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10. Actores corvynianos

Por KathwriterRonaldoMedinaB & Rosacharm


Después de las palabras confiadas de su líder, el Escuadrón vio a Mago retirarse de la base en compañía de Amara. Habían entrenado juntos todo ese tiempo; ella necesitaba seguir alcanzando su potencial, y que fuera ella quien lo asistiera en su misión le parecía lo más adecuado. Amara, por otra parte, sabía que su día estaba lejos de terminar, pero si querían cubrir todas sus ventajas posibles antes de un segundo encuentro con la Sociedad Oscura, tenía que hacerlo.

—Entonces... —Amara clavó una notoria mirada de cuestionamiento en un punto lejano de la habitación, mientras el hechicero frente a ella terminaba de explicar su estrategia para reclutar a la chica bajo el nombre de «Binaria»—. Dices que si nos vestimos como soldados alienígenas, ella mágicamente aparecerá, y además de probablemente estar muy asustada y molesta con ganas de matarnos, le dirás: oye, te quiero reclutar para el Escuadrón de Héroes dos punto cero que estamos haciendo —resumió desde su punto de vista tan rápido que podría haberse quedado sin aliento.

Ambos se abrían camino por un pasillo del templo. Mago permaneció en silencio con un dedo levantado, a punto de contestar, pero entonces solo asintió.

—Sí, eso ha sido increíblemente preciso.

—Sí, por supuesto que funcionará —agregó Amara, devolviéndole la mirada a su compañero; destilaba sarcasmo en cada palabra, pero resignada por completo. Desde el primer día de su entrenamiento con James Jerom había aprendido que sus planes no siempre eran lo que otros considerarían en los parámetros de lo normal.

—Nos vestiremos como soldados corvynianos, lo único que puede llamar su atención en estos días —recalcó—. Binaria lleva esperando esto un buen tiempo. Aparecerá.

—Y nosotros vamos a ir a reactivar su trauma. —Asintió Amara con una gran sonrisa, dejando en claro que sus gestos no coincidían con sus palabras—. ¿No has tratado de contactarla de la manera normal? O sea, tu definición de normal, ya sabes... aparecer en medio de su casa o interrumpir en medio de su trabajo fingiendo ser un productor de cine.

—Por mucho tiempo —aseguró sin prestar atención a las referencias de los primeros intentos fallidos que tuvo él de reclutar a la diosa—. No ha dado resultado y siempre encuentra una manera de evitarme. Después de todo, June lleva la sangre de los kryptos en su organismo. Ser terca está escrito en su código genético... eso y creo que la última vez me envió una postal con corazones de alguien llamada Masha.

—No la culpo. —Amara suspiró dramáticamente a su lado. James solo la ignoró.

—Espero que esa nominación al Oscar que tuviste signifique que no tendrás problema en tu papel secundario de hoy. —James formó brillantes líneas en azul frente a ellos con el movimiento de sus manos. Al atravesar la pared de energía, la apariencia de ambos cambió, ahora vestían con las armaduras vinotinto de quienes una vez habían sido enemigos de la Tierra y el Escuadrón—: un cadete del imperio corvyniano leal a la corona que hace lo que su superior le dice, o sea, haces lo que yo diga.

Tsk, no solo me nominaron a un Oscar, yo gané cinco. —Amara sintió la necesidad de aclarar.

Mago solo rio por lo bajo mientras abría una puerta cercana. Amara no pareció asombrarse por la ciudad que se alzaba a través de ella.

—Presumida.

Mentor y aprendiz atravesaron el umbral, apareciendo por la puerta de un rascacielos donde pudieron apreciar la gran ciudad en movimiento. Era aquella hora del día donde todo el mundo estaba fuera, en especial con aquel descomunal sol que irradiaba.

—¿No te parece un buen día para fingir un ataque alienígena? —preguntó James, atento a la zona a su alrededor.

—Como cualquier otro día —respondió Amara con un suspiro, se preparaba para entrar en personaje—. Ah, por cierto, ¿qué tanto tenemos que hacer para atraerla? ¿Como al nivel de llamar la atención de la guardia nacional?

—Su tecnología de rastreo es mucho más sensible que la de la del ejército, es bastante probable que ya sepa que estamos aquí.

—Entonces su primera reacción será tratar de atacarnos mientras estemos desprevenidos ahora que sabe de nuestra presencia.

—Es lo más probable. Considerando su carácter, no se detendrá con facilidad una vez dé con nosotros. Avanzaremos a una zona de menor riesgo para los civiles cuando ella aparezca.

Tan pronto como él terminó de decir aquellas palabras, Amara vislumbró una firma de humo, casi imperceptible para el ojo promedio, que surcó el cielo en dirección a ellos.

—Dijiste que su sistema de rastreo es bueno... ¿qué hay de su arsenal de ataque? —Señaló con angustia.

—No entraré en detalles —respondió Mago mientras formaba un rápido sello en sus manos. Lo arrojó a tiempo contra el misil, teletransportándolo a otro lugar antes de su inminente eclosión—. Hay que salir de aquí.

Un nuevo portal se abrió tras ellos para expulsarlos de la zona.

«Activando secuencia de rastreo».

La voz de Masha hizo eco en la cabeza de June mientras en sus anteojos se dibujaba un plano de la ciudad, dos luces parpadeantes indicaban la ubicación de los corvynianos. No dejaba de preguntarse qué era lo que querían, o cómo habían logrado moverse con tanta rapidez y habilidad. En un momento escalaban uno de los edificios más grandes de Capital City y al otro ya se encontraban al extremo contrario de la ciudad.

El miedo que sentía era innegable, también la rabia. No podía creer posible que siguieran asediando Capital City.

El cañón no había sido en absoluto una buena idea, pero algo era seguro, se presentaría gustosa ante cualquier tribunal de guerra a ofrecer sus servicios para defender a la humanidad. Podría acabar con muchos de ellos, eso era lo que Will hubiera querido. A fin de cuentas, por desgracia estaba el tema de su padre.

Masha y June se acercaban cada vez a los puntos luminosos y más lejos de casa, no había mucha gente en esa zona que parecía estar recuperándose del último ataque a pasos de bebé. ¿Pretendían matarla? No, lo hubieran hecho desde un principio. De seguro querían sacarle información o pedirle que se uniera a ellos; estaba sola, no tenía familia y su raza estaba extinta. Quizás querían llegar a un acuerdo.

June soltó una sonrisa irónica.

«¿No crees que deberíamos llamar a James?», dijo Masha en su cabeza.

—Claro que no —masculló—. No traes tu libro de autógrafos.

«Pero... él podría ayudar».

—Son dos corvynianos, Masha, y de haber querido matarme ya lo hubieran hecho, ellos quieren algo más, lo sé. —Masha hizo un ruidito exasperado nada propio de una inteligencia artificial. June suspiró—. Si me veo en peligro de ser secuestrada puedes llamar a James o resucitar a Sherlock Holmes.

«Sherlock Holmes era un personaje de ficción, no se le puede resucitar porque jamás existió».

—Sí, sí ya lo sé, solo bromeaba.

«Estás de buen humor según parece y no es momento para... »

—Estoy aterrada y tú no ayudas, Masha, solo estaba haciendo chistes para aliviar la tensión —contestó entre dientes—. No nos va a pasar nada, esos patanes seguramente quieren hablar o negociar algo, además el traje tiene muchas mejoras —ella siguió quejándose—. Ok, está bien, si ves que las cosas salen mal o se ponen feas, tienes mi permiso de llamar a James, ¿entendido?

«Eso está mucho mejor».

Mientras se acercaban a una zona más transitada, las luces que indicaban la ubicación de sus objetivos se volvieron de un rojo brillante y cegador. La inundaba una sensación de asfixia. Estaban ahora en medio de una calle repleta de personas, pero no parecían percatarse de su presencia, como si no estuviera allí. Los dos corvynianos se plantaron ante ella, uno era ligeramente más bajo que el otro.

Masha se puso a trabajar de inmediato.

«Escaneando secuencia de ADN, buscando información sobre los sujetos».

Un par de grandes equis se dibujaron en los anteojos de June; ella exhaló y sacó su teléfono, lo sostuvo en su mano fingiendo que hablaba de modo casual mientras Masha continuaba con lo suyo.

«June, no puedo escanearlos —dijo Masha—. No tengo nada sobre ellos y el escudo... No lo sé, no se parece a nada que se pueda desmontar».

—Genial —susurró al celular—. ¿Puedes por favor ver de dónde vienen? —Hizo la pantomima de colgar una llamada y miró a sus dos nuevos acompañantes—. Ya, dejen los juegos mentales para otro momento. De todas formas, venía detrás de ustedes, encerrarme en esta jaula no tiene, ya saben... —Giró sobre sí misma moviendo las manos—, sentido.

Uno de los corvynianos dio un paso al frente y June lanzó su teléfono al suelo, este explotó en una nube de humo gris tormenta que era inofensiva, pero le daba la posibilidad de distraerlos. Los escuchó chocar uno contra otro y entonces presionó su collar, justo en el centro del dije de rosa, activando su traje. Era la primera vez que lo usaría y esperaba que estuviera a la altura.

La cinta que rodeaba su cuello subió hasta la línea de su cabello, al borde de su frente, solo que ya no era una cinta sino una superficie compacta que se unió con los anteojos que ahora formaban un visor de rostro completo. La rosa, por su parte, se abrió lanzando un halo violeta muy tenue que reemplazó su ropa ordinaria en un vestido gris ceniza corto hasta la rodilla, guantes que tenían degradado del color gris del vestido y se oscurecía mientras subían por sus brazos, botas altas hasta la rodilla, todo con detalles de espinas en relieve. Finalmente se formó un peto de color negro con una rosa tallada que complementó su armadura. Aquello era tecnología de reemplazo de última generación y estaba en verdad orgullosa de haberlo creado; ligero, cómodo y letal.

June apretó los puños, y el traje se cargó, listo para usarse. Los diseños de espinas se volvieron violetas y recorrieron su vestimenta casi en su totalidad.

Finalmente, la niebla comenzó a disiparse.

—Un movimiento más y en lugar de lanzar niebla inofensiva haré volar su escudo dimensional, o lo que sea, y a ustedes dos con él —espetó.

—Nos gustaría hablar contigo, venimos en paz.

Ella soltó una carcajada.

—En paz. —Caminó de un lado a otro mientras el visor de su casco intentaba penetrar en el traje, pero no había nada—. ¡¿Qué hacen en la ciudad?! ¿No fue suficiente con la invasión?

«June, gana tiempo, aún no logro dar con la ubicación de su guarida», informó Masha.

—Necesitamos que vengas con nosotros —dijo el corvyniano que se había acercado, el más alto.

June alzó una ceja. Dentro de su visor, el geolocalizador iba en doce por ciento.

—Claro, quieren que tomemos el té y compartamos galletas mientras recordamos aquel tierno momento en el que destrozaron mi planeta y mataron a mi madre. —Se quedó pensativa—. No, de hecho creo que es mejor intercambiar anécdotas de cuando destrozaron esta ciudad, invadieron la tierra y le dispararon por la espalda a mi prometido. —Los miró furiosa—. Digan lo que tengan que decir y déjenme marchar. Insistan y correrán la suerte de los dos desgraciados que mataron a William.

—Debes escucharnos. Hay cosas que no sabes... es sobre tu padre.

June se sintió palidecer.

—Mienten —murmuró con odio—. Sé todo lo que tenía que saber sobre él.

—No, no todo.

Binaria lanzó un rayo láser desde su brazalete izquierdo, debía al menos cortar parte del traje del corvyniano, pero en su lugar quedó paralizado en el aire.

—¿Qué demonios? —escupió temblando de pies a cabeza.

Eso no debía de haber pasado. No la estaban atacando, por lo que el traje difícilmente podía absorber la energía, el rayo la había paralizado.

Le pareció oír que uno de los dos corvynianos se reía por lo bajo. Para desgracia suya, en su visor el escaneo iba en un cincuenta por ciento y no avanzaba, se había pausado como el láser. Bufó y se concentró. La fuerza que la oprimía se desvaneció mientras se hacía invisible, su traje le permitía mimetizarse con el entorno.

Ella era el taxi amarillo que pasaba por la calle, la superficie acristalada de la tienda y el escudo impenetrable que ese par había creado. El geolocalizador se reinició a cero.

—¿A dónde ha ido? —preguntó el corvyniano de menor estatura.

—Espera un segundo —respondió el otro en voz baja.

—Llamaré a James Jerom y a la gente del gobierno. —June amplificó su voz para que no supieran de dónde venía. En su traje escuchó a Masha soltar un chillido de emoción—. Hablen o haré venir al Escuadrón de Héroes y a las fuerzas militares.

—No formas parte del Escuadrón —dijo el más alto.

—No, la verdad es que no. Soy una heroína independiente, pero aún así puedo llamar a James.

—Un héroe no puede trabajar en solitario, siempre necesitará ayuda —replicó el otro.

—Dicen los genocidas con mucha experiencia en actos heroicos en equipo —soltó con sarcasmo—. Masha, luces.

La inteligencia artificial se apoderó de la red eléctrica y una cadena de estallidos en las bombillas de los faroles desvió la atención de los corvynianos. Binaria aprovechó ese tiempo para apuntar de nuevo, y de su brazalete fue despedido un gigantesco rayo que esa vez sí dio en el blanco, arrojando al soldado más bajo contra un contenedor.

—Maldición —susurró el soldado caído en un intento por acoplarse—, por eso es que siempre trabajo con dobles de riesgo.

Binaria disparó una y otra vez contra el que permanecía en pie, mas seguía desviando sus rayos de alguna forma.

—Suficiente. —La voz del soldado se prolongó con autoridad. Llevó las manos a su casco y lo removió al instante.

«¡No puede ser, es James! Mago Universal está aquí» —June escuchó el grito estupefacto de Masha.

No lograba reconocer quién se encontraba más nerviosa, si su inteligencia artificial con su evidente emoción, o ella con sus sentimientos removiéndose de repente en sus recuerdos.


Rusia, 2014.

La tierra se encontraba recién removida bajo los grandes matorrales de flores. El cementerio se había ido vaciando de poco en poco. No asistieron muchas personas, y aún cuando intentaron dar todo su apoyo a la quebrantada chica, no fue suficiente. Necesitaba espacio, tranquilidad. Su padre lo era todo, todo lo que quedaba de su pasada vida en Ancton, pero en ese instante, había dejado de existir, y el vacío asolando su corazón no se llenaba con ninguna palabra de consuelo.

June creía estar sola, hasta que un hombre barbado que juraba no haber visto nunca antes en su vida salió finalmente del umbral bajo el árbol. Se paró junto a ella; vestía un elegante traje de luto, con un broche dorado en la corbata, era un ojo, o al menos eso recordaba haber pensado que era.

—Mis más sentidas condolencias por la muerte de tu padre, June. —No cruzaron miradas, se mantuvieron con los ojos puestos en la tumba—. Andriev era un hombre bueno. Siempre recordaré lo mucho que luchó por un mundo mejor, pero también por lo mucho que se preocupaba en hacer de ese mundo un lugar seguro para ti.

—¿Quién...quién es usted? —preguntó en medio de su llanto.

—Mi nombre es James Jerom, protector del legado de los anctonianos en este mundo. —Sus palabras habían sido lo suficiente sorpresivas para hacerla girarse hacia él—. Ahora tú eres ese legado, June, y vine hasta aquí porque quiero que sepas que cuentas con mi apoyo en todo lo que necesites.

—¿Cómo... cómo sabes quién soy... lo que soy? —Guardó sus manos entre los bolsillos de su gabán—. Nunca antes te vi en mi vida.

—Lo sé. Puede que no me conocieras, pero sí a mi gruñón maestro, Monje Universal.

—Monje Universal... recuerdo ese nombre, fue el hombre que nos rescató cuando llegamos aquí, era tan solo una niña. —James asintió.

—Mi viejo también ha muerto hace poco.

—Lo lamento —susurró con pesar—... ¿era tu padre?

—Gracias. —Asintió—. No era mi padre, pero desde que el mío murió siempre lo vi como uno. Y con su partida, el ciclo de los Universales continuó. En sus últimas palabras me encargó continuar con su legado. Ahora sus responsabilidades, y las de todos mis antepasados, recaen en mí, y eso incluye proteger a aquellos que estuvieron bajo su cuidado. Esa eres tú, June. Sé que no me conoces, sé que el hecho de que un completo desconocido aparezca de la nada ante ti puede generar desconfianza, y sé que mis palabras no cambian las circunstancias, pero estoy aquí para hacerte saber que no estás sola en esto. Cuentas conmigo.

En el rostro decaído de June se formó una pequeña sonrisa de nostalgia.

No supo por qué lo hizo, pero algo en el hombre le inspiraba una completa confianza. Sus palabras le habían dado algo que creía haber perdido: esperanza. Y movida por eso, lo tomó de la mano en un fuerte apretón mientras regresaba su vista a la tumba.

—Gracias por estar aquí. —Él asintió. Se mantuvieron durante unos segundos en silencio, hasta que ella lo rompió—... Hay una canción que siempre me hace acordar a mi madre, y ahora que mi padre no está, no puedo dejar de pensar en ella. —James la observó en silencio—... In another life... —comenzó a cantar de repente, quebrantándose nuevamente en llanto.

—I would make you stay —le siguió él en susurro.

June se giró a él con ojos llorosos. Ambos se sonrieron con nostalgia y volvieron la vista al frente.

—So i don't have to say you were —susurraron al unísono—... the one that got away...


Cuando el recuerdo terminó de desaparecer de su pensamientos, el casco de su traje se había retirado, dejando ver las lágrimas retenidas en sus ojos a punto de desbordarse.

—Cómo... —susurró con dolor—. Cómo pudiste. Sabías que Corvyn me arrebató todo lo que más amaba, ¡y aún así lo usaste en mi contra para hacerme salir!

«June...», susurró Masha.

—Ahora no, Masha —retiró las lágrimas con su mano ya libre de la armadura.

—No había otra manera —se excusó mientras Amara se unía de regreso a ellos—. Has estado evitándome todo este tiempo, June. No respondías a mis llamadas.

—¿Has intentado siquiera entender que no quería hablar contigo? ¡Yo no quería hablar con nadie, James! ¡Perdí a todos los que más amaba! Will fue al último al que le entregué mi corazón, y entonces Corvyn lo asesinó justo frente a mis ojos.

—Sé que lo que sucedió con William aún te duele. —Se acercó, pero ella dio un paso atrás—. Lamento no haber estado ahí para ti en ese momento tan difícil, pero el planeta entero contaba conmigo y con el Escuadrón de Héroes. Luego de la invasión y de enterarme de lo que sucedió, he querido ayudarte a sanar. Me preocupo por ti.

—Pues deja de hacerlo. —Se giró, dándoles la espalda.

—No lo haré. No me rendiré contigo, June. Tengo una obligación, se lo prometí a tu padre. —Binaria se detuvo, habían alcanzado a verla tensarse—. Por él nos conocimos, ¿recuerdas?

Hubo silencio, un silencio desolador que los cortó cuando Binaria se giró de regreso a ellos. No había hablado aún, pero su gesto les había dado esperanza.

—Sé que puede ser una patada en el trasero la mayor parte del tiempo —comentó Amara, conmovida por la escena—, pero te puedo asegurar que sus intenciones son buenas. Él me ha ayudado, más de lo que alguna vez pudiera haber logrado sanar por mí misma. Hará lo mismo por ti, June, solo necesitas abrirte.

Abrirse, una completa desconocida a la que había arrojado contra un contenedor de basura le pedía que se abriera con ellos. June pensó en qué vendría después: ¿un intercambio de traumas de la infancia y películas juntos los viernes por la noche?

«June —susurró Masha desde su auricular—, escúchalos, se esforzaron mucho para verte».

Ella suspiró y asintió mientras una lágrima traicionera corría por su mejilla.

—Abrirme —dijo con ironía mirando a Amara—. Dime una cosa, ¿qué habrías hecho tú? Yo he pasado de ganas de morirme a ganas de subirme a una nave y destruir Corvyn, también tengo mis episodios de comer helado y mirar las paredes.

Vio cómo Amara miraba de reojo a James, quien les daba la espalda.

—Lo siento mucho, de verdad —dijo, compungida—... Corvyn también me arrebató a mi padre, y desde ahí mi vida cambió por completo, mis poderes se manifestaron con más fuerza que nunca. Permite que te ayudemos.

—¡Nadie puede ayudarme! No quiero a nadie, no necesito de nadie. —Jadeó y se sentó en el suelo de hormigón—. Estoy agotada. Agradezco sus intenciones, pero no puedo.

—Te necesitamos —dijo James con voz ronca, aún sin girarse.

—No puedo salvar al mundo cuando mi mundo es un desastre —soltó poniéndose de pie y tomando la mano de Amara—. Agradezco que quieran hacerme sentir útil, en serio, pero solo el tiempo...

James se giró hacia ella con los ojos brillantes por el desespero.

—Se trata de mi hija —confesó con un hilo de voz, Amara entornó los ojos—. Debo encontrar a mi hija. Necesitamos de tu ayuda, por favor, June.

«Él no tiene hijos, yo lo sabría», gritó Masha por los auriculares de June.

—Tú no tienes hijos —dijeron June y Amara a la vez. James sacudió la cabeza y lanzó el casco de corvyn al suelo.

—Eso pensaba yo, pero interferí con el tiempo, y ahora él me ha dado una respuesta... su nombre es Gia —contestó con voz ronca—. No sabía que era mi hija, lo descubrí hace poco. Por eso te he buscado, June, debo encontrarla.

—Gia —respondió entonces June—. Tengo una amiga, Camille, y ella...

—Espera, espera, ¿conoces a Venatrix? —soltó Amara sin poder evitar reír ante la situación.

June alzó las cejas.

—Sí, bueno por un asunto de.. —Sacudió la cabeza—, somos amigas. Estoy sorprendida a decir verdad.

—¿Venatrix con una amiga? —preguntó Amara con sorpresa—. Casi tan inverosímil como Venatrix teniendo una hija contigo. ¿Cuándo pasó todo esto y por qué no estábamos enterados?

Nadie respondió. James miró fijamente a June hasta que ella asintió.

—Si pudiera salvar a mi madre, a papá o a Will, lo haría. Si supiera que están con vida movería las estrellas y el mismísimo infierno por ellos —manifestó con una media sonrisa—, y si tuviera a alguien en alguna parte desearía que me encontrara. Te ayudaré James, a ti y a tu equipo de héroes.

—Gracias. —La tomó de la mano—. Muchas gracias.

«June, no olvides decirle que soy su fan número uno», acordó Masha con voz extasiada. June resopló.

—Ehmm, dos cosas —sonrió, incómoda—: uno, la próxima vez disfrázate de viaje a la semana de la moda de París y dos, tengo que presentarte a alguien.

—¿A alguien?

—Sí, alguien, no es precisamente una persona, pero te admira mucho. Su nombre es Masha.

—¿La de la postal?

June asintió. Comenzaron a caminar y Amara quedó tras ellos haciendo una mueca.

—Asombroso —rumió la diosa, indignada—, casi me rompo una costilla, estuvimos a punto de morir bajo sus rayos láser, tuve que ponerme un asqueroso traje de corvyniano y ellos se van, tan tranquilos.

—Por cierto —decía June—, no creí que fueras del tipo de chico de Cam, estoy sorprendida.

—No es así como sucedieron las cosas —siguió él.

—¿No?

Y, mientras el extraño trío se alejaba por la avenida, en los alrededores, todo seguía como siempre, nadie notó la niebla, el campo de fuerza o el conato de batalla. Nadie se dio cuenta de que una nueva alianza heroica acababa de forjarse.

Pero ya se enterarían. 

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