Las personas vivimos condenadas a estar siempre bajo la sombra de nuestra estupidez. Porque la irracionalidad es inherente al ser humano, resulta un comportamiento natural. Sin embargo, hay quienes creen ser parte de un conjunto de seres problemáticos, cuando realmente todos lo somos. Es por esto que la gente llega a puntos críticos dónde piensa que su propia existencia y vida es un caos, no solo para ellos mismos, sino para la sociedad. Descendiendo a un sendero de tristeza absoluta, el camino hacia la depresión. Espacio donde hombres y mujeres luchan por salir de múltiples formas. No todos son escenarios similares, mas comparten un semejante sufrimiento más o menos fustigante. Por todo lo mencionado, queda claro que reconocernos como "fallas" en nuestro entorno, nos lleva inevitablemente a sentirnos mal, sentir que no encajamos. Así que, ¿cómo solucionar tal cuestión? Si es que una persona piensa que es un "desastre" andante y desea dejar de sentirse así, lo primero que debe hacer es reconocer que bajo su razonamiento (y considerando la realidad) todos somos unos "desastres" andantes, y así es en verdad. Ya que, el humano es así, aún los más intelectuales o los más brutos, erran y mucho. Muchos o pocos pueden saber bastante o nada, mas no pueden escapar de su naturaleza, de su humanidad. Así que aceptando desde ya que el cometer errores es normal, también debemos aceptar que malos momentos siempre habrán, porque si cometeremos algún error tarde o temprano, entonces llegaremos a no sentirnos bien en algún momento, ya sea con mayor o menor gravedad. Puesto que malas cosas siempre existirán en nuestras vidas por culpa de que nadie es perfecto (en el sentido de que todos se equivocan en algún momento) y de hecho, de ser así, ¿nos sentiríamos vivos? En fin, para vivir con cierta paz interior, aceptemos que es normal cometer errores, así como que no siempre estaremos alegres. Eso sí, de no aprender a ser mejores personas a través de aquellos defectos que tengamos, entonces nunca podremos salir del horrible bucle de los tormentos propios, pues en nosotros está aquella luz que podemos brindarnos para salir victorioso de cualquier abismo.