14. Escuadrón
Por Metahumano
Mago Universal, tras haber cortado el teléfono, regresó junto a Blazer, quien se miraba el lugar donde, hacía apenas unos minutos, todavía tenía un profundo corte debido a la batalla en Capital City y su primer encuentro con los invasores.
—Tu hechizo verdaderamente sirvió —comentó Jonathan por lo bajo, mirando el lugar de la herida por enésima vez.
—Tuve un buen maestro —respondió sin más, y sonrió levemente al recordar a su querido viejo cascarrabias.
Justo en ese instante, una grieta apareció en la pared de fondo, donde la luz no alcanzaba, desprendió una luz escarlata y se extendió hasta cobrar el tamaño promedio de una persona, para ser atravesado por Venatrix, seguida por Nakai Robbins, Renegado.
—Ignora mi tardanza, quería probar al nuevo antes de traerlo —comentó Camille, mirando a James, quien se había girado para recibirlos.
—Me imagino que no fue una presentación tranquila —contestó él luego de olfatear un ligero olor a pólvora que traía su nuevo invitado.
—Tú me conoces —respondió ella, y le dedicó una media sonrisa.
—Así es —Tras decir esto, James tendió su mano hacia Nakai, quien, por su parte, no paraba de mirar alrededor, incapaz de comprender cómo habían llegado hasta allí—. Un gusto conocerte, soy Mago Universal, pero puedes llamarme James, y este es mi templo.
Nakai miró la mano del mago con desconfianza y, en lugar de entregarle la suya, lo escrutó de arriba a abajo con una mirada desconfiada.
—Hmm. —Fue la única respuesta que recibió el líder del grupo.
—Los perfiles psicológicos que armó Vincent son aterradoramente precisos —comentó James, volviéndose hacia Camille.
—No le quita l'idiota —murmuró ella, recordando la situación que había vivido anteriormente con el héroe callejero, Mago contestó con una sonrisa que pasó a dirigir hacia Nakai.
—Ya conoces a la dama, él es Blazer, el mejor guerrero de K'un Dai y protector de la tierra —continuó Mago Universal con las presentaciones.
—¿Qué tal? —saludó Jonathan, acercándose al grupo; al ser testigo de la reacción anterior del nuevo, no se atrevió a tenderle la mano.
Nakai respondió con un simple movimiento de cabeza, los demás no supieron identificar si su naturaleza era de tal forma, o si solo era desconfianza de primera impresión, la verdad era que él todavía trabajaba en comprender toda aquella locura: aliens, espíritus, magos. No se consideraba a sí mismo como alguien normal, pero a sus ojos, aquellos sujetos estaban a un nivel superior al suyo. Él había estado luchando durante año contra traficantes, mafiosos, esclavistas, la parte más baja de la humanidad, la escoria; pero ahora se encontraba ante una situación completamente distinta, y eso, aunque jamás lo fuera a aceptar, hacía que un escalofrío recorriera su espalda.
Por un segundo su mente divagó hasta encontrarse una imagen de su pequeña hermana sonriendo a las afueras de su escuela secundaria en San Francisco, y supo que, sin importar las extrañezas del asunto y lo arduo de la pelea, él iba a luchar hasta el último aliento, sólo para mantener aquella sonrisa, nada más importaba.
—¿Dónde está el otro? —preguntó Camille a James.
—En camino —respondió él.
—Viene tarde —agregó ella con frialdad—. Non è confiable, J. J., no podemos...
Interrumpiendo sus palabras, un portal azulado se abrió frente a ellos, Vincent y Cassiopea lo atravesaron, la rubia miraba a su guía con extrañeza.
—Me zumban los oídos, ¿alguien estaba hablando de mí? —preguntó Vigilante mirando hacia el extraño grupo.
—Llegas tarde —sentenció Venatrix.
—Lo siento, mi personalidad ganadora no fue suficiente para convencer a Cass de que debía venir conmigo —replicó él.
—Perché non mi sorprendi? —continuó Camille con desaire, Vincent respondió con una sonrisa a la que ella resopló.
—Te dije que no me digas así —murmuró Cassiopea, tratando de no perder la paciencia con quien ignoró totalmente sus palabras.
—Cass, él es el mago del que te hablaba, la de negro es Venatrix, y él... bueno, sólo sé que es un buen peleador —dijo Vincent, refiriéndose a Jonathan.
—Hola, soy Jonathan —dijo el muchacho, tendiéndole la mano a la rubia, que le dedicó una mirada de extrañeza y le tendió su mano con una mezcla de desconfianza y timidez.
—Cassiopea —dijo su nombre para todos, quienes respondieron asintiendo con la cabeza.
Mientras tanto, Vincent se había acercado a Nakai y ambos se miraron con seriedad.
—Tú debes ser Renegado, un placer —dijo Vigilante.
—No me llames así —respondió Nakai.
—Pregúntale a Cass cómo le fue con esa sugerencia —agregó con una sonrisa petulante.
—Tú debes ser uno de esos tipos con una lengua demasiado larga para su propia salud —replicó Nakai mientras daba un paso al frente para quedar a centímetros de su cara, pero eso no borró la sonrisa del rostro de Vincent.
—Lo es —confirmaron Cassiopea y Camille al unísono; la coincidencia las llevó a compartir una breve mirada, al principio de confusión, y luego de complicidad.
—Bueno, creo que ya hemos terminado con las presentaciones —declaró Mago Universal, y dio un paso al frente—. Me tomaré unos segundos para darle la bienvenida a todos y decirles que fueron seleccionados por un motivo: porque son los héroes que este mundo necesita. —Cassiopea alzó una ceja y miró a Vincent, él se encogió de hombros; James continuó—. Ahora, tenemos temas importantes de los cuales ocuparnos, por favor, síganme.
James empezó a moverse hacia una de las tantas salas del templo, con su capa ondeando detrás de él, seguido de cerca por Camille y Vincent. El resto del grupo compartió una mirada entre incómoda y nerviosa antes de seguirlos.
El mago movió sus manos, y la alta y pesada puerta que estaba frente a ellos se movió, dejando ver la primera sala que Vincent y Jonathan habían conocido del Templo Universal, aquella con una enorme y hermosa mesa redonda en el medio.
Poco a poco, los héroes fueron colocándose alrededor de la misma, mientras que James esperaba, paciente, empezar a dar su informe, el cual comenzó de inmediato una vez que todos estuvieron en su lugar.
—La situación es la siguiente: seres de un planeta no identificado han invadido la Tierra silenciosamente durante un tiempo. Nos estudiaron con detenimiento, descubrieron nuestras debilidades y las utilizarán para hacernos caer.
—¿Qué es lo que buscan? —preguntó Nakai, mantenía los brazos cruzados frente a su pecho.
—¿Esclavizarnos? ¿Destruirnos? —sugirió Blazer.
—Si buscaran alguna de esas cosas habrían atacado de frente, no de la forma insidiosa que ustedes describen —agregó Cassiopea con algo de incredulidad en la voz, de inmediato notó que todas las miradas estaban clavadas en ella—. ¿Qué?
—¿Cómo sabes eso? —inquirió Venatrix.
—He recorrido el mundo, he visto conquistadores y asesinos, sé cómo operan —respondió con severidad, lo que generó en Camille un intenso deseo de posar su mano sobre ella para descubrir sus secretos.
—En fin, creo que Cassiopea tiene razón, no buscan cosas tan sencillas, hay algo que no podemos ver... aún —señaló James—. Si queremos detenerlos, lo primero que tenemos que hacer es descubrir sus intenciones.
—¿Hubo algún cambio en la situación? —preguntó Venatrix.
Mago Universal la miró y luego comenzó a mover sus manos mientras pronunciaba:
—Ojo Universal.
De inmediato, en el medio de la mesa apareció un ojo centelleante en energía. Esto causó un ligero sobresalto en los presentes, en especial cuando se extendió hasta recrear una visión de Capital City, con los eventos que se desarrollaban en ese momento. El resultado final de sus expresiones fue entre asombro y curiosidad.
—Mientras ustedes buscaban a los reclutas mantuve a Capital City bajo vigilancia, parece que los invasores han logrado tomar control completo de la ciudad, y lo que es peor, han logrado bloquearme, de forma que ya no puedo transportarnos allí. —Al escuchar esto el corazón de Blazer se contrajo, y un sudor frío recorrió su espalda.
—¿Bloquearte? —inquirió Venatrix—. Maledizione. Cómo es que si quiera che es posible.
—Sinceramente, no lo sé. —Se cruzó de brazos, pensativo—. Se requiere un nivel elevado de control de energía mágica para hacerlo. Puede que cuenten con un aliado mágico en sus tropas. Sin embargo no solo percibo hechicería detrás de esto, también tecnología. Han de haber logrado mezclar ambas para bloquearme.
—Sin duda son avanzados entonces —murmuró Cassiopea.
—Regresando al mapeo de la ciudad —siguió James—, como verán, las calles están repletas de ellos, y no logro dar con rastros de ningún civil que haya sobrevivido. Aun así, la mayor cantidad de enemigos se concentra en el centro de la ciudad, donde está la nave nodriza y, presuntamente, su líder, la emperatriz.
—Entonces, ¿qué estamos esperando? —cuestionó Nakai—. Vamos allí, les pateamos el trasero, y terminamos con esto de una vez por todas.
—Esa es una buena manera de hacer que te maten, tipo rudo —replicó Vincent—. Un ataque frontal no es una buena idea. No tenemos idea de lo que son capaces.
—Creí que jamás iba a decir esto, pero estoy d'accordo con Vincent —agregó Venatrix—. Si de verdad queremos descubrir lo que estos bastardos están tramando, debemos movernos entre las sombras y tomar a alguien importante por sorpresa. Ellos sabrán decirnos qué es lo que pasará.
—¿Qué te hace creer que hablaran? —preguntó Blazer.
—Créeme, lo harán —respondió ella con certeza.
Mago Universal miró a su amiga con desaprobación por un segundo; él no celebraba los métodos de Venatrix, pero era capaz de comprender que esta vez los riesgos eran demasiado altos como para juzgar el cómo. Si querían ganar, deberían cruzar muchas líneas, lo que planteaba una pregunta aterradora: ¿podrían volver atrás? James sacudió la cabeza, no era el momento para cuestionarse.
—Entonces, ya está... —empezó a decir Mago Universal, pero entonces algo lo sacudió con fuerza, como un puñetazo directo al estómago, forzándolo a apoyarse en la mesa.
—¿James? —llamó Venatrix al tiempo que se apresuraba a él.
—Emm... ¿está bien? —interrogó Cassiopea, mirándolo con confusión.
—Estoy... estoy bien —respondió el mago.
—Entonces, ¿qué fue eso? —dijo Vincent en voz alta la pregunta que todos los presentes se hacían.
—Algo muy malo está sucediendo...
—Creo que ya todos nos dimos cuenta de eso —respondió Blazer, más tranquilo al ver que el líder del grupo se recuperaba.
—No, esto es mucho peor... —Al escuchar estas palabras, todos los miembros del grupo compartieron una breve mirada de nerviosismo, para luego volver su vista hacia el mago—. Desde que me convertí en Mago Universal, establecí hechizos de alerta en las principales ciudades del mundo, debía estar al tanto de todas las amenazas en las que pudiera ayudar...
—¿Y? —agregó Nakai, antes de que James pudiera continuar.
—Todas se han activado al mismo tiempo —respondió Mago Universal y, recuperando su compostura, empezó a mover sus manos y el hechizo que le había permitido ver Capital City se expandió, mostrando diversas ciudades del mundo, todas eran atacadas por las fuerzas invasoras—. Se están moviendo, y rápido. Naves han aparecido por todo el globo, tropas alienígenas arrasan con las calles, la gente... La gente no tiene oportunidad.
Los héroes miraron con impotencia cómo los enemigos avanzaban por las enormes metrópolis que Mago había marcado: París, Bogotá, Washington, Londres, Caracas, Moscú, Madrid, México D.F., Buenos Aires; el mundo entero parecía estar bajo invasión.
—James... ¿qué hacemos? —preguntó Vincent, el terror finalmente inundaba su rostro y su voz.
Mago Universal miró todas aquellas proyecciones, cada una de ellas mostraba una terrible realidad. Suspiró. A su alrededor, los héroes contemplaban las imágenes en un intento por mantener la compostura. James los observó, ellos lo necesitaban en ese instante, no cabía dudas de eso, y él tendría que hacer todo el esfuerzo posible por ser el líder que ellos esperaban.
—Capital City fue el primer lugar que atacaron, debe haber algo especial allí, así que nos concentraremos en descubrir qué es, ¿está bien? —Sin embargo nadie respondió al llamado del mago, de forma que este volvió a alzar la voz, con la esperanza de poder despertar a sus compañeros—. ¡¿Está bien?!
Los héroes parecieron volver a la realidad, como si les hubieran lanzado un baldazo de agua fría, miraron a James, quien los escrutaba uno por uno con su mirada. Segundos después algunos de ellos respondieron tímidamente con un asentimiento de cabeza, otros mantenían la mirada fija en las imágenes, pero en sus ojos se veía con facilidad que estaban dispuestos a hacer algo al respecto, y eso era todo lo que Mago Universal necesitaba.
—Si tienen algún tipo de traje de batalla, pónganselo y vuelvan aquí, es hora de irnos... —fue lo último que dijo James, antes de darse media vuelta y alejarse de la mesa.
Por algunos segundos nadie se movió, de forma que Venatrix decidió darles un impulso.
—Bene, ya escucharon ¿no? ¡Muévanse! —exclamó ella, y de inmediato todos salieron disparados hacia lugares distintos, a excepción de Vigilante, quien se quedó parado a su lado; miraba cómo las imágenes se diluían poco a poco ahora que el Mago ya se había ido.
—Esto va a ser más difícil de lo esperado —fue lo único que Vincent atinó a decir antes de alejarse de la mesa.
Cassiopea se había alejado de aquel grupo de desconocidos para meterse en otra de las tantas habitaciones del Templo Universal. No habían podido presentarse adecuadamente, pero ella sabía que no tenía mucho en común con esas personas. Las personas comunes probablemente los definirían de una forma sencilla: héroes; pero, ¿qué había de ella? ¿Entraba en esa categoría? La respuesta también era simple: no.
En circunstancias distintas, ellos probablemente la perseguirían por sus actividades, por sus demonios, y ella no mostraría compasión alguna si osaban interrumpir su misión. Pero ese día, en ese momento particular, ella estaba a su lado y, más a importante aún, estaba de su lado. Aunque le había costado creerlo, las imágenes que Mago Universal les había mostrado eran reales, el mundo realmente estaba en peligro, y en sus manos estaba la responsabilidad de intervenir.
Se quitó la pequeña mochila que había armado antes de cruzar el portal junto a Vincent, de ella extrajo el traje que le habían dado en el Proyecto Andrómeda. Por un segundo se preguntó si todo aquel infierno no había sido solo para empujarla a ese momento, convertirla en una heroína, pero rápidamente desechó la idea. Ella no creía en el destino, y jamás justificaría a los bastardos que asesinaron a su hermano. Una vez que todo eso terminara, ella seguiría siendo la misma: el terror de los bastardos que la torturaron y eliminaron a su familia. Ella seguiría siendo Supernova.
En otra habitación, Nakai miraba por una puerta que daba a un hermoso jardín, el cual contenía plantas que él jamás había visto, en combinaciones de colores que jamás habría pensado. A pesar de la sensación de extrañeza que le producía esa flora, se sintió a gusto por primera vez desde que había llegado al Templo Universal. Tal vez era esa peculiar conexión con la naturaleza que él siempre había sentido, tal vez era el silencio, o tal vez era la soledad, pero finalmente se sentía como él mismo de nuevo, lo que le permitió aclarar su mente.
Sabía por lo que estaba peleando, y aunque sus motivaciones no coincidían con las del resto de sus compañeros, su pelea era la misma, y por más que nunca fuera a aceptarlo, se alegraba de no estar solo en esta.
Por primera vez en mucho tiempo sentía algo que él creía olvidado: mortalidad. No se consideraba inmortal, pero la experiencia le había enseñado que, sin importar el campo de batalla, él traía las de ganar. Eso ya no era cierto. Ahora se enfrentaba a un ejército alienígena, con recursos, armamentos y habilidades que él desconocía y que con toda probabilidad, podrían lastimarlo.
¿Será esta la última pelea? —susurró una voz en su mente que se apresuró a callar.
La respuesta no lo asustaba, porque sabía que si él caía, lo haría luchando hasta el final para que Dakota pudiera ser feliz. Lo que sí lo asustaba era la posibilidad de no poder verla sonreír.
Deseó volver a ver a su abuela y a su madre. Las necesitaba más que nunca, pero apenas y empezaba a comprender su conexión con el mundo espiritual, no era el momento de empezar a hacer experimentos, era el momento de pensar en la batalla que tenía delante.
En la habitación donde había sido sanado por Mago Universal, Jonathan se movía de lado a lado nerviosamente, pasaba una y otra vez frente a su armadura de Blazer.
Durante años había estado entrenando para proteger el mundo, para ser el mejor guerrero, y luego, cuando la hora de la verdad había llegado, sus primeras dos acciones habían sido irse de K'un Dai cuando más se lo necesitaba, y escapar de Capital City, los únicos dos lugares que él realmente consideraba su hogar, no había podido hacer nada por salvarlos.
Jonathan se detuvo y clavó su mirada en la armadura, y entonces la duda invadió su mente como una insidiosa infección, y tomó la forma de una pregunta: ¿realmente merezco esto?
De inmediato, la dirección de sus pensamientos cambió, y fue a parar hasta Lee y Mei. Aquellas personas confiaban en él, confiaban en sus capacidades, y entonces entendió algo: no era una cuestión de si merecía llevar el título de Blazer o no; era una cuestión de qué haría para merecerlo. Ante él estaba la posibilidad de erguirse orgullosamente frente a la humanidad como un héroe, o de quedarse en las sombras, conocía bien qué camino tomar.
—No los defraudaré... lo prometo —murmuró para sí mismo, antes de tomar la armadura.
Mientras tanto, en aquella extraña copia de su guarida, Vigilante contemplaba en silencio el traje de Mirlo, aquel héroe que muy probablemente había evitado que fuera asesinado por pandilleros en su juventud, y que lo convirtió en el héroe de entonces.
Vincent no pudo evitar preguntarse qué haría Mirlo si estuviera allí, aunque no encontró una respuesta precisa, supo que aquel misterioso sujeto no se acobardaría y que haría todo lo posible por salvar la vida de inocentes, y eso era justamente lo que él haría.
Sin embargo, y a pesar de todas las cosas que había visto ese día, su mente continuaba volviendo a Krimson Hill. Sentía que debía estar allí, que ese era el lugar donde él libraría su batalla, pero ahora estaba inmerso en un universo mucho más grande, y el significado de eso se sentía como un peso físico en su espalda.
Vincent sabía dos cosas: por un lado, si quería salvar Krimson Hill, su única oportunidad eran sus extraños aliados, de forma que tendría que aprender a confiar en ellos y rápido. Y, en segundo lugar, si quería tener oportunidades de pelea, tendría que subir la apuesta.
Con eso último en mente, Vigilante miró su traje especial, aquel que había construido específicamente para pelear contra superhumanos, y que le otorgaba fuerza y velocidad más allá de sus límites. Lo había utilizado pocas veces, él prefería mantenerse en las sombras y moverse en silencio, le resultaba más práctico y también más elegante. Pero el tiempo para las delicadezas había acabado.
Tras colocarse el traje, Vincent fue hasta su armario de herramientas y extrajo dos nudilleras con un modo de descarga eléctrica. Como Vigilante, había jurado jamás tomar una vida humana, sin importar el tipo de escoria a la que se estuviera enfrentando, pero ahora no se enfrentaban a humanos, así que sonrió.
Camille, teniendo más conocimiento del Templo Universal, no tuvo problemas en encontrar una habitación vacía en la cual seleccionar sus armas para la inminente batalla. Ella era una experta en tan diversos tipos de combate, pero había algo que nunca le fallaba: la espada. Había algo que la hacía sentir cómoda sobre esa arma, casi la sentía una parte de sí misma.
Sin embargo, Venatrix era, por sobre todas las cosas, precavida, de forma que, además de su espada, cogió todas las armas pequeñas que pudieran llevar consigo.
Entre tanto movimiento, su mechón blanco de cabello se deslizó desde detrás de su oreja hasta quedar frente a ella, balanceándose frente a sus ojos. Había estado intentando evitar mirarlo, realmente le aterraba la idea de que el color pudiera haber cambiado con la llegada de los invasores, para su alivio se mantenía igual aún.
Con cansancio, la cazadora soltó un suspiro y se arrodilló en el suelo, tomó el mechón entre sus manos eternamente jóvenes.
—Per favore, che non ti succede nulla —le rogó a su hija, a sabiendas de que, por más que quisiera, no podría acercarse a ella para salvarla.
Finalmente, Mago Universal meditaba en sus aposentos. Su mente era su arma, y los invasores descubrirían lo peligrosa que podía ser, pero antes debía concentrarse, limpiar las impurezas. Sin embargo, las terribles imágenes de los aliens asediando las calles, su primera batalla contra ellos, e incluso imágenes de la muerte de su padre y de la Doctor Universal, llegaron a su mente, sacándolo de equilibrio y forzándolo a abrir los ojos.
No era la primera crisis que James afrontaba; sin que nadie lo supiera él había salvado al mundo en repetidas ocasiones de amenazas terribles, todo solo. Pero ahora se encontraba ante una situación totalmente nueva, no solo por los enemigos que enfrentaba, sino por los aliados que había encontrado y, más aún, por el rol que había caído sobre él de repente.
James jamás se había planteado ser el líder del grupo, pero sabía que ellos lo necesitaban, el mundo entero lo necesitaba, y él no sería entonces de esas personas que huyen de los problemas. Se alzaría a la altura de las circunstancias, enorgullecería a sus mentores y protegería a sus amigos. Esa era su ley, incluso desde antes de que obtuviera el título de Mago Universal.
Unos leves golpes en la puerta llamaron su atención, al darse vuelta, se encontró con Venatrix, mirándolo en silencio.
—Stai bene, James? —preguntó ella, al verlo allí sentado.
—¿Alguna vez te imaginaste que estaríamos así? —replicó él, volviendo su cabeza hacia el frente—. ¿Crees que todo esto está predeterminado?
—No —dijo ella con seguridad—. Forjamos nuestro propio destino... para bien o para mal.
El silencio llenó el salón, pero no fue incómodo. Ellos habían sido amigos desde hacía ya tiempo, la necesidad de llenar el vacío con comentarios banales —si es que era posible entre dos personas como ellos— ya no existía, y en su lugar apareció una complicidad casi tácita. Ellos podían tener sus desacuerdos, pero James sabía de la bondad de Camille, y ella sabía que él siempre estaría dispuesto a ayudarla, eso era todo lo que necesitaban.
—Todos están listos, è ora di marcharnos —agregó ella, y se retiró de la habitación sin más.
Mago Universal inspiró profundamente y se levantó con tranquilidad, para luego girarse y seguir a su compañera, no sin antes tomar su vistosa y característica capa que se colocó con un simple movimiento y una sola mano.
En la sala de la mesa redonda, el resto de los héroes ya esperaban, todos con sus trajes y armamentos listos. La mirada de inseguridad que había aparecido en sus rostros cuando James les mostró las imágenes del mundo ya no estaba, eso alentó al mago.
—Como ya saben, los invasores han encontrado la manera de bloquearnos en la ciudad. No tengo forma de dejarnos dentro de Capital City, pero puedo llevarnos a las afueras, y desde allí movernos hasta el interior —dijo James, con todas las miradas atentas clavadas en él—. Avanzaremos todos juntos, nadie se va solo, ¿entendido? El objetivo va a ser encontrar a algún invasor aislado para poder interrogarlo, así que mantengan la violencia al mínimo en lo posible.
—Creo que Venatrix no va a estar muy contenta con esa última orden —dijo Vincent, recibiendo una mirada asesina de la cazadora—. Pero estoy de acuerdo con todo lo que dijiste, hagámoslo.
James sonrió levemente, y al ver que el resto del equipo asentía, comenzó a generar un nuevo portal, uno que tal vez alguno de ellos no volvería a cruzar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro