvieran encima de sus hombros y sus pies atados a largas cadenas de metal, tuvo que levantarse de la cama y vestirse por orden de su manager y empresa. No ha desayunado y ya ha pasado la hora del almuerzo. Todas aquellas horas se la ha pasado tirado en la cama cubierto tras las cobijas como si de verdad estuviera seguro dentro. Con un nudo en la garganta y los constantes pensamientos negativos que lo hunden a un profundo abismo oscuro en su mente sin darle un descanso de si mismo y sus ataques.

Simplemente vistió una ropa oscura de pies a cabeza junto a una gorra y tapabocas negro para pasar desapercibido. Bolsas grandes debajo de sus ojos, pálido y con los labios deshidratados.

Una vez puso un pie fuera de la habitación se mareó.

Fue arrastrado por su manager a la camioneta para ser llevado al hospital como un puto enfermo.

—Todo estará bien, Jaeminnie. La empresa ya empezó con la búsqueda e investigación de manera discreta, no dejaremos llegar esto a los medios —le hablaba y hablaba pero el menor no escuchaba, era como si su mente estuviese trabada.

No quiere ir. No quiere que Jeno lo vea en este estado. Es suficiente ya con lo que sabe, ¿Debe de saber más? ¿Debe abrirse sinceramente con él? ¿Por qué? ¿Será que puede cambiar de psicólogo?

Esta suficientemente mal como para que ahora vayan a hundirlo aún más en la miseria. Sonríe y se demuestra fuerte ante Lee, no quiere que piense que es débil, teme que se canse de sus problemas, que... No le importen y solo finja hacerlo.

Muerde su labio inferior tembloroso sintiéndose al borde del llanto. Un completo patético. Sigue siendo tan patético y no es capaz de salir de eso.

¿Y si le cuenta a su hermano mayor? No puede olvidar que eran compañeros de escuela y siguen, de alguna manera, conectados. Jeno solo debe estar soportandolo por Jaehyun, así como todos los demás.

Formar su propio nombre y ser él mismo teniendo a alguien tan exitoso a su lado es difícil, como si fuese su simple y mera sombra sin importancia. No quiere ser así, él es importante también.

Mientras más camina al lado de su manager, las ganas de escapar y esconderse del mundo se hacían casa vez más grandes. Teme ver a Jeno y romperse, teme sentirse especial y amado cuando sabe que es falso. ¿Por qué es así? ¿Por qué su Omega se aferra tanto a ese Alfa? Nunca fue así antes.

Y cuando tuvo la oportunidad, con solo un instante en que su manager se distrajo, corrió.

Escapó de entre los transeúntes del hospital, subiendo por las escaleras comiéndose algunos escalones. Su pecho sube y baja de forma errática, perdiendo la habilidad de respirar con normalidad.

Se perdió y se perdió a si mismo mientras el mundo le da vueltas. Y cuando vio una puerta entra la oscuridad y confusión, la abrió recibiendo la luz del sol de golpe, haciéndole difícil acostumbrar su vista.

Por primera vez del día, alzó su rostro y visualizo la brillante luz solar a todo su resplandor, como si fuera un buen día. Un sol que parecía alumbrar con modestia mientras él hacía unos momentos había estado tan encerrado en la oscuridad. Aún cuando salió de casa no pudo apreciar el buen clima ya que debía ocultar su rostro bajo la multitud.

Se deshizo del tapabocas que tanto lo asfixiaba para lanzarlo al suelo junto a su gorro.

El viento azota majestuosamente su bella cabellera lacia y rosada, del color de un delicioso dulce de fresa.

Apoya su espalda contra la pared y se desliza hacia abajo lentamente mientras perdía la fuerza de sus piernas. Toma bocanadas profundas de aire, una tras otra. Sus rodillas flexionadas llegan a la altura de su pecho y las rodea con sus brazos, cerrándose a sí mismo.

Permite que lágrimas silenciosas se deslicen delicadamente por sus mejillas sonrojadas.

¿Por qué duele tanto ser él mismo?
¿Por qué no puede ser él mismo?
¿Por qué es tan débil y se deja caer por la más mínima dificultad?

Es débil, siempre lo ha sido. Finge ser fuerte y audaz delante de todos cuando su corazón tiembla ante el más mínimo temblor.

Apoyó su cabeza en sus rodillas y se quedó así por un largo rato. No tiene la noción del tiempo, tal vez pasó pocos minutos o largos, tal vez media hora o la hora completa. Simplemente no lo sabe.

Solo sabe que su pecho quema al pensar que cada crítica hacia su persona es verdad. Es un inútil, no sabe hacer nada y solo es reconocido por quien es su hermano mayor. Luego de eso, Jaemin no es nada. Es el bonito Idol inútil hermano menor de un actor famoso.

De pronto, sintió como llegó a sus narices el aroma a té de Jengibre y canela en un día de lluvia como un consuelo para su atormentada alma. Frunce confuso y antes de que pudiese reaccionar la puerta de a su lado es abierta abruptamente.

Es el Psicólogo Lee.

¿Por qué él...?

—¿Estás bien? —fue lo primero que salió de la boca del mayor mientras se pone de cuclillas ante él. Mirándolo con una preocupación genuina. El sudor se puede ver cayendo por su frente pegando algunas hebras negras de su pelo contra su piel y su respiración un tanto agitada demuestra haber estado corriendo, tal vez por un largo rato. —Me dijeron que te perdiste, ¿Cómo...? —se detuvo a mirar los enrojecidos ojos del Omega, quien parece tan lamentable como un bebé cachorro abandonado. —Solo dime si te has hecho daño —fue lo único que pudo pronunciar.

Parece tan... Honesto. El corazón de Jaemin latió por ese Alfa.

¿Por qué se preocupa tanto por él? ¿Por su trabajo? ¿O por su hermano mayor?

Pero aún así, no pudo evitar romperse en ese instante. Aunque sea falso y efímero, quiso aferrarse a él.

—No me lastime —contestó en un hilo de voz. —Solo quería ver el sol.

Jeno se detuvo a pensar sus palabras y dirigió su vista en la deslumbrante bola de luz en el cielo.

—Hace un buen día hoy.

—Me acabo de dar cuenta de eso —soltó un lamentable suspiro, su garganta y voz rasposa, intentando no desbordar más lágrimas. Sus dedos temblorosos se pasan por sus mejillas con rapidez, deshaciendo las lágrimas que caen y siguen cayendo.

—Yo también.

—¿Ah?

Jeno lo miró a los ojos con suavidad —Gracias a ti me acabo de dar cuenta que hace un buen día hoy —el tono de voz con el que lo dice es indesifrable, como si se lo estuviese lamentando un poco aún cuando una cálida sonrisa es adornada en su bello rostro.

La imagen de su rostro fue hipnotizante para el Omega. Verlo ahí, justo frente a si siendo iluminado por la luz natural mientras le sonríe aún cuando en sus ojos puede ver un rayo de tristeza.

—Pensé que era el único —bajó la vista apenado. De alguna forma, sintiéndose consolado aún cuando no fue abrazado ni recibió palabras directas de consuelo. Esto es mejor, es más cómodo e íntimo. Como si fuesen dos almas solitarias que se vieron y por casualidad encontraron el sol.

Jeno se acomodó justo al lado del menor en silencio. Na no dijo palabras por varios segundos, tal vez minutos y empezó a impacientarse.

—¿En serio no preguntarás qué sucedió? —se atrevió a preguntarle un poco más tranquilo.

—¿Quieres contármelo? —apoyó su cabeza contra la pared y se giró ligeramente para ver al menor.

Cuando sus miradas se encontraron, el Omega se ruborizó de repente y bajó la vista. Jeno sonríe enternecido ante la acción del pequeño y lindo chico.

—M-Me sentí asfixiado... —inició un tanto tímido. Su respuesta le demostró al mayor que podría hablarlo, se está abriendo a el.

—¿Por qué? —desde que temprano le llamó el manager del menor pidiéndole o más bien, exigiéndole que le adelantase la cita de la semana que viene cueste lo que cueste, supo que algo andaba mal. Un revoltijo en su corazón y su lobo inquieto lo sumó.

Y en el momento en que vio al Manager descontrolado buscando como loco al Omega que no ha aparecido a la hora de su cita, sin pensarlo dos veces corrió a su búsqueda. Sabía que debe estar escondido en algún lugar remoto del Hospital.

—He tenido un mal día —soltó en un hilo de voz.

—¿Tuviste un ataque? —preguntó suavemente, esperando que el menor no se cierre a sí mismo delante de él. Asintió ligeramente —¿Por miedo al escenario? No tuviste un concierto ayer —le sorprendió un poco que lo supiera.

¿Por que es tan cálido y amable con él?
¿Por qué desea tanto que lo escuche, cuide y proteja?

—Soy un aprovechado —su voz se quebró. Sigue dolido por todo, dándole una y otra vez vueltas al asunto.

—Eres bueno y especial, Jaemin.

—Los comentarios dicen lo mismo que Renjun me dice. Ellos tienen razón, es verdad lo que dicen.

—Solo es verdad si tú decides creerlos y hacerles caso. Eres muy lindo y bueno. No les creas, por favor —pareció suplicarle.

Miró nuevamente el rostro del bello Alfa que le lleva casi diez años de nuevo, cayendo por su belleza, suavidad y dulzura. Es tan amable con él que cae en la tonta ilusión. Si así de bueno es siendo amable con él, ¿Cómo será si le dice lo de la carta, la verdadera razón por la que recayó?

—Debe ser porque soy lindo y bueno que recibo amenazas —sonríe en un humor triste.

—¿Amenaza?

—El Manager te lo va a decir de todas formas cuando volvamos —soltó un suspiro y decidió que era momento de levantarse. Sintiendo sus piernas entumecidas lo hizo mientras palmea sus pantalones.

Lee lo sigue con su expresión un tanto consternada. —No entiendo.

—Tuve una recaída porque recibí una amenaza de muerte, en mi reciente reunión de fans recibí como regalo una pájaro decapitado. Me deben amar tanto —tan sarcástico y lamentable. Sonrió a pesar de todo.

—¿Quién... Quién sería capaz de hacer algo así? —nota como los ojos del Alfa se oscurecieron mientras sus manos parecen tensarse.

Cuando el aroma de una tormenta lo golpeó, su Omega se sintió protegido.

No es su imaginación, el Psicólogo lo atesora más que a un simple paciente, más que como el hermano menor de su ex compañero de clase, más que el niño bonito que todos conocen.

Esta bien ilusionarse.

¿Verdad?






En medio del bullicio de la hermosa capital de Francia, París fácilmente es uno de los lugares más turísticos del continente. Calles abarotadas de personas, crepes y el olor a panes recién horneados por toda una avenida, viejas arquitecturas clásicas y llamativas, y revistas de modas por cualquier esquina. Así es la ciudad del amor y de ensueño.

De entre tantos edificios, hay uno de lo mas alto y moderno, el ascensor asciende hasta el último piso, un penthouse de dos plantas.

La puerta es abierta y el dueño se adentró a su interior, sus ropas holgadas al estilo vanguardista mientras sostiene un bolso encima de su hombro derecho. Cerró la puerta detrás de si y camina cómodamente entre la oscuridad. No sonríe, hacía rato que su sonrisa se había borrado del rostro.

El silencio y la soledad lo abrazan como una pesada manta de la cual ya se ha acostumbrado. Las sombras se alargan en la oscuridad, istándolo a permanecer invisible, a desvanecerse en la penumbra de su propia tristeza.

Sin fuerzas para encender las luces, se dejó caer contra la pared y se deslizó lentamente hasta el suelo, con la mirada perdida en el vacío que lo rodea. Su celular ilumina la habitación con las llamadas perdidas de su familia. El sonido de las continuas notificaciones siguen llegando, llamadas de su padre, de sus hermanos, y finalmente, de su madre. Mira la pantalla alumbrar su rostro con una expresión indesifrable, entre cansancio y frialdad. No respondió, como siempre y no lo hará si siguen istigándolo con lo mismo.

Con sus dedos temblorosos, decidió enviar un mensaje a su novio, tratando de ocultar su dolor tras un emoticón de corazón.

Ya llegué a casa ❤️

Es su manera de fingir estar bien, de mantener las apariencias, de no dejar que otros vean las grietas en su fachada de fortaleza. Como siempre, se rehúsa a la idea de abrirse y mostrar su vulnerabilidad, prefiriendo tragarse sus problemas y encerrarse en su propia concha de sufrimiento silencioso.

Esperó con ansias la respuesta de su novio, anhelando encontrar un destello de consuelo en medio de la oscuridad que lo rodea. Por un breve instante, la posibilidad de sentirse amado y comprendido lo reconfortó, aunque fuera solo una ilusión pasajera en su mar de soledad.

Yo me estoy preparando
para la Universidad


¿Me extrañas?

Te extraño


Yo también te extraño.

Y rompió en llanto.






¿Esta bien eso que siente Jaemin por su psicólogo?
¿Será recíproco?
¿Podrá superar los prejuicios a su persona?
¿Qué es lo que oculta Chenle de todos?



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