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Tuve un diario de gran enseñanza, dejé más de 1 día y medio a solas a mis entrañables cuatro compañías animales, de este momento de mi vida. Fui a firmar el divorcio de mi Rosa espinosa, jornada muy exigente y agobiadora. Lidié como un David contra el mismísimo Goliat. Todavía estoy en la trama y voy por mi feliz final en esta película. ¡Todo tiene que ver con todo!
Al llegar a mi hogar me encontré con lo que estaba dejando atrás en mi vida, mucha “mierda” en todo el piso, representando parte importante de mi mundo marital acabado. Todo tiene que ver con todo. Al entrar en la casa lo primero que hice cómo un ritual divino fue limpiar y liberar lo que esa suciedad recibida, o generada inconscientemente también por mí mismo, que ahí, así, estaba siendo representada. Todo tiene que ver con todo. Al salir de mi casa con toda la “suciedad de mi vida anterior” en una bolsa para ser expulsada, me recibe la última parte de esta liberación. Una gran tormenta de viento para llevarse toda esa “suciedad” y para limpiar radicalmente hasta el mínimo rastro de algo perjudicial, enfermo, dañino, de mi vida. Liberándome y purificando toda mi existencia.

¡Todo tiene que ver con todo!