¿Les cuento como es mi vida?
Sería como en un barco, debería ser divertido, una aventura genial. Sin embargo el vómito me sube porque debemos convivir todos juntos con el movimiento del mar.

Las olas pronuncian mis gritos recordándome todo lo que sucedió, y miro a ese Pirata que destruyó mi inocencia, sonriendo con el diente de oro que refleja la potestad que tiene sobre mí, y el parche de su falso amor.

La rabia de que nadie se dé cuenta provocan las tormentas internas que debo pasar en mi cuarto. La lluvia son mis lágrimas, los truenos el rencor, las emociones me balancean de un lado a otro sin entender el porqué lo llevaron a cometer el error destructor. Fue similar a un cañón, abriendo un agujero que no podría cerrarse.

Mi familia son los navegantes ciegos que creen cada promesa de la sucia boca de ese señor que dice que sabe a dónde nos dirigimos, pero el único lugar que me hace conocer es la isla del dolor.

En cuánto pasan los días, la luna parece ser la única que me entiende, y la observo ensimismada con el telescopio de soledad.

Al salir a la superficie, decidida a contarles a todos lo que pasó, mi violador está allí, vigilante. Él es el capitán del barco, dirige a los demás tripulantes como siempre, marionetas al igual que yo.

En ese momento me fijé en la plancha, estaba temblando en el mismo lugar, pero en medio de la desesperación era la única forma que vi de salir del barco. No temía a tiburones ni a otras mostruocidades porque había vivido con una que parecía un príncipe. No podía salir más ahogada de lo que ya me sentía. No tenía que seguir sufriendo anclada donde gobernaba el pirata malvado.

Al llegar a la punta me di la vuelta con la esperanza de que alguien notara mi partida, pero todos fingían ser tripulantes de una existencia perfecta.
No sabían de la carga que tenía, y no quise arruinarles su cuento de finales felices, simplemente seguí mi instintos aunque se equivocaran en ocasiones.

Y entonces salté. Flotaría hasta dónde me llevara la marea.

«Yo estaré aquí para salvarte, jamás permitiría que alguien tan joven perezca en las aguas del olvido. Te regalaré tu propio bote para que navegues en él, ya que cada uno debe tomar el timón de su vida, y hacer lo que le dé la gana con ella. No tienes que sentirte sola, superarás cada obstáculo, y lo que viviste en el barco pirata solo quedará como una pesadilla.
Aún no me conoces, pero vivo en otro barco, y estoy esperando que nos crucemos para elevar las velas juntos»