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Cuándo la inercia tiene incidencia en nuestro accionar diario y nos estanca, para un rotundo cambio necesitamos un acto motivador. Por ejemplo salir de un estancamiento cada mañana para comenzar temprano nuestro trabajo independiente. El acto motivador sería estipular una hora, digamos despertar a las 8hs. La noche anterior haber preparado lo que precisemos para el trabajo y a la hora crucial levantarse sin dudar. Allí sólo hacer lo adecuado y además “no pensar”. Sí nos ponemos a pensar, nuestro ego encontrará la excusa para que continuemos con la inercia. Seguir sólo con lo que hayamos estipulado para que luego la vida festeje con nuestro decir. “Hoy he tenido un gran “despertar” para este gran día”.