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31. Horrible realidad

Por Metahumano & RonaldoMedinaB


Unos días después, Vincent se encontraba en el cementerio, veía el ataúd con el cuerpo de su amigo, de su hermano, descender bajo tierra, mientras un cura repetía palabras que para él ya no tenían sentido alguno. Los padres adoptivos de Ryan lloraban desconsoladamente, el padre intentaba contener a su madre, que había caído de rodillas y parecía ser incapaz de levantarse.

La comandante Rebecca Miller asistió a la ceremonia. Le aseguró a la familia de Ryan que estaban haciendo todo lo posible para encontrar al responsable por la muerte de su hijo. La idea casi hizo reír a Vincent y Cass lo detuvo con un codazo al estómago. El responsable por la muerte de su hijo estaba allí, en ese cementerio, llorando a su lado. Lo habían saludado al llegar, probablemente lo saludarían al irse y hasta era posible que incluso lo llamaran algunos días después para intercambiar historias sobre Ryan. Él era el único responsable de la muerte de su amigo, él era quien merecía el castigo a pesar de que Rebecca continuaba diciéndole lo contrario.

Cuando todo terminó, estuvo a punto de marcharse, pero entonces notó que Rebecca lo llamaba con la cabeza. Sin más explicaciones, soltó la mano de Cass y se acercó a la comandante que, bajo un árbol, aguardaba en completa soledad a su llegada. Cuando estuvieron frente a frente, ella intentó decir algo, pero le bastó tan solo una mirada a aquel hombre para saber que no había palabras que pudieran consolarlo, así que procedió a darle las buenas noticias.

一Lo tenemos 一dijo son más.

一¿Qué? 一Vincent no sabía por dónde empezar一. ¿Cómo?

一Estudiamos la escena del crimen. Nos llevó un tiempo, pero con ayuda de la doctora Elizabeth Morpheus pudimos detectar un particular patrón de energía que se repetía en cada lugar en el que él estaba presente, una distorsión como la que vimos esa noche. Ese mismo patrón apareció hoy en un viejo casino abandonado en el centro de la ciudad, pero a niveles mucho más altos.

一¿Qué quiere decir eso?

一Sospechamos que está preparando algo grande y nada bueno. Pero lo único que tienes que saber, Vincent, es que el fin está cerca. 一Rebecca apoyó su mano en el hombro de Vincent y él se sintió acompañado por primera vez en mucho tiempo一. Vamos a hacer justicia, por Ryan, por Mirlo y por todos los inocentes que murieron desde que él llegó.

Beck, es peligroso. Van a necesitar toda la ayuda posible.

一Vincent, te digo esto extraoficialmente porque, a pesar de todo, te respeto y me preocupas lo suficiente como para querer traer un poco de paz a tu cabeza. Esto no es una invitación a que te sumes a la redada. 一Él bajó la cabeza, no le gustaba lo que estaba escuchando, y ella lo notó一. Tu gente te necesita, Vincent, ve a estar con ellos. Mañana será un nuevo día, pero hoy necesito que no hagas ninguna estupidez, ¿está bien?

Consciente de que ya había dicho todo cuanto podía decir, Rebecca se dio media vuelta y se marchó. Tenía trabajo que hacer, después de todo. Vincent la vio alejarse, hasta subirse a un auto y desaparecer. Al darse vuelta para volver con Cass notó que él era la última persona que quedaba en el cementerio.

Cuando al fin logró llegar a su casa, Cass ya preparaba las últimas valijas y se encontraba de camino a la puerta. Cruzaron miradas, pero él no supo qué decir. Ella continuó su camino, aunque se detuvo. No podía irse sin más.

一Sabes por qué tengo que hacer esto, ¿verdad, Vincent? 一dijo, pero él no respondió一. Te amo, pero este último tiempo... no eres el mismo.

一Lo estoy intentando, Cass.

一Me dejaste sola, Vince. Ryan también era mi amigo y lo único que hiciste estos días fue jugar al detective con la comandante Miller mientras yo te necesitaba.

一Estaba intentando atrapar al responsable de todo esto. De ponerle un fin.

一Puedes seguir diciéndote eso, pero lo único que lograste fue alejar a toda la gente que se preocupa por ti. 一Vincent desvió la mirada. No podía aguantar la idea de perder a Cass también. De repente sintió su mano apoyarse contra su pecho一. Eres un buen hombre, Vincent, tal vez haya un futuro en el que podamos estar juntos, pero no mientras las cosas sigan así. Espero que, si este es el camino que elegiste, puedas encontrar algún tipo de felicidad en él, algún tipo de paz... Adiós, Vince.

La puerta se cerró, pero el siguió escuchando sus pasos hasta que desaparecieron, y así, casi sin quererlo, se encontró solo, verdaderamente solo, por primera vez en su vida. Quería gritar, romper algo, maldecir a los cuatro vientos, pero sus piernas temblaron y solo atinó a apoyarse contra la pared, deslizarse hasta el suelo y echarse a llorar.

Lo peor era darse cuenta de que él era el causante de toda su infortunio, que él mismo había sido el arquitecto de su caída y poder recordar con precisión todos y cada uno de los momentos en los que podría haber tomado una decisión diferente, cualquier decisión que no lo hubiera llevado a donde se encontraba. Pero era demasiado tarde y ya no había vuelta atrás.

Al cabo de un tiempo, logró juntar fuerzas para levantarse. Si todo salía bien, todo terminaría esa noche. Rebecca detendría al diablo azul y él podría empezar a reconstruir su vida desde allí. Ya nada volvería a ser igual, eso lo sabía y lo aceptaba, pero tal vez podía ser una buena vida, tal vez aún podía volver a ser el de antes. Sin embargo, necesitaba tener una conversación con la persona que lo había convertido en el hombre que era hoy, la única que nunca le había fallado a pesar de sus muchos errores. Sentía que sólo él podía darle verdaderas esperanzas de un futuro mejor.

Con pasos pesados, caminó hasta la mesa de luz en donde las llaves de su moto reposaban. Junto a ellas, una fotografía con rostros sonrientes le dio pausa. La habían tomado la noche que reabrieron las puertas del orfanato y en ella estaba todo lo que le importaba: Cass, Ryan, sus padres adoptivos, su trabajo. Todo lo que había destruido, todo lo que quería recuperar. Más decidido que nunca, tomó las llaves y en cuestión de minutos estuvo circulando por las calles de Krimson Hill.

Tan pronto como los árboles comenzaron a rodearlo y los edificios y el sonido de la ciudad quedaron a sus espaldas pudo sentir un cambio en el aire. Se preguntó entonces cuándo había sido la última vez que había dejado la ciudad y se sorprendió al darse cuenta de que no podía recordarlo. Sabía que sus padres adoptivos eran de Harwich, una pequeña ciudad costera en Essex, pero no sabía cuándo había sido la última vez que había ido a visitarlos. También estaba al tanto de que tenía múltiples fotografías con Cass en diferentes puntos turísticos de Europa, pero, si intentaba recordar detalles del viaje, no podía hacerlo. Su mente parecía nublarse más y más con cada intento. Aceleró, necesitaba respuestas.

De entre la profundidad del bosque una especie de mansión empezó a distinguirse, era el asilo donde el padre Esteban disfrutaba de sus últimos años. Sabía que pronto el horario de visita acabaría, de forma que aceleró un poco más y en breve se encontró recorriendo los lujosos pasillos del asilo. Como era costumbre, la puerta del padre Esteban estaba entreabierta. Él se detuvo frente a ella, incapaz de dar un paso más, inseguro sobre qué decirle. Sin embargo, la voz rasposa del anciano le llegó a los oídos al cabo de algunos segundos.

一¿Vas a hacerme esperar?

Sin preguntarse cómo el anciano lo había sabido, Vincent empujó la puerta y fue recibido por la sonrisa del padre Esteban, leía un libro, sentado junto a la ventana. Con una señal de su mano, lo invitó a tomar asiento en el único sillón restante en su habitación. Él entró, pero eligió permanecer de pie.

一Ha pasado un tiempo 一atinó a decir, intentando dilatar la conversación lo más posible.

一No el suficiente, considerando que solo me visitas cuando estás en problemas 一bromeó el anciano y Vincent le dedicó una leve sonrisa, fue entonces cuando el padre Esteban supo que había dado en la tecla一. Es por lo de Ryan, ¿verdad? Me enteré de lo que ocurrió.

一Siento que estoy perdiendo la cabeza 一confesó Vincent finalmente一. Siento que hay dos partes de mí en lucha y que me están destruyendo por dentro.

一¿Cuáles son estas partes, Vincent?

一Por un lado quiero esto 一dijo como si eso lo explicara todo一. Mi trabajo en el orfanato, Ryan, Cass. Ser feliz.

一¿Y por el otro?

Hubo una larga pausa. Sabía lo que tenía que decir, pero no tenía la fuerza para hacerlo. Volvió a sentir sus piernas temblar, pero se obligó a mantenerse de pie. Tomó una gran bocanada de aire y lo soltó.

一Por el otro, sé que nada de esto es real. Sé que estoy destinado a ser alguien más... algo más. 一Tan pronto como hubo dicho eso, sintió que un enorme peso le fue quitado de sus hombros. Era una idea liberadora, pero al mismo tiempo lo aterraba一. Pero... ¿acaso no me lo merezco? ¿La posibilidad de una vida feliz? Una chance... aunque sea pequeño, de no volver a sufrir.

Vincent no pudo contenerse más y cayó de rodillas frente al anciano. El padre Esteban lo vio allí llorando, sufriendo, y volvió a ver a ese niño que había recibido en el orfanato y que había visto crecer hasta convertirse en un hombre. Con un esfuerzo, se levantó de su silla y le posó una mano sobre el hombro.

一Vincent, sufrir es inevitable. Mientras más luches contra ello... mientras no lo aceptes, lo único que lograrás es lastimarte más y más. Tu dolor es real, es válido, está en ti, como está en todas las personas que te rodean, es lo que nos hace humanos. 一Vincent alzó el rostro entre lágrimas para mirar al padre Esteban a los ojos一. Pero tu dolor no te define. No estoy aquí para tomar partido por alguna de las dos partes que me mostraste. Estoy aquí para decirte que la elección es tuya. Cuando el dolor, o tu deseo de escapar de él, dejen de dictar tus elecciones, serás realmente libre.

Vincent estaba a punto de contestar, cuando una intensa luz azul iluminó la ventana. Él se puso de pie y junto con el anciano observaron un rayo azul ser disparado al cielo. Vincent supo de inmediato de qué se trataba y dirigió una mirada al confundido padre Esteban, que tardó algunos segundos en asimilar lo que ocurría.

一Parece que no encontrarás las respuestas que buscas aquí, Vincent. 一Él asintió y se preparó para salir, pero entonces la mano del expárroco lo frenó en seco一. Tan solo recuerda: sé quien debas ser, no le debes nada a este mundo.

Vincent dedicó una última mirada al anciano y, muy dentro suyo, supo que sería la última vez que lo vería, por lo menos de ese lado. Salió corriendo hacia la noche y pronto estuvo de camino a Krimson Hill, todavía sin saber qué era lo que pasaría cuando llegara a su destino, pero con una sola seguridad: cambiaría las cosas para siempre.

Vincent no tenía registro de haber manejado a semejante velocidad en su vida, pero, de alguna forma, el impacto del viento contra su rostro le resultaba liberador, casi relajante. Por supuesto, tal vez hubiera sido mucho más relajante si no tuviera que estar esquivando a los cientos de autos que, a toda marcha, escapaban de la ciudad, a medida que una impresionante tormenta azul se formaba sobre ella.

Sin embargo, esquivar autos resultó ser el menor de sus problemas. Tanto pronto como entró en Krimson Hill descubrió a qué se debía el pánico. El lugar era una zona de guerra: cientos de rayos de un intenso color azul azotaban el suelo y los edificios, causando explosiones y derrumbes por doquier. Y en el centro de todo aquel caos, aquella luz azul que se elevaba al cielo. Vincent aceleró, esquivó rayos y eludió los escombros que caían al suelo. Cada segundo se acercaba más a su destino.

Cuando el viejo casino ya era visible al final del camino, una mujer de cabellera negra pareció salir de la nada y se cruzó en su camino. Su presencia, sumado a una repentina luz escarlata que contrarrestó el azul, provocó que diera un volantazo para esquivarla, pero no pudo evitar impactar contra un auto cercano y caer rodando al suelo. Estaba aturdido, golpeado y adolorido. Su moto estaba hecha añicos, pero de milagro él seguía en una pieza hasta donde podía ver. Volvió su mirada hacia atrás. No había rastros de esa mujer. Maldijo por lo bajo y, con sonoros quejidos, se levantó y volvió su mirada al casino. El suelo vibraba bajo sus pies, los rayos y la lluvia que los acompañaba seguían cayendo con furia, pero, a pesar de la situación, él se sentía en calma. Decidido a acabar con aquella locura de una vez por todas, siguió a su destino.

Tan pronto como cruzó las viejas puertas del lugar, comenzó a notar los cuerpos de oficiales de policía tendidos en el suelo. El plan de Rebecca no había resultado, eso quedaba claro, tan solo esperaba que ella hubiera tenido un destino diferente al de sus colegas. Vincent avanzó un poco más. Esquivaba los cadáveres con movimientos lentos para no llamar la atención. Podía escuchar un sonido más adelante, era constante, rítmico, casi como un cántico, entonado con un ominoso tono de voz que parecía provenir del mismísimo infierno. Se detuvo en el umbral de una puerta, lo había encontrado...

Más adelante, en un lujoso escenario donde alguna vez se habían presentado estrellas, donde magos e ilusionistas habían deleitado a la audiencia con sus trucos, el diablo azul levitaba mientras entonaba las palabras del cántico que Vincent había escuchado antes, pero, aún a corta distancia, resultaban indescifrables para su oído. Frente a él, unas pinturas en el suelo y un viejo libro parecían ser el origen del haz de luz azul que destruía la ciudad.

Sabía que atacarlo de frente sería una mala idea, así lo atestiguaban los cadáveres de cientos de policías. Vincent miró a su alrededor. En el suelo descansaba un viejo y oxidado pedazo de metal. Lo levantó. Su peso se sentía adecuado en su mano, casi como una extensión de su propio cuerpo. Sabía cómo usarlo. Sería su arma.

Con la agilidad y el sigilo de un gato que acechaba a su presa, Vincent escaló la destruida estructura del casino. Comenzó a moverse por encima, a acercarse a su objetivo, y, al fin, estuvo sobre él. Tomó una gran bocanada de aire. Era su oportunidad de detenerlo. Apretó su lanza, el pulso no le temblaba, y, con un salto, salió en dirección a su oponente. Estaba a punto de alcanzarlo, cuando el diablo azul pareció despertarse de su trance y esquivar el ataque. Vincent se sorprendió, pero no dejó que eso lo desanimara y continuó su ataque. Sin embargo, el diablo azul parecía predecir cada uno de sus movimientos, los esquivaba como si no fueran nada. Cansado de fingir, el diablo azul dio un poderoso revés que envió a Vincent contra la pared del casino.

一El tiempo se acabó. 一Vincent se levantó y escupió un poco de sangre一. Recuerda quién eres, Vigilante.

El diablo azul alzó su mano al tiempo que Vincent se lanzaba de nuevo al ataque, pero, antes de que pudiera dar un paso más, una llama azul salió disparada en su dirección. Él logró arrojarse al suelo y pasar por debajo, situación que aprovechó para barrer las piernas de su enemigo y tirarlo al piso. Con velocidad, Vincent se levantó y clavó su arma, con esperanzas de atravesarlo, pero la punta de la barra metálica solo golpeó el sucio suelo del casino.

一El Casino Escarlata. Este es el lugar donde luchamos por primera vez juntos, ¿lo recuerdas? 一La voz del diablo azul llegó desde la distancia, pero los ecos hacían imposible identificar su origen一. Hoy necesito tu ayuda otra vez para derrotarla.

一Basta de juegos, acabemos con esto 一vociferó Vincent.

一Como tú lo desees 一respondió una voz a sus espaldas.

Él se giró tán rápido como pudo e intentó atacar, pero el diablo azul tomó su bastón antes de que lograra alcanzarlo y lo arrojó al suelo sin mayor esfuerzo. La criatura se alzaba varios metros sobre él y lo observaba con sus penetrantes ojos azules. Vincent intentaba retroceder, pero era inutil, no tenía escapatoria. Aunque cayó al suelo, jamás quitó su mirada de aquellos ojos azules.

一¿Qué esperas? Hazlo 一dijo apenas conteniendo sus lágrimas一. ¡HAZLO!

一Desearía que hubiera otra forma 一respondió el diablo azul, mientras alzaba su mano hacia el abatido combatiente.

Tan pronto como dijo eso, una nueva llamarada azul salió disparada y envolvió el cuerpo de Vincent, que se retorcía en el suelo entre gritos de dolor y desesperación. Lo primero que percibió fue el olor de la ropa al quemarse, luego su piel retorciéndose, siendo reducida solo a despojos de carne que adornaban lo que, sin duda, pronto sería solo un esqueleto calcinado. Sin embargo, notó que mientras más tiempo pasaba, menos dolía. Se forzó a abrir los ojos y descubrió que en algún momento, quizá cuando se retorcía del dolor, se había puesto en cuatro patas. Al mirar sus manos notó que, debajo de las tiras de piel quemada, algo empezaba a revelarse. No eran huesos, tampoco músculos, sino una especie de tejido negro. Se arrodilló y siguió examinándose, luego su cuerpo y piernas. Allí donde la piel ya se había desprendido de su cuerpo, aquel tejido negro parecía haber tomado su lugar.

Sorprendido ante aquella revelación, Vincent comenzó a arrancarse jirones de piel que revelaron aún más el extraño material que parecía esconderse debajo. Y no tardó en notarlo. No era solo un tejido: era un traje.

一Recuerda quién eres. Deja renacer al protector de Krimson Hill 一dijo el diablo azul, que se dedicaba a observar la bizarra transformación que sufría一, al guardián de la noche. Regresa, Vigi...

Un disparo interrumpió las palabras del diablo azul y luego otro terminó por hacer que se desplomara al suelo. Vincent, quien ya había terminado de mudar su piel, observó el horroroso espectáculo con consternación. El diablo azul había dejado de ser el monstruo que su cabeza había creado. Frente a él yacía su amigo James Jerom, Mago Universal, con dos claros disparos en el pecho. Vincent alzó la mirada, la comandante Rebecca Miller se acercaba cojeando al dúo, con una pistola humeante entre sus manos y signos de pelea en su cuerpo.

一Te tengo, hijo de puta 一dijo con ira la comandante.

Ella alzó la pistola, Vincent parecía estar congelado y Mago tan solo podía mirar malherido como se desarrollaban los eventos. Gatilló. El arma emitió un chasquido, ya no tenía más munición. La comandante lanzó un grito al aire y arrojó su arma a un costado. Vincent, por su parte, levantó la barra metálica que James le había quitado antes.

一Vincent, puedes hacerlo, acábalo 一dijo Rebecca con una voz lastimera, casi en súplica一. Puedes vengar a Ryan.

一Recuerda... quién... eres... 一murmuró James, la sangre brotaba de su boca de una forma grotesca.

一No lo escuches, él nos atacó, a todos nosotros. Mató a toda mi unidad como si fueran solo insectos, merece ser castigado.

Vincent apretó el fierro entre sus manos. Dirigió una mirada al moribundo mago y luego otra a su compañera. Tomó una gran bocanada de aire y alzó el arma. Con un grito de furia, atacó y el metal salió volando hasta atravesar el hombro de Rebecca, quien dedicó una larga mirada a Vincent antes de caer de espaldas, mientras sujetaba el pedazo de metal oxidado.

一No volveré a caer en tus trucos, Morpheus.

Vigilante avanzó con pasos decididos hasta donde se retorcía la poderosa hechicera que había robado el rostro de su amiga. Ella le dedicó una mirada de furia que se apuró a disimular, mientras que, poco a poco, sus rasgos cambiaron, transformándose de los de Rebecca a los de Lady Morpheus. La farsa había caído, ya no tenía sentido seguir ocultándose.

一Bien, no más trucos 一masculló la adolorida bruja, aún sujetando su herida一. Pero, ¿de verdad quieres volver a tu realidad? Tienes una última oportunidad, Vincent. Acaba con James y te concederé lo que deseas. Puedes volver a estar con Cass, dirigir el orfanato con Ryan, tener una familia que te ama. No será real, pero sin dudas es mejor que lo que te espera del otro lado. Es hora de elegir.

Vigilante apoyó su pie sobre el pecho de Lady Morpheus y arrancó el pedazo de metal que le sobresalía del cuerpo. La bruja aún rogaba con la mirada ser escuchada y él no podía mentirse: sabía que, pasara lo que pasara, lo que seguiría estaría lleno de dolor y sufrimiento. Jamás volvería a ser tan feliz como lo había sido esos días en los que despertaba junto a Cass, viendo a Ryan todos los días, ayudando a la gente sin tener que derramar una gota de sangre. Había hecho una elección.

一Elijo ser libre.

Vincent alzó una vez más la barra de metal y atravesó de lado a lado el pecho de la bruja, que lanzó un alarido de dolor y bronca a medida que su cuerpo estallaba en una impresionante luz escarlata que, poco a poco, fue desintegrando todo a su alrededor, capa tras capa de energía, hasta que solo hubo oscuridad. Ya no era más una dulce mentira.

La armadura negra que cubría el cuerpo del inconsciente héroe desapareció y todas las medidas de seguridad que lo contenían se retrajeron frente a los ojos del Escuadrón, que aún así aguardaban impacientes la respuesta que buscaban: ¿habían salvado a Vincent Hardy?

De repente, él abrió los ojos y se incorporó tomando grandes bocanadas de aire. La luz de la habitación lo cegó por unos segundos. Poco a poco, sus ojos se fueron adaptando hasta que empezó a distinguir figuras, luego rostros. Sus compañeros... sus amigos, todos estaban a su alrededor, lo observaban con una mezcla de curiosidad y precaución. Pero a él no le interesaba en lo más mínimo. Clavó su mirada en James Jerom, su salvador, que se sujetaba el pecho con dolor. Los disparos que había recibido en aquella retorcida realidad habían tenido algún efecto en él, pero sin dudas viviría. Cuando Mago se percató de que era observado, ocultó su dolor y dedicó una sonrisa al recién llegado.

一Bienvenido de vuelta 一atinó a decir, pero, antes de que pudiera siquiera intentar agregar algo más, los brazos de Vincent lo envolvieron en un fuerte abrazo.

Ante el brusco movimiento del héroe caído, Venatrix tomó el mango de su espada, pero fue detenida de manera oportuna por Supernova, que podía ver el rostro de Vincent. James, por su parte, no supo cómo reaccionar en un principio, pero, al cabo de unos segundos, correspondió el abrazo de su amigo, sin saber quién lo necesitaba más en ese momento.

一Lo recuerdo todo... 一murmuró Vincent en su oído, con voz quebradiza, al borde de las lágrimas一. Todo el dolor... el sufrimiento que causé... y-yo... lo siento.

一No fue tu culpa.

一Estuve del otro lado, James, Darksaber no hizo esto solo. 一Se separó, secó un poco sus lágrimas y miró al grupo que aún lo rodeaba, consciente de la manera en la que había lastimado a todos y a cada uno de ellos一. Él tomó fuerzas de una parte de mí, eso lo alimentaba, lo mantenía fuerte, así que les debo una disculpas a todos ustedes, aún sabiendo que estas palabras jamás bastarán para expiar todos mis pecados.

El grupo permaneció en silencio, ninguno de ellos estaba seguro de qué decir. Ellos sabían que habían sido lastimados por aquel rostro. Habían confiado una vez, y eso los llevó a donde estaban. Vincent reconoció la ambivalencia en sus rostros, la aceptó y bajó la cabeza.

Danilo veía un atisbo del héroe que había llegado a admirar en aquel hombre roto que tenía frente a él, pero también debía reconocer que ya se habían aprovechado de su bondad antes y no iba a permitir que volviera a suceder. June, la primera en caer tras su ataque, admitía que aún le guardaba algo de rencor, aunque era difícil dirigirlo a Vincent en el estado que se encontraba; quería creer que la persona que tenía enfrente no era la misma que la había lastimado, pero sabía que debía ser precavida para no ser tomada por sorpresa de nuevo. Adyin, por su parte, mantenía una expresión fría, totalmente carente de emociones, pero respetaba al dolido guerrero que se lamentaba frente a ella. Tras tantos años en guerra, había aprendido que muchas veces se necesitaba más coraje para pedir perdón que para derramar sangre.

一Dennos un momento, por favor 一expresó James, mirando al grupo, sin embargo, Camille entendió que debía permanecer allí. Pronto, solo quedaron los tres miembros originales del Escuadrón en el lugar.

Por primera vez en un largo tiempo, Vincent Hardy movió sus pies por voluntad propia y se levantó. Observó su cuerpo como si le perteneciera a un extraño y supo que había algo que no estaba del todo bien al instante. Podía sentirlo en su pecho, pero había cambios mucho más evidentes. La armadura de Darksaber había desaparecido de sí, casi como si se hubiera extinguido con la nada, pero por debajo aún llevaba puesta ropa de civil y la remera manga cortas le permitió notar una especie de tatuaje que parecía haberse materializado en su brazo. Parecía una especie de flecha cuya punta se encontraba orientada hacia su mano, adornada de múltiples runas cuyo significado escapaba a su comprensión.

一¿Cosa tuya? 一preguntó a James, y él asintió.

一Estás de vuelta, Vincent, pero lamento decirte que aún no estás completo. 一Con un rostro más serio que de costumbre, James hizo una pausa para hacerse entender一. Lady Morpheus sigue siendo dueña de una parte de tu alma, e intentó corromporte para siempre, pero el hechizo que lancé en esa realidad logró recuperarte. Liberé todo aquello que te hace ser tú y lo traje conmigo. Mientras lleves ese sigilo que he puesto en ti, ella no podrá volver a controlarte, ni Darksaber volver a apoderarse de tu cuerpo.

Aquel nombre pareció causarle un escalofrío a Vincent.

»Todo lo negativo que hay en ti sigue habitando ese otro cuerpo, pertenece a la separación de tu alma, y necesitaré que lo captures con vida para volverlos a unir antes de que sea demasiado tarde.

一¿Y que hay de mi si yo... no logro volver a estar completo?

一En el orden natural de la existencia, la oscuridad es tan necesaria como la luz, y la una no puede vivir sin la otra. Tú no puedes ser solo luz, ni Darksaber solo oscuridad, o inevitablemente ambos se destruirán. Mientras estés en este estado, una sola acción de oscuridad podría terminar convirtiéndote en algo peor, hasta que ambas fuerzas vuelvan a equilibrarse en tu ser. Así que medita bien en lo que harás. Sé que no será fácil, pero deben volver a ser uno solo para que vuelvas a sentirte completo otra vez.

Vincent escuchó y asintió, comprendiendo tan solo una mínima parte de lo que su amigo le acababa de decir. Lo cierto era que, en ese instante, aquella marca era la menor de sus preocupaciones. Él tan solo podía notar como Camille esquivaba su mirada y, a pesar de saber el motivo y que habían tenido sus diferencias en el pasado, no podía decir que no le dolía. Se acercó a la cazadora y ella al fin lo miró a los ojos.

一Sé que no puedo decirte nada que vaya a mejorar la situación, Camille. Hice cosas terribles usando esa armadura, te lastimé de formas que van a perseguirme por el resto de mi vida. 一Un brillo en los ojos de la cazadora le indicó que había tocado un nervio, pero, en ese momento, lo que quedaba del Escuadrón era solo una herida abierta, el dolor los acompañaría de todas formas一. No espero tu perdón, sé que no lo merezco, pero espero que puedas encontrar algo de paz en estas palabras: ella está viva, y voy a luchar a tu lado hasta el final para que vuelvan a estar juntas.

Los ojos de Camille se llenaron de lágrimas, también los de Vincent. A ella le hubiera gustado negarlo, pero lo cierto era que, muy en el fondo, le agradaba tenerlo de vuelta. Fue entonces cuando ella pudo reconocer en aquella mirada a Vincent Hardy y dejar de ver a Darksaber. Era un idiota, pero era un idiota honorable, y sabía que cumpliría su promesa. Ella le tendió la mano y él, con una genuina (aunque leve) sonrisa, se la estrechó.

一Este es un gran paso en nuestra pelea contra la Sociedad Oscura, pero aún queda mucho trabajo por delante 一dijo James, acercándose a sus amigos一. Por el momento, descansen y prepárense para lo que viene. La guerra está lejos de terminar.

El trío compartió una mirada, similar a la que compartieron por primera vez aquella noche en un sucio callejón de Krimson Hill, y salieron en diferentes direcciones. James tenía que seguir preparando al equipo para lo que venía, Camille debía concentrarse en la batalla que tenía por delante, pero Vincent... Vincent solo tenía una cosa en mente.

A pesar de su cansancio, tanto físico como mental, Vincent Hardy recorrió todas las habitaciones del Templo Universal hasta dar con su objetivo: Cassiopeia Nox. Ella estaba en una habitación que él nunca antes había visto, y no pudo evitar preguntarse si ella sabía del lugar o tan solo había dado con él mientras divagaba por el Templo. El salón permanecía casi a oscuras, pero contaba con una amplia biblioteca, una lámpara y un enorme ventanal desde el cual se podía observar una hermosa y brillante nebulosa que decoraba el paisaje interestelar con sus colores, que parecían sacados de algún mundo de fantasía.

Él se paró a su lado a contemplar el paisaje, incapaz de comprender cómo tanta belleza podía existir en un universo constantemente sumido en una guerra entre el bien y el mal. Ninguno de los dos emitió palabra alguna por un largo tiempo. Pudieron ser segundos, minutos u horas. Finalmente la mano de él encontró la de ella y ambos se miraron.

一Volviste 一dijo él, no del todo seguro sobre cómo empezar la conversación.

一¿Quién iba a salvarte el culo si no? 一respondió ella con su usual sutileza. Vincent sonrió.

一Sabes que estoy feliz de verte, pero lamento haberte arrastrado de vuelta a este mundo.

一No te atrevas, Vincent 一lo interrumpió ella, sin un atisbo de humor一. Tú no me arrastraste a este mundo. Estoy aquí por mi propia voluntad y la de nadie más, ¿entendido?

一Yo... entiendo.

Él aún sostenía su mano. Ambos miraron hacia el espacio y permanecieron en silencio algunos segundos.

一Dijiste... 一se atrevió a decir ella一. Dijiste que recuerdas todo lo que pasó. Sé que es una pregunta estúpida pero... ¿cómo estás?

Él cerró los ojos. Por un segundo, las imágenes de las terribles acciones que había cometido mientras portaba la armadura asaltaron su mente y temió que cuando abriera los ojos volvería a ser el monstruo que tanto daño había causado. Pero lejos de ello, allí solo estaba Cass y él seguía siendo él, en cierta medida.

一Estoy furioso 一confesó一. Lady Morpheus, Cronos... todos ellos me usaron para lastimar al equipo. Allá afuera, los nuevos me miran como si fuera un monstruo y sé que no voy a poder convencerlos de lo contrario porque... tal vez tengan algo de razón.

一V... 一intentó interrumpirlo ella.

一Voy a acabar con ellos, Cass. Con todos, así sea lo último que haga 一afirmó, y Supernova notó una furia en los ojos de aquel hombre que francamente la asustó一. Pero primero debemos buscar a Nakai, a Jon. Dividimos como estamos no tenemos oportunidad contra la Sociedad Oscura.

La ira aumentaba en la voz del jóven héroe, quien pronto recordó la previa advertencia de Mago, y suspiró profundo en un intento por contenerse. Cass notó esa lucha y le apretó la mano con fuerza. En ese momento los unía algo mucho más profundo. Ambos sabían lo que era perder su libertad, ser convertidos en un arma en contra de su voluntad y conocían el deseo de venganza que acompañaba a tan terrible experiencia. Casi sin querer, los cuerpos de ambos se acercaron más. La cabeza de ella se apoyó sobre su pecho y él sintió un ardor que se extendió hasta su hombro, pero lo ignoró. Se abrazaron durante algunos segundos. Luego ella levantó la mirada y se encontró con la de él. Allí, en aquella habitación oscura, iluminados solo por la nebulosa, sus labios se encontraron.

Las manos de Vincent comenzaron a subir con suavidad desde la cintura de Cassiopeia, como una caricia, para luego pasar por su cuello y provocar un escalofrío por su espalda. El beso se intensificó, Cass sintió las manos de él recorrer sus cabellos y no pudo evitar atraerlo aún más en su contra. Con un leve empujón, sus cuerpos chocaron contra el ventanal, que emitió un sonido seco tras el impacto.

Los labios de él ahora hacían un camino en el cuello de ella, y las manos de ella lo sujetaban a él por la cintura y amenazaban con empezar a subirle la remera. Sus respiraciones eran aceleradas. Cass podía sentir el pecho de Vincent subir y bajar, su corazón latir con fuerza. Los besos de él empezaron su lento retorno hacia los labios de ella y fue entonces cuando notó que el pecho de ella brillaba un poco en la oscuridad, reflejando sus siluetas. Sus miradas volvieron a cruzarse y, sin más, se entregaron al momento.

En la siniestra mansión habitada solo por la Sociedad Oscura, Lady Morpheus gritaba de dolor mientras se agarraba el pecho. Sus compañeros la observaron sufrir sin una pizca de empatía o intenciones de ayudarla. Supieron tan pronto como la armadura de Darksaber se materializó sobre el cascarón de lo que alguna vez había sido Vincent Hardy, que Elizabeth había fracasado en su misión.

Dakken masculló algo por lo bajo y pateó una pila de libros cercana; Wendigo, digno tío de Nakai, tan solo gruñó; Sombra y Madame Nyx ni siquiera parecieron percatarse de la demostración de Lady Morpheus, a excepción de una leve sonrisa que apareció en los finos labios de la Conciencia de La Oscuridad. Cronos, por su parte, deseó maldecirla por hacerle perder el tiempo y dejar escapar a su mortal enemigo, pero optó por mantener la mente fría. El juego estaba lejos de terminar y todos allí lo sabían.

一Asumo por esta patética demostración que el Universal logró su cometido 一dijo Lucifer, sentado en una vieja silla junto a una chimenea encendida, sin siquiera voltearse para ver a sus subordinados. Sujetaba una copa de vino entre sus manos一. El detective Hardy volvió a la vida. Hurra.

Nadie se atrevió a emitir respuesta. Las palabras salieron de la boca de aquel ser de pura oscuridad con calma, casi con diversión, pero había algo en ellas que heló la sangre de todos los presentes. Él disfrutó la breve demostración de poder y le dio un sorbo al vino. Elizabeth, aún sujetando su adolorido pecho, se volteó y se armó de coraje.

一El detective está de vuelta, pero no del todo. 一La bruja movió sus dedos y un aura escarlata envolvió la armadura de Darksaber, que de repente se incorporó, sobresaltando a los villanos cercanos一. Una parte de su alma todavía me pertenece. La usaremos en su contra.

一Eso está muy bien, señorita Morpheus. Estaba empezando a cuestionarme su utilidad. 一Con la gracia que lo caracterizaba, Lucifer se levantó de su asiento y se acercó al grupo. Wendigo y Dakken, almas tan oscuras y aterradoras de costumbre, no pudieron hacer otra cosa que retroceder a su andar como niños asustados一. Pero aún así, los héroes aún tienen fuerza para contraatacar. Eso quiere decir que aún tienen esperanza y, mientras la tengan... no habremos ganado.

一Si me lo permite 一dijo Cronos, dando un paso al frente. Todas las miradas se clavaron en él. Durante el último tiempo se había acostumbrado a estar rodeado de monstruos, demonios y seres que escapaban absolutamente a su comprensión. Sin embargo, tenía muy claro que jamás podría acostumbrarse a su mirada. Había algo en los ojos de Lucifer que lo hacía temblar cada vez que lo miraba, y lo peor era saber que ese diablo lo sabía一. La mejor manera de enfrentar a cualquier grupo, sin importar quienes lo compongan, es ir tras sus eslabones más débiles.

El grupo permaneció en silencio, Cronos no sabía si meditaban sobre sus palabras o si esperaban que terminara la idea, pero entonces Lucifer sonrió con malicia.

一Rudimentario, primitivo... pero, sin duda, efectivo 一reconoció el rey del Infierno一. Sabía que era algo más que músculos, señor Osburne, me alegra estar en lo correcto.

Lady Morpheus movió sus manos mientras pronunció un encantamiento. Una nube escarlata pronto se formó en la habitación y, cuando se despejó, en el centro pudieron verse los rostros de Dakota y Nahia. Nadie habló, pero en el aire podía sentirse que la Sociedad Oscura estaba sedienta de sangre...y había elegido a sus próximas víctimas. 


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