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28. Luna cautiva

Por Rosacharm & Metahumano


Acompañada solo por el eco de sus pasos en el pueblo vacío, Supernova avanzó por la calle principal utilizando una mínima parte de sus poderes para mantenerse caliente en medio del inusual frío invernal que había invadido el lugar.

Si bien no había preguntado por la ubicación exacta de su objetivo, sabía que se acercaba a él, ya que, paso a paso, la temperatura parecía decrecer de forma drástica, obligándola a cubrirse aún más con su aura dorada para adaptarse.

Al final del camino pudo ver la destruida catedral del pueblo y supo que allí sería donde encontraría a Darksaber.

«Todo un drama queen, tal vez todavía quede algo de Hardy ahí dentro», trató de convencerse en un intento de aplacar la creciente sensación de peligro y desesperanza que la envolvía.

Con cuidado, subió las escaleras cubiertas de nieve que conducían al deteriorado templo y se detuvo durante un segundo frente a la vieja puerta de madera que, de alguna manera, seguía sosteniéndose en su lugar. Armada de determinación, se dispuso a irrumpir en los aposentos de su enemigo, pero, al intentar abrir la puerta, fue empujada hacia atrás por una energía oscura que parecía estar funcionando como un escudo de fuerza.

A pesar del dolor que le provocó el empuje de aquella oscuridad, Supernova no se rendiría tan fácil. Determinada a enfrentarse a quien moraba en aquellas ruinas, sus manos empezaron a brillar y, cuando el poder llegó a su punto máximo, comenzó a empujar contra la puerta, haciendo que las ruinas del templo se cubrieran brevemente de la oscura energía y toda la estructura temblara.

Si bien aquella poderosa magia negra resistía con ferocidad ante el repentino ataque, no tardó en empezar a ceder a la luz propia de Supernova hasta que al final pareció estallar con un quejido cual un animal herido y se disipó en el aire.

Sin más obstáculos en el camino, Cass tomó una bocanada de aire y empujó la puerta con brusquedad, haciendo que golpeara contra las viejas paredes de la catedral. A unos pocos metros de ella, delante de los viejos y desordenados asientos, arrodillado frente a lo que alguna vez había sido el altar de la iglesia, Darksaber realizaba un ritual con algún animal salvaje que había sacrificado recientemente y que estaba demasiado deformado como para ser reconocible.

Ella dio unos pasos cargados de incertidumbre hacia su objetivo, pero él no pareció ser perturbado por su presencia y continuó en su labor con la paciencia de un maestro en el tema. Una sensación de déjà vu la invadió, y de inmediato recordó aquel sentimiento de introducirse en la nave corvyniana durante la invasión, la calma que acompañó a los segundos previos a su feroz batalla contra El General. Sin embargo, había algo distinto: aquella vez ella no estuvo sola.

—Están desesperados, ¿verdad? —Escuchar la voz de Vincent después de tanto tiempo arrancó a Cassiopeia de sus pensamientos y le dio una breve pausa, pero pronto notó la leve distorsión en el sonido, como si una segunda voz escapara de la garganta del héroe, una más grave y amenazante—. ¿James realmente cree que tú puedes detenerme?

—Poco me interesa lo que James crea, pero lo cierto es que vas a venir conmigo, por las buenas o por las malas.

—Llegas tarde, Supernova. Cuando la luna llegue a su punto máximo, la señal será enviada y la Sociedad Oscura vendrá por mí. —Darksaber se giró y observó a su oponente por primera vez, una sonrisa sin humor, pero llena de malicia, adornaba su rostro. Cass no pudo evitar sentir que no era más que un cascarón del hombre que conocía, una siniestra imitación que tan solo utilizaba aquel rostro para burlarse de ella—. Todavía puedes darte la vuelta y desaparecer, eres bastante buena en eso, ¿no?

A medida que Darksaber hablaba, su armadura fue apareciendo alrededor de su cuerpo, dejando solo a la vista el rostro del hombre que alguna vez había sido importante para ella, una última burla antes del combate. Una gigantesca espada apareció en manos del intimidante villano, indicándole a Cassiopeia que la hora de la batalla había llegado.

De inmediato la energía empezó a recorrer de forma notable el cuerpo de Supernova, iluminó pronto sus ojos e hizo que sus manos brillaran con intensidad. Decidida a no darle la oportunidad de atacar, ella tomó la delantera y se lanzó hacia él, enviándolo al techo de la catedral de un solo puñetazo.

El pesado enemigo chocó contra uno de los pilares que sostenía la frágil estructura del lugar y, antes de que pudiera reaccionar, Cass ya volaba en su dirección, dispuesta a terminar la pelea sin retrasos. Sin embargo, a último momento, Darksaber se impulsó contra la pared e impactó a Supernova en pleno vuelo, terminando ambos yendo en picada hacia el suelo y provocando aún más destrucción en el ya deteriorado templo.

Supernova se recuperó rápido de la caída y clavó su mirada en Darksaber; consciente de que no tardaría en cargar contra ella, disparó rayos de energía de sus manos, pero su oponente llegó a bloquearlos con su impresionante espada, causando que diferentes rayos de luz atravesaran el tejado y causaran que los desprendimientos no tardaran en aplastar varios de los asientos de madera a su alrededor.

Supernova sostuvo el ataque tanto como le fue posible, quería destruir el arma de su enemigo, reducir sus opciones, pero, en lugar de deteriorar el acero, la espada parecía absorber la energía que le disparaba.

Entonces, un enorme pedazo de escombro se desprendió del techo. Cass tuvo que detener su ataque para poder esquivarlo, dándole a Darksaber el tiempo justo para contraatacar. Con furia, el guerrero infernal golpeó su pesada espada contra el suelo de la catedral y liberó toda la energía absorbida durante el ataque anterior, causando una expansiva que lanzó escombros en todas las direcciones posibles. Casi por instinto, Cass alzó sus manos para protegerse y, para cuando las bajó, Darksaber ya se abalanzaba sobre ella con una veloz estocada.

Con rapidez, Supernova reaccionó y logró detener la hoja de la espada con sus manos resplandecientes, antes de que la alcanzara en el rostro, pero Darksaber no paraba de empujar y pronto comenzó a arrastrarla hacia la pared. Sus brazos perdían fuerza y su espalda ya se encontraba contra la pared; Cass sabía que sus opciones se agotaban, pero no pretendía rendirse.

En un arriesgado movimiento, Supernova soltó la espada y movió su cabeza a la izquierda en el momento preciso para hacer que se clavara en la pared, no sin antes cortarle un mechón de cabello y dejarle una tajada sangrante en la mejilla

Mientras Darksaber luchaba por liberar su arma, Cass se agachó y le asestó un poderoso golpe debajo del mentón que lo forzó a retroceder. Consciente de que no podía ceder ni un centímetro frente a un enemigo tan poderoso, continuó su ataque con un nuevo disparo de energía que pareció ser absorbido por la extraña armadura que cubría a Darksaber, y lo siguió tomando uno de los pesados bancos de la iglesia y estrellándolo contra él.

Al notar que llevaba la delantera, se apresuró a lanzarse sobre él y en cuestión de segundos se encontraron a escasos centímetros el uno del otro.

—Vincent, despierta, no quiero lastimarte —suplicó tras darle un puñetazo que lo hizo escupir sangre. En sus adentros rogaba no tener que repetirlo.

—Ya no puedes lastimarlo, Supernova —replicó en el forcejeo, un delgado hilo de sangre caía de la comisura de sus labios y sus dientes se habían teñido de rojo—. Vincent murió hace mucho tiempo ya.

—Ya moriste una vez, ¿recuerdas? No voy a volver a caer por eso.

Supernova dio otro brutal puñetazo a su enemigo y luego lo arrojó con violencia cerca del altar. Darksaber aterrizó bruscamente y, mientras luchaba por levantarse, Cass se acercó a él levitando a escasos metros del suelo, envuelta en su típica aura dorada.

—Deberías haberme dejado morir aquella vez, Cass... —dijo Darksaber, y la voz sonó lastimada esa vez, casi quebradiza—. No sabes por lo que tuve que pasar, lo que ellos me hicieron...

—Vince... —El aura fue reduciéndose hasta desaparecer, y Cassiopeia se acercó a él.

—Rogué por ayuda, grité tu nombre, pero nadie vino... —Una lágrima solitaria golpeó el sucio suelo de la catedral—. Me dejaron solo... y ahora te envían para acabar el trabajo. Pues hazlo de una vez. Haz que el sufrimiento se detenga de una vez, haz que el dolor pare... —Vincet alzó la vista para observar a Supernova—. ¡HAZLO!

Supernova observó a la patética criatura que le suplicaba entre lágrimas y supo que había verdad en sus palabras. Había sufrido, conocía la soledad y el dolor, y tal vez lo mejor era ponerle fin de una vez por todas. Su puño se iluminó y se preparó para ponerle un punto final a todo ese sufrimiento, pero en último momento lo bajó.

—No voy a matarte —sentenció—. Y no voy a rendirme contigo, Vincent. Te traeré de vuelta, cueste lo que cueste.

Cass tendió una mano para ayudarlo a levantarse, pero entonces el enemigo se movió con una velocidad sobrehumana y, antes de que ella pudiera reaccionar, las garras de la armadura ya se cerraban sobre su cuello, cortándole el paso de aire. Darksaber sonreía y la observaba de cerca.

—Por un segundo creí que, luego de eones, había encontrado una digna oponente, pero veo que eres tan débil como el resto de tus patéticos amigos.

Cuando el oxígeno empezó a faltarle, Darksaber giró sobre su eje y la arrojó a través de la puerta de la catedral, enviándola de vuelta a las frías calles del poblado fantasma. Cass se levantó con dificultad, tosiendo y sosteniéndose el cuello, en sus pensamientos se reprochaba haber sido tan estúpida como para caer por aquella treta. Al alzar la vista se encontró con que Darksaber la observaba desde las puertas del templo, con su espada en mano y listo para continuar la pelea.

Supernova dirigió su mirada a la luna, ya casi se encontraba en su punto máximo, el tiempo escaseaba y la situación no pintaba para nada bien.

—Soledad es todo lo que este tonto cuerpo alguna vez conoció, hasta su último aliento, hasta que llegué yo —pronunció Darksaber, abriéndose camino hacia ella, acomodaba la espada entre sus manos, preparado para atestar un último golpe lateral que le permitiera cortar la cabeza de su oponente—. Hazle un favor a Vincent y déjame matarte.

Con una profunda bocanada de aire, Cass buscó olvidar el dolor de sus heridas. Había estado en situaciones iguales o peores incontables veces, incluso teniendo que enfrentarse a personas que antes había llamado aliados, pero debía admitir que Vincent era la que entre todas ellas mejor conocía sus movimientos.

Incluso con la visión borrosa pudo distinguir a unos cuantos pies de ella una larga cadena oxidada, un pedazo de historia que había sido dejado allí para ser olvidado, pero que en ese momento podía ser su única oportunidad. Consciente de que su vuelo era más rápido que la carrera de su oponente, se lanzó a alcanzar la cadena y con una voltereta la tomó y se impulsó al cielo con rapidez, desapareciendo a simple vista.

El panorama oscuro no ayudaba a Darksaber, no cuando alzó la vista para buscarla. Como ella ya se había dado cuenta, los recuerdos de Vincent a su favor ayudaban a no recibir ningún golpe de manera inesperada, sabía que ella confiaba más en su poder de proyección que en su propia fuerza, por lo que optaba por ataques a distancia que también aseguraran una menor exposición a contraataques en respuesta. Era lista, justo por eso crearía un ataque fuera de su zona de confort.

Supernova apareció descendiendo en picada, agitaba la cadena como si se tratara de un lazo vaquero, tenía como único objetivo la espada con la que él tantas veces había tratado de atravesarla. Tal como ya había previsto, ella estaba dispuesta a usar nuevas medidas para derrotarlo. Sin dejar que su espada fuera arrancada de sus manos, fue levantado junto con su arma por la fuerza de la rubia, guiado por la cadena que lo unía a ella y fuera de su elemento se dio cuenta muy tarde de la velocidad con la que la heroína se acercaba.

Un golpe limpio del puño de Cass lo envió a estrellarse contra el suelo en una colisión tan fuerte que se creó un pequeño cráter donde aterrizó.

Sin duda había cierta parte de él que se había dado cuenta del improvisado plan de la heroína una vez empezó a ejecutarlo, pero esa era la misma parte dentro de él que había tocado la puerta en su departamento a las cuatro de la mañana para reclutarla, y le tenía un cariño especial. Darksaber sacudió su cabeza, más para quitarse esos pensamientos de su cabeza que para recuperarse del golpe. Vincent estaba muerto, no iba a dejarlo volver.

Se sintió como en cámara lenta ver a Supernova descender desde el cielo, aunque, en realidad, se aproximaba a varios nudos de velocidad y, en un parpadeo, aterrizó sobre el pecho de Darksaber, provocando que escupiera sangre ante la fuerza del impacto.

—No planeo dejarte en paz hasta que me devuelvas a Vincent.

La promesa que salió como gruñido de los labios de Supernova enfadó a Darksaber.

El guerrero del Infierno no podía dejarla seguir atacando y, con su espada lejos de alcance, recibió la última patada en el rostro, que amenazó con tirarle los dientes para hacerle creer a la rubia que estaba cediendo, pero, en el más mínimo segundo de respiro que se dio la heroína, enganchó las piernas de Supernova con las de él y tiró su cuerpo contra el suelo. Cassiopeia presentó pelea, pero la ira que había acumulado Darksaber por haber llegado al borde de ser derrotado impulsó más la adrenalina en él.

Con una velocidad superior a los reflejos de Cass, envolvió la cadena que antes ella había usado y se la estrechó al máximo con sus puños desde cada lado del cuello. Supernova llevó sus manos a la cadena, sabía que si trataba de derretirla con sus poderes terminaría perforándose la garganta. Tenía que ser paciente, exponer una debilidad, aunque no sabía cuánto tiempo más podría aguantar.

—Vincent solo es un recuerdo, tal y como tú lo serás, Cass.

Darksaber sujetó la cadena con una sola mano y, de un puñetazo seco, hizo escupir sangre a la rubia, manchando con su tono escarlata la nieve que seguía cayendo a su alrededor. Poco a poco, Darksaber podía ver cómo la vida iba apagándose en los ojos de Supernova y, sin embargo, ella sonreía.

Una risita salió de los labios de la rubia, se esforzaba por mantener una respiración constante ante el dolor punzante, hizo el esfuerzo por mirar a Darksaber a los ojos, ojos que conocía muy bien.

—Solo Vincent me llamaría Cass.

Su explicación alertó a Darksaber, pero, por sobre todo, lo enojó. Ella no solo buscaba derrotarlo físicamente, sino que se había dado cuenta de aquella pequeña grieta en él por la que Vigilante aún palpitaba. Inundado por la furia y sin aflojar el agarre que las cadenas tenían sobre el cuello de su víctima, Darksaber la alzó y luego la estrelló violentamente contra el suelo, dejando una mancha de sangre donde la heroína impactó.

El infernal guerrero volvió a levantarla y ponerla a la altura de su rostro. Estaba acabada, o eso creía.

El aura de Supernova se había apagado y sus extremidades eran empujadas contra su voluntad por la suave brisa que recorría el pueblo, la victoria de Darksaber era segura y una genuina sonrisa de alivio apareció en su rostro, pero entonces uno de los brazos de la abatida heroína se alzó y lo tomó por la nuca con debilidad. Haciendo un esfuerzo sobrehumano, Cass alzó la cabeza y volvió a mirar a su enemigo a los ojos. Sus labios eran casi violetas para ese punto, su rostro había palidecido, lo que solo hacía destacar aún más los ríos de sangre que lo recorrían.

—N-no... eres un... monstruo... —las palabras escaparon de los labios de Cassiopeia con debilidad, pero impactaron en Darksaber con la fuerza de una locomotora.

El pulso de la bestia tembló, el agarre de la cadena se fue aflojando hasta que finalmente permitió que Supernova cayera de rodillas al suelo; se sujetaba de su cuello en un intento por recuperar el aire perdido, una brisa fría que parecía cortarla en su interior a medida que se habría paso por su apaleado cuerpo, pero que ella agradecía al borde de las lágrimas.

Las piernas de Darksaber flaquearon, algo estaba mal, podía sentirlo dentro de él, algo luchaba por salir, algo lo destruía por dentro. Incapaz de sostenerse un segundo más, Darksaber cayó de rodillas frente a Supernova, se miraba las manos, casi incapaz de reconocerse. Finalmente su mirada se clavó en la heroína y, con lágrimas rodando por su rostro, susurró...

Cass...

Supernova sonrió con esfuerzo y puso sus manos alrededor del rostro de la persona que hacía apenas segundos había intentado matarla. Sus manos empezaron a brillar de nuevo y Darksaber pudo sentir su cálido tacto. Pronto los brazos de ambos fueron envueltos, y en medio de aquella fría noche, en ese pueblo fantasma, ellos eran la única fuente de luz.

Los poderes de Supernova causaron que ambos comenzaran a levitar a escasos metros del suelo, subieron poco a poco hasta encontrarse flotando muy por encima de todo aquel caos y destrucción que su reencuentro había generado. La luna se veía gigante desde donde estaban y los alumbraba con una pálida luz que contrastaba con el aura dorada de Cassiopeia. Ella se inclinó un poco hacia él, él hizo lo propio. El calor de sus cuerpos había hecho desaparecer todo el dolor. Sus labios casi se rozaban.

—Te dije que vendrías conmigo —susurró finalmente Cass, y soltó a su enemigo, dejándolo caer desde aquella insalvable altura.

Sorprendido y confundido, Darksaber lanzó un grito de furia y horror, tratando de entender cómo era que una simple humana había logrado engañarlo, cómo había jugado con él y lo había lanzado literalmente al vacío. Pero algo muy adentro suyo le susurró la respuesta casi de inmediato: Cass no era una simple humana, era especial, y lo había sabido desde el momento en que posó sus ojos sobre ella.

—¡JAMES, AHORA! —exclamó Supernova, quien ahora bajaba hacia la tierra con la velocidad de un cometa, lo que aprovechó para asestarle un último y brutal puñetazo a su oponente, aumentando así la velocidad de su descenso.

Justo cuando Darksaber estaba por impactar contra el suelo, un portal azulado se abrió debajo de él, forzándolo a atravesarlo seguido de cerca por Supernova.

El poblado francés volvió a su espectral calma durante algunos pocos segundos, hasta que una figura oscura comenzó a asomarse en las ruinas de la catedral, donde un ígneo resplandor escarlata desaparecía. La luz de la luna en su máximo punto iluminó a Lady Morpheus, quien contemplaba toda la destrucción con ojos cargados de furia. Sabía que los causantes de todo aquel caos habían desaparecido hacía apenas segundos. Podía sentir la magia de Mago Universal en el aire, bufó por ello.

—El imprudente acto de James hace que solo me quede una opción —comunicó para ella misma—. Hay que deshacerse del cuerpo de Vincent Hardy. 


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