Fic realizado a modo de comisión para una cliente, quien me dio autorización para publicarlo aquí. ¡Gracias por confiar en mi trabajo!

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Se mantuvieron separados y silenciosos durante el viaje en la nube. Goku lucía impasible, como venía haciendo desde que llegó, pero Milk sentía el sentimiento de culpa bullir en su estómago, ocasionando todo su malestar. Esa voz maliciosa, la que creció vigorosa gracias a tantos años de abandono, seguía torturándola y diciéndole que era una tonta por pensar en él, por considerar darle una oportunidad. Se burlaba de sí misma y de su gran amor, le decía que era una mujer totalmente dependiente que vivía en son de un hombre que nunca le daría lo que se merece. ¿En qué momento se le metió tanto ese discurso en la cabeza? Antes no era así, pero ahora era difícil echar marcha atrás. Algo le decía que esto era definitivo: se separaban o se quedaban juntos por siempre.

Goku desvió la trayectoria de la nube voladora y los hizo descender junto a un lago que reflejaba la hermosa luna plateada. Se bajó de un salto y estiró su mano hacia Milk, quien lo miró con duda.

—¿Qué hacemos aquí?

—Noté que no te sientes bien, así que es mejor parar a que te repongas. Las enfermedades son cosa seria, porque ni las semillas del ermitaño ni Sheng Long las pueden curar.

Milk hizo una introspección a la mirada de su marido, el cual era trasparente como agua. Ahí en sus ojos vio al mismo niño del que se enamoró, ahora hombre, pero con su corazón de infante intacto. ¿Estaba bien amarlo así como lo hacía? Porque siendo sincera, aunque ante ella se cruzasen los mejores hombres del mundo, ella no creía que lograría querer a otro como a Goku. Y eso le asustaba, porque demostraba lo vulnerable que era ante sus desengaños e idas inesperadas. Muchas veces pensó que ese amor la acabaría matando, ya sea de desamor o soledad. Entonces, ¿cuál era la decisión correcta?

Se bajó de la nube y caminó hasta un árbol frondoso, el que le sirvió de apoyo para reposar. Lo que su esposo decía era verdad, aquel lugar tan bello y pacífico le ayudaba a ordenar sus emociones. Y una de ellas se alzó por sobre las demás: familiaridad.

Conocían aquel lugar.

Cuando giró de súbito hacia Goku, este no estaba, porque colgaba de una de las ramas del árbol. Bajó sin esfuerzo y se plantó ante ella con una manzana en su mano, la que le ofreció sonriente. Ver aquello y la belleza del corazón de su esposo la quebró, haciendo que llorara profusamente. Goku se asustó.

—¡Milk, no llores! ¿Te duele algo? ¿Hice algo mal? ¡¿Ya no te gustan las manzanas?! ¡Perdón!

Esa última palabra la hizo sentirse peor de lo que ya estaba. Lloró con más fuerza y, cansada de aquel mutismo ridículo que venía cargando —y que no iba nada con ella— estalló.

—¡Por qué tienes que ser así! ¿¡No te das cuenta de que lo haces todo mucho más difícil!? ¡Si actuaras de otra forma, quizá...! —hipó, confundiendo a Goku. Ella arremetió de nuevo—. Maldita sea, ¡es que no puedo dejarte así! No cuando eres tan bueno, tan puro. Sólo me haces amarte más. ¡¿Por qué no puedo fijarme en un hombre que me ofrece aquello que siempre he deseado de ti?! ¡Es tan injusto! Si tan sólo todo siguiera como antes...

Goku la observaba atentamente, sin mostrar rastros de alteración. Cerró los ojos con tranquilidad y se hincó frente a su esposa, mirándola como si fuese lo único en el mundo e intentando comprenderla.

—Dilo, Milk, quiero entender qué quieres de mí.

Ella sollozó más fuerte.

—Ese es el problema también —expresó, viéndolo a través de sus lágrimas—. Qué no soy inocente. ¡No puedo echarte la culpa de todo! ¡Sería hipócrita de mi parte! Desde el inicio de nuestra relación quise moldearte a mi antojo, hacer de ti el marido perfecto... Hasta hoy, nunca me paré a pensar en cuánto he deseado alterarte, prácticamente atacando tu esencia. Las cosas que yo siempre he deseado de ti nunca han sido las que tú me vas a dar, pero ¿acaso yo te he dado lo que necesitas? No, sólo he sido una histérica que no entiende tu vocación y amor por las peleas y me he excusado detrás de mi preocupación. ¿Qué hay de ti? Mira lo que te he hecho, volviste de un lugar en el que eras feliz sólo por mí, te obligué a cambiar tu forma de vestir, de actuar, de pensar, sólo por capricho. Me la paso criticándote cuando, si no fuera por ti, esta tierra ni siquiera existiría... —Largó de una todos sus sentires, quedándose vacía. Notó el silencio en Goku y se sintió avergonzada—. Tal vez por eso no tenías apuro en volver a mi lado, soy un suplicio para ti.

El saiyajin estrechó suavemente el cuerpo de su esposa entre sus brazos fuertes. Milk se puso tiesa, pero su sentido del tacto, reconociendo a su ser amado, la hizo relajarse y llenarse de paz. Inhaló el perfume varonil de Goku y admitió que, no importaba la voz insidiosa del mundo y su interior: ella volvería mil veces a pasar por el dolor de perderlo, si eso significaba estar de nuevo así, refugiada en su amplio pecho. Era el lugar en el que siempre sería feliz.

—Milk, cuando nos casamos y conocí el amor, aprendí algo importante. Yo puedo ceder, tú puedes ceder, yo puedo hacer lo que yo deseo y tú puedes hacer lo que deseas. Es por eso por lo que me he ido y por eso también he vuelto. Tú has admitido que me vaya, pero has querido esperarme. ¿Hay otra persona que me espere? ¿Y hay otra persona a la que tú desees esperar? Volví porque quise, porque quiero que sigas siendo mía. Y sé que sabes que soy tuyo. Con nadie más podríamos amar así, Milk, porque en nuestro amor verdadero nadie manda; obedecemos los dos. Y como yo respeto lo que deseas, esperaré ahora que tú vuelvas a mí, porque yo estoy aquí para ti.