No quiero.
Me asustaban un poco los compromisos, no voy a mentir.
Temía que nadie quisiera cumplir sus promesas conmigo. Y aunque ya no me importaba tanto, todavía me asustaba cuando se trataba de personas a quienes quería.
Denis.
Observé el techo paralizado por los rayos tenues del sol, lucían azules por las cortinas. Iban a dar las 7 de la mañana, y yo que pensaba dormir todo el día, solo descansar, desperté temprano con esa vista. Mis ojos iban a llorar de la irritación en estos.
Suspiré por el giro de las cosas esa mañana de mi cumpleaños 25.
-Dios... -Apenas emití un sonido.
-Lo siento.
Palpé la espalda de Adie. Quien estaba acostado encima mío mientras descansaba. Sentí su piel calentar mi pecho hasta compartirme su calor, ambos estábamos medio desnudos tratando de descansar en esa incomodidad de no querer separarnos ni unos segundos hasta despertar mejor.
Una vez que fui a la casa de Adie hace años, la verdad quería continuar con el pendiente que me dejó anteriormente. Como no tienen una idea, tenía tanto rato deseando que me pelara como para que ahora que se supone estábamos saliendo no se atreviera a insinuarme nada.
Aunque fue bastante gracioso si lo recuerdo, una conversación sobre pitos.
-¿No te atraigo sexualmente? -Mi pregunta hizo que se atragantara con su sidra de manzana mientras pausaba la película en su televisor.
Me miró confundido, rascó su cicatriz sin quitar su sonrisa nerviosa. Miré todo su cuerpo acomodarse en la esquina del sofá como intentando evitarme, se aferró a su playera blanca y no dijo nada. Volví a preguntar, decaído, si acaso no le gustaba de esa forma. No era directo él.
-Sí me gustas pero...
-¿Entonces?
-No quiero hacerlo contigo. -Confesó, sonriente.
Fueron cuatro palabras las que me mandaron al carajo. Se me formó una sonrisa automática mientras me perdía en la nada, pensando en el polvo de la pantalla y la imagen pausada. Adie tampoco retiró esa mirada feliz, hasta que poco a poco se fue torciendo por comprender lo que dijo tan sonriente.
-No, no me refiero a eso -masculló, cubriendo su rostro por la frustración-. Es que no puedo, no va a funcionar con mi pito.
-¿Está chueco? -Hice una pregunta estúpida para mantenerme cuerdo después de el bajón emocional.
-No, es que mis ex parejas tienen quejas, y no quiero que tengas la misma. Por eso no contigo, no quiero cagarla. -Admitió aún más desesperado, rascando sus mejillas hasta sacarles color.
-¿La metiste con tus ex's pero no quieres hacerlo con tu "novio"? -Me cabreó mucho más, estaba teniendo alta crisis.
-DENIS, ESTÁ MUY GRANDE.
-MI MAMÁ NO CRIÓ A UN COBARDE.
-25, DENIS, 25. ME SIENTO DEFORME Y ME DA VERGÜENZA, ¿VALE? NO QUIERO QUE ME VEAS, TE VAS A ASUSTAR. Ni siquiera quiero tocarte porque no me voy a detener, ¿de acuerdo? Ríndete.
La verdad como que quise quedarme con la duda y dejarlo así.
Le dije que estaba bien, tampoco quería que se sintiera incómodo por mostrarme ese lado suyo si a él solo no le gustaba. Me preguntó si estaba enojado pero lo negué, al inicio pensé que era problema mío pero luego me sentí mal de pensar que él dudaba de que yo lo fuera aceptar por como era.
Era más un miedo a ser rechazado por alguien a quien quería.
-Has visto solo cosas malas de mí, mis crisis, cicatrices, mi hogar pequeño -me explicó avergonzado, señalando su ojo-. Incluso me has estado viendo con las cataratas. Me veo terrible por donde sea, hasta de mi pito, Dios. No tengo confianza, en serio.
-Cállate a la verga, perdón que te lo diga. Te respeto mucho pero cállate -le pedí su silencio, cubriendo su boca con mis palmas. No iba a tolerar que él hablara de sí mismo así, me gustaba demasiado como para permitirme escuchar esas cosas feas-. Adie, amo tus ojos, amo hasta a tu perro, me gustas mucho aaaaah. Me siento tontito contigo, y me gusta escuchar cómo te sientes, pero no quiero que minimices tanto tu persona delante de mí porque eres alguien maravilloso.
Adie no apartó su rostro cuando le tomé de las mejillas. Observé su raíz negra crecer después del tinte plateado, y sus cabellos cubrían sus pestañas que solo eran la protección de los ojos que me gustaban desde el primer día en que lo conocí. Era ese agujero negro que sentía con él lo que me instaba a acortar distancia y me permitía quererlo.
-Gracias por eso. -Me sonrió, dejando ir su cabeza sobre mi hombro junto a un abrazo.
-Te adoro, Adie.
-Ay.
Entonces comenzó a tocarme sin previo aviso, hasta llevarme de boca en el colchón y pedir disculpas por lo que fuera a ver. La neta, sí me asusté cañón, pero la vida es un riesgo.
Aunque en la actualidad ambos nos sentimos cómodos al respecto, y él siempre me ha tratado con respeto, preguntando por cada movimiento que fuera a realizar. Ni siquiera quería dejarme marcas, porque dijo que aunque a mí me parecía bien le daba cosita la idea de estar rompiendo vasos sanguíneos solo para dejarme un moretón con sus labios.
Su ex le dijo... matapasiones.
A mí me prendía que me preguntara.
Palpé su cabello mientras jugaba con él, enredándolo con mis dedos, y sintiendo su respiración cerca de mi cuello. Estaba adormitado, pero lo suficientemente consiente para dejarme algunos besitos allí, incluso preguntarme si descansé bien o si no le pesaba mucho. Me limité a negar con la cabeza sin apartarlo.
Su mano que cubría parte de mi pecho solo rozó allí con lentitud, poco a poco incrementando los nervios que tenía en esa área que me hacían reaccionar. Elevó más su pierna hasta rozar mi entrepierna y hacerme juntar las rodillas por el movimiento repentino.
-Ay, aún tengo sueño. -Confesé, bajando mi mano hacia su pierna para que no se me fuera a parar.
-Denis...
Lo miré por el rabillo del ojo. Él se apartó hasta sostenerse con un brazo y el otro solo pasar su mano por mu mandíbula como si tocara algo suavecito más allá de mis cachetes. Me miró como bobo, cubriendo la luz con su cuerpo.
-Te quiero. -Pronuncié, sacándole una sonrisa.
-¿No quieres que nos casemos?
Su pregunta hizo que me reincorporara en la cama con prisas, hasta su toque fue extraño. Lo miré sobre el hombro, estaba confundido al verme remover las sábanas y voltear a la pared del frente, perdiéndome en la superficie de este como si fuera a encontrar algo más. Pero no había ni siquiera un insecto allí.
-No quiero. -Escupí, sin mirarlo a los ojos.
-Ah, yo no...
-No quiero casarme contigo. -Aclaré, evitando que posara sus manos sobre mi brazo. Le hice retroceder.
Me levanté como pude de la cama, buscando mi pantalón y mis llaves para salir de casa. Andaba con prisa, o eso creí, solo quería salir del lugar sin que siguiera observándome de tan cerca. Le dije que iba al trabajo, volvería tarde así que no escribiría.
-Denis, espera, no te vayas así -insistió, levantándose para buscar su ropa mientras giraba preocupado alrededor-. Hablemos, por favor.
-Ahora no, ¿sí? -Abrí la puerta hacia la sala, escabulléndome a la salida.
-Lo siento, no quería que te sintieras...
-Ahora no. -Cerré la puerta para escapar del apartamento.
~•~•~•~
Miré las luces en el techo, dejando el bolígrafo sobre mis labios como si fuera un bigote. Mis manos colgaban de la silla con ruedas. Y mis pies se movían sin apartarse de la mesa, solo balanceándome en el sitio con los pensamientos dispersos.
-¿Qué onda? Hoy no trabajas, ¿qué haces aquí? -Mi colega Delia entró a la pequeña oficina, chocando puños con el otro chico que no se apartaba de la computadora-. Ve a descansar, Denis.
-Está fumado. -Le aclaró el otro, sin perturbarme.
-¿'Tas bien? -La chica insistió, recogiendo su cabello mientras se posaba a un costado con sus zapatos bajos.
-Mi pareja me dijo que nos casáramos.
Suspiré, mirándola de reojo mientras le sacaba una sonrisa enorme. Emocionada me señaló, incluso mi otro compañero indiferente aplaudió para felicitarme por la noticia. Ambos dijeron que pidiéramos algo rico para comer.
-¿Por qué no estás feliz? -Preguntó ella con su semblante cabreado ante mi reacción.
-Le dije que no...
-Eres un pendejo. -Agregó mi compañero como si supiera la historia completa, mordisqueando el embutido que fungía como su desayuno.
-Lo sé... -Balbucí, cubriendo mi rostro para evitar ponerme a llorar por haberlo tratado tan mal. Me sentí un completo fracaso.
No me quería casar por varias razones, entre ellas mi trabajo inestable, mi poco aporte como persona, y un miedito inexplicable a que me divorciara a los dos años. No era demasiado maduro como para casarme e imaginar que las cosas irían bien, tenía más terrores como si fuera a comenzar una carrera universitaria, cosa que nunca hice porque no me sentía capacitado y preferí otras cosas.
Cuando algo te gustaba mucho, cuando te establecías, era un compromiso de dos donde debías trabajar para bien del otro y uno mismo.
Ha sido mi primera pareja desde el instituto, Dios, nunca me han roto el corazón.
-Me lo rompieron amigos pero esto es nuevo. -Pronuncié, palpando mi pecho mientras los otros dos me miraban confundidos.
Dicen que una misma pareja siempre te cierra a oportunidades.
Pero Adie es maravilloso.
Bueno, quizás un nuevo horizonte no se trata de ti sino de mí.
Oh, no.
-Estamos jóvenes, Denis. Todavía vas a conocer a otra personas así que no te preocupes si no quieres casarte, al año ambos pueden conocer a alguien mejor y se sentirán más cómodos para eso -habló Delia, dejando palmadas en mi hombro-. Les irá mejor así. Aparte ser independiente es muchísimo más cool, y encontrarán a alguien que llene sus expectativas.
Levanté el rostro para llorar un poco, empujando con una mano su cara para que se callara. Solo avivaba más mi temor, el hecho de que quizás él encontraría a alguien mejor o se arrepentiría de haberse casado conmigo al poco tiempo. No quería que llegara ese alguien mejor a mi vida, pero para la mayoría no era normal limitarte tanto a una opción, me sentía criticado hasta por salir con él como chicles.
-¿Es realmente malo que hagamos todo juntos aunque nos divertimos muchísimo así? Podemos estar felices separados pero preferimos hacer las cosas juntos. -Pregunté, triste por los hechos.
-Sí, uno no debe estar tanto tiempo con su pareja.
-¿Por qué? -Entoné más fuerte.
-Pues porque primero eres tú y después... verga, no lo sé. -Confesó de repente, cubriendo su rostro mientras se desplomaba en la silla a mi lado. La morena pareció entrar en un trance raro antes de hablar-, espera, eso se escucha como si el otro fuera un objeto. ¿Por qué sería malo si a ambos les gusta? Dicen que es para poder crecer como persona...
-¿Y cómo debe crecer una persona? -Cuestioné, mareado por todo.
-Verga, tampoco lo sé. -Admitió.
-Haz lo que quieras y ya, Dios. -Agregó el otro.
Una llamada de mi madre me hizo salir de la oficina del taller para responderle. No me sentía muy animado así que escuchar su voz feliz fue más complicado para mí. Saqué un cigarrillo, me senté en los escalones hacia el taller, pero no lo encendí al pensar que algún alumno podía estar cerca y no quería enfermarlos.
Solo observé el exterior, un tanto gris, pero con árboles verdes que eran opacados por ese color en el cielo. No sé qué pensaba a veces, me sentía como solo una nube que pasaba hasta cubrir el sol por sus propios problemas.
-¿Vienen mañana a casa? Le compré unos zapatos a Adie y a ti una camisa. Se van a ver bien lindos en el trabajo. -Comentó ella al otro lado de la línea. Se escuchó atareada como si llevara algunas cosas conmigo.
Lo trata como si fuera su hijo.
-Gracias...
-¿Cuál es su dulce favorito? Pensaba hacerles la comida que les gusta pero no sé qué darles de postre. -Se escucharon toppers siendo arrojados. Le dije que le gustaba mucho el pay.
-Mami, ¿qué harías si rompo con Adie?
-LES HICE POZOLE, así que ahorita no.
Me colgó de repente, sacándome de pedo por su actitud. Sabía que le tenía un cariño enorme, incluso Adie me confesó que sentía que eran los padres que nunca tuvo, como si fuera parte de mi familia. Éramos cercanos a ese punto, pero me daba miedo atarlo a algo que quizás no querría después.
Me levanté para volver al interior en búsqueda de mis cosas. Revisé la hora para asegurarme de que aún era temprano antes de dirigirme a la cafetería.
Adie, con esfuerzo y noches sin dormir pudo levantar una cafetería cerca de la casa. Era un lugar tranquilo, lleno de colores cafés y algunas plantas naturales que te hacían sentir paz mientras charlabas en el interior o consumías cualquier cosa del menú, el cacao allí era más natural que dulce.
Gale estaba de viaje de negocios así que me daba cosita marcarle para contarle los hechos. Aunque seguro me habría llamado imbécil.
Solo entra, vamos.
Tomé aire, empujando la puerta de cristal que daba directamente con la barra y las ventanas al fondo, junto a varias mesas redondas y algunas cuadradas en las esquinas. Me saludó una de sus empleadas, corriendo para atender a unos estudiantes que apenas llegaban.
-No, mira, las hojas son así... -Escuché la voz de mi novio, quien trataba de enseñarle a otro chico su método al ponerle crema al café-, debes ser cuidadoso al meterla...
-¿Dónde la meto? -El chamaco pendejo fan del albur le hizo reír con incomodidad, hasta tocó repetidas veces con el dedo índice su hombro como si quisiera provocarle o insinuarle algo.
-Por tu culo. -Respondí, cruzando mi mano por la barra para darle un manotazo.
El chico se asustó, alejándose de inmediato para no interponerse. Él ya me conocía bien, sabía que odiaba que lo tratara así solo porque no se quejaba de los albures. Adie ni siquiera era capaz de decirme nada cuando se sentía celoso, y a mí no me molestaba observar sus ligeras expresiones para entenderle.
Él solo es tímido cuando no está feliz, ni siquiera sé de dónde sacó los huevos para soportarme.
-¿Podemos hablar? -Pregunté, con el brazo aún colgando del otro lado y el torso encima de la barra.
-Estoy trabajando. -Informó a secas, empujando mi brazo para que me quitara.
-¿Te espero cuando estés más libre? -Tampoco quise irrumpir así en su trabajo, era su lugar para transmitir tranquilidad y ni siquiera estaba sonriente por verme.
-No, por favor, vete a casa.
Adie usaba lentes semi-oscuros en el interior para ocultar la diferencia con su ojo, también un poco su cicatriz. Se movió por la barra para seguir preparando bebidas, parándose de a ratos en posiciones bonitas, solo allí se veía bien de camisa blanca a todas horas por la etiqueta.
Suspiré, retirándome a una mesa para que me sirvieran un café y alguna tostada.
Las cosas eran buenas cuando las pensabas en el presente, cuando buscabas mejorar al día siguiente, pero si pensabas en el próximo año o el resto las preocupaciones se salían de control. "Asegurar tu futuro", es casi imposible hacerlo si no das pequeños pasos cada día. Pero la idea de estar pisando mal desde ahora por terror al futuro fue algo que me hizo dudar sobre lo que hice en la mañana.
Adie es muy sensible, de una forma distinta a la mía.
-Tome, joven Denis. -Me entregó la mujer un café, el cual llevaba un oso hecho de crema y una tostada decorada con letras de mermelada.
Saqué mi teléfono para tomarle una foto pero lo agaché tan pronto vi el mensaje escrito en la comida: lo siento, olvida esta mañana. :(
Me levanté rápido, haciendo que una viejita detrás que apenas comenzaba a tostarse con los rayos de sol girara a verme como un loco. Peiné mi cabello, traté de no mostrarme alterado, y miré a Adie que seguía tranquilo sin tanta felicidad decorando una malteada para una niña pequeña que lo esperaba paciente.
Todo olía dulce, pero sobre todo a café. Di varios pasos rompiendo el aroma, vi cómo entregó la bebida y volví a pedirle que me diera un momento para hablar.
-Solo un minuto.
Cedió, guiándome a la parte trasera mientras se retiraba el cubrebocas en el área. Arrastró un banquillo para sentarse y estar a mi altura, sin necesidad de estarse doblando para escuchar o mirarme. Le gustaba ver a todos a los ojos.
-¿Entonces?
-Lo siento por haberte tratado así en la mañana... -Murmuré apenado, jugando con mis dedos y con la cabeza baja.
-No, discúlpame a mí por habértelo dicho así. Quizás no querías que fuera el momento o solo no estás interesado y yo no pedí tu opinión sobre eso antes -se frustró, golpeando sus palmas contra su rostro para hacerse pensar más claro-. En serio, solo olvídalo. Así estamos bien.
-¿Por qué querrías casarte conmigo?
Levantó sus lentes hasta dejarlos reposar en su cabeza. Me miró con más atención, tratando de leer mis expresiones que no mostraban nada más allá de abatimiento. Me sentí terrible.
-Si alguno se accidenta el otro puede acudir a él, si llegamos a tener problemas de salud es más fácil que el gobierno nos brinde ayuda. Sería parte de tu familia -hizo una pausa para tomar aire-, y bueno, sería muy lindo llamarte como mi esposo. Me gustan esas cosas.
Ay.
-¿Tú por qué no quieres nada más conmigo? -Me interrogó, también rascando sus propios dedos para calmar el nerviosismo de la respuesta.
-Eres mi primera pareja, tengo miedo de que al final decidas conocer a otras personas y tener que pasar por un divorcio suena terrible. No lo soportaría. -Aclaré.
-Espera, ¿no debería preocuparme yo? Tú eres el que buscaría más experiencia por eso mismo...
-No, estoy seguro de que me gustas demasiado como para imaginarme en otra situación. Te amo como no tienes idea. -Traté de mostrarle una sonrisa, que lo hizo suspirar para dejar ir sus preocupaciones. Había olvidado por completo que el mismo Adie me dijo que seguro le gustaría por el resto de mi vida, y aunque yo creía lo mismo de mis sentimientos hacia él, aún me asustaba.
Extendió las manos para pedirme que me acercara. Las luces dentro eran bajas, así que traté de observar bien sus pies para no pisarlo y poder abrazarnos. Eran muy raras nuestras paces: un abrazo, una disculpa y después comida.
-¿Me dejas que te invite algo de comer? -Esta vez yo era el que debía invitar.
-Ay, qué chido. -Se alegró, despegando su cabeza de mi pecho para darme un besito.
Nos miramos sonrientes, abrazados, jugando con la cara del otro a lo menso. Ninguno agregó más, completos segundos que se sintieron como minutos. Estuvimos por abrir la boca al mismo tiempo pero yo la cerré al notarlo.
-¿Entonces no nos casaremos?
-Jalo.
-¿Cuál jalas? -Se carcajeó, deslizando sus brazos dentro del suéter hasta tocar mi espalda.
-¿Te la jalo? -Le hice ojitos, esperando solo un sí.
-Denis, estamos en la cafetería. Claro que no -respondió, pero cerró los ojos al ver que yo seguía pidiéndole-. En la casa, ¿vale? En la casa.
Dejé mis manos sobre sus piernas. Suspiré sin nada más que agregar, solo decidido a volver a casita tras acabar mi desayuno. Le dejé un beso en la frente antes de perderme con la vista en este techo, de un color como café con leche que bajaba hasta una de las paredes y parecía enmarcar el rostro de mi novio con su color.
El sonido afuera era poco dentro de la habitación, estaba bien construida para evitar tanto ruido del exterior.
-Olvídalo, solo ven. -Tiró de mi brazo para no dejarme ir.
• • •
Sí, mi extra de fan. 😩🤚🏻
No tengo excusas pero tampoco dudas de esto GAHAHAHA. Amo cuando una historia se termina porque puedo hacer lo que sea con los extras, cambiarlos de tono y seguir desarrollando a los personajes en otro ambiente AAAAAAAAH.
Ya extrañaba hacer cosas de comedia romántica. Por otro lado, Denis todo seco en el capítulo. Pero al final explica ese miedo extraño al compromiso. Aunque ambos son interdependientes, solo deciden pasar su tiempo juntos porque así les gusta y eso desean.
¡Bueno, gracias a quienes lo hayan leído! GAHAHAHA, no hay más que decir. <3
~MMIvens.
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