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14. Corazón llameante

Por MichellBFGabrielO5 & MelvinPin


Kriger se deslizó a un lado de la ventana en un intento de esconderse, pero fue tarde, Cronos, junto a su grupo de maleantes, habían captado la silueta del joven héroe.

—¡Disparen! —El hombre de traje le ordenó a su séquito, señalando la ventana con su dedo índice—. ¡No dejaré que nadie se interponga!

Los hombres asintieron al mismo tiempo. En virtud de la orden, prepararon sus armas y dispararon sin cesar a la ventana y su alrededor. Pero el héroe novato había escuchado al villano con claridad; se impulsó colocando sus pies sobre la pared para luego saltar hacia el frente y así alejarse con su vuelo.

«¿Ese era Cronos?», preguntó para sí, aliado de haber salido ileso. «Según lo que vi en internet, está un poco diferente».

Al estar en el aire, observó cómo todos los hombres armados abandonaban el viejo hotel para ir en su búsqueda, y no tardaron en descubrirlo flotando en el cielo despejado.

El último en salir del lugar fue Cronos, quien con tan solo inclinar su cabeza indicó la orden de atacar. En respuesta, apuntaron sus armas hacia arriba, segundos después empezaron a disparar. Les sorprendía el hecho de que el hombre vestido de azul no huyera de las ráfagas de disparos, todo lo contrario, permaneció a la espera, y ante la cercanía, llevó sus manos hacia al frente. Su acto detuvo las balas en el aire. Luego, con un ligero movimiento, las hizo descender.

Los matones corrieron a cubierta, mientras que Cronos se mantuvo inamovible, ajeno al inminente rebote de las balas contra los contenedores.

—¿Qué clase de mago eres tú? —preguntó Cronos, intrigado de sus habilidades.

El villano lo analizaba de pies a cabeza, centrando su atención en el dragón rojo que tenía dibujado en el pecho.

—¿Qué clase de Cronos eres tú? —replicó Danilo—. Eres Cronos, ¿verdad? —Descendió poco a poco, seguido por la mirada del enemigo—. ¿Qué te metiste en el cuerpo?

Cuando los pies de Kriger tocaron el suelo, los hombres armados miraron a su líder, él asintió para ellos, entendieron el mensaje y procedieron a recargar sus armas.

—¡No tan rápido! —Kriger movió sus manos para provocar la fuerza que les arrebató todo el armamento.

Con un poco de esfuerzo apretó sus manos, haciendo que las armas se doblaran, y las lanzó lejos a pesar de que ya no eran útiles. Los hombres se miraron entre sí, habían ocultado sus rostros bajo los pasamontañas, pero una vez se los quitaron, dejaron ver su tez pálida y mirada vacía, los extremos de sus ojos estaban negros y con iris carmesí.

Emitieron un gruñido feroz como bestias enfadadas antes de atacar.

—¿Pero qué...? —Danilo no entendía lo que pasaba—. ¿Qué clase de droga están usando?

—¿Droga? —Se burló Cronos—. ¡Este es el poder de la oscuridad!

Con una gran agilidad y apoyado en su telequinesis, el héroe esquivó los prontos golpes de sus enemigos, los lanzaba tan lejos como pudiera y luego los elevaba en el aire para hacerlos caer inconscientes, pero seguían levantándose una y otra vez.

—¡¿Pero qué está pasando?! —Kriger fue invadido por la incertidumbre.

—¿No lo entiendes? —cuestionó Cronos, llamando su atención—. Eres nuevo en esto, ¿cierto?

El titán se recargaba sobre el frente de una camioneta negra, observaba la pelea de sus hombres contra el héroe desconocido, y con cierta pereza continuó hablándole.

—Esos no son hombres. Lo fueron alguna vez, ahora no son más que sacos vacíos controlados por demonios.

—¿Demonios? —cuestionó Kriger.

El impacto de la noticia lo llevó distraerse, dando oportunidad a un demonio para asestarle unos puñetazos, sintió lo sobrenatural de su fuerza para confirmar que no eran humanos.

Otro golpe provocó que Kriger cayera, golpeando su cabeza contra el suelo. Como zombis hambrientos, los demonios se abalanzaron y se aglomeraron sobre el cuerpo de Danilo, pero él seguía luchando debajo.

Cronos observó un momento antes de soltar un bramido exasperado. Se dirigió al interior de la camioneta sobre la cual se había recargado para alcanzar una granada, avanzó al frente con ella, arrebató el seguro y pasó a lanzarla hacia la aglomeración de demonios sin darles importancia. Poco después, la bomba explotó.

El estallido afectó la fachada del hotel. Además de destruir parte de la estructura, también la manchó con restos de los cuerpos y líquido carmesí.

Satisfecho por su obra, Cronos dio una mirada a los demonios restantes y procedieron a abordar los autos para partir.

Templo Universal.

Suaves pasos resonaron desde el extremo contrario del salón, Jonathan giró en la silla para volverse hacia el origen, encontrando a Venatrix con su mirada dirigida al suelo, aparentaba observar sus propios pasos, pero al pasar junto a Jonathan, dejó ver sus ojos cristalizados y rojizos, de su mano derecha colgaba un crucifijo, el mismo que Mago Universal había usado para rastrear a Gia hasta Chernóbil.

—¿Eso no te quema?

Venatrix asintió sin verlo. Su mano se apretó en torno a la reliquia sagrada.

—Sí, pero es lo único que tengo de ella —contestó con suave voz, él no replicó—. ¿Alguna novedad?

Jonathan giró hacia la pantalla que se alzaba frente a la mesa redonda, fotografías de los principales seres que conformaban la Sociedad Oscura se repartían sobre un mapa.

—No. El Ojo Universal sigue sin poder verlos y no hay señales de ellos en cámaras. Supongo que al volver el resto, rastrearemos a Gia una vez más.

Non funzionerà, ya lo intenté... a mi modo —aclaró—. Il crocifisso di Gia perdió su esencia, no tenemos nada.

—James hallará un modo.

—Sé que sí —aseguró luego de unos segundos—. ¿Qué hay de Nakai y Vincent?

—Nada todavía. —La escuchó resoplar—. Estarán bien, nos contactarán si algo sucede.

El siguiente silencio que se creó entre ellos fue cortado por el vibrante rugido que retumbó contra las paredes, Jonathan se alzó de la silla en un movimiento veloz, ambos fijaron su mirada hacia el pasillo que conducía fuera del cuartel y desde donde aparentaba venir el sonido.

—¿Qué fue eso?

—La mascota de James —contestó Venatrix—. Creí que estaría dormido.

Blazer, aunque confiaba en la seguridad del Templo, no dejó de sentir nervios al pensar en el dragón. Su temor aumentó con el segundo rugido que hizo vibrar el techo sobre ellos.

—Iré a ver —declaró Venatrix.

Camille abandonó la sala del cuartel para integrarse a los pasillos del Templo. En su mente, repasó la ruta hasta el jardín y logró llegar en poco tiempo. Su velocidad al andar se vio frenada de forma abrupta al encontrar a Dreccan dentro, algún juramento en su idioma natal emergió de su boca en reacción a lo que veía.

Anteriormente, cuando estuvo en el jardín, la inmensidad del dragón, más las emociones desenfrenadas que la controlaban, le hicieron pasar por desapercibida la grandeza de la criatura. Ahora le era imposible ignorarlo.

Al otro lado del lago, Dreccan se sacudía con frenesí mientras soltaba rugidos, su tamaño era descomunal, pero duplicaba su apariencia al estirar su largo y escamoso cuello hacia lo alto como si quisiera alcanzar el cielo, sus alas se extendían a cada costado y en medio de un rugido las batió un par de veces.

Sobre el puente que atravesaba el lago, una figura por más de pequeña se movía de lado a lado con sus brazos extendidos hacia el dragón y sus manos abiertas de par en par en petición de calma.

Venatrix se esforzó por no atraer la atención del dragón mientras se acercaba al pequeño duende. Al estar cerca, lo escuchó pronunciar Dreccan en tono suplicante. Intentaba calmarlo, pero no hacía más que mostrarse rebelde ante el duende.

—Bobbly. —Avanzó un poco—. ¡Bobbly!

—¡Camille Delacroix! —exclamó el duende al verla.

—¿Qué sucede e perché il drago está despierto?

—Algo perturbó el sueño de Dreccan y ahora no quiere calmarse.

Para confirmar lo que decía, Dreccan se alejó de ellos, iba de un lado a otro mientras batía sus alas sin mayor esfuerzo y siseaba a nadie en particular.

—¿Y no puedes hacerlo dormir?

—Bobbly lo intentó. Bobbly lo intentó muchas veces, pero no lo logró. Dreccan necesita al amo James Jerom, sabe que no está y lo extraña —dijo con cierta melancolía.

—Jerom non tornerà per ora, debe haber otra forma de calmarlo.

Bobbly juntó sus manos con cierta timidez y afirmó con la cabeza, aceptando las palabras de Venatrix. De pronto, inició el andar apresurado más allá del puente; como un héroe valiente fue en dirección al dragón y él lo recibió con un rugido contenido entre sus filosos dientes. La voz de Bobbly se escuchaba como un murmullo infantil, pero produjo algún efecto en la criatura, Dreccan plegó sus alas e inclinó su cabeza hacia el rojizo.

Venatrix recobró algo de seguridad y avanzó a lo largo del puente por el mismo camino recorrido por Bobbly. El dragón se posicionaba de lado y desde aquel ángulo pudo detallar su grandeza.

Era oscuro y al mismo tiempo llamativo, sus escamas negras creaban el fondo perfecto para que sus ojos, columna y otras partes del cuerpo destacaran por el azul eléctrico que conformaban variadas ramificaciones. Un excelente contraste que resultaba atractivo y atemorizante.

Venatrix alargó un suspiro de fascinación, atrayendo la atención del dragón. Dreccan giró su cabeza hacia ella y sus ojos llameantes en azul la observaron.

Merda. —Pasó saliva.

El dragón estiró su sinuoso cuello en dirección a Camille. Con un gruñido, mostró ligeramente los dientes y liberó de entre ellos humo proveniente de su garganta, donde el fuego se acumulaba.

En cuestión de segundos alcanzaba a Venatrix, ella quiso retroceder, pero su movimiento solo instó a que el dragón se apresurara. Decidió permanecer y cerrar los ojos. Cuando Dreccan estuvo a escasos metros, rugió de tal manera que el lago se agitó. Una oleada de calor envolvió el cuerpo de Venatrix, por un instante se sintió en el Infierno. El rugido hizo vibrar su cuerpo, provocando una oleada de adrenalina que la llevó a abrir sus ojos, Dreccan calló solo para observar el carmesí instaurado en los ojos de la cazadora.

El dragón la observaba con detenimiento. Se dedicó a olfatearla y, al obtener su aroma, se alejó para mirarla desde lo alto, desde donde ladeó su cabeza con curiosidad antes de regresar a ella, luego siseó con placidez mientras plegaba sus alas y se tumbaba de nuevo, con su cabeza a la altura de la cazadora.

Venatrix extendió poco a poco una mano hacia el dragón, rozando con temor las escamas de su cuerpo. Dreccan se inclinó un poco más hasta sentir el tacto de la cazadora contra sus escamas, ambos liberaron un suspiro.

—¡Venatrix! —En la entrada del jardín, la figura de Blazer se asomaba—. Qué carajos...

El dragón alzó su cabeza y miró en dirección al héroe. De su garganta brotó un bramido que se contuvo en su boca, humaradas emergieron de su nariz, pero permaneció tumbado.

Jonathan se internó más, su rostro revelaba la fascinación de ver a la criatura, pero Venatrix emprendió su andar de regreso y atravesó el puente en compañía de Bobbly.

Cosa sta succedendo? —preguntó.

—Es Cronos —dijo él, pasando su mirada del dragón a ella—. El Ojo Universal lo captó.

Blazer giró la cabeza a un lado, donde vio con cierto nerviosismo que el Ojo Universal se mostró ante ellos bajo la forma de Monje Universal.

—Cronos se encuentra en Krimson Hill. Provocó una explosión en un edificio abandonado, las autoridades van camino al lugar, pero él y sus secuaces huyen en dirección contraria —informó el Ojo.

—Creo que es una distracción —añadió Blazer, señalando a la silueta que se transformó en una visión panorámica de las calles de Krimson Hill, donde observaron un grupo de camionetas, seguidos por un camión, abandonar el centro de la ciudad.

—¿Qué planea hacer? —preguntó Camille.

—Durante la madrugada se produjo un asalto a un almacén de armas, las autoridades locales no han podido dar con los responsables, tampoco con el armamento —informó el Ojo Universal.

—Por el camión, supongo que Cronos pretende llevarse las armas. —Venatrix meneó la cabeza sin comprender el giro tomado por el villano—. ¿Las brujas?

—No hay señales de ellas, ni de los otros.

—El maldito está débil entonces —dijo ella, y Jonathan asintió.

—Pero tiene un pequeño ejército de hombres —alertó él.

—Demonios —corrigió el Ojo Universal.

—¿Cómo es que tiene demonios de su lado? —inquirió Blazer.

Venatrix pensó por varios segundos antes de hablar.

Deve essere una questione di Lady Morpheus, su linaje ha mantenido alleanze con l'inferno a lo largo de la historia. —Meditó sus siguientes palabras—, pero su orgullo la mantiene al límite, no trata con los grandes, solo con demoni di bajo rango, fáciles de dominar.

—Entonces podemos detenerlo —señaló Blazer con convicción—. Si logramos atraparlo sería una ventaja para nosotros, podemos usarlo para rescatar a Gia.

Los ojos de Venatrix brillaron con esperanza y el atisbo de una sonrisa se asomó en sus labios antes de tornar su rostro serio.

—¿Qual'è il tuo plan? —preguntó a Jonathan.

—Conocemos dónde está y a qué dirección se dirige. Él sigue creyendo que nos burló y que no podemos verlo, así que nuestra aparición lo tomará por sorpresa.

Bene —aceptó ella—. Ojo Universal, ¿puedes llevarnos a Krimson Hill?

—Por supuesto —confirmó antes de desvanecerse.

—Prepárate —dijo Venatrix a Blazer, él asintió con firmeza y abandonó el jardín.

Ella se dispuso a seguirlo, cuando Dreccan soltó un rugido. Se giró para observarlo, el dragón seguía al otro lado del lago con una mirada concentrada en ella; una idea fugaz atravesó los pensamientos de Venatrix, tentadora, pero descabellada. Meneó la cabeza para rechazarla y dedicó una última mirada al dragón que seguía a la espera, finalmente le dio la espalda y abandonó el jardín, dejando atrás los rugidos que parecían llamarla.

Krimson Hill.

Cronos mantenía sus manos cerradas en puño, su mandíbula se tensaba al repasar los sucesos recientes.

Desde el inicio, ordenó mantener la discreción, pretendía que su regreso a Krimson Hill pasara desapercibido al menos hasta haber retomado el control, pero la interrupción de aquel héroe había alterado por completo sus planes. Ahora toda la atención de las autoridades se concentraba en el hotel al otro lado de la ciudad, dejaba el camino libre a él y sus demonios, pero eso no sería por mucho. Debía darse prisa.

—¡Rápido! —ordenó.

La caravana de autos arribó en un sector industrial de la ciudad donde el capo criminal y sus demonios pudieron ocultarse en un enorme almacén. En el interior, otro grupo de demonios esperaban para cargar cajas repletas de armas al camión que llegaba con Cronos.

Luego de bajar de su vehículo, escaneó el lugar. Observaba cómo los obedientes siervos conferidos por Lucifer y Lady Morpheus trabajaban sin objetar, bajo la mirada del inmutable Darksaber.

—¡Hay que darnos prisa! —exclamó, acercándose a la silueta de armadura negra que permaneció inalterado, junto a él, un hombre de baja estatura esperaba—. La policía está por toda la ciudad, no tardarán en estar tras nosotros, terminemos de cargar esto y vámonos.

Cronos sacó un puro de su bolsillo y lo encendió sin dejar de mirar al hombre bajo que se alejaba para dar órdenes a los demonios. El fornido hombre se giró al misterioso ente.

—¿Alguna vez dices algo?

Darksaber no contestó, y su silencio arrebató a Cronos una sonrisa de satisfacción.

Su gesto se vio interrumpido cuando las lámparas del lugar empezaron a estallar, regando vidrios por el suelo y alertando a todos.

—¿Ahora qué? —demandó mientras arrojaba su puro.

Darksaber desenfundó su afilada espada ante los gritos provenientes de las secciones superiores del almacén.

Una daga voló a toda velocidad en dirección a los villanos, y si bien las habilidades aumentadas de Cronos eran suficientes para atraparla, Darksaber se adelantó, cortándola a mitad de trayecto de un solo tajo. Los demonios apuntaron sus armas y dispararon al origen del ataque, pero cuando el humo y el caos se disiparon, no encontraron nada.

Entonces, un par de siluetas cayeron desde el techo, una en contra de un grupo de soldados a los cuales enfrentó con rapidez, y otra que se encaminó a atacar a Laurence Osburne.

—¿¡Dónde está!? —demandó la enfurecida heroína, lanzando veloces estocadas que el fiero criminal a duras penas logró eludir.

Siguió lanzando ataques uno tras otro, para después arrojar una patada alta contra el rostro de Cronos. El hombre retrocedió, y justo antes de que la hoja del arma atravesara su cuello, se apartó y alcanzó a Venatrix con un rodillazo que la dobló por completo, después le mandó un codazo a la espalda y la cazadora cayó de bruces al suelo.

Cronos levantó su pie y con toda la disposición intentó aplastarle la cabeza de un pisotón, pero Jonathan se lanzó en respuesta y derribó al hombre con una patada que lanzó con ambas piernas, catapultando al criminal a una distancia segura.

Uno de los poseídos arremetió con una llave inglesa, Blazer esquivó los ataques y de un par de puñetazos lo desarmó y noqueó. Otro apareció y lanzó una patada alta, Jonathan alzó sus antebrazos para cubrirse y respondió con un ataque directo al pecho en el que apartó al demonio.

Jonathan desenfundó su espada justo a tiempo para cruzarla contra la de Darksaber. El impacto de los metales resonó, aquel silente caballero oscuro era rápido y muy fuerte, lograba que el joven héroe retrocediera con cada impacto que recibía.

Venatrix se levantó para recibir a un par de secuaces, de quienes se deshizo con ágiles estocadas. Al terminar, divisó a Blazer batiéndose en un arduo combate de espadas con Darksaber, vio también a Cronos caminar hacia una sección apartada del almacén.

—¡Ve por él! —enunció Jonathan sin ceder. Venatrix asintió, esperaba que el muchacho pudiera arreglárselas solo.

Fue tras Cronos, quien se había escabullido entre las interminables hileras, compuestas de anaqueles repletos de cajas y material industrial. Camille mantuvo su espada en alto, prestando atención a los sonidos. Entonces escuchó un claro rechinido, un estante repleto de material empezó a caer sobre ella, saltó y giró por el piso, logrando salir ilesa del derrumbe. Se levantó justo a tiempo para lanzarse hacia atrás en una voltereta, Cronos había encontrado un enorme mazo.

—No sé qué te ofreció la bruja, pero yo te ofrezco liberarte de tu condena all'inferno que hasta ahora es segura... solo dime dónde está mi hija —ofreció.

Cronos sonrió con malicia, luego lanzó un grito mientras corría hacia ella, maniobrando el mazo. La cazadora se deslizó y le mandó un corte contra el estómago.

—¡Maldita! —Le arrojó el mazo con furia desatada, pero de la nada, una misteriosa fuerza hizo que el arma se detuviera en el aire. Incrédula, Venatrix observó tras Cronos a un misterioso joven de traje azul, la había salvado—. Tú...

—¡Yo! —reviró Danilo, sonriente, y con todas sus fuerzas mandó el mazo de vuelta a Cronos, arrojándolo sin piedad contra una pared.

El joven fijó su mirada en la cazadora, como si le resultara familiar. Un segundo después, abrió de par en par sus ojos y llevó su puño frente a su boquiabierto semblante.

—¡Oh, por Dios, eres ella!

—¿Qué?

Danilo se acercó, emocionado por completo.

—Eres... ¡Eres Venatrix, del Escuadrón de Héroes! Yo soy un gran fanático de su trabajo.

—Mmm...

—En serio no lo puedo creer... —Mantenía su sonrisa contenta a pesar de la situación—. Eres más ruda en persona.

Un estruendo se oyó, acompañado de un grito monstruoso, Cronos emergía de entre los escombros generados por su impacto, se notaba molesto.

—¿Es que acaso no se cansa? ¿No tiene un botón de apagado o algo? —cuestionó Kriger con nerviosismo en su voz.

Cronos avanzó, mostraba en su mirada un oscuro deseo de acabar con ellos.

Mientras tanto, en el interior del almacén, Blazer se mantenía en guardia junto a su espada. Detenía a uno y otro demonio, pero por más que los veía caer, seguían apareciendo y Darksaber se acercaba cada vez más para arremeter en su contra, lo debilitaba y luego se alejaba para dar oportunidad a los sedientos demonios.

Su atención, como la de los demonios, se vio atrapada en Cronos cuando atravesó una alta ventana del almacén. Por su resistencia, se evidenciaba que una fuerza ajena a él lo controlaba. Kriger recorrió el mismo camino que el villano, aterrizando en el suelo sobre él para asestar golpe tras golpe en un desesperado intento de que no se levantara.

Blazer observó con extrañeza al héroe, pero meneó su cabeza mientras se ordenaba concentrarse. Se volvió para embestir con su espada al siguiente demonio, cuando advirtió que Darksaber iniciaba su andar en dirección a Cronos. Antes de que pudiera alcanzarlos, Venatrix intervino en su camino con una embestida de su espada que Darksaber retuvo.

La cazadora respondió al ataque con uno más fuerte que ella logró retener a poca distancia de su cuerpo, su espada acumulaba toda su energía para mantenerse y resistir la brutalidad del villano. Cuando sintió perder la fuerza, giró hacia atrás, dejando la espada de Darksaber estrellarse contra el suelo.

El caballero maldito apretó sus puños en torno a la empuñadura de la espada, la armadura traqueteó por la fuerza, un sonido inhumano.

—¿Quién eres? —preguntó ella, cambiando su espada de una mano a otra.

Ante el insistente silencio del ente, Venatrix se lanzó en un movimiento arriesgado con el que cortó la distancia entre ellos para encontrar sus espadas frente a su pecho, formando una X con ellas. Darksaber era más alto que ella, por lo que su impulso iba siempre hacia abajo, inclinando su torso y el yelmo de su cabeza. Ella, por el contrario, se impulsaba hacia arriba en un intento de hacerlo retroceder. Su mirada dio directo a la única rendija en el yelmo, su cuerpo se concentró en mantenerse, mientras su mente se enfocaba en identificar al ser que se mantenía bajo el acero.

Se impulsó más hacia él, hasta que su pecho rozó su propia espada. Desde aquel ángulo pudo captar fugazmente su mirada, iluminada por un haz de luz, un par de ojos café que en principio fueron claros y luego se oscurecieron. Desconcertada, Venatrix vaciló y dejó a su cuerpo perder la fuerza que hasta entonces había mantenido. Darksaber tomó un impulso más antes de extender sus manos con ferocidad, provocando la fuerza que empujó el cuerpo de Venatrix hacia atrás.

La cazadora lanzó un quejido por el impacto de su cabeza contra el suelo. Al entreabrir los ojos, sintió que todo daba vueltas. Los bramidos emitidos por los demonios, el sonido de cada embestida de la espada de Blazer, así como los incesantes insultos de Cronos, se disiparon en los oídos de Venatrix. Una vez más intentó abrir los ojos, con la punzada acrecentando detrás de su cabeza.

En contra de los reclamos de su cuerpo que demandaban parar, ella se movió a un costado, descansando parte de su peso sobre su codo izquierdo. Desde su posición divisó el campo de batalla: Cronos lanzaba con ferocidad golpe tras golpe en dirección a los héroes que se turnaban para atacar, y al mismo tiempo se las ingeniaban para arremeter contra los demonios que seguían sumándose alrededor. El dolor en su cabeza se intensificó y una nubosidad opacó su visión por un momento. En la oscuridad que la invadía, resaltó aquella mirada bajo el yelmo que se asentaba en su mente con una débil amenaza, no lograba dar con el rostro, pero no dejaba de sentir que conocía aquellos ojos.

El sonido de las botas de acero alertaron que Darksaber se acercaba. Venatrix lo escuchaba y entendía que debía levantarse. Parpadeó repetidas veces para recuperar la visión, fue entonces cuando los pasos cesaron. Camille observó a un lado, la armadura se encontraba a tres metros de ella, el yelmo se inclinaba hacia atrás, con lo que sería la parte de los ojos clavada en el cielo. Ella lo imitó para encontrar nubes grises camufladas con el humo de las industrias, segundos después vio una sombra deslizarse en aparente silencio.

Venatrix se levantó y Darksaber retrocedió algunos pasos. La sombra acababa de surcar el cielo de nuevo, pero más grande y con un sonido apenas perceptible.

Merda, merda, merda —repitió Camille.

La sombra volvió a pasearse con mayor tamaño y opacó la luz, provocando una momentánea noche que fue acompañada por un cálido aire. La batalla se detenía y todos dirigían su mirada al cielo. La luz volvió a recobrar fuerza.

Cronos se valió de la distracción para asestar un golpe a Blazer, y los demonios continuaron su misión de atacar a los héroes.

Darksaber retomó su camino hacia una preocupada cazadora que no dirigió su mirada del cielo hacia el suelo cuando este tembló bajo sus pies con el aterrizaje de un cuerpo pesado, sintió una oleada de aire caliente abrazarla desde atrás, Darksaber se detuvo ante la sombra que aterrizaba detrás de la cazadora, ella giró para encontrar a Dreccan.

—¿¡Un dragón!? —cuestionó Kriger en medio del combate.

—¡Abajo! —gritó Blazer para alertarlo de un demonio que se aproximaba hacia el héroe. Kirger obedeció, permitiendo a la espada de Blazer encontrar el camino al demonio.

El imponente dragón miraba la armadura que movía su espada en amenaza. El cuello de Dreccan se contrajo antes de estirarlo para liberar un rugido ensordecedor que hizo temblar cada cuerpo en el lugar. Venatrix, justo frente al dragón, se vio consumida en un vaho ardiente.

—Dreccan —pronunció, y él dedicó su atención a la cazadora por un momento, meneó su gigante cabeza antes de retomar su objetivo y por sus fosas nasales emergió un ligero humo. Cuando abrió su boca de nuevo, Venatrix vio al fondo de su garganta donde el fuego se acumulaba—. ¡No! —gritó antes de arrojarse a un lado, saliendo del camino que recorría el fuego.

Darksaber alzó ambos brazos, cruzándolos frente a él como una defensa del fuego azul que no dejaba de ser abrasador. La armadura se perdió entre las llamaradas y el dragón cerró su boca, deteniendo el fuego. Venatrix observó las llamas y un repentino alivio la invadió, en su mente agradecía al dragón por el favor que le hacía, pero este comenzó a sisear hacia el fuego, alertando a Venatrix.

—No es posible.

Todavía andante y sin verse afectado, Darksaber emergió de las llamas con espada en mano. Dreccan liberó un ardiente rugido en respuesta, batiendo sus alas mientras se erguía en las alturas. Su largo y escamoso cuello se arqueó sobre ellos, y con un silbido anticipó el fuego que brotó de su boca hacia la armadura maldita.

El fuego se prolongó aún después de que Dreccan volviera del todo al suelo. El corazón de Venatrix latió con prisa y el dragón pareció enfurecer cuando vio a la armadura burlar el fuego una vez más. Dreccan soltó un rugido cargado de ira y movió su cuello con desespero, preparándose para escupir fuego otra vez.

Venatrix, desconcertada, observó a la armadura avanzar sin obstáculos, lo oscuro de su cuerpo resaltaba entre las llamaradas azules, divisó entonces algunos detalles rojizos que la componían y lo recordó.

—Fue forjada en el fuego del Infierno —susurró para sí—. ¡Dreccan! ¡El fuego no le afectará!

Y como si comprendiera sus palabras, el dragón se lanzó hacia atrás en medio de un rugido. Ladeó su cuerpo con ímpetu para llevar su larga y negra cola hacia al frente como un feroz látigo que fustigó a Darksaber. El peso del caballero se volvió ligero para el dragón, lo suficiente para lanzarlo lejos hasta hacerlo perder entre los almacenes de la zona industrial. Como una última advertencia, el dragón se irguió en la misma dirección y liberó un bramido cargado de cólera y triunfo.

Venatrix ladeó una sonrisa antes de avanzar por un costado del dragón, Dreccan la recibió con un movimiento de cabeza hacia ella en el que alcanzó la mano extendida en busca de una caricia.

Pero un grito de guerra captó la atención de ambos, Blazer y Kriger se veían acorralados por los demonios.

—Dreccan... —pronunció Venatrix, y el dragón rugió en respuesta.

El dragón pasó su peso de una garra a otra mientras sacudía su cuello en preparación. Luego batió sus alas, impulsó su cuello y parte del pecho lo infló hacia las alturas, creando una sombra sobre el suelo que cubrió a los héroes y villanos por igual.

—¡Jonathan! —gritó Venatrix. El mencionado vio al dragón, y junto a él, a la cazadora—. ¡Sal de allí!

Sin cuestionar, Blazer tomó el brazo de Kriger y emprendió la huida. Danilo giró su cabeza y observó al dragón que se imponía sobre ellos para comprender lo que sucedía, así que envolvió su cuerpo con sus poderes y voló tras Blazer. Cronos previó el peligro y también corrió lejos del campo.

Venatrix vio hacia las alturas, Dreccan aguardaba la orden.

—¡Ahora!

El fuego tomó posesión del espacio, mientras los héroes fueron envueltos por una nube de humo y cenizas, para cuando el fuego cesó, no vieron más que manchas negras aquí y allá, donde antes habían estado los demonios. Blazer y Kriger se observaron entre sí, luego pasaron su mirada al dragón que sacudía su cuerpo y relajaba su cuello.Venatrix caminó hacia ellos y Dreccan la siguió, ambos se detuvieron cuando el sonido de un motor los alertó. Al apagarse, entre la humareda vieron una silueta femenina avanzar.

Rebecca alzaba su mirada impactada hacia el dragón.

—Por favor, díganme que el dragón les pertenece —pidió cuando estuvo cerca de ellos.

—No... ni siquiera debería estar aquí —replicó Jonathan, mirando de reojo a Venatrix.

—¿Qué? Yo no lo traje —se defendió.

Rebecca suspiró. Se había detenido junto a los héroes; pasó su mirada del guerrero al joven héroe que se mantenía a su lado.

—Cada vez los reclutan más jóvenes —comentó, fijándose en Kriger.

—Hola, soy Kriger —saludó él.

—Comandante Miller —contestó—. ¿Qué sucedió?

—Cronos —pronunció Jonathan, obteniendo un gruñido por parte de Rebecca—. Intentaba llevarse las armas que fueron robadas.

—¿Y dónde está?

Los héroes observaron el campo antes de mirarse entre ellos, cuando el joven Kriger de pronto salió volando por el escenario, lo vieron perderse entre los almacenes y regresar en poco.

—No está —anunció en alerta.

—¿Y Darksaber?

—¿Quién?

—La maldita armadura andante —contestó Venatrix.

—Ah... tampoco. ¡Oh, esperen! —Volvió a perderse en el interior del almacén para volver con un hombre de baja estatura que soltó a los pies de Rebecca, tenía las manos atadas y parte del rostro cubierto—. Intentaba escapar cuando llegué, lo encerré en un contenedor.

—Lo vi, estaba junto a las armas en el almacén —informó Jonathan.

—Bueno... no es Cronos, pero servirá para culparlo de todo este desastre.

Rebecca dirigió una mirada minuciosa a la escena, el humo ya era menos y solo restaban pequeñas llamas que se mantenían sin llegar a ser peligrosas, parte del almacén había sido destruido por el combate y quemado por el dragón. Algunas sirenas se escucharon a los lejos. Rebecca miró hacia atrás, advirtiendo que sus colegas no tardarían en llegar.

—Tienen que sacar al dragón de aquí. —Camille asintió y se dispuso a girar—. Venatrix... lamento lo de tu hija.

Aquello la detuvo en seco. Parpadeó repetidas veces, luego inclinó su cabeza en aceptación.

—Vámonos —anunció y se alejó.

—¿Y se irán en... eso? —cuestionó Rebecca, señalando al dragón.

De camino al dragón, Dreccan ladeó su cuerpo para permitirle escalar por un costado, también movió su cabeza para que pudiera apoyarse en ella y así subir a su lomo.

—Tal parece —respondió Jonathan entre dientes mientras iniciaba su andar hacia el dragón—. ¿Vienes, chico?

—¡Por supuesto! —contestó con emoción, había iniciado su andar, pero lo detuvo de pronto. Miró al dragón con nervios y él regresó una mirada fría mientras exhalaba en un rugido contenido—. Eh, yo los seguiré de lejos...

Jonathan murmuró algo por lo bajo mientras se acercaba a Dreccan, este agachó su cabeza y lo siguió con una mirada amenazante. Cuando Blazer posicionó una mano sobre él para ayudarse a escalar, Dreccan contuvo un gruñido y su cuerpo vibró.

—Ya basta, Dreccan —manifestó Venatrix, inclinándose hacia un lado para extender una mano a Jonathan—. Sube ya.

Cuando el héroe finalmente subió, el dragón extendió sus alas y las batió, agitando el viento que sacudió a Kriger y Rebecca, ambos vieron el ascender del dragón que pronto emprendió el viaje de regreso al Templo.

—¡Adiós, Comandante! —exclamó Kriger cuando se alzó en el aire, siguiendo al dragón de cerca.

—Un maldito dragón... —murmuró, viendo hacia las alturas—. No me pagan lo suficiente para esto.


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