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Capítulo 5: Este grupo está más muerto que yo.


Cuando me preguntaban porqué estaba triste nunca había respuesta. Solía hacer un ruido como: quetevalgagverganomeimportaqueteimporteok.

Depresión.

Habían días en los que quería reírme todo el tiempo. Mi madre le llamaba "días soleados", aunque la verdad es que eran mis días más oscuros. Me sentía tan deprimido, en un punto muerto grave al desear suicidarme, que me volvía un sol brillante para evitar que los demás se asustaran.

Insomnio en esos días decía que era un morro increíble. Odiaba los días soleados por eso. No es increíble a menos que mintiera. Ahora ya no me importaba, solo quería que las cosas dejaran de ser tan meh.

Pero todo es tan meh ahora que la preocupación me invade.

—Y no sé qué hacer. Cuando los oí decir que el sexo entre hombres era satánico, me sentí al borde del abismo aunque no lo decían por mí. Me estaba cagando. No sé cómo lidiar con el rechazo, la idea de no ser más el hijo de ellos. —El chico con cabello sedoso lloraba con sus palabras.

Me quedé en quietud. El consultorio estaba aún ocupado pero el psicólogo me hizo señas para que no retrocediera. Aplasté mi número de espera con nervios, chocando mi espalda contra la pared blanca junto a la puerta.

—Como alguien que tiene hijos, te diré una cosa —el psicólogo de cabello largo y varias arrugas se inclinó hasta tomar las manos del adolescente—. A veces los padres somos unos estúpidos. Decimos cosas dolorosas, creemos tener el derecho a meternos en sus vidas. Pero así como no pueden obligarte a que te gusten las mujeres, tú tampoco puedes obligarlos a que les guste la idea de algo contrario. Respeto mutuo es lo que debe haber.

La consulta del chico finalizó enseguida pues se habían comido 5 minutos de mi cita. El señor Durae se disculpó conmigo, me pidió que tomara asiento y me preguntó como me iba con mis nuevas asignaciones en la escuela.

—No lo sé, yo solo... —Balbucí, tratando de meter mi número escrito en el bolsillo de mi pantalón antes de tomar asiento.

Permanecí confundido al no poder meterlo. Durae me observó pensativo, cubriendo con sus manos sus cachetes flácidos de ancianito.

—Dep, tienes el pantalón al revés. —Me informó.

—Así me gusta usarlo... —moría de vergüenza al observar las bolsas delanteras en mi trasero—. ¿Pero me presta su baño, por favor?

~•~•~•~

—"La enfermedad de Addison" va de la mano con un trastorno en las glándulas suprarrenales, las cuales son pequeños órganos que se encargan de secretar diferentes tipos de hormonas en la parte superior de cada riñón. —Hablé en bajo tono, leyendo las notas que Fibromialgia me había entregado.

Nuestra presentación ya había concluido en la primera hora, aunque yo no estuve presente a pesar de haber invertido la mayor parte de mi tiempo en ello. Tenía mi cita semanal con el psicólogo y me permitieron la ausencia. Me sentía un estorbo debido a eso.

—La enfermedad Addison es el daño de esa corteza, lo que logra conseguir la poca producción de hormonas. Es gracias a eso que llegan los malos síntomas, que aunque no siempre son claros, pueden causar oscurecimiento en la piel; pérdida de libido (deseo sexual); vértigo; estrés y vómito. Puede ser causada por algún tumor, algo hereditario o cuando el sistema inmunológico se ataca por error en el caso de lupus. Era algo bastante incierto hace 100 años, igual que ahora. —Concluí la lectura, esperando en el silencio por la reacción de las chicas.

La biblioteca estaba casi vacía. Y la bibliotecaria parecía nunca estar allí. Lupus sacudió su cabello largo, frustrada por la lectura. Fibromialgia estiró su mano para pedirme los papeles de nuevo.

—¡¿Por qué chingados nos sacamos un 6?! —Bramó Lupus, elevando su pierna con botas blancas que azotó contra la mesa de lectura.

A veces pensaba que este grupo estaba más muerto que yo pero no lo decían.

—No hicimos las diapositivas y al final de la presentación te burlaste de Addison calzones transparentes. —Le respondió Fibro, dejando caer su espalda contra el respaldo de la silla.

—¡Carajo, y eso que tu resumen fue bueno, Dep! Ni modo, nos fuimos a la verga. Ya a la siguiente yo hago las putas diapositivas. —Suspiró con agotamiento Lupus.

—Gracias... —Balbucí, observando las hojas de presentación sobre la mesa que fueron presentadas sin mí—. ¿Y la enfermedad de Lyme...?

—Oh, yo terminé la presentación pero fue igual de patético sin imágenes al parecer. La mayoría se estaba durmiendo por mi conversación sobre las garrapatas, los dolores crónicos y los síntomas de gripe. Me caga la clase, y Cáncer ni dejaba hablar. —Fibromialgia tiró el resto de las hojas sobre la mesa, dejando caer su frente sobre ella al igual que su cabello corto.

—Valemos verga y es la primera asignación. ¿Quién se la mama al profe? —Lupus hizo lo mismo entre balbuceos mientras se azotaba contra la madera—. Tú no te presentaste hoy. Te toca.

Las oía hablarme aunque realmente me sentía ajeno a la conversación. Era un seis, pasábamos. No le encontraba nada de malo. Aunque eso... era ser mediocre. La mediocridad en mi vida no significaba nada.

—La siguiente clase... —Susurré, respetando las normas de la biblioteca aunque nadie más lo hiciera.

—Yo me la saltaré. Hoy salió capítulo de Cómo ser un acosador en 90 días, la tercera temporada —Lupus sacó su celular, buscando entre varios capítulos el que le tocaba esa semana—. Se puso buena, aunque me mama el protagonista por andar de cabrón golpeando a su amigo. Tengo un crush recientemente con la actriz que le hace de su hermana.

Las series no eran lo mío. Veía lo que a Inso le gustaba o cuando mi madre ponía series en la televisión me llamaba. Aunque mis historias preferidas eran las motivacionales. También solía leer ese tipo de libros, de autoayuda. No debía leer cosas tristes según el psicólogo, cosas que me llevaran a la realidad o me hicieran sentir identificado, no debía enamorarme de la idea de la depresión.

Aunque yo soy Depresión. No lo entiendo.

—A mí me gusta más Faded Song, está bastante tranquila y me relaja. Aunque últimamente me pone mal porque los capítulos son bastante densos, eh —Fibro revivió de el abatimiento por la mala nota, acercando su silla al de la chica que vestía con la sudadera azul del uniforme mal puesta—. ¿No viste el de esta semana? Tremendos golpes se dio la pareja secundaria. Casi chillo como perra loca. ¿Tú no sigues series de la misma autora, Dep?

—No me gustan. El humor es pretencioso. —Admití, con los hombros encogidos.

Me miraron confundidas. Desvié la mirada al percatarme de lo que decía. Me sentí juzgado por decir lo que no me gustaba, aunque no quería decir en voz alta que las historias de la vida común me deprimían. Cualquiera podría pensar: "Pero tú siempre estás deprimido, ¿a qué le tienes miedo?".

No quería ceder a las ideas de "autoayuda". Aunque no me dijeron ya nada, quise confesar algo. Quería tener una relación sana con ellas aunque me costara. No quería hacer sentir mal a nadie. Quería solo reírme con y hablar de cosas que disfrutaba sin que me importara que a otros les fuera incómodo verme divertirme.

No hay nadie en la biblioteca. No importa mucho, ¿verdad?

—¡Me gusta... —traté de tomar aire, apretándome a mí mismo con un abrazo—...El apartamento que se convirtió en zoológico! Es bastante empalagoso a veces pero me divierto. Mi madre ama esa historia así que la ve seguido conmigo.

—Jalo con los jotos bisexuales. Me encanta. —Fibromialgia no mostró sorpresa por mi opinión, al contrario, parecía emocionada por tocar el tema.

—¿Te gustan las historias BL? Entonces sí puedes mamársela al profe —Lupus chocó su puño contra los papeles, haciéndole dar un brinco del susto—. ¿Eres gay, Depresión? ¿O te laten más las chicas? ¿Ambos, wuuu? Como yo.

Tengo 16 años. La verdad, no me importa.

—¿Las chicas? Lo siento... No lo... —Agaché la cabeza, mirando de reojo a Fibro que estaba sentada al otro extremo con sus grandes ojos sobre mí—. Las chicas, supongo. O ambos.

Llevábamos más de media hora allí. Yo ya quería retirarme, faltaba poco para la hora del almuerzo. Necesitaba irme a casa a descansar pues la terapia en la mañana, incluyendo la charla con dos chicas con las que no tenía mucho contacto me abrumaba. Me era desesperante ver a otros convivir sin conocerse por años.

La sexualidad en el mundo era la cosa más irrelevante en esta generación. Habían casos como las de el chico de la mañana, que en realidad nunca había oído ese tipo de charlas de cerca. Ahora a los padres no les importaba mucho, era más preocupante el padecimiento de sus hijos. Habían más protestas de derechos por enfermedad y trastornos que de amor libre. El tiempo de ahora se preocupaba más por la salud, más lástima, más incomprensión entre ellos.

No lo entendía. Me importaba más el volver a casa que mis derechos como ser humano, si es que lo era más allá de la depresión.

—Ya casi es hora del almuerzo. Me voy al baño a comer mientras lloro, permisaaaaa. —Lupus recogió su mochila del suelo, chocó puños con fibro y se retiró.

—Adiós Dep, nos vemos en clase. Voy a comer en el comedor por si quieres sentarte allá. Sayōnara. —Fibromialgia mostró el signo de paz antes de irse también.

Adiós.

~•~•~•~

—Es un poco incómodo. —El profesor Mure comía en silencio su bollo de carne, sentado en el escritorio.

—Lo siento. Este... no suelo tener temas de conversación. Perdón. —Traté de no entrar en pánico por su mirada a pesar de que estábamos sentados de forma distante.

—Mira, Depresión. Ya sé que la gente habla mamadas sobre la escuelas y los "trabajitos" que hacen los alumnos. Pero no por ser maestro pido que me la mamen. Solo quiero que hagan bien sus tareas y si necesitan subir calificación entonces les dejo más proyectos. No tienes porque quedarte aquí a la hora del almuerzo. Me faltas al respeto. —Azotó su pan contra el escritorio, suspirando por las malas ideas que se hacían de él.

—¿Le falto al respeto? Yo no... no era mi intención —balbucí, tratando de golpear mis mejillas para no mostrar lo sensible que me ponía su tono de voz—. Solo no quiero ir al comedor. Yo solo... iba a comer aquí, en mi pupitre. Lo siento mucho. Mejor me voy.

El profesor escupió un pedazo de carne con el que casi se ahogaba. Me dijo que lo sentía y que me volviera a sentar, insistió avergonzado por su "cabeza cochambrosa". Se quitó sus anteojos, caminando hasta mi pupitre en el fondo con el resto de su almuerzo.

—Comeré contigo, ¿vale? —Arrastró una silla para sentarse frente a mí, rascando su cabeza con cabello rebelde—, ah... hay un pito aquí.

—Seh... —Observé el dibujo del cual desconocía su procedencia.

—Seguro fue Cáncer. —Masculló antes de tomar un poco de agua y vertirla para limpiar el dibujo hecho con plumones.

Abrí el lunch que hizo mi madre, pues le dije que habían ciertas comidas que no me gustaban de la cafetería pero eran las únicas que me habían permitido consumir. El profesor me prestó un poco de su agua tibia para tomar unas vitaminas antes de comer.

—Extraño los almuerzos de mi madre. —Mencionó, observándome fijamente.

—Señor Mure, lo siento, pero no me gusta que me vean demasiado mientras como... —murmuré, sacando el tenedor de mi boca—, me siento mal.

—Me lleva la... —trató de apartar la mirada y dejó caer las manos que apoyaban su barbilla marcada contra la mesa, golpeando por accidente la botella de agua abierta hasta mojarse los pantalones—. Come mierda.

Cubrió su boca y pidió disculpas. Le dije que no me importaba, en realidad fue mi culpa. El profesor no lucía como alguien malo que dejaba muchas tareas o no se preocupaba por los estudiantes, en realidad esperaba eso de la preparatoria. Era más bien una figura de autoridad bastante común. Aunque no me sentía muy seguro.

No estoy seguro de nada tampoco. Me gustaría saber qué solía ser... antes de ser esa persona común de 21 años que era ahora.

Demasiado joven para ser maestro, casi imposible. A menos que fuera Narcisista y se graduara antes que el resto. Un padecimiento que te llevará al éxito, o como eso solían pintarlo aunque era bastante doloroso.

—¿Qué padeci...? —Mi voz leve fue apagada por su otra pregunta.

—¿Por qué estás comiendo aquí? ¿No sueles comer con tu amigo Insomnio? —Me cuestionó, devolviéndome a la incomodidad.

Quiero comer con él. Pero tengo miedo.

—Insomnio quería hacer amigos. Hoy mencionó camino a clases que iba a comer con algunos trastornos, que ambos nos íbamos a divertir. Pero sé que si me presento en esa mesa incomodaré y no podrá hacer amistades por mi culpa. No quiero que esté apartado así que preferí comer aquí. —Le di un resumen breve, tratando de acabarme la ensalada con trozos de manzana y arándanos que acompañaba el omelette.

—No lo sabrás si no lo intentas. Tampoco es taaaan aburrido verte comer. No creo que Insomnio se enoje contigo si al final no tiene muchas amistades. —Fue un sermón consejo que soltó con su mano en mi cabeza—, cabeza de jicara. Solo aguanta 4 años más así, ¿de acuerdo? No te presiones. Te prometo que cuando todo esto acabe verás algo que nadie más ha visto, solo la depresión sabrá qué es.

Gracias.

—¡Puta madre, estabas aquí! —Insomnio abrió la puerta del salón con molestia, creando estruendo con sus fuertes pisadas en el piso blanco libre de polvo—. Depresión, verga, te estuve buscando desde hace 10 minutos y estabas comiendo con tu profesor. Qué mierdaaaaa.

Tiré mi tenedor por el susto. Miré al profesor desesperado de forma inconsciente, traté de no mirar directamente a Inso que se aproximaba enojado de tal manera que sus ojeras lucían aterradoras. Puse mis manos sobre mis piernas para calmarme a mí mismo.

—Hiciste lo mismo el año pasado. Haces lo mismo cada vez que empieza un nuevo ciclo —vi sus manos postrarse junto a mi almuerzo—. ¡¿Por qué huyes cómo si fueras una molestia?! ¡Eres mi amigo!

—Yo no quería... —Me callé, no tenía nada que decirle.

—Oye, alumno Inso —al escuchar las palabras de mi profesor abrí los ojos para ver qué sucedía—. Baja tu tono y mueve tus manos de aquí. ¿Qué sucede contigo? Si él no come a tu lado no significa que el mundo se acabará. Tiene su propia vida. Ve a terminar tu almuerzo con quien sea que te esté esperando y no lo presiones si sabes quién es.

Insomnio miraba de pie a Mure. Lucía frustrado, trataba de discutir con la mirada pero al verme de reojo y sacudir un poco su cabeza se percató de el ambiente que me estaba abrumando. Odiaba poner a todos en esa situación. Me sentía mal por parecer la víctima cuando no había un conflicto y lograr que alguien me defendiera.

—Lo si...

—Cállate Depresión —Inso se inclinó para empujar mi rostro antes de jalar una silla de igual manera—. Yo debí disculparme. En serio lo siento. Sueles pasarla mal en estos momentos y yo me enojo sin razón. No está chido. Me veo bien mamón como el pinche cancer.

—Insomnio, Depresión. —Mure se levantó de su sitio antes de seguir hablando—: Ya acabó la hora del almuerzo.

Apenas comí porque usted ni dejaba de observarme. Oh, no...

—No comí por estarte buscando. —Insomnio clamó a gritos—, ¡COMEREMOS EN EL CLUB Y CHINGA TU MADRE HORARIO PAL' CULO!

• • •

Los capítulos narrados por Depresión no van a ningún lado en concreto. Tampoco es como si quisiera buscar un propósito. Solo es, o no es.

Quiero ir intercalando sus narraciones con las de el resto de los personajes. Creo que es una forma de ver como la vida de Depresión influye en el resto, porque aunque están deprimidos los grados son diferentes.

¡Espero estén teniendo un lindo sábado! Este capítulo tiene demasiadas cosas que también me da flojera explicar, HAHAHAHA.

Aquí la playlist:
~ https://open.spotify.com/playlist/2xbljjKa2mdqDybd6aD0Lx?nd=1

~MMIvens.

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