15. Nuevos héroes
Por Metahumano, BeKaMM & Kathwriter
Ya en el Templo Universal, Mago y Amara compartían un delicioso té preparado por Bobbly en reflexivo silencio. Por su parte, June caminaba nerviosa de un lado a otro, contemplando la sucia y descuidada habitación donde habían decidido reunirse. Cada pieza de tecnología que había allí estaba dañada, desactualizada o eran pedazos de chatarra destinados a ser reconvertidos en algo más o ser desechados. La sola idea de tener que trabajar con aquellos aparatos la ponía de mal humor, pero no tanto como que James la hubiera apartado de su trabajo para quedarse allí, tomando el té con suma tranquilidad.
—James, sé que no eres un fanático de dar respuestas claras, ¿pero puedes decirme exactamente qué estamos haciendo? —preguntó June.
—Esperando —respondió Mago Universal, fiel a su estilo, y dio otro sorbo a su té, lo que exasperó a su nueva compañera.
—Qué diablos estamos...
Justo cuando ella estaba por terminar la frase, un portal azul se abrió a pocos metros de donde estaban, y, para su sorpresa, fue atravesado por un vehículo aún más antiguo que las computadoras que estaban en aquella horrible guarida.
Del auto bajaron tres personas, a dos los conocía a la perfección. Se trataba nada más y nada menos que de Renegado y Vigilante, los héroes que habían saltado a la fama tras la invasión corvyniana, pero su mirada se centró en su acompañante. La muchacha de cabello blanco la intrigaba. Tenía un aura de misterio y parecía no encajar del todo en la imagen que tenía ante ella, sobre todo por el traje increíblemente tecnológico y avanzado que vestía.
«No es de por aquí», dedujo June de inmediato.
Estaba a punto de recibir el saludo de Vigilante, quien ya se encontraba tendiéndole la mano con amabilidad, cuando la puerta del sótano se abrió y vieron entrar a otro grupo de personas. Esa vez se trataba de Venatrix y Blazer
—Camille —reconoció, esbozando una sonrisa.
—¿June? —inquirió por lo bajo.
—¿Se conocen? —La pregunta de Danilo desvió la atención hacia él.
June no reconocía. Se despreocupó un poco al escuchar a Renegado preguntarle a Vigilante por lo bajo «¿Quién diablos es el niño?». No era la única que se encontraba fuera. Eso la tranquilizó un poco. No le gustaba sentirse como la única que no había hecho la tarea.
—Al fin, ya están todos aquí —dijo James, levantándose de su silla para sonreír al grupo recién reunido—. Génesis, Kriger, un gusto tenerlos con nosotros.
—¿¡MAGO UNIVERSAL SABE MI NOMBRE!? —gritó Kriger, quien bajaba las escaleras detrás de Blazer, ganándose una mirada de confusión general por parte del equipo—. ¡Están todos aquí! Vigilante, Renegado, Super... Momento, tú no eres Supernova. —Señaló a Amara—. ¿Quiénes son los nuevos? Esperen... ¿¡YO SOY UNO DE LOS NUEVOS!?
—James, ¿qué mierda está pasando? —preguntó Renegado con toda la sutileza posible, ignorando el estallido de emoción de Danilo.
—Lo que él dijo —apoyó Vigilante—. ¿Cómo diablos sabías que veníamos con Alita? Acabamos de recogerla hace cinco minutos, ni siquiera nosotros sabíamos que íbamos a traerla.
—Lo mismo con nosotros, acabamos de llegar de Krimson Hill y nos encontramos al chico de casualidad —agregó Blazer.
—En los últimos meses me adentré lo suficiente con el tiempo para saber lo que el futuro le depararía al Escuadrón de Héroes, y eso incluye a quiénes integrarían el equipo —explicó James con calma, trataba de hacerse entender en medio de aquel caos—. Ustedes, Binaria, Kriger y Génesis, estaban destinados a unirse a nosotros en unos años hacia el futuro, sin embargo, la línea del tiempo está cambiando, lo que requiere circunstancias estratégicas. Lady Morpheus provocó una alteración enorme al traer la armadura de Darksaber a un tiempo donde no debería estar, así que me tomé el atrevimiento de usar algunas cartas a nuestro favor acercándolos a ustedes al equipo un poco antes de la fecha original sin causar desviaciones temporales. Ustedes tres, serán necesarios en la batalla que viene.
—Pero si sabías que iban a ser parte del equipo, ¿por qué no nos enviaste a buscarlos en primer lugar? —preguntó Vincent, confundido, y sin embargo alzó una mano y detuvo a Mago antes de que pueda responder—. ¿Sabes qué? Probablemente vas a decir algo como "si te digo lo que pasa, ya no va a pasar" y ahí de verdad me voy a enojar, así que dejémoslo así. Para todos los nuevos, soy Vigilante, un gusto.
James respondió con una sonrisa, mientras que June se acercaba a Amara, miraba la escena pretendiendo seguir todo lo que estaba pasando.
—¿Siempre es así por aquí? —preguntó la tecnópata.
—Por mi bien, espero que no —replicó la actriz con cansancio.
—Ahora que aclaramos la situación, llegó la hora de ponerse a trabajar, pero antes quisiera tomarme un segundo para agradecer a los nuevos. Génesis, Kriger, Binaria, el solo hecho de que estén aquí habla de su heroísmo. La batalla que tenemos por delante será dura, de eso no caben dudas, pero estoy convencido de que unidos podremos hacer frente a lo que sea —declaró Mago Universal, aprovechando los segundos de silencio.
Adyin escuchó el saludo con ligera apatía, pero también con innegable curiosidad. Jamás había visto un grupo tan evidentemente disfuncional en su vida. June siguió el discurso de Mago con atención, esperaba que diera algún tipo de orden o instrucción que nunca llegó. Danilo apenas y podía contener la emoción que recorría su cuerpo por el solo hecho de estar en presencia de sus héroes, pero escuchar a James le hizo dar cuenta de algo, así que levantó la mano y esperó su turno para hablar.
Todos se giraron hacia el inexperto héroe, impactados por completo, hasta que al fin Nakai habló.
—Eso no hace falta.
—Oh, sí, por supuesto, lo lamento, pero es que en realidad nadie me explicó qué es exactamente lo que vamos a hacer...
—¿No le dijiste? —preguntó James, girándose hacia Camille.
—Supongo que se nos pasó luego de haber tenido que pelear contra Cronos y Darksaber y no haberles podido ganar ni siquiera con tu dragón mascota —respondió la cazadora.
—Esperen, ¿llevaron al dragón? —interrumpió Vincent—. ¿¡A mi ciudad!?
—Vigilante, tal vez esta discusión se puede dejar para más tarde —acotó Mago.
—Cierto, cierto —acordó el ya estresado detective—. Bien, vamos a ponernos todos al día. La versión corta es que nuestros peores enemigos secuestraron a la hija de Venatrix, todos ellos...
—¿Venatrix tiene una hija? —preguntó Danilo, sorprendido—. ¿Es Mago Universal el padre? ¿Eso quiere decir que Matrix es real?
Los ojos de Venatrix se encendieron en furia, y, por un instante, a través de ellos pareció reflejarse el fuego del mismo Infierno. June y Amara solo callaron, sentían la tensión subir en la sala; Mago Universal las había hecho prometer no contar con el resto del grupo el secreto, al menos no hasta que él y Venatrix hallaran el momento adecuado para confesarlo.
—Hablas demasiado, ragazzo, me haces perdere la pazienza —amenazó la cazadora, intimidando en silencio al emocionado joven.
—Sí.... No tengo idea de qué quiere decir eso, Kriger, así que sigo —comentó Vincent—. Todos ellos se han aliado con el único fin de destruirnos y, lo que es peor, han aumentado sus poderes estando juntos.
—Hemos intentado rastrearlos, pero el Ojo Universal no puede verlos —continuó Mago—. Nuestras habilidades mágicas han resultado... insuficientes, así que decidimos ampliar el equipo y plantear una solución alternativa a nuestro problema, y allí es donde entra Binaria.
—No quiero ser insolente, pero exactamente, ¿cómo va a ayudarnos? —preguntó Jonathan.
—Puedo controlar ordenadores, sistemas informáticos, inteligencias artificiales, entre otras tecnologías, mediante los impulsos electromagnéticos de mi mente. Hoy por hoy no hay lugar en este planeta donde no haya tecnología, así que puedo estar en todas partes. Donde la magia de James falló, yo puedo encontrar a la hija de Venatrix procesando toda la información que obtenga de una manera rápida y precisa —explicó ella ante la mirada perpleja del resto del Escuadrón—. Por supuesto, sería más fácil con tecnología más avanzada y no la chatarra que hay en este lugar, pero me las voy a arreglar.
—No hay necesidad de ser grosera —contestó Vincent por lo bajo, algo ofendido por la descripción de la muchacha.
—Entonces eres una... —Nakai luchaba por encontrar palabras para definir semejante conjunto de poderes.
—¿Una computadora humana? —sugirió Kriger, ganándose una mirada de desaprobación de parte de Binaria.
—Una tecnópata, entre otras cosas —concluyó ella.
—¿Cuándo comenzamos? —inquirió Venatrix, ansiosa por algún resultado favorable.
—Ahora mismo —replicó June.
Binaria se colocó unos extraños anteojos, y casi al mismo instante todas las computadoras de la base se encendieron al mismo momento. Gran parte del Escuadrón se sobresaltó. Retrocedieron un poco para poder apreciar mejor el trabajo de su nueva compañera.
—Masha, ajusta las frecuencias, quiero una búsqueda global —dijo ella para alguien que claramente no estaba en la habitación, confundiendo aún más al resto del Escuadrón.
—Entendido, June. Es bueno verte trabajar con otros —respondió la Inteligencia Artificial con voz maternal.
«No te acostumbres, Masha», pensó la tecnópata, mientras su cerebro empezaba a procesar los datos que recibía.
Los monitores se llenaron de información que ellos apenas y llegaban a ver, mucho menos podían pensar en qué significado tendría, pero eso parecía no desalentar a June. Con una velocidad impresionante movía sus ojos de aquí a allá, absorbiendo aquel océano de datos que recibía de todo el mundo.
Vigilante había trabajado allí todas las noches durante los últimos seis años y jamás había visto a su equipo trabajar de manera semejante, y jamás hubiera sospechado que eran capaces de llevar a cabo tal trabajo, aunque suponía que se trataba más que nada de las habilidades de June que de las capacidades de sus ordenadores.
En las pantallas podían observar destellos de documentos, videos, imágenes satelitales y fotos que abandonaban la pantalla en rápida sucesión. A veces los ojos más observadores distinguieron lugares, a veces algunos rostros se dibujaban durante un segundo antes de perderse en la nube de datos, y sin embargo, Venatrix pudo ver claro como el día una foto de Gia aparecer en pantalla.
Un nudo se formó en su garganta.
Ver ello le dio la esperanza de que su vieja amiga sabía lo que hacía y de que tal vez, solo tal vez, la pesadilla estaría próxima a terminar, esperanza de que podría volver a ver a su hija, de que podría volver a escucharla reír, o llorar, o tan solo sentirla, sentir su esencia, sentir su vida.
Ese mismo sentimiento se avivó en todo el grupo cuando, por aparente arte de magia, el teléfono de June salió flotando de su pantalón y voló hasta colocarse con suavidad sobre la mesa que se encontraba frente a los héroes.
—Estamos cerca, Masha, puedo sentirlo —comentó Binaria sin perder durante un segundo la concentración. La información se cruzaba en su cabeza a velocidades incalculables. Para cualquier persona normal aquello habría causado una sobrecarga que habría terminado por enloquecerla, pero ella no era una persona normal, y en su mente cada pedazo de información formaba parte de un rompecabezas gigante, uno que le permitiría contemplar la imagen completa—. Crea una proyección y usa la información para triangular la posición de Gia, por favor.
Cuando el rompecabezas empezaba a tomar forma, entonces lo notó, había algo extraño en todo ello: agujeros, sombras, piezas que no debían estar, como si pertenecieran a una imagen completamente distinta. Algo o alguien causaba interferencia, pero no era la primera vez que intentaban detenerla. Era su terreno, así que decidió seguir empujando a pesar de las constantes trabas que parecía encontrar cada vez que daba un paso al frente.
—En seguida —respondió con diligencia la inteligencia artificial—. Pero, June, tus signos vitales están alterándose. No puedes seguir a este ritmo.
En ese momento, el teléfono se encendió y comenzó a mostrar un holograma del planeta Tierra con cientos de puntos rojos repartidos por todo el mundo. Todos dieron un paso al frente, casi como si quisieran ver algún mensaje oculto en aquel increíble mapa. Uno por uno los puntos fueron desapareciendo. Primero de a poco, luego a una velocidad arrolladora que liberó partes enteras del mundo.
—No. No. No. No —repetía June con visible frustración a medida que los focos se desvanecían—. Vamos, sé que estás ahí.
—June, debes detenerte, tus signos vitales están en rojo —comentó Masha con clara preocupación.
—Emmm, James, ¿se supone que tu amiga tiene que hacer eso? —preguntó Vincent. Notaba que el proceso, que en un principio parecía llevarse a cabo sin problemas, empezaba a complicar a la tecnópata—. Digo, esto me recuerda a cuando la computadora del orfanato se tildaba. Creo que deberíamos apagarla y volver a encenderla para ver qué pasa.
—Silencio —lo cortó Mago en seco, ignorando el intento de humorada de su compañero—. June, ¿estas bien?
—¡June, detente! —exclamó una vez más la inteligencia artificial.
—Ya casi... lo tengo —respondió ella apretando sus dientes. Algunas gotas de sudor recorrían su rostro a causa del esfuerzo que le producía procesar tanta información sin el equipamiento adecuado.
La mayoría de los puntos ya casi habían desaparecido. Oceanía, África, América y gran parte de Asia. Gia parecía estar aún en Europa, eso era bueno, era terreno conocido para Venatrix.
Sin embargo, justo cuando creyeron que el trabajo estaba por terminar, una oscuridad total empezó a crecer dentro de su mente, como si todos los datos que asimilaba estuvieran corrompidos. June intentó luchar contra ello, fuera lo que fuera, pero era demasiado fuerte. La habilidosa tecnópata no lo soportó, lanzó un grito de dolor y fue expulsada hacia atrás al tiempo que uno de los ordenadores estallaba, seguido por otro al instante. El grupo se alteró y de inmediato se acercaron a ayudar a levantar a su nueva compañera. Bobbly, por su parte, se dedicaba a apagar las llamas provocadas por la explosión.
—¡June! ¡June! —gritaba James mientras la sacudía en un intento de recuperarla.
La tecnópata abrió los ojos de repente y tomó una profunda y precipitada bocanada de aire antes de incorporarse frente la mirada preocupada del Escuadrón.
—Mierda... —exclamó por lo bajo, sin levantarse del suelo.
—¿Esta es la parte donde vuelves a criticar mis equipos viejos? —inquirió Vigilante, tendiéndole una mano junto a Mago.
—No fueron los equipos. Hay algo... oscuro en todo esto. Mientras más escarbaba, más sentía algo empujar para sacarme de allí, para evitar que viera —respondió June, quitándose sus anteojos. Se tomó unos segundos para respirar más tranquila.
—¿Qué quiere decir eso? —Blazer se acercó con un vaso de agua que June recibió agradecida.
—Quiere decir que sus enemigos son poderosos e inteligentes. Han tomado medidas para no ser rastreados por medio de tecnología o de magia.
—¡Bastardos! —Venatrix acompañó su exclamación con un puño a la mesa, causándole profundas abolladuras.
El mapa que antes le había dado esperanza de ver a Gia ahora se había desvanecido, y junto a él todo rastro de aquel sentimiento tan adictivo y peligroso. La furia y el miedo volvían a envolver a la cazadora. Era aumentado por el hecho de no tener a quién o a qué dirigirlo. Casi deseó que Vincent dijera algo fuera de lugar, lo que sea que justificara darle tan solo un puñetazo, descargar algo, pero no ocurrió.
—Voy a volver a intentarlo —aseguró June. Las miradas de preocupación se multiplicaron en la sala—. Estuve cerca. Muy cerca. Y ahora sé lo que me espera, podré con ello.
—Lo siento, June, pero no podemos permitirte que hagas eso, no en el estado en que estás —la detuvo Mago Universal.
—James... —insistió Binaria.
—No dudo de tus capacidades, y créeme que nada me haría más feliz que saber dónde está Gia ahora mismo, pero no voy a ponerte en riesgo —James habló con la calma y paciencia que lo caracterizaban y lo convertían en el líder ideal para el grupo. Tan solo escuchar su voz logró hacer que June se tranquilizara y analizara mejor la situación. Llegó a una inevitable conclusión: Mago tenía razón—. Puedes volver a intentarlo en cuanto te recuperes, entre tanto...
—Oh, es taaan bueno —suspiró la voz de Masha a través de los parlantes, pero enmudeció de inmediato, como si hubiera pensando en voz alta.
June masculló algo por lo bajo. Génesis se aclaró la garganta.
—Hay otra manera —sentenció.
En un segundo, todas las miradas estuvieron clavadas en la peliblanca, que hasta el momento solo observaba la escena de brazos cruzados, pero con clara curiosidad por los poderes demostrados por Binaria.
—Los alquimistas de Galtha tienen una técnica avanzada de rastreo, donde nada queda fuera de su búsqueda —explicó Adyin tras dar un paso al frente—. Piensen que el universo y sus leyes son códigos, incluyendo a los seres vivos, la técnica obtiene los códigos de resonancia y los encuentra, sin barrera alguna.
Con el comienzo de aquella explicación, las esperanzas del equipo, que antes habían estado como una montaña rusa, comenzaban a subir de nuevo.
—¿Puedes hacerlo? —Venatrix preguntó, buscaba llegar al punto más importante. Génesis observó su semblante y la desesperación en sus ojos.
—No soy alquimista, así que se vuelve bastante complicado, pero tengo las fórmulas. Es posible si se usan computadoras avanzadas y se hace un trabajo en equipo. —Fijó su atención en la pelirroja, quien, entendiendo su intención, asintió decidida.
—Lo haré, ¿qué necesito hacer? —Binaria caminó unos pasos hasta ponerse frente a frente con Génesis.
—La forma más sencilla de encontrar su código es recopilando los datos de sus parientes, entre más datos se consigan, mejor.
Mientras Adyin explicaba, tomó entre sus manos las de June, quien traía consigo su celular. Los brazos de la guerrera se iluminaron con finos hilos de luz que viajaron desde sus antebrazos hasta sus manos, y tan pronto como el Escuadrón entero fijó su atención ante aquel extraño suceso, Génesis soltó a Binaria de su agarre.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Vigilante, curioso.
—Acabo de compartir las fórmulas a su propia inteligencia, con esto podemos comenzar. Teniendo los datos de sus parientes encontraremos su código de resonancia —respondió con simpleza.
—¿Acaso eres un robot? —la pregunta lanzada al viento por Vigilante hizo que Génesis se detuviera unos segundos en silencio.
—No, solo... —Guardó silencio de nuevo, sin saber cómo explicar con palabras simples lo que en su cabeza se encontraba—. Tengo una computadora en la cabeza — concluyó, restándole importancia.
—Tengo las fórmulas, podemos comenzar en cualquier momento, June —anunció Masha desde los altavoces del lugar.
—Será mejor estar a solas para esto. —Génesis observó a Venatrix, quien asintió en comprensión.
—Bien, avisen cuando terminen —se despidió Vigilante.
—Me quedaré a supervisar. —Sin que a nadie le pareciera extraño, Mago permaneció en la habitación.
Pronto el lugar quedó casi vacío, solo con cuatro personas presentes.
—¿Puedes encargarte de ella? Comenzaré con James —dijo Binaria mientras se colocaba sus anteojos, para luego mostrar una proyección del planeta.
Al escuchar aquello, Adyin observó asombrada por un segundo a Mago Universal, antes de asentir y girarse a la cazadora. La noticia la intrigaba, pero necesitaba concentrarse en su trabajo, así que le restó importancia a lo demás.
—Ahora comenzaremos, es posible que en el intercambio de información veamos algunos recuerdos. —Tomó entre su mano libre las de Camille y cerró los ojos.
En ese momento, al igual que antes, los antebrazos de la albina comenzaron a iluminarse en finos hilos de luz que viajaron hasta manos de la cazadora.
De pronto, Venatrix sintió un pequeño jalón desde su hombro hasta su palma, donde se conectaban los místicos hilos de luz. Génesis hacía cientos de cálculos mientras las ventanas de aviso se abrían ante ella en la oscuridad de sus párpados cerrados. Poco a poco, comenzó a ver y escuchar imágenes que no le pertenecían.
Mientras tanto, June volvió a colocarse los lentes y tomó una bocanada de aire.
—Masha —dijo por lo bajo—, por favor, usa las fórmulas para rastrear y muéstrame.
Delante de los ojos de June se formaron más hilos brillantes. Se enredaban y se soltaban, vibraban y se detenían como si bailaran al ritmo de una música silenciosa. Escuchó una risa de niña, una voz de mujer que hablaba con marcado acento británico y la palabra darling resonó en su cabeza. Solamente había sombras, una casa, una chica joven, vampiros, un duende, el espacio, destellos de una guerra. Aquellos eran recuerdos, historia... Era la historia, pero, ¿dónde estaba Gia?
—¿Masha? —preguntó June.
La inteligencia trataba de hablar. No lo lograba, era imposible entenderla. Los hilos se soltaron y alguien apartó los lentes de la cara de June. Ella sintió algo caliente salir de su nariz, se tocó y vio sus dedos llenos de sangre.
—June. —James la miró, preocupado—. No lo hagas, no es necesario.
—Sin duda has vivido mucho, James... Tengo una idea —dijo hacia Adyin—. Sé mi ancla, junto a Masha. Pasa los datos a Masha y ella me los enviará, entre las tres podremos hacer resistencia.
Adyin asintió en comprensión, June se plantó delante de ella y cerró los ojos. La albina extendió sus manos hacia sus lentes haciendo que los hilos de luz volvieran a iluminarse desde sus manos hasta sus antebrazos. Transmitió de nuevo los códigos. Esa vez, con la información sacada de Venatrix, mientras June soltaba un poco de su control electromagnético.
—Ojalá funcione —dijo June por lo bajo—. Masha, por favor, muéstrame a Gia.
Un mapa se dibujó ante sus ojos y un punto rojo parpadeó. No podía saber qué lugar era ese con exactitud, pero al menos era un avance.
—Masha, acércame al objetivo —nada sucedió—. Masha.
Nadie le respondió.
—Masha —repitió—, Adyin.
Abrió los ojos y la luz del sol la cegó por un momento. Se encontraba en un paraje repleto de árboles y, en medio, una solitaria rueda de la fortuna estaba inmovil, abandonada. Pudo deducir que aquello había sido un parque, hacía ya mucho tiempo. Se veían edificios de hormigón cubiertos de arriba a abajo con ramas y hierbajos, pero no había ruido, solo silencio, un silencio absoluto y aplastante, también un olor... un olor, ¿a sal?
—¿Masha? —repitió—. ¿En dónde estoy?
Nada, no había nada.
Extendió las manos en un intento de crear un campo de fuerza. No pudo. Probó lanzar rayos o tocar su collar y nada sucedió.
—Entonces así es como se siente —musitó.
Eso era ser un humano corriente. No le gustaba la sensación de peligro y desprotección.
Caminó entre columpios abandonados y los restos del parque en una ciudad fantasma. No dejaba de preguntarse si estaba alucinando o si aquello era una dimensión alterna. Había edificios, normales y corrientes, con paredes blancas gastadas por el paso del tiempo y claramente inhabitados. Miró hacia una ventana en la que palpitaba un punto rojo y sintió como si tiraran de ella hacia adelante desde el ombligo.
Apareció en una habitación en ruinas, un conejo de peluche yacía en el suelo. Había ropa gastada y mueblería dañada por completo. Al fondo estaba una chica, amarrada y amordazada.
—Gia —dijo June, acercándose—. No tengas miedo, vamos a sacarte de aquí.
Se acercó para desatarla, pero la atravesó como si fuera un fantasma. Frustrada, miró por una de las ventanas. Había muros, todo el lugar estaba rodeado. A lo lejos solo podía ver el mar. Quizás no podía liberarla, pero ya sabía dónde estaba.
La pregunta era cómo salir de esa visión.
Mientras tanto, en la habitación del Templo Universal, apareció una proyección del planeta frente a todos. Adyin entreabrió los ojos y, a través de uno de ellos, se pudo apreciar el rápido avance de los datos, como si de una pequeña pantalla se tratara. Esos mismos datos se veían reflejados en una forma sin contraste sobre la proyección.
Conocía mejor que nadie sus propias capacidades, y era claro para ese punto que incluso si ambas combinaban sus poderes, el proceso de búsqueda consumiría un gran precio a pagar. Consciente de eso, los hilos de luz comenzaron a extenderse por la totalidad de sus brazos.
Tanto Mago como Venatrix permanecían en silencio, temerosos de romper la concentración de ambas chicas, pero con una notoria aspiración reflejada en sus rostros.
—¿June? —se escuchó la voz de Masha por los parlantes.
Alertó de nuevo a James, quien se acercó con cautela a observar la tez pálida de la susodicha. Sin embargo, fue acompañado por el silencio como respuesta.
—La ubicación ha sido encontrada —la suave voz de Adyin rompió el silencio. Dentro de la proyección saltó un punto rojo sobre el mapa.
Entonces, fijó su completa atención en la pelirroja, quien seguía inmersa en los datos enviados. Génesis sabía bien cuáles eran las tantas posibilidades y consecuencias de la técnica implementada, había guardado bien esos datos en un rincón de su monitor.
Cerró de nuevo los ojos, inmiscuyéndose por completo en los datos. Buscaba la consciencia de June. Cuando volvió a abrirlos, la vio en cuclillas, al lado de una joven amordazada en una vieja y podrida habitación.
—June, es hora de irnos —habló, tomándola por el brazo.
—Debemos sacarla —replicó ella, no dejaba de observar el semblante aterrado y desesperado de la joven.
—No puedes, no ahora. Solo es una visión consecuencia de la búsqueda. No tienes el entrenamiento necesario, si te sumerges más en los datos, no podrás regresar —advirtió, ganándose un silencio como respuesta.
La imagen ante ellas pronto comenzó a distorsionarse, hasta que todo quedó sin sentido. Cuando June volvió a abrir los ojos, el Escuadrón se encontraba de nuevo reunido en la habitación.
—¿Estás bien? —preguntó con preocupación James.
—Sin problemas.
Mago asintió antes de comenzar con su discurso.
—Las chicas han hecho un gran trabajo. Gracias, Adyin, June y Masha. —Observó la tez pálida de ambas jóvenes—. Juntas, lograron dar con la ubicación de Gia. —El mapa que se proyectaba en el centro de la habitación mostraba un punto rojo—. La isla Gunkanjima o Hashima, a veinte kilómetros del puerto de Nagasaki. Estuvo habitada durante casi cien años por trabajadores en su mina de carbón, hasta ser abandonada en mil novecientos setenta y cuatro. Tiene una larga historia, y ahora, parece ser que está siendo usada como base de operaciones por nuestros enemigos.
—Gia se encuentra en uno de los departamentos en el centro de la isla —comentó June, recomponiendose de aquel extraño viaje.
—¿Y cuál es el plan? No iremos solo a tocar la puerta diciendo que traemos la pizza, ¿o sí? —Blazer saltó a la atención con su comentario. Se cruzó de brazos ante las miradas.
—¿Saben algo sobre la posición de los enemigos? —preguntó Nakai, sin dejar de observar el punto rojo brillante sobre el holograma. Recibió una negativa de June.
—Este método solo muestra al objetivo de búsqueda, es imposible saber sobre los demás, incluso si estuvieran en frente —respondió la albina, dando un vistazo a la tecnópata, con un sutil mensaje detrás de sus palabras.
—Antes de conocer a nuestros enemigos, conozcamos a nuestros aliados. —Las palabras dichas por James Jerom hicieron que la atención fuese a los tres nuevos en la habitación—. Ya vimos algo de lo que pueden hacer, pero una mejor explicación podría ayudarnos a armar un plan.
—¡Yo, señor Mago! ¡Yo comienzo! —habló el entusiasta Kriger, levantado su mano por instinto antes de bajarla de nuevo con una expresión de disculpa—. Soy Kriger y mi superpoder es la telequinesis. Puedo hacer levitar las cosas a mi alcance, también aplica a mí mismo, eso significa que puedo volar y moverme a voluntad en el aire; puedo detener los ataques físicos con mi telequinesis y también sé pelear cuerpo a cuerpo —explicó, alzando uno a uno sus dedos—. Mientras pueda percatarme de los ataques, no me dañarán.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó Vincent. Antes de que Kriger respondiera, James interrumpió.
—Nos alegra que estés aquí para ayudarnos, Kriger —agradeció con un asentimiento de cabeza para luego observar a Génesis, quien de nuevo se encontraba en su típica apatía, solo observaba con una leve curiosidad—. Adyin, sigues tú.
—Pueden llamarme Génesis, soy una humana de Ixwa, así que por naturaleza soy bastante ágil, muy resistente a cualquier daño físico, cosa que tus compañeros ya han comprobado. —Dirigió su mirada a Renegado y Vigilante, el segundo desvió la propia, desligándose de la culpa.
—¿Humana? —preguntó Blazer.
—Sí, no solo los terranos son considerados biológicamente humanos. También hay humanos de las estrellas —contestó, sembrando más confusión en el joven guerrero—. Como sea, mis heridas se regeneran de forma rápida; mi arma cambia a voluntad, tanto en armas blancas o armas de láser. Soy mucho más fuerte que los terrícolas y soy buena tiradora —finalizó, encogiéndose levemente de hombros.
—No olvides la computadora en la cabeza —agregó Vincent.
—Y, por último, yo. —June dio un paso al frente—. Junto a Masha soy capaz de controlar en general todo lo relacionado con tecnología mediante los impulsos electromagnéticos de mi mente. También aplica la tecnomorfosis y la manipulación del metal. Mi punto fuerte es la tecnología avanzada, no hay nada que no pueda hacer con ella.
—Nostri enemigos son poderosos solos, pero juntos se han vuelto imparables, ellos se complementan entre sí para ser más fuertes, deberíamos aprender de ellos en ese aspecto —Venatrix habló sin dejar de observar la ubicación de su hija.
—¿Es posible una infiltración?
—Demasiado improbable, con las aptitudes mágicas que tienen, lo sabrán en cuanto pisemos la isla —comentó Mago, pensativo.
—Ellos no saben que tenemos nuevos miembros, usemos eso a nuestro favor —agregó Renegado.
—¿Hay alguna manera de que se le pueda dar inmunidad mágica a alguien? —preguntó Vigilante.
—Dime qué piensas —pidió Mago.
—Ser una fogata, llegar y luchar llamando toda la atención posible, mientras una persona se encarga de ir a la ubicación exacta de Gia, porque... la tenemos, ¿no? —Su mirada se dirigió a las nuevas chicas, June asintió confiada.
—Sí, se encuentra dentro de un complejo departamental en el centro de la isla, en los últimos pisos, justo en frente de la única plaza del lugar —al explicarlo, el holograma acercó el mapa y mostró la estructura de la isla.
—Si una sola persona puede ir de incógnito es posible un rescate.
—¿Y si se la llevan? ¿No será una trampa perfecta para nosotros? —preguntó Jonathan, dudoso del improvisado plan.
—A donde quiera que se vaya, ese punto rojo la seguirá —explicó Génesis con voz floja—, aunque eso no resta el peligro en la misión.
—No podemos mandar a una sola persona a la infiltración, es demasiado riesgoso —insistió James.
Un extraño silencio se apoderó del lugar. Todos pensaban en distintas maneras de proceder. Después de la abismal derrota anterior, era preciso tener un buen plan de ejecución para lograr su cometido.
—De acuerdo, nos dividiremos en dos equipos: el equipo de infiltración y el equipo farola —habló Vincent.
—¿No tenías un mejor nombre? —Al escuchar el reproche de Renegado, Vigilante se encogió de hombros, ofendido en su interior.
—Necesitamos mostrarnos todos durante la batalla para evitar sospechas, así que el equipo de ataque deberá estar compuesto por los miembros antiguos del Escuadrón. La misión de rescate recae en nuestros nuevos reclutas —explicó Mago con porte inspirador.
—Ya hemos comprobado la durabilidad de Alita, sería bueno que fuera nuestro tanque, nos vendría bien su ayuda —respondió Renegado.
Mago asintió en comprensión. Vincent no dejaba de sorprenderse porque Nakai la llamara de tal forma.
El semblante de Venatrix parecía haber mejorado a simple vista. La desesperación y culpa que cargaba en sus hombros pareció borrarse en el transcurso de la reunión. Pronto el plan fue completado, y, todos con un papel en él, se prepararon para la siguiente batalla, con una fuerte convicción de victoria.
—Ojo Universal, traza curso, la isla Gunkanjima —ordenó James a la nada.
El Templo, envuelto en ese aire místico y mágico característico, vibró en consecuencia al viaje. Cuando todo regresó a la calma fue su señal para comenzar con su papel.
—¿Y el plan B? —después de haber pasado desapercibida durante toda la reunión, Amara preguntó con curiosidad.
—El plan B será luchar con todo lo que tenemos.
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