4. Escuadrón unido
Por Metahumano & RonaldoMedinaB
Uno a uno, Vigilante, Renegado y Blazer se despidieron de sus respectivas compañías; dieron un paso adelante y cruzaron los ya familiares portales creados por Mago Universal.
En cuestión de segundos el Escuadrón de Héroes se encontró cara a cara una vez más luego de pasado un año. Tras la invasión cada uno había seguido su camino, y si bien habían permanecido en contacto, e incluso algunos de ellos se habían "visitado", el grupo completo no había vuelto a reunirse.
«Bueno, casi completo», recordó Vigilante, aún lamentando su ausencia.
El Escuadrón permaneció en silencio durante algunos segundos. Ninguno sabía exactamente qué decir. Amara, aún parada con timidez junto a Mago y Venatrix, observaba a los héroes parados frente a ella con una mezcla de admiración y desconcierto. No parecían el grupo de sujetos heroicos y altruistas que los diferentes noticieros habían descrito desde su aparición. Vigilante estaba despeinado y con sangre en el rostro, Renegado limpiaba sus manos de los restos de su almuerzo y Blazer parecía haber dormido bastante poco en el último tiempo.
—Es un gusto volver a verlos, lamento que sea bajo tan terribles circunstancias —comenzó Mago; mantenía una actitud seria que preocupó terriblemente a Vincent y Jonathan—. Permítanme presentarles a la nueva integrante del equipo...
—¡Amara Van Avery! —exclamó de repente Blazer con una sonrisa en el rostro—. Creí haberte reconocido, pero era difícil de decir con esa videollamada espectral o lo que fuera esa proyección que vimos antes.
Al instante el joven héroe se percató de que todas las miradas estaban puestas sobre él.
—Sabes que voy a necesitar una explicación —agregó Vincent.
—Ella es superfamosa, vi casi todas sus películas —aclaró Jonathan.
—Emmm... ¿gracias?
Amara estaba acostumbrada a los cumplidos de parte de los fans, pero en aquella situación se sentía descolocada, algo que no le pasaba muy a menudo, pero que se había vuelto casi diario desde que Mago entró a su vida.
—¿Podemos concentrarnos? —intervino Venatrix.
—Síganme. —Mago se giró, y su capa flameó antes de emprender su camino por los largos pasillos del Templo.
Sin más, el grupo de héroes siguió los pasos de su líder, recordando los momentos vividos en aquel extraño lugar que parecía desafiar todas las leyes de la naturaleza y la física. El Templo lucía exactamente igual que la última vez que lo habían visto, pero para un ojo entrenado como el del Detective Vincent Hardy, los cambios sutiles eran evidentes, entre los más destacados se encontraba una foto antigua que reposaba sobre una estantería, pero, a pesar de la calidad de la imagen, Vincent reconoció el lugar donde había sido tomada de inmediato. Se trataba de una fotografía a blanco y negro de Mago Universal junto a un grupo de personas en la cubierta del infame Titanic.
Hacía rato que Vincent había dejado de intentar dar explicaciones a todas las cosas extrañas que sucedían alrededor de Mago, de forma que ni siquiera se preguntó cómo era que había llegado a viajar en el barco, pero sí llamó su atención una bella mujer que lo acompañaba, vestía ropa de estilo victoriano con un pequeño detalle: el símbolo que identificaba a la Orden de los Universales. Hasta en la foto se notaba que había algo entre ellos, así que el detective se recordó preguntarle de qué se trataba eso cuando tuviera oportunidad.
Finalmente, James se detuvo frente a una puerta metálica que Vigilante conocía bastante bien.
—Veo que mantuviste mi guarida en su lugar —comentó Vincent con una leve sonrisa que hizo doler las heridas de su rostro.
—Sí, pero me atreví a hacer algunas modificaciones —replicó Mago Universal antes de abrir la puerta de par en par.
Como si hubiera sido la primera vez, los héroes se quedaron asombrados ante aquella habitación. Lucía como la guarida de Vigilante y a la vez no, era muchísimo más grande, y sin embargo el héroe de Krimson Hill pudo ver espacios similares, como su computadora y la metálica mesa redonda que tenía en el medio de su base de operaciones.
Otros espacios eran similares, pero con ligeros cambios. Su arsenal ahora se había convertido en una verdadera galería de armas de todo tipo, entre ellas, algunas que de seguro tenían propiedades mágicas. En su taller esperaba Nocturna, pero también se podía ver a Forajida, el poderoso auto que Nakai utilizaba para recorrer las calles de San Francisco. Su bahía médica ahora era significativamente más grande y contaba con una vitrina llena de pociones sin duda creadas por Mago Universal. Hacia el fondo se alzaba ante ellos una extensa vitrina de trajes, solo que esta no contaba con el de Mirlo, en su lugar había seis mostradores, cada uno con los respectivos trajes de los integrantes del Escuadrón.
Por último, Vincent no pudo dejar de notar los espacios totalmente nuevos. En uno de los extremos se apreciaba un espacio con armas especiales para la cacería de demonios, y en el medio de ella destacaba una hermosa espada destinada a Venatrix; por otro lado, había una especie de pequeña habitación marcada con los símbolos de los Wanikiy, su interior se encontraba a oscuras, pero Nakai pudo sentir la energía que emanaba de ese cuarto, y supo de inmediato que sería un lugar ideal para acceder al Plano Espiritual.
Por su parte, Jonathan y Amara desviaron su atención al rincón que parecía haber sido arrancado de Japón. Destacaba por la poderosa iluminación que le otorgaba el tragaluz en forma de domo, dando la ilusión alrededor de un templo de origen oriental, cubierto de pinturas tradicionales y una planta de colores llamativos en medio. Con el brillo del sol, parecía más que una reliquia, era una perfecta réplica del Árbol del Destino en la que Amaterasu permaneció hipnotizada por una extraña familiaridad. A su lado pasó Jonathan, quien llevó su completa atención al dojo de entrenamiento con escrituras japonesas y el gigantesco dragón dorado que identificaba al Blazer.
Sin dejar de admirar aquella habitación, los héroes bajaron las escaleras y se acercaron a la mesa redonda, pero ninguno tomó asiento.
—Bien. Como saben, Gia, la hija de Camille, fue secuestrada hace pocas horas. Están aquí porque cada uno de los involucrados en el secuestro tiene lazos con el Escuadrón. Si queremos derrotarlos y recuperarla vamos a tener que trabajar juntos —estableció Mago Universal, tomándose su tiempo para recorrer a cada uno de sus compañeros con la mirada—. Y el primer paso es conocer a nuestros enemigos.
Dicho esto, la computadora se encendió y todos los héroes dirigieron la mirada hacia ella. En la pantalla se podía ver la fotografía de una mujer sofisticada que Vigilante y Venatrix reconocieron de inmediato.
—Lady Morpheus —susurró Vincent, y Mago asintió.
—Su verdadero nombre es Elizabeth Clarise Morpheus, la última hija de un linaje extinto que se conoció como la Corte Morpheus, una sociedad secreta de burgueses y señores feudales que estuvo involucrada en miles de tragedias a lo largo de la historia y que ha estado en guerra con los Universales desde siempre —comenzó Mago. Hacía lo posible por poner a sus compañeros al día lo más breve posible—. Durante la invasión escapó de la prisión del Templo. No había tenido noticias de ella hasta este momento. Su aspecto no debe engañarlos, es extremadamente peligrosa y sádica, y aunque prefiere no ensuciarse las manos, no dudará en matar a cada uno de ustedes si se presenta la oportunidad. Mientras tenga magia es prácticamente imbatible por otra cosa que no sea otro mago, pero si lográramos despojarla de ella es tan vulnerable como un humano normal.
Todos escucharon con atención a Mago, absorbían cada detalle de su historia para estar preparados para lo que venía. Sabían que iba a ser una pelea ardua. En ese momento la foto de Lady Morpheus desapareció y fue reemplazada por la de Laurence Osburne, indicaba que era hora de que Vincent hiciera su presentación.
—Se hace llamar Cronos. Era el líder de La Hoz, la organización criminal más grande de Europa. Hace unos meses lo expuse como autor de un asesinato, desbaratando su imperio y obligándolo a ocultarse. Justo como Lady Morpheus, trabaja desde la sombras moviendo los hilos, pero es un boxeador experto y sabe utilizar su tamaño. Enfrentarlo mano a mano no es una buena idea —recalcó Vincent, recordaba el dolor que los pesados puños de Cronos le habían hecho sentir durante su último enfrentamiento.
—Hay algo extraño con él, su humanidad se vio corrompida —señaló Venatrix con la vista puesta en la fotografía.
—¿Y eso quiere decir que...? —preguntó Vincent, confundido.
—Non estuve en su presencia molto tempo, pero sentí energía oscura en él. Es mucho más poderoso que un humano normal.
—Oh, genial —replicó Vincent con ironía.
La siguiente fotografía mostró a un joven de rasgos asiáticos en ropa de combate y con aire peligroso, Jonathan no pudo evitar lanzar un resoplido por lo bajo. Dakken había sido una molestia en su vida durante mucho tiempo, y ni siquiera la muerte parecía detenerlo.
—Su nombre es Dakken Madokawa, entrenó durante años conmigo en K'un Dai, pero se obsesionó con el título de Blazer y juró arrebatármelo.
—Vaya, ¿no eres algo joven para tener un archienemigo? —preguntó Vincent. Trataba de romper la tensión de la reunión, pero el comentario no causó gracia en ninguno de los presentes.
—Creí que había muerto cuando mi hermano atacó K'un Dai, pero parece que el bastardo sigue por ahí. Dakken es peligroso. No respeta los códigos que nos enseñaron los maestros, no tiene moral, y convirtió su cuerpo en un arma mortal, pero es humano después de todo.
La imagen cambió una vez más, mostró una aterradora bestia que hizo erizar los vellos de más de uno de la sala, pero no los de Nakai. La sangre de Renegado hervía, y apretó con tanta fuerza el respaldar de una de las sillas que terminó por doblarlo. No podía creer que Wendigo siguiera con vida, no después de todo el infierno que había pasado para debilitarlo.
—¿Renegado? —intervino Mago, sacándolo de sus pensamientos.
—Eso es un Wendigo. Se alimenta de personas y solo es débil luego de largos periodos sin comer. Quizá algún hechizo lo podría debilitar, sus garras pueden cortarme fácilmente así que a ustedes los haría filetes —sentenció Nakai, quedándose en silencio. Sus compañeros se mostraron expectantes.
—¿Y? —preguntó Jonathan.
—¿Y qué?
—¿Eso es todo? —continuó Vigilante.
—Es un animal, uno demasiado peligroso para dejarlo con gente así, solo eso —respondió Nakai tajantemente.
—¿Me estás diciendo que estuviste luchando contra esa criatura durante meses y eso es todo lo que tienes para decirnos? —inquirió Mago Universal con una ceja levantada.
En ese momento la postura de Nakai cambió. Clavó su mirada en la del líder del grupo y de inmediato todos pudieron sentir la tensión en el aire.
—Creo que te estás confundiendo, Jerom, así que voy a dejar las cosas muy claras. Ayudaré a rescatar a la hija de Venatrix sin duda y terminaré lo que ese monstruo empezó, así de sencillo.
—Cuida tu tono —replicó Mago, sosteniéndole la mirada en desafío.
—No. Tú no eres quien para decirnos qué hacer como si no tuviéramos opciones, así que toda esta actitud de "es una orden" y "cuida tu tono", sabes muy bien dónde puedes metértela. No somos tus soldados —agregó Nakai, desafiante.
En ese momento, unos cortos pasos empezaron a oírse, y una bandeja con unas delicadas tazas de té se pasaron entre los héroes por arte de magia. Amara fue la primera en tomar la suya con gusto, y la siguió Venatrix, aunque lo hizo con cierta confusión y desconfianza, pero en ese momento nadie se atrevía a emitir palabra.
—Bobbly preparó té de yodré galtheana para el Escuadrón —dijo una vocecita que cortó un poco el tenso aire de la sala, mientras los héroes seguían levantando las tazas.
—Vaya, gracias, moría por una taza de... —Vigilante llevó la infusión a su boca y le dio un sorbo. Fue entonces cuando bajó la mirada para ver al diminuto duende doméstico mirándolo con sus grandes ojos y una sonrisa en el rostro. No pudo evitar escupir el brebaje caliente sobre la criatura y alejarse algo aterrado, haciendo sobresaltar a todos los demás—. ¿¡Qué carajos es esa cosa!?
Bobbly, entre adolorido y furioso, soltó la bandeja de té y huyó de la sala en un llanto desconsolado. De inmediato la mirada de Amara se tornó preocupada y la de James se llenó de terror.
—Nunca rechaces el té de un duende doméstico —susurró Mago, despegando su mirada de Nakai por primera vez desde su pequeña discusión.
—Mierda, lo siento, yo solo... —empezó a decir Vigilante, cuando notó que la más reciente integrante del equipo lo estaba mirando—. ¿Y a ella qué le pasa?
Amara había cambiado la preocupación por enojo, un enojo que ahora se dirigía al protector de Krimson Hill y que todos podían ver con claridad, sobre todo al considerar que la piel y los ojos de la alta muchacha comenzaron a brillar, dándoles la impresión de que realmente fulminaría a Vigilante con ellos en cuestión de segundos.
—¡Amara! —exclamó Mago Universal, logrando arrebatar a la joven de su peligroso trance—. Por favor, ve a ver cómo está Bobbly.
Ella pareció tranquilizarse un poco. De inmediato fue a seguir al duende doméstico, no sin antes dedicarle una última mirada asesina a Vigilante, quien no pudo evitar retroceder un poco al notarla.
—¿No les encantan las reuniones? —comentó Vincent con ironía. Mago lanzó un largo suspiro y en Renegado se formó una expresión de fastidio.
—Sinceramente este había sido un buen año sin tener que lidiar de nuevo con ustedes —bramó Nakai, golpeando sus manos contra la mesa.
Mago no le despegó la mirada en cada palabra. La tensión desatada entre los tres héroes alcanzó el punto máximo. Vigilante clavó la vista en Renegado, primero con confusión, luego con algo de enojo, preparado para responder, Blazer temía en el interior el desenlace de aquel enfrentamiento.
—Dénnos un momento... —dijo Mago, y ambos desaparecieron en un pestañeo, dejando a los demás solos y en una incertidumbre creciente.
El silencio entre ellos se prolongó por unos segundos.
—¿No notan a Nakai más Renegado de lo usual? —comentó Vincent en susurro, ganándose un resoplo de Venatrix y el movimiento blanquecino en sus ojos.
Unos cuantos salones más allá, las piernas de Renegado flaquearon por un momento, hasta que consiguió estabilizarse. Miró alrededor, desorientado. Mago lo había llevado al Cuarto de Reliquias. Todo allí emanaba una energía poderosa que percibió enseguida, y aunque cada una de ellas había despertado su curiosidad, no iba a demostrarlo.
—¿Ahora qué? Lo que tengas para decirme, Jerom, hazlo ante todos. Me niego a tener esta charla privada contigo.
—Lo sé todo.
Esas tres únicas palabras fueron suficientes para hacerle cambiar la postura rígida. Mago percibió un ligero aumento de ansiedad en la respiración de Nakai e inquietud en sus expresiones.
—¿A qué te refieres? —preguntó en un tono más bajo esa vez.
—Sé por qué hablar de Wendigo te enfurece tanto y también por qué le temes. Sé todo lo que le hizo a tu gente —aseveró viéndolo fijo. Nakai desvió su mirada a otra parte en mala gana—. Lo que dejas ver de ti en este momento, esa actitud del patán que eras antes, no es más que tu forma de esconder todo lo que sientes ahora, ¿no es así? —desafió, acercándose— Has vuelto a tu zona de confort, el escudo bajo el que pretendes no sentirte vulnerable. —Los ojos del joven de piel tostada volvieron a James—. Pero sé que has cambiado, que ya no eres ese Nakai que era movido por la furia, el dejar entrar a Dakota en tu vida, e incluso esa chica, Row, te han hecho mejor de lo que crees ser. Así que por favor déjate de aparentar seguir siendo el forajido preinvasión y comienza a comportarte como el Renegado en el que te has convertido.
Nakai se mantuvo un silencio unos segundos, hasta que finalmente dejó salir un suspiro.
—A veces eres un dolor de cabeza, ¿lo sabías? —comentó Nakai. Entonces ambos soltaron una media sonrisa que suavizó el ambiente.
—Estoy aquí para hacer que vuelvas al camino, Kai, aun cuando quieras darme un golpe de estado —contestó con una leve sonrisa.
—Qué más sabes —inquirió, cruzándose de brazos.
—Todo de tu clan, Nakai. Todo.
—El pasado de los Wanikiy fue todo un misterio que incluso yo tuve que resolver poco a poco. Así no me creas, James, confío en ti, pero me reservo aún la duda de tus conocimientos sobre mi gente.
—No puedes esconder la verdad, Nakai, no de mí, no importa cuánto creas saber —citó Mago, generando en él una expresión curiosa.
—El mundo hallará formas de sorprenderte... Esas palabras...
—Sání —completaron al unísono.
—¿Cómo es que...?
—Este año estuve bastante ocupado. —Comenzó a caminar hacia una de las vitrinas, Renegado lo siguió—. Digamos que conocí a tus abuelos en persona, Ajeiwa y Hanakai; por cierto, él se parece aterradoramente mucho a ti.
—Eso dicen —reconoció con ironía.
—Y esas mismas palabras que te hablé, ella me las dijo a mí. Su don le permitió ver nuestra conexión, nuestra historia, y me pidió que te diera algo, una reliquia familiar que supo que querrías. Lo guardé como uno de mis objetos más preciados, hasta hoy, porque esto, Nakai. —Levantó el vidrio que guardaba un collar, en él destacaban varias garras de oso junto con cuentas de diferentes materiales—. Ahora te pertenece a ti.
Mago levantó el collar y lo colocó en el cuello de su nuevo portador. Nakai apreció a detalle cada pieza que lo componía, desde el hilo con el que había sido hecho hasta el filo de las garras, su antigüedad, y, sobre todo, su gran valor simbólico.
—Gracias, Mago —dijo con la mano sujetando el dije—. No sabes cuánto significa esto para mí.
—Lo sé, así que ahora cambia esa cara con la que nos deseabas la muerte a todos y volvamos allá ahora mismo.
Tan pronto como Renegado asintió, un suave mareo se apoderó de su cabeza. Al abrir los ojos se encontraba sentado de nuevo en la silla del cuartel general, con todos los héroes reunidos de nuevo.
—Alla fine! —celebró Venatrix—. ¿Avanzamos? Antes de que termine ofreciéndolo al Infierno. —Señaló a Vincent con la cabeza.
—Sí, sí, yo también te quiero —contestó él.
—Un momento —habló Blazer, acercándose con curiosidad hacia Renegado—. ¿Acaso estabas llorando?
—No —negó, cruzándose de brazos y dejándose caer en la silla.
—Amara, ¿cómo está Bobbly? —preguntó James.
—Ofendido, dolido, el té caliente le quemó un poco el rostro, pero le ayudé a aplicar una crema mágica que lo curó. Ah. —Se giró hacia Vigilante—, y dijo que no será tu amigo.
—¿Es normal que sienta un poco de miedo por eso? —preguntó el detective.
—Deberías.
—¿Perché tanto drama por simple un duende? —inquirió Camille.
—No es solo un duende, Camille, también es tu amigo —contestó Mago, acercando su mano a ella. Todos vieron con interés cómo le posaba su dedo índice y corazón en una de las sienes. Ella, sorpresivamente, no reaccionó con violencia—. Recuerda.
Con un brillo azul en sus dedos, la energía mágica invadió los ojos de ambos. Sus mentes se abrieron como libros y a través de sus páginas se escribió la historia. Su historia. La mente de Camille fue transportada al pasado, a un momento de su vida que se había encargado de enterrar en lo más profundo de su ser por una fuerza ajena a su poder, y entonces, recordó.
Se recordó joven, temerosa, sonriente, más de un año antes de que Lucifer cambiara por completo su vida. Se recordó humana. Transitaba los pasillos de la suntuosa casa Delacroix cuando descubrió a Bobbly robando el oro de su familia por nada más que diversión. Recordó también a su madre Marie, a su padre, a su hermano Fabrizio, a su tía Leia y a su pequeña prima Alizé. Dudaba cómo contar lo que veía, dudaba cómo creerlo. Y, cuando se sintió envuelta por el temor, recordó el sonido de la campana de la mansión, el James Jerom que conocía estaba frente a su casa, un completo desconocido en ese momento de su vida que se presentó ante ella como un experto cazador de criaturas mágicas, la solución inmediata a sus problemas.
Gracias a él, supo que el duende no sería un contratiempo. Se recordó, además, con una gran sonrisa como tenía años de no dar, un sentimiento causado por la presencia de él. Se recordó con Bobbly riendo junto a ella y recordó, finalmente, que eran amigos.
Pero esas memorias no fueron eternas, James Jerom se acercó a ella y puso en su misma sien los mismos dedos que en ese instante, susurrando con dolor «lo siento, Camille, cuando llegue el momento sabrás que no tuve otra opción».
Y luego de eso, él y Bobbly desaparecieron de su vida.
Cuando los recuerdos terminaron de ajustarse en su mente y la energía mágica se desvaneció de los ojos de ambos, una lágrima se deslizó por la suave tez de Camille. La mente de Venatrix se acababa de entrelazar como un rompecabezas en el que fichas importantes habían estado desaparecidas, pero para que volviera a quedar completo, aún faltaba una ficha, una minúscula pero importante parte ausente tanto en ella como en James, desaparecida del mismo momento, 1981, y en el mismo lugar: Roma.
Se apartaron con un fuerte sentimiento de ausencia reflejado en sus miradas. Ella secó la lágrima con cierta rudeza y mantuvo la mirada fija en James, quien correspondía con una expresión de desconcierto.
Ante las miradas inquietas de los demás, se instauró un silencio mortal.
—¿Qué rayos fue eso? —cortó Blazer al fin—. Porque definitivamente no quiero ser el siguiente.
—No lo serás —habló Mago por lo bajo, siendo el primero en apartar la mirada—. Ahora que está todo claro, volveremos a nuestro asunto. Tenemos la información de quienes están detrás del secuestro de Gia. Conocemos a los nuevos enemigos y hemos estudiado a los antiguos, pero antes, creo que Camille y yo tenemos algo que hablar con cierto duende doméstico.
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