28. Sexo telefónico
¿Creo que sí?
¿Eso le acababa de responder a Charlotte?
Ella rodó los ojos ante mi respuesta.
—Crii qui sí —Se burló y su voz hizo eco por todo el baño—. Como si no acabaras de meterme la lengua hasta la garganta.
—¡Bueno, ya está! ¡Sal de la ducha! —Avancé para empujarla fuera de mi vista—. Una viene a bañarse tranquila y la humillan.
Charlie comenzó a quejarse, pero avanzó. Arrancó una toalla de la pila que estaba doblada sobre el mueble y se la echó sobre los hombros como si se tratara de una manta. Continué empujándola hasta llegar a puerta.
—Y pégate un baño tú también arriba —le ordené cuando salió al pasillo—. A menos de que quieras que Noah te vea así.
La expresión de Charlie cambió por completo. Pasó de diversión a completa seriedad en menos de un segundo, como si acabara de recordar lo que Noah le había hecho.
Fuera, en el pasillo, sin el vapor del agua caliente, el frío me hizo temblar.
Ella dio un paso para marcharse y yo me dispuse a volver al baño, pero se arrepintió un momento después y volvió sólo para robarme un pequeño beso.
Quedé un poco atontada el resto de la ducha.
Cuando regresé al cuarto sólo Noah y Lola se encontraban allí.
Noah estaba sentada en el alfeizar de la ventana, con una pierna colgando del lado de adentro. Y Lola dormía acurrucada sobre mi cama.
Cuando entré, el sonido de la puerta la hizo volver el rostro hacía mí y me di cuenta de que estaba fumando. Lola alzó la cabeza y bajó corriendo para saltarme encima, pero cuando notó que mis piernas seguían un poco mojadas, intentó lamerme una.
—Lola, no. —Me quité la toalla del pelo y me sequé las piernas lo mejor que pude, pero ella intentó lamerme de nuevo.
—Ponte un pantalón largo —me aconsejó Noah—. Hace frío como para que estés con uno corto.
—¿Quién?
—Tú.
—Te preguntó. —Noah me hizo una mueca de disgusto como respuesta y continuó fumando—. Si mis padres te ven, me matarán —le advertí.
Ella golpeó con su uña el filtro del cigarro para que la ceniza cayera en el patio.
—Se fueron a dormir —me recordó—. ¿Dónde está Charlotte?
Probablemente bañándose.
Me senté en la cama, a una distancia prudente de donde ella estaba. Era la primera vez que estábamos realmente a solas desde que peleamos en su casa y se sentía extraño. Incómodo. No pude evitar sentirme un poco vulnerable, como lo hice aquella vez.
Entonces Lola apoyó su cabeza sobre mis piernas.
—Creí que tú sabrías mejor que yo —respondí.
Hacerme la estúpida se me daba bien.
Noah negó y bajó la mirada a su mano con el cigarro.
—Charlotte es una maleducada. —Se llevó su mano libre al pecho—. Yo tenía todo un monólogo preparado con las razones por las que debería de perdonarme, pero se fue corriendo antes de que pudiera comenzar.
—A lo mejor fue su instinto de supervivencia que le advirtió —bromeé.
Ella no rio.
Se mordisqueó el labio como si algo le estuviera angustiando y apartó la mirada de regresó al oscuro jardín.
—No quiero que se enfaden conmigo.
—Ya lo estamos —le recordé.
Al menos Alana y yo. Aún no sabía qué pensaba Charlie sobre Noah, pero dudaba que estuviera feliz.
Dejé una caricia en la cabeza de Lola.
—Creo que deberías saber... —Comenzó y se detuvo un momento, como si dudara sobre lo que iba decir—. Charlie una vez me dijo que le gustabas.
No tuve que fingir sorpresa, porque de verdad me sorprendió lo que dijo.
Yo sabía que le gustaba a Charlie, evidentemente, pero nunca le había contado a Noah sobre nuestra charla en el rio, esa vez que me lo confesó.
Y estaba tan acostumbrada a la rivalidad que había entre ellas que a veces me olvidaba que eran de ese tipo de amigas cercanas que se contaban cosas.
—¿Cuándo te lo dijo?
Noah negó.
—Hace mil años. Como en primero.
¿En primero?
Eso había sido hace cinco años.
¡¿Le gustaba a Charlie desde hace cinco años?!
Me levanté de la cama de golpe.
—¿Y nunca se te ocurrió decírmelo?
Ella me arrugó la frente con molestia, pero no se movió un centímetro.
—No era mi secreto como para que te lo contara.
—¿Y por qué me lo estás diciendo ahora?
Noah se rascó la nuca con la mano que tenía libre y bajó la mirada al suelo.
—Para que entiendas por qué estaba tan molesta esos días. —Se cruzó de brazos como si tuviera frío—. Fue hace mucho y creí que se le habría pasado, pero aún así se sentía de la mierda verla tan empalagosa contigo. Y luego tú diciéndole que la amas en el festival. Ya te lo he dicho: Ustedes dos me hacían sentir como la tercera rueda incluso cuando eras mi novia.
—A lo mejor lo eras —se me escapó.
Ella resopló.
—No me digas.
Charlie no volvió luego de media hora y yo no quería compartir la cama con Noah y con ella, así que salí a buscarla con una manta y un almohadón debajo de cada brazo para echarme a dormir en el sofá de la sala.
Bajé en silencio, con cuidado de no despertar a mis padres.
La luz de la sala de estar estaba apagada, pero la tele encendida. Se oía el murmullo de voces como si alguien la hubiera puesto para tenerla de fondo. Y luego la voz de Charlie.
Entré a la sala.
Ella estaba dándome la espalda, sentada en el sofá más grande con los pies sobre la mesa baja. Alcancé a ver su cabeza por encima del respaldo y el teléfono que sostenía contra su oreja.
Frente a ella se reproducía el canal de telecompras en la pantalla.
—¿Qué llevas puesto? —preguntó Charlotte en voz baja, como si no quisiera que nadie la escuchara.
Dejé caer mi almohadón y la manta con un jadeo.
—¿Con quién estás teniendo sexo telefónico?
Ella gritó, dejó caer su teléfono y se volteó para verme, aterrada.
Pasé por encima del respaldo del sofá para caer a su lado y tomar el aparato del suelo antes de que ella pudiera. Cuando encendí la pantalla, aparte de estar rota, mostraba el nombre de Alana.
—¿Has roto el cristal? —gritó Charlie.
Intentó quitarme el teléfono, pero me levanté para alejarlo de su alcance.
—Yo no he roto tu cristal.—Se lo enseñé como si fuera la prueba de un delito—. ¡Tus actos degenerados lo han hecho! ¡Charlotte, explícate!
Ella se abalanzó sobre mí y me lo arrebató de la mano, no sin antes empujarme con enfado.
—No estoy sexteando con nadie. Alana ha tenido una cita. —Tocó algo en su teléfono y el altavoz se activó—. Lo lamento, Alana. Una lesbiana me ha atacado.
—¿Esa es Andy? —preguntó la aludida desde el teléfono.
—Por desgracia. —Charlie se dejó caer sobre el sofá y se cubrió el rostro con una mano, exhausta—. Bueno ¿Qué te has puesto? Dime que no has ido con una camiseta rota.
Me senté junto a Charlotte para intentar ver la pantalla, aunque no fuera videollamada.
—No fue una cita —Alana suspiró como si ya se lo hubiera dicho antes—. Sólo me he cruzado con alguien y acabamos pasando el rato.
—Sí, a medianoche. Seguro —No necesité ver la cara de Charlie para saber que estaba rodando los ojos— ¿Y te ha acompañado a casa, o es un maleducado?
Sentí su brazo pasar por mi espalda y atraerme hacia ella para que me acurrucara a su lado. Cuando alcé la cabeza para verla me di cuenta de que lo había hecho sin siquiera darse cuenta.
Olvidé cómo respirar durante unos segundos.
—De hecho, estoy en su casa.
—¿Cómo?
—¿Qué?
—¿Qué haces ahí?
—Su madre cumplía años y me ha invitado a la fiesta. Tenían un pastel enorme y mucho alcohol. Ha estado bien —confesó—. De hecho, fue divertido. Su madre dijo que podía dormir en el cuarto de invitados. Él se desmayó en el sofá.
—Pues me alegro por ti —contestó Charlie. Su mano se cerró alrededor de mi cintura y dejé un pequeño beso en su hombro. Si alguno de mis padres o Noah decidía entrar a la sala de estar, estaríamos en problemas—. Ahora necesito saber qué ropa llevas puesta. Mi camiseta favorita de las tuyas es esa verde con volados, pero la de red azul es muy linda también.
—¿Le has pedido una foto de todo su guardarropa o qué? —le pregunté.
Yo sólo había visto a Alana usar negro en las clases.
—Tengo puesta la camiseta de crepúsculo.
—¿Cuál de todas? —Silencio—. ¿Alana?
—La que tiene la cara de Jacob.
Charlie se volvió a cubrir el rostro con una mano y a mí se me escapó una risa. Ella me dio un leve empujón con su hombro para que no me riera.
Continuó haciéndole preguntas para intentar sonsacar la identidad del tipo con el que Alana se estaba quedando, pero ella se negaba a contestar la mayoría de ellas. Luego de un par de minutos las dos se cansaron y acabaron cortando la llamada.
Aproveché el momento para recuperar la atención de Charlotte y me senté a horcajadas sobre sus piernas. Ella abrió los ojos con sorpresa y echó una mirada rápida hacia las escaleras.
—¿Estás loca? —me preguntó.
—¿Sabes qué me ha contado un pajarito hoy? Que te gusto desde primer año.
Ella arrugó la frente.
—¿Y ese pajarito por casualidad es tu ex novia con enanismo?
—¿Te gusto desde primer año? —insistí.
Ella apartó la mirada. Sus mejillas comenzaron a tomar color.
—No.
—¿No?
—Hagamos un trato. —Intentó enseriarse—. Yo te diré desde cuándo me gustas cuando tú me digas qué sientes por mí. Y no, no me comenzaste a gustar en primer año.
Levanté la cabeza para mirar al techo y respiré hondo.
—¿Supongo que me gustas?
—Sipingi qui mi gistis —volvió a burlarse y me sostuvo por las caderas—. Puedes hacerlo mejor que eso. Ahora sal de encima mío. La próxima vez que te sientes sobre mis piernas no me importará que estemos en la casa de tus padres.
-.-.-.-.-.-
Buenaass. ¿Cómo andan? ¿Qué hicieron esta semana?
Yo ya retomé las clases (yaaaay).
¿Qué piensan sobre Noah? ¿Creen que merece perdón por lo que hizo? ¿Que es un error que cualquiera podría cometer? ¿O que se la lleven a la hoguera? jajaj
Esta semana sólo hice un dibujo de Jade. No recuerdo si ya les mostré el de los outfits de Charlie. Pero bueno, ambas ilustraciones están en mi cuenta de instagram ash.quintana por si quieren ver más o menos cómo me imagino a mi varón.
¿Con quien creen que salió Alana? ¿Creen que la camiseta de team jacob fue una buena eleccion? jaj
Sin nada más que decir, me despido.
Que tengan bonita semana. Baii.
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