Todo empezó muy lento, no existía un sentimiento y yo temía por amar.

Me daban miedo las nupcias y entre cuento tú me dijiste, que el temor era de Satán, que no tuviera miedo, que no tuviera desvelos que ahí siempre ibas a estar.

No te debí escuchar.

Yo una loca y revoltosa, tú como serpiente sigilosa, el ruido odiabas escuchar y eso yo hacía de más.

Con cada «No puedes» que de tu boca salía, una soga me envolvías y me obligabas a callar, esto siempre fue irreal.

Una jaula con cascabeles para que mi voz no se escuche más.

Esperé por largo tiempo, hasta que tus costumbres y mandamientos se alejaron sin más, no vi lo que yo hice mal.

Los cabos sueltos que dejaste, me pusieron en libertad, y volví a respirar. Vi que había otra vida, en la que la gente respira y no tiene que pagar.

Las marcas de la soga no me impidieron bailar, yo seguía estando entera y ellas por la mitad, no podrás verme llorar.

La almohada no ha contado mi sufrimiento jamás.

Un letrero de mi puerta dice:
«El que venga se va a marchar» la razón no le he de quitar.

Las cobijas ya podridas que susurraban tu perfume, de retazos las adorné. No queda un rastro de la fragancia, que usaba la rechancha, desde el pelo hasta el peroné.

Lo que desde un principio debí hacer: echar a arder todas tus cosas y dejarte pa' después.

Que el fuego consuma el perfume y hasta el aroma de tu piel, que se encontraba en las camisas que en el closet yo dejé... O fuiste tú quien las dejaste y me culpaste nueva vez.

Ya yo a ti no te quiero ve'.

Inspirado en hechos reales, basado en la trágica historia de amor de una tía mía. Hoy por hoy, ella vive feliz de la vida.

Criaturitas del señor, sigo por acá desbordandome en escritos Sonámbulos.

En multimedia la descripción gráfica de como se sentía la narradora de este escrito.

Nina Ramírez 🥀