Capítulo 21
Sprout salió de la playa dejando atrás el murmullo de las olas. Caminaba por la plaza de Maretime Bay, donde el ambiente era tranquilo y apacible. Había pocos ponis paseando alrededor de la fuente central, algunos disfrutando de helados o bocadillos mientras conversaban relajadamente. El aire fresco de la tarde parecía calmar el ánimo de todos, y Sprout no era la excepción.
Mientras avanzaba, comenzó a tararear una melodía suave que le vino a la mente: "Tal vez". Era una canción que solía escuchar en su adolescencia, y ahora, entre todo lo que estaba sintiendo, las palabras y el ritmo parecían tener más sentido que nunca. Imaginando despierto, y de sus labios un murmullo salía.
Y ahora ven y tómame
Junto a ti yo volveré a nacer
Con cada paso, su voz apenas audible seguía la melodía, perdido en sus pensamientos. Estaba tan concentrado en su propio mundo que no notó la presencia de alguien más cerca de él.
— ¡Hola, Sprout!
La voz llegó de repente, alegre y llena de energía, rompiendo por completo su burbuja. Sprout dio un salto del susto, soltando un pequeño grito mientras se giraba rápidamente. Frente a él estaba Izzy, la unicornio con su característica sonrisa deslumbrante y esos ojos brillantes que parecían emocionarse por todo.
—¡Izzy! —exclamó Sprout, llevándose una pezuña al pecho mientras trataba de recuperar el aliento—. ¡Por los rayos! ¿Qué haces aquí? ¿Intentando darme un infarto?.
Izzy soltó una risa melodiosa, sin parecer afectada por la reacción de Sprout. —¡No fue mi intención! Solo te vi ahí, todo concentrado en tu canción, y pensé: "¡Es Sprout! Tengo que saludarlo".
Sprout la miró con una mezcla de incredulidad y resignación, aunque no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en sus labios. Izzy tenía esa habilidad de iluminar el ambiente, incluso cuando aparecía de la nada.
—Bueno, pues… misión cumplida, supongo —dijo finalmente, relajándose mientras bajaba la guardia.
Izzy inclinó la cabeza, curiosa. —¿Qué estabas tarareando? Parecía lindo.
Sprout se rascó la nuca, sintiéndose un poco avergonzado. —Es… nada, solo una vieja canción que me vino a la mente.
—¡Oh, tienes que cantármela algún día! —respondió Izzy con entusiasmo, dando un pequeño salto en su lugar—. Pero ahora… ¿a dónde ibas? ¿Puedo acompañarte?
Sprout dudó por un momento, pero algo en la energía contagiosa de Izzy le hizo pensar que no sería tan malo tener un poco de compañía.
—Supongo que sí. No tengo ningún plan en particular —respondió, encogiéndose de hombros.
Izzy sonrió aún más y comenzó a caminar junto a él, mientras la plaza seguía vibrando con la tranquilidad del atardecer. Mientras caminaban juntos por la plaza, Sprout no podía evitar sentirse un poco extraño. Aunque Maretime Bay había cambiado mucho desde aquellos días llenos de tensión entre las especies, él todavía llevaba consigo las secuelas de sus propios errores. Había logrado superar sus prejuicios hacia los pegasos, en gran parte gracias a Thunder, pero los unicornios aún lo ponían nervioso. La mayoría de ellos evitaban hablarle, y aunque no podía culparlos, eso solo lo hacía sentir más apartado. Sin embargo, Izzy parecía ser la excepción. Su energía imparable lo mantenía distraído mientras ella hablaba sin parar sobre cosas que Sprout ya conocía.
—Y entonces, ¿sabías que los unicornios solíamos tener hechizos para afilar ramas? ¡Era súper útil en los bosques densos! Pero ya no lo hacemos porque... ¿para qué usar magia si puedes llevar una sierra? —Izzy hablaba con entusiasmo, dando pequeños saltos mientras caminaba a su lado.
Sprout simplemente asintió, siguiéndole el juego. —Claro, eso tiene sentido… supongo.
Izzy lo miró de reojo y sonrió ampliamente, como si el simple hecho de que él le prestara atención fuera suficiente para animarla aún más.
Finalmente, sus pasos los llevaron frente a la comisaría. Las luces interiores estaban encendidas, y el edificio irradiaba una tranquilidad ordenada que contrastaba con el bullicio de la plaza. Izzy se detuvo frente a las puertas y las miró con curiosidad.
—¡Oh! ¿Es aquí donde trabajas? —preguntó, dando un paso hacia la entrada—¡Qué emocionante! ¿Puedo entrar?.
Sprout, sin embargo, se detuvo en seco. Sus ojos se posaron en la puerta, pero no se movió ni un centímetro. Izzy notó su repentino cambio de actitud y giró hacia él, ladeando la cabeza.
—¿Qué pasa? —preguntó, con un tono más suave—. ¿No quieres entrar?
Sprout apartó la mirada, incómodo, y dio un paso atrás. —No es eso… —murmuró, pero la inseguridad en su voz delató lo contrario.
Izzy se acercó un poco más, bajando su tono habitual. —Sprout, ¿hay algo en este lugar que te moleste?
Sprout suspiró, evitando su mirada. —Digamos que no es mi lugar favorito últimamente…
La sonrisa de Izzy se atenuó ligeramente, pero su calidez permaneció. No insistió de inmediato, pero su curiosidad no desapareció.
—¿Quieres que vayamos a otro lado? —ofreció, mirándolo con una mezcla de comprensión y ternura.
Sprout levantó la mirada por un momento hacia las ventanas iluminadas de la comisaría, pensativo. Luego asintió con un gesto breve. —Sí, mejor sigamos caminando.
Izzy, en su típico entusiasmo, se detuvo de repente frente a la puerta de la comisaría y miró a Sprout con una sonrisa traviesa.
—¡Vamos, solo un vistazo! No puede ser tan malo, ¿verdad? —exclamó antes de empujar la puerta con su magia y entrar sin esperar una respuesta.
Sprout, sorprendido y molesto, se quedó parado unos segundos, pero al ver que Izzy ya estaba dentro, soltó un bufido y la siguió rápidamente.
—¡Izzy! ¿Qué estás haciendo? ¡No puedes simplemente entrar así! —protestó mientras cruzaba la puerta.
Izzy estaba dando vueltas por el lugar, mirando todo con curiosidad, como si fuera una atracción turística. —¡Este lugar es increíble! ¿Es aquí donde procesan a los criminales? ¿Y este es el escritorio de Hitch? ¡Está más limpio de lo que esperaba!
—¡Izzy, sal de ahí! —gruñó Sprout, alterado.
—Oh, relájate, Sprout. No estamos haciendo nada malo —respondió ella, riéndose mientras se acercaba al escritorio de Hitch y comenzaba a inspeccionar unos papeles.
Sprout, completamente fuera de sí, se apresuró hacia ella. —¡Dije que salgas! ¡No puedes estar aquí!
En su prisa por detenerla, Sprout tropezó con una silla y perdió el equilibrio. En su caída, chocó contra Izzy, quien también perdió el equilibrio, y ambos cayeron directamente sobre el escritorio de Hitch.
El impacto volteó todo a su alrededor: una taza de café se volcó sobre la cabeza de Sprout, empapándolo, mientras que una rebanada de pastel medio comida que estaba en el escritorio terminó directamente en el rostro de Izzy. Ella se quedó en el suelo, con una carcajada imparable mientras se quitaba el pastel de la cara. Sprout, por su parte, estaba furioso, sacudiéndose el café de la melena.
—¡¿Izzy, qué demonios?! ¡Te dije que no entraras! ¡Mira este desastre! —gritó, apuntando a la mesa volteada y los papeles esparcidos por el suelo.
Antes de que Izzy pudiera responder, una voz grave y seria interrumpió el caos.
—¿Qué está pasando aquí?.
Ambos levantaron la mirada al mismo tiempo, encontrándose con Hitch parado en la puerta, con una expresión que combinaba incredulidad y molestia. Su mirada seria recorrió la escena: la mesa desordenada, Sprout empapado y enojado, Izzy cubierta de pastel, y todo el lugar hecho un desastre.
Sprout y Izzy se quedaron en silencio, incapaces de responder. La risa de Izzy se apagó lentamente mientras el ambiente se llenaba de una tensión incómoda.
Hitch dio un paso adelante, cruzando sus cascos frente al pecho. —Estoy esperando una explicación.
Sprout tragó saliva, evitando la mirada de Hitch, mientras Izzy, todavía con su característico optimismo, trataba de limpiar el ambiente.
—Bueno, técnicamente, fue un accidente… pero un accidente muy divertido, ¿verdad, Sprout? —dijo, riéndose nerviosamente.
Sprout solo dejó escapar un largo suspiro, sabiendo que la tarde no podía haber salido peor.
Sprout e Izzy estaban sentados en sillas alineadas contra la pared, con la mirada baja como si fueran dos potrillos regañados. Cada tanto, Izzy miraba a Sprout con una sonrisa traviesa, como si la situación le resultara más graciosa que incómoda. Sprout, en cambio, cruzaba los cascos frente al pecho, todavía empapado por el café, con el ceño fruncido y claramente fastidiado.
Al otro lado de la habitación, Hitch limpiaba el desastre que habían dejado, acompañado por sus fieles animalitos. Un conejo estaba acomodando papeles, mientras que un par de pájaros recogían las migajas del pastel esparcido por el escritorio.
De repente, la puerta de la comisaría se abrió y entró Sunny, con una sonrisa en el rostro que pronto se convirtió en una expresión de sorpresa al ver la escena frente a ella.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó, mirando primero a los dos ponis castigados y luego a Hitch, quien estaba colocando con cuidado una taza limpia en el escritorio recién ordenado.
Hitch soltó un suspiro cansado y se giró hacia ella, sosteniendo un trapo. —¿Qué no está pasando? —respondió con una mezcla de humor y resignación—. Estos dos decidieron convertir mi comisaría en un campo de batalla.
Sunny miró a Izzy, quien le dedicó una sonrisa inocente mientras se limpiaba un resto de pastel de la oreja, y luego a Sprout, que evitaba hacer contacto visual con cualquiera.
—¿Izzy? ¿Sprout? ¿Qué hicieron? —preguntó Sunny, con un tono más curioso que molesto.
Izzy levantó la pezuña como si estuviera en la escuela. —¡Fue un accidente! Solo estaba explorando, y Sprout se tropezó, y luego… bueno, ¡todo se salió de control!
—Tú te saliste de control —gruñó Sprout, mirando de reojo a Izzy.
Sunny no pudo evitar reírse un poco, a pesar de la evidente incomodidad de Sprout. Luego se acercó a Hitch, quien todavía estaba limpiando.
—Parece que has tenido una tarde ocupada, ¿eh? —dijo con una sonrisa divertida.
Hitch soltó otro suspiro, pero esta vez acompañado de una ligera sonrisa. —No es algo que planeaba, pero sí. Al menos los animales están ayudando.
Sunny asintió y luego volvió su atención a los dos ponis sentados. —Bueno, ¿y qué piensan hacer para compensar este desastre?
Izzy levantó ambas pezuñas, como si tuviera una idea brillante. —¡Podemos decorar la comisaría! ¿Qué tal un poco de brillo y cintas?.
Sprout dejó caer la cabeza en sus cascos, completamente derrotado. —Por favor, no hagas esto peor.
Sunny y Hitch intercambiaron una mirada cómplice, mientras trataban de no reírse abiertamente. La tarde apenas estaba comenzando, y claramente, las cosas en Maretime Bay nunca eran aburridas.
Con la ayuda de Sunny, la comisaría estaba finalmente en orden. Una vez terminado, Sunny colocó un casco sobre el hombro de Hitch.
—Izzy y yo nos vamos. Parece que tienen muchas cosas de las que hablar aquí —dijo, guiñándole un ojo antes de arrastrar a Izzy, quien seguía parloteando sobre decorar la comisaría con más "chispa y diversión".
—Buena suerte, Hitch —añadió Sunny mientras salían por la puerta.
Hitch dejó escapar un suspiro aliviado al ver que la comisaría volvía a estar tranquila. Sin embargo, al mirar a su alrededor, su atención se fijó en el escritorio vacío frente al suyo, el que alguna vez fue de Sprout. Su corazón se encogió un poco al recordar los días en los que Sprout trabajaba con él, aunque a regañadientes. Sabía que el tiempo había cambiado muchas cosas, y ahora, con la tensión que había entre ellos, la idea de que Sprout regresara parecía más complicada que nunca.
Perdido en sus pensamientos, Hitch se levantó de su silla y caminó hacia el baño. Sprout llevaba un buen rato ahí, y el silencio comenzaba a inquietarlo. Golpeó suavemente la puerta con un casco.
—¿Sprout? ¿Estás bien ahí? —preguntó con voz calmada.
Dentro del baño, Sprout estaba frente al espejo, pasando un paño húmedo por su crin amarilla, que seguía ligeramente pegajosa por el café. Sus movimientos eran lentos, casi distraídos, mientras intentaba despejar su mente. El reflejo que veía le resultaba tan familiar como ajeno: el mismo pony que siempre había sido, pero con un peso diferente en el pecho.
Al escuchar la voz de Hitch, detuvo sus movimientos. Por un momento, pensó en no responder, pero algo en el tono preocupado de Hitch lo hizo reconsiderar.
—Sí... estoy bien —respondió finalmente, aunque su voz sonaba más débil de lo que quería.
Hitch permaneció frente a la puerta, apoyando una pezuña contra ella. —No tienes que apresurarte, pero... si necesitas algo, estoy aquí.
Dentro, Sprout cerró los ojos y dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo las palabras de Hitch resonaban más profundamente de lo que esperaba.
La puerta del baño se abrió lentamente, y Hitch se quedó inmóvil al ver a Sprout salir. Una vez más, sus ojos verdes captaron toda su atención, esa intensidad que parecía ser capaz de perforarlo. Pero luego notó que la crin amarilla de Sprout estaba mojada, desordenada y, según su expresión de fastidio, aún un poco pegajosa.
Hitch, incapaz de contener una risa suave, cruzó los cascos frente al pecho. —¿Entonces? ¿El intento de limpieza ayudó en algo?
Sprout frunció el ceño y pasó una pezuña por su crin mojada. —No. Ahora estoy más pegajoso que antes, gracias por preguntar —respondió, con un sarcasmo ligero, mientras sacudía la cabeza para que unas gotas de agua salpicaran a Hitch.
Hitch dio un paso atrás, riendo mientras esquivaba las gotas. —¡Está bien, está bien! Mira, te prometo que un poco de paciencia con el jabón y estarás como nuevo.
Sprout rodó los ojos, aunque una pequeña sonrisa asomó en sus labios. Hitch aprovechó ese momento y miró el reloj de la pared.
—Bueno, ya es hora de cerrar la comisaría. Ayúdame con eso, ¿quieres?
Sprout asintió, siguiéndolo mientras ambos apagaban luces y aseguraban ventanas. La comisaría quedó en silencio mientras terminaban de recoger los últimos detalles.
Cuando todo estuvo listo, Hitch se dirigió a una puerta que Sprout no recordaba haber visto usar antes. La abrió, revelando una escalera que conducía a un pequeño segundo piso.
—¿Qué es eso? —preguntó Sprout, con curiosidad.
Hitch miró hacia atrás con una sonrisa. —Es el lugar donde me quedo a dormir algunas noches. Es más fácil cuando estoy de guardia tarde o cuando… bueno, no quiero regresar a casa.
Sprout levantó una ceja, pero siguió a Hitch mientras subían las escaleras. El espacio en el segundo piso era modesto pero acogedor. Había una cama, una pequeña mesa con una lámpara, y algunas estanterías llenas de libros y documentos.
—¿Así que este es tu escondite secreto? —bromeó Sprout, mientras echaba un vistazo al lugar.
Hitch se encogió de hombros. —Supongo que sí. No es gran cosa, pero es suficiente para mí.
El ambiente entre ellos era tranquilo, aunque cargado de una sensación extraña. Ambos parecían evitar mirarse demasiado, como si estuvieran midiendo sus palabras. Mientras Hitch acomodaba un par de cosas en la mesa, Sprout se dejó caer en una silla, observando el lugar con interés.
—¿Te quedas aquí esta noche? —preguntó Sprout, rompiendo el silencio.
Hitch se detuvo un momento antes de responder, su voz más suave de lo habitual. —Sí. Y tú... ¿ya tienes planes?
Sprout lo miró, su mente viajando a los eventos del día. A pesar de la incomodidad, algo en el ambiente se sentía menos pesado. Sprout se acomodó en la silla, recordando de repente la promesa que había hecho con Rob de ir al cine. Un ligero escalofrío recorrió su cuerpo al darse cuenta de que, a estas alturas, seguramente Rob estaría molesto por su ausencia. Tendría que inventar una excusa para justificarse, aunque no estaba seguro de cuál sería.
Mientras estaba absorto en sus pensamientos, Hitch lo observó desde la pequeña mesa y notó su expresión perdida.
—¿Quieres bañarte? —preguntó Hitch de repente, señalando una puerta al fondo del segundo piso.
Sprout lo miró con sorpresa, sin esperar esa oferta tan casual. —¿Qué? ¿Aquí?
Hitch asintió, colocando un casco sobre la mesa. —Sí, hay un baño ahí. No es nada especial, pero tengo buenos acondicionadores y champús. Te lo aseguro, incluso te dejarán esa crin amarilla como nueva.
Sprout vaciló, buscando una excusa para negarse, pero al final se rindió. Entre la insistencia de Hitch y el estado lamentable de su crin, no tenía mucho que perder.
—Está bien, pero más te vale que esos productos sean tan buenos como dices —respondió con una ligera sonrisa, poniéndose de pie.
Hitch le indicó la puerta con un movimiento de la cabeza. —Confía en mí, no te arrepentirás.
Sprout se dirigió al baño, aún con cierto recelo. Mientras tanto, Hitch encendió la televisión, buscando algo para dejar de fondo y romper el silencio incómodo. No prestó mucha atención a lo que transmitían, pero el ruido llenó el espacio y lo ayudó a distraerse.
Con la televisión encendida, Hitch se dirigió a la pequeña cocina al lado del área común. Abrió algunos armarios, buscando algo rápido y sencillo para preparar. Encontró unos vegetales frescos y algo de pasta, suficiente para una cena ligera. Mientras cortaba los ingredientes, echaba un vistazo ocasional hacia el baño, preguntándose cuánto tardaría Sprout.
Por su parte, dentro del baño, Sprout observaba los productos que Hitch había mencionado. Efectivamente, parecían de buena calidad. Se quitó el pegajoso recuerdo del café y dejó que el agua caliente relajara su cuerpo, mientras intentaba despejar los pensamientos sobre Hitch y, especialmente, sobre Rob. Pero…. ¿Siquiera le importaba?. Y mientras cocinaba , la puerta del baño se abrió nuevamente. Sprout salió del baño con el pelaje todavía un poco húmedo, dejando pequeñas gotas de agua que caían de su cola en el suelo a su paso. Se pasó una pezuña por la crin ahora suave y desenredada mientras caminaba hacia la cocina, donde Hitch estaba concentrado en cortar vegetales.
Se detuvo al lado de él, observando con curiosidad lo que cocinaba. —Oye... tengo que decir que me gustó mucho uno de tus acondicionadores —comentó casualmente, sacudiendo un poco su crin para demostrar el resultado.
Hitch volteó a verlo con una sonrisa de satisfacción. —¿Ah, sí? ¿Cuál?
Sprout frunció el ceño, intentando recordar el nombre. —No sé... pero era el que olía a vainilla.
Hitch soltó una pequeña risa mientras continuaba cocinando. —Ah, ese. Es uno de mis favoritos también. Lo uso para ocasiones especiales. ¿Ves? Sabía que te iba a gustar.
Sprout se apoyó en la encimera, observando los movimientos hábiles de Hitch mientras cortaba los vegetales y los añadía a una sartén caliente. El aroma comenzó a llenar el aire, mezclándose con el leve rastro a vainilla que emanaba de Sprout.
—¿Qué estás preparando? —preguntó, inclinándose un poco para ver mejor.
—Pasta con vegetales. Es simple, pero funciona. Pensé que podrías quedarte a cenar —dijo Hitch sin apartar la vista de la sartén, mientras removía los ingredientes.
Sprout lo miró, algo sorprendido por la propuesta, pero decidió no objetar. —Bueno... supongo que puedo quedarme un rato más.
Ambos se sirvieron la pasta con vegetales en platos sencillos y se acomodaron en el sofá frente a la televisión. La pantalla mostraba una película al azar que Hitch había dejado puesta, aunque ninguno de los dos prestaba demasiada atención. El sonido de los cubiertos chocando suavemente contra los platos llenaba el ambiente, acompañado por el tenue zumbido de fondo de la televisión.
A pesar de lo casual de la situación, había una tensión palpable entre ellos, un nerviosismo que ninguno lograba disimular del todo. El hecho de estar juntos otra vez, después de los eventos recientes, hacía que el aire se sintiera cargado de algo que ni siquiera podían
Sprout, concentrado en su comida, masticaba despacio mientras que a lo lejos lanzaba miradas fugaces a la pantalla. Por su parte, Hitch, con el plato apoyado en su regazo, apenas comía. En cambio, aprovechaba cada oportunidad que Sprout estaba distraído para mirarlo.
Sus ojos recorrían la figura de su antiguo compañero de trabajo, notando detalles que nunca antes había prestado atención: la forma en que su crin rubia caía suavemente sobre su frente después del baño, el reflejo de la luz en sus ojos verdes, la manera en que mordía su tenedor con pequeños gestos nerviosos.
Hitch suspiró en silencio, apartando la mirada antes de que Sprout lo notara. Había algo en la forma en que la simple presencia de Sprout llenaba el espacio que lo mantenía inquieto, pero al mismo tiempo, le resultaba difícil apartar la vista.
Sprout, ajeno a las miradas de Hitch, se inclinó un poco hacia la mesa para dejar su plato vacío. —Bueno, esto estuvo realmente bueno. No sabía que cocinabas tan bien —comentó, rompiendo el silencio con una sonrisa ligera.
Hitch rió, rascándose la nuca con nerviosismo. —Gracias, supongo que es una de esas cosas que aprendes cuando vives solo por tanto tiempo.
Sprout asintió, recostándose más cómodamente en el sofá. —Eso lo entiendo... aunque, bueno, nunca pensé que estaría compartiendo una cena contigo aquí.
Hitch sintió cómo un leve calor subía por su rostro ante ese comentario, pero solo rió suavemente y trató de concentrarse en la película, aunque su atención seguía fija en el pony que tenía al lado.
La película había cambiado a otra más ligera, con colores vivos y música animada, pero ninguno de los dos ponis estaba realmente prestando atención. El silencio entre ellos no era incómodo, pero para Sprout empezaba a sentirse como un vacío que necesitaba llenar.
Miró a Hitch de reojo, quien estaba recostado en el sofá, con la mirada aparentemente fija en la pantalla. Tomando aire profundamente, Sprout decidió romper el silencio.
—Oye... —comenzó, moviendo un poco las patas sobre el cojín para acomodarse mejor.
Hitch giró ligeramente la cabeza hacia él, arqueando una ceja. —¿Sí?
Sprout jugueteó con uno de los botones de su almohada antes de continuar, tratando de sonar casual, pero sintiendo su voz un poco más tensa de lo que esperaba. —Solo me da curiosidad… tú siempre has sido como… bueno, ya sabes, el "chico perfecto". Responsable, amable, querido por todos...
Hitch parpadeó, claramente sorprendido por el rumbo de la conversación. —¿Y eso qué tiene que ver?.
Hitch mantenía los ojos en la pantalla mientras la extraña película de romance adolescente seguía su curso. Las escenas exageradas de drama y torpeza lo tenían más distraído de lo habitual, aunque en el fondo sabía que era una excusa para evitar algo más.
Sprout, sentado junto a él, no podía evitar mirar de reojo a Hitch. Había algo que le intrigaba y, antes de pensarlo demasiado, decidió lanzarse.
—Oye, Hitch… —dijo casualmente, fingiendo que no era gran cosa. —¿Por qué no tienes pareja?.
Hitch se tensó de inmediato. Sus orejas se movieron ligeramente hacia atrás, y su mirada se centró aún más en la pantalla, como si estuviera tratando de memorizar cada detalle de la escena. Rápidamente, intentó desviar la conversación.
—¿Sabes? Estas películas siempre tienen el mismo final. —Hitch señaló la pantalla, forzando una risa. —El chico popular se da cuenta de que está enamorado de la chica torpe, y terminan juntos. Es predecible, pero funciona.
Sprout frunció el ceño, claramente no satisfecho con la respuesta. Se inclinó un poco más hacia Hitch, decidido a obtener algo más sustancial.
—Vamos, Hitch. Nos conocemos desde potrillos. —Su voz tenía un toque más serio ahora, aunque mantenía cierta calidez. —He visto cómo todos coqueteaban contigo durante toda tu vida, y nunca, ni una sola vez, te vi con una pareja. ¿Por qué?
Hitch finalmente suspiró, dejando caer los hombros como si se rindiera ante la insistencia de Sprout. Miró la pantalla un momento más antes de apagar el televisor con el control remoto. El silencio llenó el espacio por un instante.
—Es complicado, Sprout. —Hitch giró hacia él, con una mirada algo seria. —No es que no haya
Hitch miró a Sprout, y aunque había un toque de incomodidad en su postura, decidió abrirse un poco más, siempre cuidando no revelar demasiado. Maretime Bay era un lugar pequeño, y todos sabían todo sobre todos. Eso complicaba mucho las cosas.
—Está bien, te seré sincero. —Hitch suspiró, ajustándose en el sofá. —Hubo un par de ponys que… bueno, intenté darles una oportunidad. Pero cada vez que lo intentaba, algo salía mal. Así que decidí no continuar con eso.
Sprout arqueó una ceja, claramente intrigado, y se cruzó de cascos como si estuviera listo para escuchar un chisme.
—¿Mal cómo? —preguntó con una sonrisilla.
Hitch se llevó un casco a la frente, soltando una risa nerviosa. Trataba de saber cómo empezar.
—Bueno, hubo una vez en que llevé a cenar a alguien. Pensé que sería una idea romántica, ya sabes, una mesa en la playa, luces bonitas... todo eso. —Se encogió de hombros, mientras Sprout asentía, mientras se imaginaba mentalmente todo. —Pero resulta que tenía alergia al pescado, y yo no lo sabía. Y una ola nos golpeó por qué estábamos muy cerca. Terminó con un ataque de asma que no paraba y la cita la terminamos en el hospital. Y luego su padre me pidió amablemente que me alejara de ella.
Sprout no pudo evitar soltar una pequeña carcajada llevándose un casco a la boca para intentar contenerse. Hitch rodó los ojos, pero terminó riéndose también.
—¡Oh, vamos, no es tan gracioso! —dijo Hitch, aunque su sonrisa lo delataba. —Luego hubo otra cita... esta vez con alguien nuevo. Pero, bueno…
— ¿Por qué hablas así?. ¿Temes que descubra de quienes se tratan verdad?. — dijo con una mirada seductora.
— Si. Exactamente por eso. — Mencionó sin rodeos.
—Bien. ¿Qué pasó despues? —preguntó Sprout, todavía riendo.
—Bueno en medio de la cita porque decía que yo parecía demasiado nervioso. —Hitch negó con la cabeza, entre risas. — Me dió un calmante, lo acepté por qué también pensé que sería una buena idea. Pero eran demasiado fuertes y terminé durmiendo en la mesa. Y para cuándo desperté, todos se habían ido. Y los del restaurante ni siquiera trataron de despertarme. Pensaron que estaba muy cansado. Sprout se echó hacia atrás, soltando una risa que resonó en la sala.
—Oh, eso habría sido increíble de ver. Tu ahí solo y alrededor todos limpiando.
Hitch fingió estar ofendido, pero no pudo evitar reír también. Cuando las risas se calmaron, Sprout pareció pensarlo un momento antes de hablar.
—Está bien, mi turno. Yo también tuve citas horribles.
Hitch levantó una ceja, claramente interesado.
—¿Ah, sí? ¿Cómo cuáles?
Sprout se rascó la nuca, algo avergonzado, pero finalmente cedió.
—Bueno, había una vez una pegaso… pensé que era muy linda. Pero cuando salimos, no dejaba de hablar de sus ex. ¡La cita entera fue sobre ellos!. Y cuando estaba por irnos llegó su ex con su nueva pareja. Y comenzaron a pelearse por eso. — volviendo a recordar. — Fue ahí donde conocí a Thunder. Término golpeado por qué comenzaron a pelearse con él después.
Hitch soltó una carcajada, imaginándome a Sprout incómodo. Y sobre todo, ver a Thunder siendo golpeado por dos pegasos.
—Eso suena... doloroso.
—¡Lo fue! —Sprout se quejó, aunque con una sonrisa. —Y luego hubo otra vez, con una unicornio... Si. Traté de unirme a ellos pero, nunca me dijo que era vegetariana, así que la llevé a un asador. Pasé toda la noche disculpándome mientras comía una asquerosa ensalada.
Ambos se rieron, y por un momento, la tensión entre ellos desapareció por completo. Era fácil reírse de sus torpezas y darse cuenta de que, al final, ambos compartían más de lo que pensaban. Mientras seguían compartiendo historias de sus citas fallidas, la conversación entre Hitch y Sprout comenzó a cambiar de tono sin que ninguno de los dos se diera cuenta. Las risas eran constantes, y la cercanía en el sofá se había reducido más de lo que cualquiera de los dos parecía notar.
—Bueno, al menos aprendiste algo, ¿no? —comentó Hitch con una sonrisa, inclinándose un poco hacia Sprout. —Tal vez la próxima vez deberías preguntar Sprout le devolvió una mirada astuta, fingiendo indignación.
—¡Oh, por favor! Como si tú fueras un experto en citas perfectas, señor "azul durante dos días".
Hitch soltó una carcajada, y sin pensar, le dio un ligero empujón en el hombro a Sprout.
—¡Oye! Eso fue culpa del hechizo, no mía.
Sprout se rió, y mientras se acomodaba de nuevo, dejó su casco cerca del de Hitch. Sus ojos verdes brillaban con diversión, pero había algo más en su mirada, algo que ni él mismo terminaba de entender.
—De todas formas, no creo que sea tan difícil sorprender a alguien en una cita. —Sprout levantó la barbilla, fingiendo confianza. —Apuesto a que yo podría planear algo mucho mejor que tú.
Hitch arqueó una ceja, inclinándose ligeramente hacia él con una sonrisa desafiante.
—¿Ah, sí? ¿Tú, el maestro de las citas fallidas? Me encantaría ver eso.
La cercanía entre ambos se hizo evidente. Sprout pudo sentir la calidez de Hitch, y por un segundo, olvidó por completo lo que estaba diciendo. Sin embargo, decidió seguir el juego.
—Oh, claro. Pero sería injusto dejarte averiguarlo. No querría que te enamores perdidamente de mí después.
Hitch soltó una risa suave, aunque por dentro sintió que algo en ese comentario lo hizo tambalearse.
—¿Y quién dice que no lo haría? —respondió con un tono juguetón, sin darse cuenta de lo que acababa de decir.
El silencio que siguió fue breve, pero cargado. Ambos se miraron, como si la conversación hubiera tomado un giro inesperado que ninguno planeaba. Sprout tragó saliva, y aunque quería responder algo ingenioso, lo único que salió de su boca fue una risa nerviosa.
—T-te estás tomando muy en serio esta competencia de citas —dijo, tratando de romper la tensión.
Hitch, notando el cambio, también rió suavemente, aunque no podía evitar sentirse extrañamente cómodo en ese momento.
—Bueno, es fácil tomarse en serio algo cuando tienes un rival tan competitivo.
Ambos rieron, pero mientras sus miradas se cruzaban, no pudieron evitar sentir que la línea entre bromear y coquetear había desaparecido, aunque ninguno estaba seguro de cómo dar el siguiente paso.
El ambiente en la sala se volvió denso y cargado con cada segundo que sus miradas se mantenían fijas. La conversación, las risas y los comentarios coquetos parecían haberlos llevado inevitablemente a este momento. Hitch fue el primero en moverse, inclinándose hacia Sprout y cerrando la distancia entre ellos sin pensarlo dos veces.
Los labios de ambos se encontraron, suaves al principio, pero el beso se volvió rápidamente más intenso. Hitch tomó el control, inclinándose más sobre Sprout mientras profundizaba el contacto, mostrando su lado dominante. Sprout, sin embargo, no iba a quedarse completamente atrás.
Con una determinación inesperada, Sprout usó su peso para empujar a Hitch hacia el respaldo del sofá. En un movimiento rápido pero torpe, lo hizo girar hasta que el sheriff terminó acostado boca arriba en el sillón, sorprendido por el cambio de posición. Sprout se inclinó sobre él, sus cabellos aún húmedos goteando ligeramente, mientras lo miraba con una mezcla de desafío y nerviosismo.
—¿Qué haces? —preguntó Hitch, ligeramente jadeante, pero sin apartar la mirada.
Sprout esbozó una pequeña sonrisa traviesa, apoyando uno de sus cascos junto a la cabeza de Hitch para mantener el equilibrio.
—No sé, ¿quién dice que tú eres el único que puede llevar la iniciativa?.
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