
Capítulo 27. Las puertas del calvario.
Dante, iba corriendo desesperado y sin mirar atrás, sintió como una rama le desgarraba la ropa cortando su piel, pero no importó. Seguía corriendo, aunque sentía que no estaba llegando a ninguna parte pues todo parecía igual. Los pulmones le ardían, todo le daba vueltas estaba perdido y no sabía cómo salir de ese lugar. Todo lo que veía a su alrededor eran árboles y un extenso verde que parecía no tener fin. Sintió que le faltaba el aire, todo a su alrededor dio vueltas y vomitó abundantemente.
―«Joe, ¿dónde estás?» ―se dijo a sí mismo.
Se agachó abrazando sus rodillas y comenzó a llorar con desesperación, estaba completamente solo y perdido. Necesitaba ser salvado y todo dependía de él mismo, pero él era «débil» se decía. Esnifó dejando escapar cientos de lágrimas. Ya estaba demasiado cansado y no quería otra cosa sino rendirse.
Una solitaria flor amarilla cayó frente a él. Unos hermosos ojos verdes aparecieron en su mente dándole fuerzas para ponerse de pie y continuar.
―«Aunque no estés presente me das las fuerzas para seguir» ―pensó reiniciando la caminata.
Caminó abatido sin mirar hacia adelante hasta que tropezó cayendo de bruces. Había llegado al borde de la autopista, ya estaba más cerca de la civilización. Su corazón se aceleró, miró los coches que se movían a toda velocidad y pensó en rogar por ayuda, pero tras varios intentos de llamar la atención de los automovilistas ninguno se detuvo. Comenzó a caminar sintiéndose como un idiota.
Divisó un grupo de chicas y sin pensarlo corrió para pedirles ayuda, pero debido a la desesperación y que no podía hablar; esas chicas, creyeron que las estaba atacando. Furiosas comenzaron a golpearlo y patearlo para luego salir corriendo del lugar, histéricas. No les importó las heridas que ya traía el chico ni la sangre, mucho menos los gritos de dolor y desesperación.
―¡Espero que eso te enseñe a respetar, maldito acosador! ―gritó una chica furiosa dándole una patada en el abdomen provocando que Dante vomitara sangre.
Dante se rodó sobre su espalda para tratar de respirar un poco mejor pues tanta sangre lo estaba ahogando. No solo tenía una pierna rota, sino que los golpes que le habían propinado con anterioridad le rompieron un par de costillas. El cielo estaba comenzando a ponerse de colores dorados era un atardecer particularmente hermoso, como la mejor obra del mejor pintor, pero debido a las lágrimas en sus ojos lo veía borroso. Parecía verlo a través de un vitral.
―«¿Por qué el mundo a pesar de tener imágenes tan bellas como esta, es una mierda? No... no es el mundo, son los que habitan en él. El mundo es caóticamente perfecto, pero son quienes lo habitan los que lo vuelven un infierno, un lugar lleno de miseria y dolor. Ahora lo veo...».
Dante se rodó y como pudo se puso de pie. Se tambaleó un poco, aquella pierna rota le estaba dando problemas. Alzó la mirada y a lo lejos distinguió un viejo puente peatonal. Comenzó a caminar lentamente, se veía patético lleno de lodo y sangre por lo cual se llevaba insultos y malas miradas de algunos pocos transeúntes que caminaban por ahí, pero a Dante no le importó. Ni siquiera los miraba. No existían para él, se sentía ajeno a este mundo. Estaba solo y destruido.
Tenía frente a él los escalones para subir al puente. Una pareja de novios bajaba y lo miraron, ella con desprecio y él, con pena.
―¿No crees que deberíamos ayudarlo? Tal vez necesita ayuda mira...
―¡Obvio no! ¿Qué te pasa? Solo es un sucio drogadicto. No lo mires.
―Pero...
―¡He dicho que no! Es hombre, que se las arregle solo. Seguro se lo buscó ―sentenció ella.
Pasaron de largo discutiendo. Dante, ajeno a esta cruel realidad, dio un paso para subir al primer escalón y fue como subir una escalera hecha con sus peores recuerdos. El tiempo comenzó a ir más lento de lo normal.
Primer escalón: Dante en la escuela siendo golpeado (la escuela desde entonces le da miedo).
Segundo escalón: Dante siendo seguido por unos bravucones en un cajellón (desde entonces la gente le da miedo).
Tercer escalón: Dante se ha hecho pis en los pantalones rodeado de otros niños que se burlan de él (desde entonces su única amiga es la soledad).
Cuarto escalón: Abre su cuaderno y encuentra insultos horrendos escritos (desde entonces nunca deja solo su cuaderno).
Paso a paso su mente comienza a jugarle una perversa travesura que consiste en mostrarle sus miedos y peores pesadillas, cada paso duele como si caminara descalzo sobre espinas. Su mente y alma están rotas. Él está roto. Llega al último escalón y su rostro está partido por las lágrimas y su mirada perdida en el dolor. Ha llegado a la cima, frente a él se extiende el puente. No sabe por qué, pero quiere seguir caminando, aunque no tenga rumbo fijo.
El cielo ha cambiado a colores rojizos y violetas. Se acerca al barandal y una suave brisa acaricia su enlodado rostro, Dante aspira llenando de aire fresco sus pulmones. Se toma del barandal con ambas manos y grita hacia la nada, pero nadie escucha ese grito que clama ayuda. Los automóviles a metros bajo él avanzan a gran velocidad, le parecen estrellas fugaces. Tal vez puedan cumplir su deseo... que el dolor se acabe.
Sube un pie sobre el frío y oxidado metal, su mente está perdida su cuerpo está por sí solo. Cruza otro pie y se encuentra al borde del oscuro abismo. Se sostiene levemente del pasamano con ambas manos, se asemeja a una crucifixión. El llanto empapa su cara y ahoga su espíritu. Cierra los ojos, suspira y traga saliva, pero le sabe a sangre. Todo se vuelve oscuro.
―«Tal vez todo sería mejor si te siguiera, papá»...
Dante de niño está recibiendo burlas de otros chicos, pero él los ignora porque no puede oírlos, esos chicos creen que se está burlando de ellos y se le van encima a golpes. Dante pequeño está llorando con el labio partido y nadie lo ayuda. Dante mayor está observando todo desde la distancia y se acerca.
―¿Estás bien? ―Dante se sorprende, puede oír y hablar―. ¿Cómo es posible?
―Este es tu mundo, tú creaste este lugar para huir del dolor que inunda al mundo real ―le respondió Dante pequeño.
―¿Mi mundo?
―Sí. Aquí donde eres como todos y todos pueden ser tus amigos.
―¿Puedo quedarme para siempre aquí?
―¿Ya no quieres regresar al mundo real?... ¿por qué?
―¿Para qué? Ahí solo hay dolor... gente malvada ―se materializó Estíbaliz de la nada―. Gente en quienes no puedes confiar y te traicionan ―Estíbaliz se hizo humo y se materializó Marco.
―Pero, ¿no ha sido él quien el final te salvó? ―interrumpió Dante pequeño.
―Sí, pero el daño ya estaba hecho. Además, hay situaciones donde el malvado parece ser Dios ―todo se hizo humo y se trasportaron hacia la casa en llamas. Ambos Dantes desde lejos veían las llamas, Joe salvándolo del fuego y tratando de salvar a Tlacaélel―. Este había sido el peor momento hasta ahorita. ¿No fue suficiente con este dolor que he tenido que transitar por otro calvario una vez más? Discúlpame si quiero escapar de este mundo. Desde que tengo memoria papá y yo no hemos hecho otra cosa más que sufrir ―la escena cambió, de fondo Tlacaélel de rodillas suplicando por un trabajo.
»Frío, hambre e incertidumbre han sido nuestros invitados a la mesa que muchas veces estuvo más vacía que llena ―en el fondo Tlacaélel dándole su comida y diciéndole que no tiene hambre―. Y nadie nos ha tendido la mano, pero sí un puño ―Dante adolescente hecho un ovillo siendo pateado en el suelo―. Estoy cansado de luchar, solo quiero descansar... esto es demasiado agotador. Quiero que todo termine.
―Pero, ¿realmente no hay algo bueno allá afuera?
―¡Es que no lo ves! ―Dante sobre la roca gritando―. ¿Qué mundo donde pase esto puede ser bueno para alguien como yo?... ¿quién querría vivir en este mundo? ―Dante siendo humillado; Tlacaélel pidiendo ayuda para criar a su hijo sordo, pero nadie lo ve; Dante pataleando dentro de un coche; Tlacaélel llorando tras la casa para que Dante no lo viera; Dante sentado solo en el fondo de múltiples patios escolares deseando tener amigos, pero es invisible; Joe siendo llevado por los oficiales de policía... Joe sollozando en el suelo.
―¿Él no es suficiente razón? ―alzó una ceja el Dante pequeño.
―Él era la única razón por la cual he continuado, pero al final terminé siendo una carga. Por mi culpa ha tenido que pasar todo eso. Le hago más daño estando cerca que si desapareciera.
―Estás equivocado. ¿Es que eres idiota? ¿No ves cuanto te ama? Todas las locuras que ha hecho por ti, todo lo ha hecho porque te ama. El amor es un sentimiento tan inefable, tratar de entenderlo te llevaría muchas vidas. Sí, le han dolido algunas decisiones, pero no tanto como lo pudo haber sido el quedarse estancado en esa vida falsa que hubiera llevado. Tú siempre has sido la medicina que cura su dolor, como él la tuya. Si no te amara, si no estaría dispuesto a cargar con el peso de las decisiones que ha tomado hace mucho ya te habría dejado. Pero él sigue y seguro que en estos momentos está moviendo montañas para encontrarte. ¿No es por eso que siempre lo traes en el bolsillo del pantalón?... ¡Abre los ojos!
―Pero...
―¡Abre los ojos!
―Yo...
―¡Abre los ojos!
Dante abrió los ojos volviendo a la realidad. Miró a los automóviles debajo y ya no le parecían estrellas fugaces. Solo había una estrella fugaz capaz de cumplir su deseo y esa, era Joe. Con sumo cuidado y sosteniéndose de una mano comenzó a hurgar en el bolsillo del pantalón sacando una pequeña foto de Joe. Sonrió.
―«Debo esperarlo, él vendrá por mí. Lo prometió y siempre cumple sus promesas» ―se dijo.
Se volteó cuidadosamente para volver a subir un pie en el barandal y regresar al interior del puente. Se dio de bruces contra el hormigón cuando bajó pues la pierna rota ya no podía sostener el peso. Trató de ponerse de pie cogiéndose del pasamano y al elevar la mirada Joe venía corriendo del otro lado del puente gritando, aunque no lo pudiera escuchar. Su corazón se llenó de una alegría inmensa, Joe había cumplido su promesa y lo había encontrado. Dante sonriendo comenzó a llorar.
Dante se recargó en el viejo barandal para lograr ponerse de pie, pero la estructura estaba demasiado vieja... cedió por el peso.
El tiempo se detuvo.
Dante siente como empieza a caer... el terror desfigura la cara de Joe que grita más fuerte... Dante extiende la mano hacia Joe... Joe hace lo mismo...
Dante, sonríe feliz...
El tiempo vuelve a avanzar.
Sé que es difícil, pero continua al siguiente capítulo. No puedo hablar más que tengo un nudo en la garganta.
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