Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 20

El sol ya estaba alto en la Villa de los Ponys Terrestres, iluminando cada rincón con su cálida luz. En una habitación algo desordenada, una cama mostraba rastros de una noche agitada, con sábanas revueltas y almohadas esparcidas. En el centro de todo, Sprout y Thunder estaban abrazados, enredados entre sí como si la noche no hubiera sido suficiente para compartir.

Thunder fue el primero en moverse, abriendo los ojos lentamente. Su cabeza aún estaba un poco pesada, pero el descanso había hecho maravillas. Miró a su alrededor, notando el caos de la cama y cómo el reloj en la mesita de noche marcaba las 3 de la tarde.

— ¿En serio dormí todo el día? —murmuró para sí mismo, frotándose los ojos con un casco.

Cuando su mirada se posó en Sprout, quien aún dormía profundamente, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Sin poder evitarlo, volvió a acomodarse en la cama, rodeando a Sprout con sus patas y apoyando su cabeza en el hombro del otro. El movimiento, aunque suave, fue suficiente para que Sprout comenzara a despertar.

—Mmm… —murmuró Sprout, aún medio dormido mientras parpadeaba lentamente. Al sentir el peso de Thunder sobre él, se giró un poco para mirarlo—. ¿Qué hora es?

Thunder, todavía abrazándolo, respondió con voz tranquila, casi perezosa. —Tarde. Muy tarde.

Sprout rodó los ojos, aunque no pudo evitar reír. —Eso no es una hora, genio.

Thunder rió entre dientes, acomodándose más contra él. —Son las tres. Pero eso no importa. Estoy bien aquí.

Sprout dejó escapar una carcajada, estirándose un poco mientras trataba de despertarse por completo. —Sí, bueno, algunas cosas sí importan. Como comer algo. Vamos, dormilón.

Thunder hizo un sonido de protesta, pero al final se separó un poco, aunque no sin antes darle un ligero empujón juguetón con su nariz. —Está bien, pero solo porque lo dices tú.

Ambos rieron mientras se levantaban lentamente, todavía sintiendo los efectos de la noche anterior pero ya listos para enfrentar lo que quedaba del día.

Sprout caminó por el pasillo con Thunder justo detrás de él, ambos avanzando en silencio cómodo hasta llegar a un punto donde cada uno tomó su camino. Sprout se metió al baño, mientras Thunder, con un bostezo que parecía eterno, anunciaba:

—Voy a preparar algo sencillo. No esperes un banquete.

Sprout levantó una pata en señal de respuesta sin voltear, cerrando la puerta del baño detrás de él. Una vez dentro, encendió la luz y se acercó al espejo. Lo primero que vio fue su cabellera rubia completamente desordenada, mechones caídos por todas partes, recordándole lo poco que se había preocupado por su aspecto antes de desplomarse en la cama.

—Vaya desastre… —murmuró mientras abría el grifo, dejando correr el agua fría por unos segundos antes de inclinarse para lavarse el rostro.

El contacto del agua fría contra su piel lo ayudó a despejarse un poco, aunque no lo suficiente. Las horas que había dormido se sentían como un suspiro, incapaces de borrar el agotamiento acumulado de la trasnochada. Se secó con una toalla y volvió a mirarse en el espejo, esperando encontrar una versión más despierta de sí mismo. Pero, en lugar de eso, algo más cruzó su mente.

El reflejo de sus propios ojos lo traicionó, llevándolo de vuelta a la noche anterior. Sprout dejó escapar un pequeño suspiro mientras los recuerdos se deslizaban en su mente. Recordó cómo había comenzado todo con un comentario casual, una conversación que escaló rápidamente hacia un beso que nunca imaginó tener con Hitch.

Sus mejillas comenzaron a calentarse nuevamente, y bajó la mirada, como si quisiera evitar su propio reflejo. Pero el pensamiento permanecía. El calor de los labios de Hitch, la manera en que había tomado la iniciativa, y cómo Sprout había jadeado entre cada beso. Fue algo tan diferente, tan intenso, que ahora no podía dejar de pensar en ello.

—¿Qué me pasa? —susurró, apoyando ambas patas sobre el lavabo mientras intentaba recomponerse. Era Hitch, su amigo, su compañero de toda la vida. Pero ahora, esa imagen de "solo amigos" parecía tambalearse con cada recuerdo que volvía a su mente.

Sprout cerró los ojos un momento, respirando profundamente. Tal vez no fue tan importante para él como lo fue para mí, pensó, pero el pensamiento no le traía consuelo. Había algo más en esos besos, algo que no podía ignorar.

Se enderezó nuevamente, sacudiendo la cabeza como si eso pudiera despejar sus pensamientos. Primero, comida. Luego, lidiar con esto. Decidido a no perderse en sus emociones, salió del baño, aunque las dudas aún lo seguían como una sombra.

Sprout salió del baño sacudiéndose los últimos rastros de agua de su rostro. El frío había ayudado a despejarlo un poco, aunque no del todo. Intentaba mantenerse concentrado, evitar que su mente vagara hacia Hitch y los recuerdos de la noche anterior.

Eso ya no importa. Lo de Hitch fue un error. Un momento que no debería significar nada.

Pero esa idea no lograba calmarlo del todo. Había algo de remordimiento aferrado a su pecho, una sensación que lo hacía cuestionarse una y otra vez. Años atrás, su enamoramiento por Hitch había sido tan obvio para él que, al no ver una respuesta, lo enterró profundamente, dándolo por perdido. Y ahora, todo volvía, poniéndolo en una situación que nunca pensó enfrentar.

Sin embargo, sus pensamientos se desvanecieron al llegar a la cocina. Ahí estaba Thunder, de espaldas, con sus alas ligeramente extendidas mientras cocinaba. Podía oler el aroma del tocino chisporroteando en la sartén y los huevos friéndose lentamente. Pero más que eso, fue la imagen de Thunder lo que lo atrapó.

El pegaso tarareaba una melodía tranquila, completamente ajeno a la presencia de Sprout. Había algo tan natural en la manera en que Thunder se movía, en cómo su voz llenaba suavemente el espacio, que hizo que Sprout sintiera un golpe inesperado en el pecho.

¿Qué estoy haciendo? pensó, sintiendo una punzada de culpa. Thunder no merecía que su mente estuviera dividida, especialmente ahora que comenzaba a enamorarse de él.

Sprout apretó los dientes, intentando decidir si debería decirle algo o si era mejor guardar ese beso como un secreto. Pero mientras más miraba a Thunder, mientras más escuchaba su tarareo y observaba cómo se concentraba en la comida, más se dio cuenta de cuánto significaba para él.

Sin pensarlo demasiado, Sprout se acercó, sus pasos ligeros sobre el suelo de la cocina. Se detuvo justo detrás de Thunder, observándolo por un momento más antes de tomar una decisión. Sin darle tiempo a reaccionar, colocó un casco en el hombro del pegaso y lo giró suavemente hacia él.

Thunder, sorprendido, apenas tuvo tiempo de parpadear antes de que los labios de Sprout se encontraran con los suyos. Fue un beso inesperado, repentino pero lleno de intención. Thunder se quedó inmóvil al principio, sus ojos abiertos por la sorpresa, pero rápidamente se relajó, respondiendo al beso con una calidez que parecía envolverlos a ambos.

La sartén seguía chisporroteando en el fondo, pero en ese momento, nada más importaba. Sprout cerró los ojos, dejando que todo lo demás se desvaneciera. Esto es lo que quiero. Aquí es donde quiero estar.

Cuando finalmente se separaron, Thunder lo miró, todavía procesando lo que acababa de pasar. —Bueno… eso fue inesperado.

Sprout sonrió, su rostro ligeramente ruborizado. —Tú lo eres, Thunder. —Se quedó en silencio un momento, luego añadió con una sonrisa más amplia—. Pero creo que estás quemando el tocino.

Ambos soltaron una carcajada, rompiendo la tensión mientras Thunder rápidamente volteaba hacia la sartén para salvar lo que quedaba.

La cocina estaba tranquila, con solo el sonido de los cubiertos chocando contra los platos y algún que otro crujido proveniente del tocino. Sprout y Thunder estaban sentados uno junto al otro, comiendo en silencio, disfrutando de la sencilla comida que Thunder había preparado. Aunque ninguno decía mucho, la cercanía entre ellos hablaba por sí sola, con sus patas ocasionalmente rozándose bajo la mesa.

Sprout estaba distraído, enfocándose en su plato mientras mordía un trozo de tocino. Estaba tratando de mantener su mente en el presente, en el momento con Thunder, pero las sombras de la noche anterior seguían colándose en su mente.

—Oye, Sprout —dijo Thunder de repente, rompiendo el silencio.

Sprout levantó la cabeza automáticamente al escucharlo, girando para mirarlo. Pero en el instante en que sus ojos se encontraron con los de Thunder, algo le jugó una mala pasada. Su mente, cansada y confusa, le mostró algo que no estaba ahí: los ojos ámbar de Hitch.

El impacto fue inmediato. El aire pareció atraparse en su garganta, y un segundo después, comenzó a ahogarse con el trozo de comida que tenía en la boca. Sprout llevó un casco a su garganta mientras tosía violentamente, tratando de recuperar el aliento.

Thunder reaccionó de inmediato, soltando su tenedor y girándose hacia él. —¡Sprout! ¿Estás bien? —preguntó con urgencia, poniéndose de pie.

Sprout agitó la cabeza mientras seguía tosiendo, tratando de aclarar su garganta. Después de unos momentos que se sintieron eternos, logró expulsar el trozo de comida, respirando profundamente mientras se inclinaba sobre la mesa.

—¡Por las nubes, me asustaste! —exclamó Thunder, colocando una pata en el hombro de Sprout con preocupación—. ¿Qué pasó?

Sprout sacudió la cabeza, todavía tosiendo ligeramente mientras recuperaba el aliento. —Nada… nada… —dijo entre jadeos, evitando mirar directamente a Thunder—. Solo… mala suerte.

Thunder frunció el ceño, claramente no convencido, pero decidió no presionar. —Bueno, mastica mejor la próxima vez, ¿sí? No quiero que te me ahogues en medio del desayuno.

Sprout asintió, forzando una pequeña sonrisa. —Sí… lo siento.

Thunder regresó a su asiento, aunque aún lo observaba de reojo, preocupado. Mientras tanto, Sprout tomó un sorbo de agua, tratando de calmarse. Pero en su mente, el incidente lo había dejado tambaleándose. ¿Por qué lo vi a él?

Mientras Thunder retomaba la conversación, Sprout intentó centrarse nuevamente en el presente, en Thunder. Pero el recuerdo de Hitch seguía acechándolo, más fuerte de lo que quería admitir.

El día avanzaba lentamente, con el sol comenzando a descender en el horizonte y bañando la villa con tonos anaranjados. En la casa de Sprout, la atmósfera se había relajado, ambos disfrutando de la calma tras la extraña mañana.

Después de un rato, Sprout se levantó del sofá y estiró las patas. —Voy a tomar una ducha. Ya me siento un desastre después de todo esto.

Thunder, quien estaba tumbado boca abajo en el sofá, levantó la cabeza con una sonrisa traviesa. —¿Qué tal si te acompaño? Podría ahorrar agua.

Sprout se giró, arqueando una ceja mientras lo miraba. —Ni lo sueñes.

Thunder soltó una carcajada y lo siguió hasta el pasillo, ignorando la protesta de Sprout mientras caminaba detrás de él. Cuando llegaron al baño, Thunder estaba a punto de seguirlo adentro, pero Sprout lo detuvo con un casco firme sobre su pecho.

—No hemos llegado a ese nivel, Thunder —dijo, frunciendo el ceño aunque con un tono más juguetón que serio.

Thunder levantó las alas con dramatismo, fingiendo rendirse. —¡Está bien, está bien! Solo bromeaba. —Pero antes de que pudiera retroceder, un movimiento rápido de Sprout lo tomó por sorpresa.

Sprout, con una sonrisa que mezclaba travesura y determinación, lo empujó hacia el baño, cerrando la puerta detrás de ambos. —¿Ah, sí? Pues ahora vas a bañarte conmigo.

Thunder parpadeó sorprendido, pero no tuvo tiempo de protestar. Antes de que pudiera decir algo, Sprout ya había abierto la ducha, dejando que el agua caliente comenzara a llenar el baño de vapor.

—Esto es trampa —murmuró Thunder, aunque no podía evitar reír mientras Sprout lo arrastraba bajo el agua.

—Si vas a bromear, mejor prepárate para las consecuencias —respondió Sprout con una sonrisa divertida.

El vapor envolvió rápidamente el espacio reducido, haciendo que el aire se sintiera pesado pero cálido. Ambos compartieron ese momento con risas y comentarios ligeros, sin cruzar ningún límite que hiciera la situación incómoda. Durante los veinte minutos que pasaron allí, el tiempo parecía detenerse, y la conexión entre ellos se sentía más fuerte que nunca.

Cuando finalmente salieron del baño, con el cabello empapado y las toallas alrededor de sus cuerpos, Thunder se detuvo en la puerta de entrada, listo para marcharse.

—Supongo que es hora de irme. —Thunder sonrió, mirando a Sprout con cierta calidez en los ojos.

Sprout asintió, aunque había algo en su expresión que mostraba que no quería que se fuera. —Sí… pero no tardes mucho en regresar.

Thunder soltó una pequeña risa antes de inclinarse para darle un beso rápido en la mejilla. —No te preocupes, rubio. Nos vemos pronto.

Sprout se quedó en la puerta mientras Thunder se alejaba, viendo cómo el pegaso extendía ligeramente las alas antes de desaparecer por el camino. Una vez que estuvo solo, Sprout dejó escapar un suspiro, su mente dividida una vez más entre el presente y los recuerdos de la noche anterior.

A las seis de la tarde, el sol comenzaba a ocultarse, y una suave penumbra llenaba la casa de Sprout. El silencio reinaba en el lugar, roto únicamente por el leve crujir del suelo bajo sus cascos mientras caminaba hacia la sala.

Se dejó caer pesadamente en el sofá, dejando escapar un suspiro cansado. Con un movimiento mecánico, tomó el control remoto y encendió la televisión. Las luces de la pantalla iluminaron la estancia, llenando el ambiente con el sonido de algún programa al azar. Ni siquiera estaba prestando atención; solo necesitaba algo que rompiera el vacío de la casa.

Sin embargo, el ruido no era suficiente para distraerlo de lo que sentía. Algo extraño le pesaba en el pecho, algo que no lograba identificar de inmediato. Miró alrededor, observando la sala como si buscara algo que lo reconfortara, pero solo encontró el desorden que quedaba de las últimas horas con Thunder.

Por un momento, sus pensamientos vagaron hacia su niñez. Había pasado tantos días solo en esta misma casa, acostumbrándose a la soledad que parecía ser su única compañía constante. En ese entonces, no le molestaba. Era normal, casi parte de su rutina. Siempre estuve bien estando solo, pensó, pero esta vez era diferente.

El silencio de la casa ahora le parecía más grande, más opresivo. Antes, Thunder estaba allí, llenando el espacio con su risa y su presencia cálida. Ahora, sin él, la soledad se sentía distinta. No era simplemente estar solo; era sentirse abandonado.

Sprout bajó la mirada, apretando el control remoto en su casco. ¿Por qué me siento así? pensó, aunque ya sabía la respuesta. Había dejado entrar a alguien en su vida, alguien que lograba romper con la monotonía y el vacío que siempre había conocido. Y ahora que Thunder no estaba, esa ausencia se sentía como un agujero imposible de ignorar.

El programa en la televisión continuaba, pero Sprout apenas lo registraba. Se hundió un poco más en el sofá, cruzando las patas mientras intentaba calmar esa sensación que lo atormentaba. Por primera vez en mucho tiempo, deseó no estar solo, deseó que alguien estuviera allí para llenar el silencio.

Pero no había nadie. Y eso dolía más de lo que quería admitir.

Sprout tomó su celular del brazo del sofá y comenzó a deslizar su casco por la pantalla, revisando mensajes antiguos, notificaciones que no le interesaban y fotos guardadas. No buscaba nada en particular, solo necesitaba distraerse. Sin embargo, al detenerse en la lista de contactos, su mirada se fijó en un nombre: Hitch.

El impulso de llamarlo lo golpeó como una ola. Al menos tendría a alguien con quién hablar, pensó. Hitch siempre había sido el centro de atención, el que sabía cómo llenar cualquier espacio vacío con su carisma y facilidad de palabra. Pero tan rápido como la idea surgió, la desechó.

El recuerdo de lo que había pasado entre ellos la noche anterior lo hizo apretar la mandíbula. No sabía cómo manejarlo, no sabía si Hitch estaría pensando en eso, si estaría tan confundido como él. ¿Qué podría decirle? ¿Hola, Hitch, me siento como un desastre?. Solo imaginar la conversación le mareaba.

Dejó el teléfono a un lado, poniéndose de pie. Necesitaba salir, despejar su mente antes de que explotara.

Las calles de la villa estaban llenas de ponys terrestres y algunos pegasi que paseaban o charlaban animadamente. Sin embargo, para Sprout, todo se sentía distante, como si estuviera caminando en un mundo diferente. Nadie le prestaba atención, y eso no era nuevo; desde que dejó de ser el comisario suplente, su presencia había perdido peso en la comunidad.

Sus pasos lo llevaron casi sin pensar hasta la playa, donde las olas rompían suavemente contra la orilla. El sol se había hundido lo suficiente como para teñir el cielo de tonos rosados y dorados, reflejándose en el agua como un espejo.

Sprout se dejó caer en la arena, mirando el horizonte. La brisa salada acariciaba su rostro y despeinaba su crin rubia, pero no le importaba. Solo necesitaba ese momento, lejos de todo, para pensar y tratar de entenderse a sí mismo.

Mientras las olas seguían su vaivén constante, Sprout dejó escapar un largo suspiro, sintiendo cómo la arena se hundía bajo su peso. Por primera vez en todo el día, el ruido de su mente parecía apaciguarse, aunque fuera un poco. ¿Qué estoy haciendo con mi vida? pensó mientras el agua continuaba moviéndose al ritmo de la naturaleza.

Sprout seguía sentado en la arena, observando cómo las olas rompían suavemente en la orilla. Sus pensamientos lo tenían tan absorto que no notó que alguien se acercaba hasta que una voz grave y tranquila rompió el silencio.

—¿Puedo acompañarte?

Sprout levantó la mirada rápidamente, sobresaltado. Frente a él estaba Rob, un pony de semblante sereno que llevaba su característico sombrero gris. Sprout parpadeó, confundido. No recordaba la última vez que había hablado con él. En realidad, apenas si tenían alguna conexión más allá de los encuentros ocasionales en la villa.

—Uh… sí, claro —respondió finalmente, aunque su tono delataba lo desconcertado que estaba.

Rob sonrió ligeramente y se sentó a su lado, dejando un espacio razonable entre ambos. El silencio regresó por unos segundos, roto solo por el sonido de las olas y la brisa que soplaba suavemente. Sprout miró de reojo al pony, todavía tratando de entender qué lo había llevado hasta ahí.

—No esperaba encontrar a nadie aquí —comentó Rob, mirando el horizonte con calma—. Es un buen lugar para pensar.

Sprout asintió lentamente, cruzando las patas mientras jugaba con un poco de arena entre los cascos. —Sí, supongo que sí.

—¿Día difícil? —preguntó Rob después de un rato, con un tono que no era intrusivo, sino más bien amigable.

Sprout vaciló antes de responder, sin saber exactamente qué decir. No podía negar que algo en la compañía de Rob resultaba… extrañamente relajante. Tal vez esto sea lo que necesito, pensó. Una distracción, alguien con quien hablar que no esté directamente ligado a todo lo que estaba pasando.

—Algo así —admitió finalmente, encogiéndose de hombros.

Rob no presionó por más detalles, lo cual Sprout agradeció. En lugar de eso, el pony con sombrero miró al horizonte nuevamente, dejando que el silencio llenara los espacios entre ellos de manera cómoda.

A pesar de la confusión inicial, Sprout comenzó a sentirse un poco más tranquilo. Por primera vez en todo el día, no se sentía completamente atrapado por sus pensamientos. Quizás esto no está tan mal, pensó mientras se permitía relajarse un poco más. La charla entre Sprout y Rob fluía de manera sorprendentemente ligera mientras caminaban por el paseo que bordeaba la playa. El ambiente, ahora más relajado, parecía haber ayudado a Sprout a olvidarse por un momento de sus preocupaciones. Ambos decidieron parar en un pequeño puesto de smoothies, donde Rob pidió un batido de mango y Sprout uno de fresa.

Mientras esperaban, notaron cómo algunos ponys de la villa los miraban con curiosidad. La relación de Sprout con los demás todavía estaba marcada por lo que había sucedido en el pasado, y aunque muchos no lo perdonaban del todo, verlo reír y bromear con Rob parecía descolocarlos.

—¿Notaste eso? —comentó Sprout en un susurro, inclinándose ligeramente hacia Rob mientras tomaba un sorbo de su batido.

—Déjalos. La curiosidad no mata, pero entretiene —respondió Rob con una sonrisa despreocupada, lo que provocó una ligera risa en Sprout.

Ambos continuaron su charla, ahora enfrascados en discutir sobre una película que Rob había sugerido ver juntos más tarde.

—No tiene sentido, Sprout. ¡El villano tiene más lógica que los protagonistas! —decía Rob, agitando su batido como si quisiera enfatizar su punto.

—¿Qué lógica? ¡Es un tirano con complejo de superioridad! —respondió Sprout, riéndose mientras se defendía.

—Eso lo hace interesante. ¿O prefieres héroes que nunca cometen errores? —Rob alzó una ceja, provocándolo.

Sprout estaba a punto de responder cuando una voz conocida interrumpió su conversación.

—¿Rob? ¿Sprout?

Sprout se tensó de inmediato al escuchar esa voz. Levantó la mirada lentamente, confirmando lo que temía. Hitch estaba allí, parado frente a ellos con una expresión curiosa y un smoothie en la pezuña.

Rob fue el primero en reaccionar, saludándolo con un leve movimiento de cabeza. —Hitch, ¿cómo va todo?

Hitch respondió con su característica calma, pero su atención rápidamente se centró en Sprout, quien trataba desesperadamente de no mirarlo. Cada vez que lo hacía, los recuerdos de la noche anterior lo golpeaban: la sonrisa de Hitch, el tacto de sus labios, la intensidad del momento compartido.

Hitch notó la tensión y, después de intercambiar algunas palabras con Rob, se dirigió a él directamente. —¿Te importa si hablo con Sprout un momento?

Rob miró a Sprout, quien parecía demasiado incómodo para responder. Finalmente, asintió con una leve sonrisa. —Claro. De todos modos, tengo que hacer un par de cosas. Nos vemos más tarde, Sprout. —Rob le dio un toque ligero en el hombro antes de marcharse.

Sprout observó cómo Rob se alejaba, sintiéndose un poco expuesto ahora que estaba solo con Hitch. Trató de distraerse tomando un largo sorbo de su batido, pero la mirada fija de Hitch lo hizo darse cuenta de que no podía evitar lo que venía.

La atmósfera entre Sprout y Hitch era extrañamente pesada, cargada de silencios incómodos y miradas que ninguno de los dos lograba sostener por más de un par de segundos. Ambos intentaban hablar, pero cada vez que uno abría la boca, el otro hacía lo mismo, terminando en más silencio.

Sprout jugueteaba con su smoothie, evitando mirar a Hitch directamente, mientras este pasaba una pezuña por su crin, un gesto nervioso que no lograba disimular. Finalmente, Hitch soltó una risa breve, claramente nerviosa, rompiendo la tensión.

—Esto es… raro, ¿verdad? —dijo Hitch, desviando la mirada por un momento.

Sprout apenas asintió, sin saber qué responder.

En ese instante, una suave brisa sopló desde la playa, despeinando ligeramente la cabellera rubia de Sprout. Un mechón cayó sobre sus ojos verdes, lo que obligó a Sprout a apartarlo con un movimiento casual. Pero para Hitch, ese simple gesto fue como un golpe a su imaginación. Se ve tan…. Detuvo el pensamiento antes de que pudiera completarse, cerrando los ojos un segundo para recomponerse.

Hitch respiró hondo y finalmente habló, su voz un poco más seria pero con un toque de nerviosismo. —Oye, sobre lo de anoche… —comenzó, sin saber exactamente cómo continuar—. Perdón. Creo que… bueno, ya sabes, el vino y todo eso… —Dejó escapar una risa incómoda—. Probablemente no fue lo mejor que pudiéramos hacer.

Sprout sintió un leve golpe en el pecho al escuchar esas palabras. No estaba seguro de qué esperaba, pero la mención del vino como excusa lo desanimó. Aun así, intentó mantener la compostura. Forzó una sonrisa y asintió lentamente.

—No te preocupes, Hitch. Yo también… —Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Yo también lo siento. Fui el que empezó todo, así que, supongo que estamos a mano.

Hitch lo miró, sorprendido por su tono tranquilo, aunque notó una pequeña sombra en la sonrisa de Sprout. Quiso decir algo más, pero las palabras no salían. En su lugar, solo asintió, dándose cuenta de que tal vez, para ambos, era mejor dejarlo ahí.

Un silencio más cómodo se instaló entre ellos mientras la brisa seguía soplando suavemente. Ambos se quedaron quietos, mirando al horizonte por un momento, cada uno lidiando con sus propios pensamientos. Pero Hitch sentía algo extraño así que solo lo miro por un rato.

—Se que tienes planes con... Rob. Si quieres, después de la película que vean, ven a mi casa. Podremos jugar a algo, oh ver una pelicula, ahora conmigo.

— Lo pensaré.

— Está bien. De todas formas, enviame un mensaje si aceptas. — Terminando su bebida. — Yo terminé mi turno ahora.

— ¿Tan temprano?.

— Bueno. No he dormido nada, también el día es lento. Seguro no pasará nada si me voy temprano a dormir un poco.

— Seguro. — Más animado. — Si pasa algo yo me encargo si quieres.

— No.

— Es igual.— Bromeo mirando la expresión del sheriff. Estaba acostumbrado a las salidas rápidas de Hitch, a veces tan impredecibles como su forma de actuar. Sin embargo, esta vez parecía genuino.

Sprout, esbozando una pequeña sonrisa. No estaba completamente seguro de qué implicaba ese encuentro, pero algo en la voz de Hitch le dio la sensación de que tal vez las cosas podrían mejorar entre ello.

—Nos vemos luego, Hitch.

Hitch asintió, aún con esa leve sonrisa, antes de dar un paso atrás.

—Nos vemos —dijo, antes de girarse y comenzar a alejarse, caminando hacia el camino que lo llevaría de vuelta a su casa.

Sprout se quedó allí un momento, observando cómo Hitch se alejaba, un nudo aún presente en su pecho, pero de alguna manera más ligero que antes. Tal vez lo que necesitamos es tiempo, pensó. Tal vez con el tiempo todo se aclarará.

Con un suspiro, se quedó un rato más y luego volvió a la playa, dejando que la brisa fresca le despejara la mente antes de volver a su casa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro