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Capítulo 30: Espada y pared.

Me quejaba de los hipócritas cuando yo era un doble moral.

Pero todo el mundo lo es así que alv, me voy a justificar solito.

Cáncer.

Mis días como suspendido hasta que acabara el semestre se sentían extraños. Quizás era porque no tenía un pasatiempo pijudo o una verga así, los días eran largos y me hacían sentir más improductivo de lo normal. Era como una mascota que esperaba le llamaran para comer o pasear.

Ver porno se volvió aburrido después de tres días. Aparte me entraba mucho sueño en las tardes, no podía evitarlo. El día se veía gris así que no podía diferenciar las horas ni observando por la ventana.

Algunos pajaritos haciendo pío pío, vehículos lejanos, el cuchillo de mi madre rebanando alguna verdura para la cena; era, fácil de escuchar todo lo que había a mi alrededor a pesar de los audífonos con gemidos de fondo. Estaba viendo a una chica chocando sus chichotas contra la cara de su vecina, fontanera que según solo iba a cambiarle la luz.

Los del porno me creían pendejo.

¿Por qué una fontanera terminó arreglando una lámpara para caerse sobre la tetona? Ya ni se molestaban en hacerlo bien, a la verga. Tampoco lo entendía porque no tenía subtítulos.

Una se despidió de la otra, acostándose en camas distintas como si fueran compañeras de cuarto de toda la vida, sin tomar una ducha o siquiera limpiar sus marranadas. Yo suspiré, sacando mi mano del pantalón sin haber obtenido mi buena paja del día.

-"Buenas noches" -murmuré-, dijo la tetona, a plena luz del día. No mames, esta es pendeja.

Un rayo tronó al otro lado de la ciudad, el flash repentino junto al estruendo me hizo reaccionar de golpe para quitarme los audífonos. No estaba lloviendo, o al menos no en mi zona, quizás la lluvia estaba lejos y solo advertía su llegada.

-Verga -suspiré, bajando los pies de la cama, mientras mi mirada se extendía a lo largo de la habitación hasta escapar por la ventana-. Tengo hambre.

Me escabullí a la cocina en búsqueda de la cena que claramente no estaba servida. Mi madre se encontraba a media preparación, usando uno de sus muchos mandiles mientras tenía su cabello recogido en una coleta. Cuando me vio bajar no opinó sobre mi ropa holgada y me arrastró un banquillo para que me sentara cerca de la barra. Sacó queso y trozos de piña del refrigerador por si quería picar algo.

No me lavé las manos.

-Dame cinco minutos y te sirvo los taquitos de pollo, mi amor -comentó, pasando la espátula por el sartén que freía las fajitas y olían a cebolla asada-. Tu hermana no va a cenar aquí hoy, la invitaron unos amigos del nuevo sistema a comer fuera así que puedes repetir plato, gordis.

-Vieja, no estoy gordo. -Estiré mi mano para chasquear mis dedos frente a su rostro-, la pinche enfermedad se come todo lo que le meto.

-¿Has hecho planes con tus compañeros esta semana? -Preguntó con su gran sonrisa alegada sin apartar los ojos del fuego. Yo rodé los ojos y me recargué sobre la barra, apenas mirándola-. ¿Qué hay de nuevo con tu grupo?

Arrugué la nariz y llené una mejilla de aire, tratando de no fruncir el ceño al recordar toda la mierda que estuvo pasando esos días. Incluso TOC faltaría el lunes a clases para reponerse del estrés que le causó el festival, ni siquiera terminaba aún.

-Ma, ¿qué piensas de un wey...? -Me mantuve en silencio cuando sentí su mirada, ella me prestaba toda su atención aunque no terminaba de formular mi pregunta. Me sentí nervioso de repente, no pude continuar-. En realidad no sé qué pedo, olvídalo...

-Vamos, bebé, solo dímelo sin problema. -Palpó mi cabeza para calmarme como si fuera un animal.

Es que no sé ni cómo decirlo.

-Alguien que quizás fuerza sus sentimientos hacia los demás... Al punto de causar, ¿daño? No sé, tú adivina. Yo no puedo.

-¿Qué pasó, Cáncer? -Inquirió, presionando mi hombro. Desvié la mirada.

-Te dije que no sé, mujer. -Me encogí de hombros, y centré la vista en los imanes pegados a la pared del refrigerador junto a la puerta que daba al exterior-, creo que un compañero forzó a otro a besarlo pero no vi y no soy quién para meterme en esos pedos.

Escuché cómo apagaba el fuego y movía el sartén. Su mano derecha apretó con más fuerza mi brazo y tiró de él para que volteara a verla. Le iba a pedir que ya me diera de comer pero por primera vez me sentí asustado al verla, como si estuviera apunto de regañarme como solía hacerlo cuando yo iba en primaria.

-¿No fuiste tú? -Negué con la cabeza, y tragué con esfuerzo. Ella volvió a preguntar-. ¿Estás seguro? ¿Entonces quién fue? Dime el nombre, cariño. Dámelo rápido.

Qué.

Negué con la cabeza, confundido. Ella insistió con una sonrisa aunque yo continué negando en silencio. Fueron un par de veces antes de que su sonrisa se convirtiera en la mirada de alguien enfadada y sus ojos se volvieran amenazantes. Mi madre era una de las que se atrevía a pelear con toda la escuela con la intención de que el sistema mejorara en cuidar a sus alumnos.

-Cáncer, dame el nombre de quienes estuvieron involucrados. Estas cosas no están bien. -Expresó. Mi hermano Estocolmo que apenas cruzaba la cocina dio media vuelta al escuchar su tono y corrió devuelta por donde vino.

"Es mi amigo", pensé. Fue solo un momento, aunque Insomnio no era mi amigo en específico, y aunque no me importaba, no pude soltar su nombre. Y pensé en Depresión, en que tal vez él también era mi amigo.

Se volvió difícil pensar en ambos.

-Mamá, deberían expulsarme a mí. -Me reí nervioso, apartando su mano de mi brazo-, golpeé a varios compañeros y acosé a otros. ¿Qué piensas de eso?

Ella seguía molesta.

-¿Qué hago, Rina? -Me molesté también, y levanté mi tono al darme cuenta de que también estaba molesto conmigo mismo-. En serio, carajo, dime qué hago porque soy un puto chamaco que no sabe cómo abordar ni una mierda esta situación.

Si ella quería que me pusiera moralista o temía que fuera un insensible, no obtendría nada de eso, porque el pinche discurso que me aventé se sembró de una forma terrible en mí al punto de no saber cómo juzgar a otra persona sin imaginar que también me juzgaba a mí.

-Es difícil juzgar de forma objetiva, pero es fácil señalar a otros cuando reaccionan de la misma forma que tú. -Soltó ella de pronto, y también dejó ir mis manos para voltearse en búsqueda de un plato donde servir la comida.

Miré los azulejos un buen rato antes de cenar. No olvidé las figuras de pollitos en ellos, ni mientras comía mis tacos de pollo, ni cuando veía a mi familia decir que estuvo delicioso. Sentí nauseas pero volví a tragar saliva antes que aceptar que yo también, y quizás cientos de personas, eran capaces de robar besos así, y que aunque no todos fueran una mierda y unos besos terminaran bien, poco significaba que fuera correcto.

~•~•~•~

Fui a la escuela hasta el día martes cuando se reanudaron las actividades del club. TOC me llamó esa mañana, diciendo que podía llegar en la tarde. También me dijo que se encontraba mejor tras dormir bien y agradeció que yo me encargara de la limpieza del salón.

-Depresión llegará en cualquier momento. Evita dar comentarios pasivo-agresivos. -Me advirtió él, en 10 palabras. Todavía me sorprendía su forma de hablar como robot.

-¿Y el Inso? -Balbucí.

Arrastré la escoba dentro del armario y busqué un sitio donde sentarme. TOC explicó dudoso que Insomnio se quería dar un tiempo del club. Al parecer no estaba obligado a permanecer ya que la bronca que nos hizo terminar aquí fue entre Dep y yo. Era una pendejada recordarlo.

-¿No sabes qué ha pasado? -Preguntó el mamón con curiosidad. Tracé una sonrisa en mi rostro al notar que él también era chismoso, y le sonreí por un largo rato hasta que dejó de ver su computadora y su mirada fue seria-. No andes con tus chingaderas, Cáncer. Cuéntame el asunto, ¿sí?

-El domingo, antes de mimir hablé con Inso por llamada para preguntarle...

-Buenas tardes. -Dep apareció en la puerta, indiferente, con su mochila enorme sonando por tuppers de comida vacíos.

TOC me miró, y le miré. Sonrió y le sonreí...

-Buenas... -Repitió la jícara andante. Nadie le devolvió el saludo, fingimos estar distraídos con cosas inexistentes del salón y Dep entró sin agregar más, en búsqueda de su asiento.

TOC se mantuvo serio al asignarnos recados. Estuvimos allí por al menos 30 minutos antes de que él se levantara y dijera que tenía una reunión con el presidente del consejo estudiantil, al parecer habían unos archivos perdidos, también debían registrar unos miados del festival.

Depresión y yo nos sentamos en el escritorio a engrapar papeles de personas que acudieron al club estos últimos meses, también a sellarlos con un tampón o no sé cómo se llaman esas cosas que son como sellos.

Sellos.

El wey de mi compañero se veía relajado a diferencia de mí. Ponía los sellos tranquilo, atento a ellos, tarareando una canción de alguna caricatura como si fuera un niño pequeño ignorando a sus padres que lanzaban cosas para matarse. Depresión era, en parte, alguien poco deprimente de ver, pero no lo noté hasta ese día.

Crucé mis ojos y traté de hacer memoria. En realidad sonreía mucho, a veces me gritaba para que no fuera grosero con la gente y en ocasiones se enojaba como cualquier persona. Era alguien normal, pues. Yo llevaba una semana sin rayarle pitos en el pupitre y comencé a extrañar eso.

Qué me asustaba tanto de este wey, hasta me dio dinero en mi cumpleaños para que me comprara unos Cheetos.

-Yo no tengo idea, no sé qué decir. Yo tengo el ritmo de un sofá -masculló con su voz de pito, y ni siquiera en el tono original de la canción-. Lo que yo pasé, qué tragedia fue. Más millonario yo no quiero ser.

-Mira, tengo un trabajo muy bueno. Tengo libros que yo quiero leer -me uní a él, sellando al mismo ritmo sin mirarnos a los ojos-. Todas las viejitas con sus chales...

¿Qué iba o qué?

-Y chambritas. -Terminó él, riéndose mientras lanzaba un ligero golpe con su zapato a mi pierna.

-Oye, Insomnio va a tocar mañana, ¿quieres que vayamos a verlo? Dal y Diabetes irán. -Agregué.

Depresión levantó la vista de inmediato. No sé si quería asustarme el hijo de la chingada pero lo logró. Ver su cara redonda lanzarme una mirada terriblemente molesta me asustó. Su hilo de ceja hizo énfasis en sus párpados muy marcados y sentí que sus pupilas se achicaron, no había sonrisa en su boca ni relajación en sus músculos faciales.

-¿En serio dijiste el nombre que menos quería escuchar cuando estaba distraído? -Preguntó hostil, consiguiendo un pequeño eco en el salón que gozaba de minimalismo para hacerse escuchar.

-Era puro pedo. -Me excusé con rapidez.

-No, dime, ¿él te habló o cómo sabes que tocará mañana? -Depresión relajó un poco su expresión pero su tono seguía a la defensiva. Yo seguí poniendo sellos aunque él se detuvo-. Lo siento por levantar la voz, pero dime, por fa...

Como que me habla más cuando está molesto, la neta.

-Recién hablé con él -hablé sincero, no era mentira todo lo que hablamos el domingo por la noche-. Dijo que quería hablar contigo para aclarar unas cosas, pero no sabía cómo afrontarte en la escuela ni estando solos así que pensó en invitarte el miércoles después de la tocada para hablar y... AH, NO SOY PALOMA MENSAJERA, ¿vale? Soy gavilán, bueno, tú me cachas.

-Cán, no consigo nada apareciéndome por allí. No me niego a hablar con él -se encogió, y dejó caer su mejilla sobre uno de sus hombros-. Estuve hablando con Mure y sé que lo mejor sería hablar con Inso pero no hay muchas cositas que decir. O al menos no de mi parte...

-¿Te da culo? -Cuestioné.

-No, yo solo...

-'Che, te da culo. -Saqué la lengua.

-Esas cosas no funcionan conmigo, me han molestado por años, ¿sabes?

-Miedoso.

-¿A qué hora vas mañana? -Fue severo.

La verdad no esperaba conseguir mucho, nada me beneficiaba, pero Dep aceptó aunque lo provoqué por mame. Me parecía que él solo buscaba una excusa para buscar a Insomnio, tal vez para gritarle, o perdonarle, o hablarle de cualquier mamada, no lo sé. Yo también tenía un pique extraño por ver a las personas que me caían gordas, solo porque me gustaba pelear.

"Es cansado", decía Cáncer 2. Ella tenía razón.

El miércoles llegó, estábamos todos a las 6 de la tarde caminando por la avenida principal donde se hallaba al restaurante que buscábamos. Diabetes le hacía plática a Depresión sobre partidos políticos o una madre así. Dep parecía no entender y Dia divagaba mucho.

-Disculpen. -Alguien chocó contra mi hombro y el de Dal, separándonos antes de detenernos frente al sitio.

-Disculpa tu puta madre. -Ladró el pelirrojo a espaldas del señor que se alejaba sin escuchar.

-Deberíamos darle un levantón... -Retrocedí en la banqueta para seguirlo, Dal me agarró de la chaqueta y desaprobó mis actitudes porque según hacía hambre y ya se oía la música dentro.

-Yo voy primero, Pap's. -Diabetes giró el cuello para vernos a todos, también lo dobló para mirar a Dep y después proseguir. Estiró sus brazos cual redentor y empujó la puerta que decía "jale".

-Ojalá les pagaran por ser idiotas. -Dal jaló el mango, y recibió el primer saludo de la mesera en la entrada que cobraba por la música en vivo.

"El gallo azul", nombre extraño pero que iba de la mano con el interior del lugar. Quería parecer de mala muerte pero se veía bastante bien, bastante emo en realidad, había mucho azul oscuro por todos lados y su logo parecía un gallo de pelea. Olía a pizza, alitas y papas hervidas. La chica que vestía de negro nos preguntó si queríamos una mesa al frente o queríamos ir al fondo para escuchar la música en vivo.

-Vinimos por la música -Dal estiró su mano al ver que le pondrían una pulsera-. ¿Hay dónde sentarse al fondo? Yo quisiera ver la carta.

-Sí, hay varios bancos y mesas, algunas disponibles porque se baja mejor la comida de pie. -Aclaró ella sonriente, pasando de Dal a Depresión para ajustarle la pulsera sin agregar mas que el bajo coste de la entrada.

-Miedo a estar sin ti. A no encontrarte más en mí -se escuchó la clara voz de Insomnio junto a una fuerte guitarra, Diabetes hasta me arrojó un golpe en el brazo para que reaccionara y me pusieran la pulsera porque solo faltaba yo-. En esta obscuridad sin Dios, cada vez más lejos del sol.

-Gracias. -Dal avanzó por la suela café que se iluminaba por el azul de las pequeñas luces colgantes como plantas.

Diabetes lo siguió. El techo estaba cubierto de láminas, lo distinguía en plena callejuela del centro. Aunque la primera división estaba a un costado de donde tocaban los chicos, seguía estando lleno y con cada paso se hacía más fuerte la voz.

-Te miro y sé que no está bien, que nada de esto puede ser. Que debes escapar de aquí, te tienes que alejar de mí.

No había puerta para entrar al segundo espacio, solo cruzabas y girabas un poco. Los otros dos lo hicieron sin dudar, yo los seguía hasta que choqué con Depresión, quien se paró de golpe y miró a los costados sin pensar que yo lo miraba.

-Sé que el mar, guarda nuestra historia. Tu cuerpo en mi memoria sin final. -Inso cantaba no tan culero.

-¿Quieres irte mejor? -Hablé alto aunque sonó bajo por el ruido, pero el chamaco volteó rápido hacia mí.

Va, que tampoco era mi intención traerlo, solo ver qué haría el Dep.

-No me da mie...

-Aunque no te tenga ya, sé que moriré al verte partir porque no te irás de aquí. -Rasgó la voz.

-Eso no importa, a la verga. Ya vámonos mejor, yo sí quería venir a viborear pero no te estoy juzgando a ti, ¿ya? -Dejé caer mis manos sobre sus hombros y traté de girarlo para ponernos en marcha.

-Quedará el recuerdo de estos versos que dejaste en mí. Huye, corre, aléjate de aquí. De esta dualidad en mí, o quédate bajo tu propio riesgo... Te haré sufrir.

-¿Venías a viborear? -Gritó, acercando su rostro a mi oído para que le escuchara-. ¿No puedo hacer eso también? Solo un poquito, tampoco quiero irme ahora.

La raza es muy complicada.

-Échale pues, a ver el cRingE que nos causa esta verga. -Sonreí con mi gran dentadura y empujé su espalda, adentrándonos juntos al origen de la música.

El techo parecía caído como si fuera un ático súper grande. Habían varias mesas hasta el fondo pero los chicos que tocaban estaban justo a un costado de la entrada que cruzamos. El "escenario" era un cuadrado 5 centímetros más alto que el suelo, y el primero en vernos fue el Hipersomnio que recurría a nuestro club. Pensó que vio a un fantasma pero se mantuvo quieto tocando la canción.

Dep aceleró el paso y miró al suelo mientras cubría con una mano parte de su rostro. Nos colamos entre algunas personas de pie y buscamos a Dal que se ponía cómodo en la mesa más profunda del sitio, cerca de la cocina. Habían velitas sobre la madera.

Diabetes apenas iba a decirnos sobre las alitas con salsa de mango pero me ahogué con el agua de cortesía al ver que el puto guitarrista se le acercó a Insomnio para murmurarle algo, y apenas en un microsegundo todos esos pendejos miraban hacia nuestra mesa.

-¿Qué les hicieron? -Hasta Daltonismo se sacó de pedo, es más, le dio frío con esa playerita negra sin mangas que usaba.

Depresión estiró su cuello fuera de su suéter para observar el otro extremo, de sostuvo con una mano de la mesa y me dejó a la vista nada más que la parte trasera de su corte.

-Al malacopa se le ven bien las camisetas blancas. -Agregó Dia, cantarín.

En efecto, Insomnio no apartaba la vista de nuestra mesa, poco relajado y con su ceja casi queriéndole tocar el ojo; eran pocos metros los que nos separaban. Yo ya comenzaba a oír campanas sin saber de dónde, la puta madre.

-Quiero más de ti, que claves tus uñas... -impostó su voz junto a su mirada, y sostuvo con una de sus manos el micrófono, dejando colgado el sonido de la segunda guitarra-, en mí. Llegar juntos hasta el final donde ya no existe el bien y el mal.

La mesera a un costado comenzó a tomar el pedido. Yo solo dije que pediría lo que pidiera Daltonismo ya que no tenía tantas broncas con la comida como Diabetes. Pero Depresión nos daba la espalda desde su asiento sin apartar la vista de los otros.

-Vuelvo en un rato para tomar su pedido... -La mesera agachó la cabeza y retrocedió.

-Aunque no te tenga ya, sé que moriré al verte partir porque no te irás de aquí. -La letra me fastidiaba ya, prefería hacer mis oídos sordos.

Unos sacaron sus teléfonos, yo bebí mi agua de mango que llegó al momento y la música solo se volvió algo del ambiente, incómodo.

-Huye, corre, aléjate de aquí, de esta dualidad en mí... O quédate bajo tu propio riesgo, te haré sufrir.

Miré el gallo pintado en la pared, manchado de azul como si fuera sangre de sus combates mortales con otros gallitos. Mordí algunos pellejos en mis labios, y fui paciente con la comida. Pero era raro pensar en cosas que nunca había pensando antes, en las que no quería pensar, ahora solo me hacían sentir inestable como una puta cucaracha con insecticida.

-Verga, ¿por qué los traje? -Solté, percatándome de que hace un rato la música se había silenciado.

Diabetes y Dal levantaron la vista hacia mí, tenían comida en la boca y a Depresión se le cayó su pajilla. Al parecer a unos los convencí por la comida, a otro porque lo traté de cobarde, y yo vine por chingar. Ahuevo, parecía un actor de porno que había tirado su guion solo para hacer lo que quisiera.

-Oigan, como que quiero volver a la escuela pronto. -Admití con una pequeña risa, sacudiendo mi vaso escarchado de chile.

Ellos siguieron comiendo. Pero ahí estaba mi problema, solo quería salir sin pensar en tanta mierda porque estar solo no iba conmigo, prefería pelear que estar en casa jalándomela toda la semana. Y me hacía feliz, saber que tres pendejos aceptaron seguirme sin un interés de por medio o por lástima, solo porque querían distraerse también.

No hablaba de mí mismo, ni ellos hablaban de sí, solo escupían cualquier tema en la marcha y pensé que no había que probar nada. Ni que yo era la verga o alguien más, solo éramos patéticos pasando el rato.

-¿Puedes venir conmigo para charlar? -Escuché la voz de Insomnio detrás de nosotros. Su sombra me cubría el cuerpo pero se dirigía a Dep, señalándole una puerta junto a la cocina-. Allá están los instrumentos y mis amigos. Por favor, solo un momento.

Diabetes elevó las cejas para crear drama, Daltonismo le peñizcó el brazo para evitar que dijera una pendejada. Todos bebimos con más fuerza de nuestras bebidas sin mirar al depresivo, no sabíamos lo que iba a responder pero aunque el tono de Insomnio no era hostil su rostro no parecía el más emocionado de hablar.

Inso estiró su mano y Depresión se levantó para que este no le tocara. Habían varios clientes en las otras mesas, dudé que estos fueran a pelear así.

-No voy a tocarte, ¿sí? Solo quiero hablar.

Insomnio convenció a Dep de retirarse. Nadie en la mesa tuvo los huevos de decir algo o acompañar a Depresión. Yo hace varios días quería gritarle al palote, pero ahora también me sentía desconectado entre dos personas que se conocían desde siempre.

-No creo saber qué pasa pero que sea lo que los doctores quieran que sea. -Expresó Diabetes.

-Entre la espada y la pared, eh. -Dal apretó sus párpados.

• • •
NE, ITSU MADE KONNO KIMOCHI NI SASERU...

Perdonen, pero es que no tengo mucho que decir, aaaaaah.

¿Qué piensan de que Cáncer quiere amigos y está tratando de buscar a las personas? Estar solo un rato le ayudó a darse cuenta de lo cansado que era incluso no tener alguien con quien discutir. Aprende de forma rara pero va paso a paso.


Mireeeeen, cambió la portada y le hice un meme. El mero final sería de la segunda parte porque a esta le queda un capítulo y termina bastante neutral.

También hice un boceto de Depresión a sus 27 años con un estilo que estaba probando (porque sí, me declaro culpable de haberlo hecho muy visual):

También este boceto que hice porque últimamente he querido practicar el blanco y negro y esa otra wea:


Ahora me retiro sin más que decir. ¿Pero ustedes? ¿De qué quieren hablar? Los leoooooo.

~MMIvens.

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