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Capítulo 10. Roto.


—Esto no está bien —dijo Tony cuando Dante terminó de explicar lo poco que sabía—. Estoy seguro que esa pelirroja tiene algo que ver.

—Sí, ¿qué haremos Tony? —preguntó Joe mientras leía los papeles que le habían dado al chico.

—Primero, ir por el papá de tu chico; segundo, buscarles donde se alojarán estos días y tercero, buscar un buen abogado. Porque seguro que tendremos una batalla en los juzgados... déjame hacer un par de llamadas —Tony se puso de pie y comenzó a hacer llamadas mientras caminaba de un lado para otro.

«Vamos por papá» le comunicó Joe a Dante.

—¡Ah! —chilló Dante.

—¡Señor! —gritó Joe.

Luego de darle la noticia del embargo a Tlacaélel este se había desmayado de la impresión. Terminaron otra vez en el hospital. Pero unas horas después él había pedido el alta voluntaria decía que ahora tenía que buscar dinero para rentar una casa y poder pagar un abogado.

—No, por favor señor, deme unas horas —decía Joe preocupado—. Mi amigo Tony está buscando ahora mismo una casa y también un abogado. Somos sus amigos no podemos dejarlos solos. Además... además yo quiero a...

—Hola —jadeó Tony entrando en el departamento. Se cogía el costado—. Ya conseguí un cuarto es pequeño, pero sirve. También un par de amigos que lleven el caso y de hecho ya deben estar haciendo algo.

A los pocos días todos salían del juzgado tras la primera audiencia contra los representantes del banco que aseguraban que ellos habían firmado los papeles libremente, Tlacaélel negaba esto y mencionó a la pelirroja, pero ese dato parecía ser irrelevante.

—Bueno —dijo el abogado amigo de Tony—. Me retiro, estamos pendientes del resultado de la apelación, pero algo sí les puedo decir es que va a ser una larga y costosa pugna.

—Sí, está bien cachorrito —murmuró Tony, pero luego corrigió cuando el chico se puso rojo—. Alexei —carraspeó.

—Bueno hijos, Dante y yo nos vamos, aún tengo que ir al trabajo y ver si no me han despedido. Gracias por todo.

Joe y Tony se subieron al automóvil de Joe y manejaron hasta su departamento.

—¿Aún no se sabe algo de la mentada pelirroja? —comentó Tony mientras buscaba en la nevera ingredientes para hacerse un sándwich—. ¿Qué clase de casa no tiene mayonesa?

—No, ni idea. Como si fuera un fantasma. Está en el otro estante. Esto no es justo, mi Dante no merece pasar por estas desgracias, él ya tiene suficientes problemas.

—¿Tu Dante? —Tony arqueó una ceja y lo miró pícaramente.

—Esto... bu, bueno yo... eh, verás estos días lo he pensado y pues... yo... yo...

—¡Estás enamorado de Dante! —le dio un golpe a Joe en el hombro.

—¡Ay! —se quejó Joe.

—No seas quejica, ¿entonces? —los ojos de Tony parecían platos de tan grandes que los abrió.

—Eh... sí —dijo Joe mordiéndose el labio.

Tony saltó de la mesa sin dejar caer el sándwich y comenzó a hacer un extraño baile al que llamó el baile de celebrar-que-tu-amigo-aceptó-que-le-gustan-los-ricos-y-deliciosos-penes.

—Pero espera, ¿cómo le harás con la Estíbaliz? Aún estás en una relación con esa... esa... ¡pues, esa! —Tony se quedó como petrificado esperando una respuesta.

—Hablaré con ella, terminaré lo que debía haber terminado hace demasiado tiempo. Por primera vez creo que merezco ser feliz con quien me hace feliz.

—¿Él te hace feliz?

—Sí —respondió sin dudar.

—¿Cuánto?

—Mucho.

—Mmm, a ver... te diré una palabra y me dirás lo primero que te venga a la mente... ¡Dante! —dijo Tony mirando fijamente a Joe quien al escuchar ese nombre dibujó una enorme sonrisa en sus labios y una expresión muy cómica en su rostro—. Sí que te ha dado duro ese pequeñín —Tony le tomó una foto a Joe mientras aún tenía esa expresión divertida.

—¡Oh, cállate! —murmuró Joe con la cara tan rosa como si se hubiera quemado de sol—. Oye, ¿Qué haces?

—Esta cara es demasiado graciosa... ja, ja, ja —Tony siguió bailando, pero se volvió a detener mirando a Joe—. ¿Oye y tus padres? —Tony se puso serio.

—¡Qué les den!

Ambos chicos rieron y Tony continuó haciendo ese peculiar baile. 

Al día siguiente Joe junto con Tony andaban de compras. Joe quería hacerle un bonito regalo a Dante para pedirle estar juntos. En una joyería vio un hermoso par de alhajas, eran un sol y una luna de plata los cuales podías juntar y formaban un solo dije, cuando preguntó le dijeron que también podía grabarlos. Entonces decidió que la luna silenciosa, serena y luz en las noches más oscuras llevaría el nombre de Dante y el sol el suyo. No podía esperar para dárselo.

—Entonces J, me vas a comprar ese perfume de Gaga, ¿sí o no?

—No —respondió tajante.

—Pero, ¿por qué no? —se quejó Tony.

—No inventes, está carísimo. Ni eres mi novio aparte.

—Claro que sí, no tienes que ocultarla ya, que lo sepa el mundo, soy tuyo papi —dijo Tony dramáticamente.

—No le haga caso —le dijo a la dependiente—. Solo es mi amigo berrinchudo.

—Son cinco mil... —comentó la chica aguantándose la risa—. Gracias... eh, señor disculpe la tarjeta no tiene fondos.

—¿Cómo? No, eso no es posible. Mis tarjetas tienen fondos suficientes, esto debe ser un error.

—A ver, cóbralo de acá —dijo Tony pasándole su tarjeta—. Yo te presto.

Cuando salieron de la joyería Joe fue directamente al cajero automático para verificar su saldo y efectivamente su tarjeta estaba en cero.

—¡No puede ser! —gruñó Joe frunciendo el ceño.

—Estíbaliz... —siseó Tony.

—¿Ah?

—Ella debió haber gastado todo el dinero de tu tarjeta, ¿no recuerdas cuantos vestidos se compró la última vez? ¡Pues yo sí y eran muy caros!... esa perra caprichosa... ¡Argh! Qué bueno que ya la vas a mandar al carajo.

—Bueno aún tengo la de crédito. No pasa nada es para emergencias así.

—Pero con cuidado, con los bancos prefiero venderle mi alma al diablo. Los bancos no tienen piedad.

—¡Ja, ja, ja! Ya vámonos.

De camino al departamento de Joe encontraron a Tlacaélel sentado cabizbajo en una banca. Cuando se estacionaron y lo llamaron para darle un aventón se enteraron de una noticia terrible. Había perdido su trabajo, lo habían despedido de la construcción y había estado tratando de hallar trabajo, pero por su avanzada edad no se lo daban.

—¡Y eso no es todo chicos! El abogado me llamó y dijo que se está complicando el caso, que requerimos de fuertes sumas de dinero para meter otros amparos y esas cosas que no entiendo. Algo así como cien grandes. Sin trabajo ¿cómo le voy a hacer ahora?

—Maldición —escupió Joe—. Mañana iré al banco —le susurró a Tony.

Lo dejaron en la puerta del cuarto en el cuál se alojaban él y Dante. Dante debía estar aún en la escuela por lo cual no se bajó Joe. Joe se acordó que tenía varios días sin pasar por él al colegio. Luego de dejar a Tony en su casa se dirigió al colegio, pero cuando llegó había ya afuera algunos chicos, no vio a Dante por lo cual supuso que había llegado tarde. Decidió irse a su casa.

—«Mañana iré al banco y luego a casa de Dante, hablaré con su papá, yo creo que ya debe haberse dado cuenta cuanto quiero al chico y luego con él... con mi chico. Los sacaré de esta y luego le pediré la mano de Dante... mi Dante, estoy seguro que tú también me quieres» —pensó Joe antes de irse a dormir mientras cogía fuertemente los dijes.

Sin embargo, a la mañana siguiente no podía salir peor de lo que pintaba. Sus tarjetas de crédito estaban sobregiradas. No podía sacar más dinero y ahora tenía también una deuda cuantiosa con su banco. «¿Ahora qué harás»? Le preguntó Tony. Tony no tenía suficiente para prestarle dinero a Joe en ese momento.

—Tendré que ir a ver a mis... padres.

—¡Que me den! —se lamentó Tony—. Esto... y si mejor consigo algo de dinero chupando algunas ver...

—No, ya has hecho mucho. Esto me corresponde a mí.

Mientras manejaba hacia la casa de sus padres que estaba en la ciudad vecina, cogió el móvil y marcó a Estíbaliz.

—¿Por qué vaciaste mis tarjetas? Eres... ¿no sabes cuánto necesito ahora mismo el dinero? ¡No tenías derecho!... sí, pero no es algo que me guste hacer. No tendría ni porque... ¡no, no, no, no me salgas con eso!... el dinero no crece en... ¡sí, pero es suyo! Bueno mira ¿sabes qué? Disfruta tu viajecito, seguro cuando vuelvas te llevarás una sorpresita —colgó bufando.

La casa como era de esperarse era una magnífica construcción, elegante, enorme y evidentemente diseñada para imponer y ostentar la riqueza de los dueños. Joe llegó y de inmediato los amargos recuerdos inundaron sus pulmones con el primer suspiro de ese frígido ambiente. Mientras subía las escaleras hacia el despacho de su cruel padre le pesaban los pies y cada escalón que ascendía era uno que descendía hacia el infierno de los amargos recuerdos.

—Hola... papá —musitó abriendo la magnífica puerta de roble.

—¿Qué haces aquí?

—Me da gusto verte también —dijo sarcásticamente.

—Sin rodeos, estoy ocupado. ¿Qué necesitas? —aquel hombre imponente y de aspecto frío tenía muy poco parecido físico con él a excepción de unos impresionantes ojos verdes.

—Dinero —dijo con asco. Tener que pedirle algo al hombre que le había hecho daño en su infancia no era agradable.

—Ah, sí, sí, para tu... —el frígido hombre de pelo gris se detuvo—. ¿Sabes? Tu novia, Estíbaliz, vino a visitarme hace unos días, es muy hermosa debes estar agradecido que una mujer así se haya fijado en alguien como... en ti —lo miró con desprecio provocando que Joe se sintiera pequeño—. Dime, ¿no crees que ya va siendo tiempo de sentar cabeza? Dejar esas niñerías de querer ser médico y tomar el lugar en la empresa, casarte tener hijos y ser normal.

—¿Qué? —Joe estaba petrificado. No entendía por qué su padre le decía estás cosas en este preciso momento, pero no le gustaba a donde iba.

—Si todo hubiera salido bien —continuaba clavándole la mirada llena de odio—. Sería Alain quien hubiera tomado ese lugar, pero dadas las circunstancias es tu obligación hacerlo. ¿Nos quieres seguir avergonzado acaso?

—Yo...

—¡Nada! Si vienes hasta aquí seguro has derrochado lo que te hemos dado, pero si quieres más será bajo mis reglas. Ya estoy harto de las habladurías de mis socios que preguntan por qué mi único hijo no toma el lugar que le corresponde en la empresa y en nuestros grupos sociales. Hasta mis empleados hablan... ¿pero sabes qué más me tiene cansado? Que murmuren como a tu edad y teniendo un monumento de mujer no te has casado.

»No se me olvida aquella noche... ¡qué asco y en mi propia casa! Se supone que te habías curado. ¿No me digas que eres un asqueroso maricón?

—Fue un error haber venido.

—No... no «hijito». Error no, destino. Te daré lo que necesitas, pero a cambio quiero que te hagas cargo de lo que te corresponde —se acercó hasta quedar a centímetros de Joe, ambos median casi lo mismo—. Tomarás tu lugar en la empresa y te casarás con ella. O, si no que el diablo te ayude... sé que no tienes ni un maldito peso, tengo amigos en el banco. ¿Qué harás hijito?

Aunque los ojos de su padre eran tan verdes y peculiares como los suyos, era sumamente diferente la forma en que miraban. Joe podía ver el infierno arder dentro de esos ojos que se supone deberían mirarlo con amor y comprensión. Eran abismalmente diferentes a los suyos y más a los del padre del chico, Tlacaélel nunca miraría así a Dante, mucho menos a él.

—¡Estás loco, nunca haré eso! —la mano de su padre se estrelló violentamente contra su rostro partiéndole el labio.

—¡No me hables así! —gritó colérico.

Joe cayó fuertemente contra el suelo, pero se levantó lo más rápido que pudo y retrocedió presionando su labio y temblando de ira. Tenía los ojos acuosos, pero se tragó todo lo que sentía para aparentar fortaleza.

—Con ella jamás, prefiero... fue un error haber venido.

Joe dio la media vuelta y caminó hacia la salida.

—Ya regresarás. De eso estoy seguro —los ojos de su padre destellaban odio.

Joe salió prácticamente corriendo de aquella asfixiante casa. No podía creer lo que acababa de pasar con su padre. Se subió al automóvil y golpeó el volante con rabia hasta sangrarse los puños, sus padres le seguirían jodiendo la vida hasta el último instante ¿tanto lo odiaban? Dejó escapar unas amargas lágrimas... nunca lo perdonarían por la muerte de Alain. Encendió el motor y se puso en marcha.

—¿Sí? —contestó el móvil mientras bajaba del automóvil—. Ah, sí, abogado... ¿QUÉ?... ¡NO, TIENE QUE SER UNA PUTA BROMA!... pero, ¿cómo es posible? No han pasado ni... te llamo luego. ¿Aló? —respondió otra llamada entrante.

—Tlacaélel se puso mal, estamos yendo al hospital. Nos vemos ahí —dijo rápidamente Tony desde el otro lado.

Joe sin pensar más se subió de nueva cuenta al automóvil y en menos de diez minutos ya estaba llegando al hospital pues manejó tan rápido como pudo. Cuando llegó estaba Tony en la sala de espera hablando con un médico. Dante estaba parado detrás de él, temeroso y con el dulce rostro surcado en lágrimas. Cuando lo vio corrió y se lanzó a los brazos de Joe quien lo tomó fuertemente como si quisiera protegerlo. Miró a los dulces ojos negros de Dante, tenía la mirada inundada en miedo y desesperación, Dante, su pequeño de sentía perdido.

—¿Qué pasó? —dijo cuando Tony se le acercó.

—El juicio... lo... lo pe-perdimos —tartamudeó un poco. Tony se veía consternado—. Él lo oyó cuando Alexei me lo notificó y se puso mal, creo que es un derrame o algo así.

—¡Por Dios! —Joe se tapó la boca asustado.

—Es que... no tiene sentido. No entiendo como el juzgado les dio tan rápido el beneficio a ellos. Joe... han perdido la casa.

—¿Hay? —carraspeó—. ¿Hay algo que podamos hacer?

—Yo no lo sé. Alexei está viendo si aún hay algo que podamos hacer.

—¡Maldición! —gruñó Joe mientras abrazaba con fuerza a Dante quien sollozaba en silencio contra su pecho.

Pasaron gran parte de la noche en la sala de espera. Dante se había quedado dormido recostado en el regazo de Joe quien no lo soltaba ni un poco. Cerca de la media noche Tony le había dicho a Joe que regresaría a su casa para descansar, pero este sabía que en realidad trataría de buscar una solución y que seguramente se movilizaría. Joe meditaba qué podría hacer cuando la justicia les había fallado. No podía dejarlos sin hogar, pero no tenía dinero suficiente pues ahora él también tenía una fuerte deuda con el banco. Acaso... ¿la única opción era obedecer a su padre?, pero... ¿y su Dante?

Era una situación difícil, Dante era su felicidad, pero ahora mismo la felicidad de su Dante se esfumaba y no sabía qué hacer. La única opción que tenía significaba renunciar a Dante, pero... ello significaría asegurar la felicidad del chico, sacrificar su felicidad por el bienestar del chico. La respuesta parecería obvia; sin embargo, eso no la hacía menos dolorosa.

—Mi pequeño —susurró Joe cuando Dante se movió acurrucándose entre sus brazos como un gatito.

Permanecieron en esos incómodos asientos hasta que llegó la mañana.

—Familiares del señor Carretino —habló un doctor de cabello blancuzco—. Pueden pasar a verlo, está fuera de peligro, pero tengo que decirles que ha quedado con severas secuelas.

—O.K. —tragó saliva. Tocó a Dante suavemente hasta despertarlo y le comunicó lo que el doctor le había dicho.

Dentro del pequeño cubículo estaba recostado Tlacaélel con sueros conectados a sus brazos y una mascarilla de oxígeno. Sonrió cuando entró Dante y este corrió a abrazarlo. Con dificultad acarició su cabello.

—¿Cómo se encuentra? —preguntó Joe suavemente.

Ummm... mmm, jo... jodido —dijo arrastrando las palabras. El derrame afectó la mitad de su cuerpo imposibilitándolo de por vida. También el habla se había visto afectada—. S-soy u... un inútil... ya no... pu, puedo trabajar ni... na... nada.

Soltó una lágrima. Aquella lágrima despejó algo dentro de Joe. Apretó con fuerza el puño y salió rápidamente del lugar. Se encontró con Tony quien llegaba cargando una exagerada cantidad de papeles y folders, lo habló y lo apartó a una esquina para comentarle la situación de salud.

—¿Sabes? Me acabo de enterar que el banco acaba de poner en venta la casa.

—¿Tan rápido? —Joe torció la boca.

—Sí, siento que hay algo que no me gusta en todo esto. ¿Qué te pasa J? ¡Hey! —Joe estaba como ido.

—Ven, sígueme la corriente y por favor no digas nada. De verdad cierra el pico o si no... —le mostró el puño siendo amenazante. Tony solo arqueó una ceja—. Bueno, por favor —cuchicheó Joe. Tony giró los ojos.

—Hola señor, lamento todo esto —dijo Tony cuando entró al cubículo.

Ho... hola... mu, muchacho.

—Le traigo una buena noticia. Resulta que no perdimos. Fue un error de... papeleo, sí eso, o sea que la casa es suya —dijo lo más convincente posible.

Tony lo miró como si estuviera loco. ¿Qué planeaba?

—¿Verdad Tony?... ¿Tony?

—Ah, esto... sí, sí claro.

—Nosotros debemos irnos tenemos que hacer unos trámites para que pronto la casa sea suya otra vez. Bueno nos vemos.

Ambos salieron rápidamente del lugar. Tony tenía casi que correr para alcanzarlo.

—¿Me quieres explicar qué coño ha sido eso? —dijo jadeando por el peso de los papeles.

Joe parecía ido, sus ojos habían perdido brillo como si vieran a través de un oscuro velo. Se inclinó agarrándose la cabeza y dejó escapar un sonoro grito, un alarido de dolor. Todo a su alrededor daba vueltas como si su alma hubiese abandonado su cuerpo y esta se precipitara hacia un abismo sin fondo. Tras varios minutos sollozando el silencio Joe se incorporó, cogió el móvil con la mano temblorosa y amargas lágrimas en los ojos, Tony nunca lo había visto así. Joe estaba completamente roto. Roto en cuerpo y alma.

—Acepto —fue todo lo que dijo y colgó.


https://youtu.be/GGvDXKYPDMk

Días después Dante y su padre acompañados de Joe y Tony entraban de nueva cuenta en la casa que pensaron nunca recuperarían. Dante estaba feliz. El banco les había indemnizado lo suficientemente para la terapia de Tlacaélel. Tony aún no sabía cómo Joe había conseguido el dinero cuando días atrás después de ausentarse varios días había vuelto con las escrituras de la casa a nombre de Dante.

—¿Me quieres explicar? —gruñó Tony empotrando a Joe contra la pared en un momento de descuido.

Dante salió a ver que hacían sus dos amigos afuera. Tony soltó el abrazo que le estaba dando a Joe. Pero Dante se asustó cuando Joe tenía lágrimas en los ojos.

«¿Qué pasa?» preguntó Dante.

—Voy con Tlacaélel —dijo Tony regresando al interior.

«Mañana me voy».

«¿A dónde? ¿Cuándo vuelves?».

«No volveré. Me voy para siempre».

«¿Qué? ¡No! ¿Por qué? ¿Qué pasó?» Dante comenzó a llorar descontroladamente.

«Me voy a casar. Con mi novia. No podré verte más» Joe aguantó tanto como pudo las lágrimas.

Dante había olvidado que Joe tenía novia por lo cual la noticia lo devastó brutalmente. Sintió que su corazón se rompía en miles de pedazos.

«¿Por qué? No puedes. Yo te quiero. Te necesito. ¿No me quieres?».

«Sí te quiero. Pero no puede ser. Esto es un adiós».

«Te odio».

Dante lloró con más fuerza mientras con sus pequeñas manos le dio golpes en el pecho a Joe reclamándole haberlo engañado. Dante sentía que sin Joe en su vida era como perder la mitad de su alma. Durante tanto tiempo él había entrado a su vida y se había hecho tan necesario como el aire. Dante no tenía que ser un genio para saber que se había enamorado de él perdidamente. Pero él tenía novia, se iba a casar y no volvería jamás. Él había sido un juego nada más.

Joe le cogió las manos y le alzó la barbilla. Dante miró unos acuosos ojos verdes mirarlo con dolor, ojos que se cerraron para darle un beso necesitado. Un beso que llegó hasta sus entrañas. Un beso lleno de amor, pero también de un profundo dolor porque era un beso de despedida. El primer y último beso.

Las despedidas acompañadas de un primer y último beso de un amor imposible suelen ser más devastadoras. Es un dolor que nace de un posible, de un sueño que nunca fue.... y que tal vez nunca será.

Joe se separó luego de un largo beso, le entregó una cadenita con un pequeño dije en forma de sol y comenzó a retroceder. Dante quiso seguirlo, pero Joe le hizo una negativa.

«Es mejor así. No puede haber más que eso. Adiós. Mi pequeño. Tienes que ser fuerte. Hoy dejas de ser un niño. Ya eres un hombre».

Decía mientras caminaba alejándose. Para luego correr, subirse a su auto e irse. Tal vez para siempre.

Dante cayó de rodillas con el rostro sumido en lágrimas y el corazón en una agonía eterna. Un dolor que no remitía. Apretó fuertemente el dije en su mano hasta sangrar. Lo miró y el dolor se hizo más agonizante.

«(...) & Joe

por siempre».

Decía la pequeña inscripción. Sin embargo, su Joe se había ido para siempre. Dante gritó sumido en el dolor de haber perdido un amor que tal vez nunca tuvo, creyó que ese día sería su primer cumpleaños que estaría realmente feliz, pero no fue así.

Felices dieciocho. 


https://youtu.be/rodJTwRR-Lk


—Supongo que este es el adiós —dijo Tony cabizbajo.

—Por ahora. No sé cómo, pero si un día puedo regresar lo haré. Por favor cuídalo por mí, promételo... gracias, sólo a ti podría confiarte lo más importante de mi vida.

—Creí que lo más importante era yo —le dijo Tony fingiendo indignación y dándole un golpecito en el hombro.

—Tú eres lo segundo no te quejes. Bueno —abrazó fuertemente a Tony—. Adiós, cuando pueda comunicarme lo haré. Por ahora debo dejar que se calmen las cosas. Adiós. Estaré bien, tengo que...

Joe se tendría que ir de la ciudad. La misma tarde que se despidió de Tony manejó por el habitacional donde vivía Dante, la rojiza tarde caía lentamente mientras él estaba estacionado con la esperanza de verlo por última vez pues no sabía cuándo lo volvería a ver o si lo volvería a ver... esperó una hora, dos horas y Dante parecía no estar en casa, alicaído se disponía a irse cuando...

¡Ahí estaba! Dante salió momentáneamente para coger a Atootita el pequeño gato, que había rescatado hacía tiempo, luego regresó al interior. El corazón de Joe se llenó de melancolía, no pudo evitarlo sus ojos comenzaron a emanar amargas lágrimas como nunca, cada gota que partía su rostro quemaba como si de algún corrosivo ácido se tratase.

No soportó la agonía y la necesidad. Abrió la puerta del vehículo y dio unos pasos corriendo, pero se detuvo. Se quedó estático temblando, apretando los dientes con fuerza y librando una lucha interna. Gruñó. Cerró los ojos y dio media vuelta regresando dentro del coche. Encendió el motor y salió a toda prisa de ahí antes que toda la explosión de sentimientos que bullían dentro lo hiciera cometer una locura. Se alejó llorando todo el camino hasta la nueva ciudad donde le esperaba la nueva vida que sus padres y Estíbaliz habían planeado para él.

Una vida que no incluirían unas pequeñas y delicadas manos hablándole desde el corazón.




https://youtu.be/_gZMLTzM6OU


FIN DE LA PRIMERA PARTE.



¡NO PUEDE SER!

¿Ha llegado este romance a su fin sin haber siquiera iniciado?

Muchas revelaciones, sacrificios y secretos. ¿Qué pasará ahora con nuestros queridos protagonistas?

No olvides dejarme un comentario y sobre todo un estrellita, (¿sabías que tu escritor come estrellitas? No me dejes morir de hambre ★), gratis y a mí me ayudan muchísimo.

IG & TW: alastor_martinez

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