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CAPITULO 29

EMILY ROMANOV

—Te vez hermosa —susurró el pelinegro cerca de mi oído.

—Tu te vez muy guapo —. Le di un beso en la mejilla y sonreí levemente.

Aaron ya se había recuperado de algunas de las heridas que tenía en su cuerpo, pero aún así no había podido resolver absolutamente nada con su padre. Al parecer era un hombre impulsivo y agresivo con su misma familia, generando que el espacio en donde vivían fuera para nada sano.

Me volví consiente de que muchas veces la gente se mantiene en una burbuja algo estúpida y lo conservadores, simplemente se mantienen en una época que es toxica y dañina para todos; pero, era casi imposible erradicar aquella mentalidades, era muy difícil que simplemente aceptaran las nuevas eras y consigo los nuevos pensamientos.

Me vi por ultima vez en el espejo de mi habitación y solté un suspiro, aunque la inicio me había parecido una mala idea en aquel momento no se veía tan descabellado. Llevaba un vestido negro mate que en tenia algunos detalles con pintura fluorescente transparente para no perder aquella elegancia y porte que tenia el vestido.

Era algo simple pero para mi era hermoso, tenia un velillo del mismo color por debajo que levemente se notaba. No tenia escote pero el corte que tenia en esa parte hacia que mi busto no se viera relevador, los tirante serán encaje y se acomodaban perfectamente en mi brazo para dejar despejados mis hombros y el largo de la falda llegaba hasta la mitad de mis muslos.

—Mily...—. Se paró detrás mío— Vamos cariño.

—Si, claro —. Me di vuelta y di un pequeño suspiro. Tomé su dedo índice y lo entrelace con el mío.

Bajamos las escaleras y mi papá se me quedó mirando cuando llegamos a la sala de star.

— Mi niña... Ya creció —. Se levantó y me dio un abrazo algo fuerte—. Eres la niña más linda que he visto.

—Papá, ya no soy una niña —susurré intentando que Ronnie no escuchara.

—Siempre lo serás —musito mientras acariciaba mi cabello con suma delicadeza—. Siempre serás mi niña —. Su mirada se dirijo hacia Aaron que estaba ya en la entrada—. Creo que es mejor que vayas, por favor tengan cuidado.

Asentí con cierto nerviosismo, como si aquel momento estuviera reviviendo la sensación de la "primera cita". Aunque aquella primera cita para mi era memorable, cada sensación y recuerdo era hermoso, todo, todo de aquel día seguía dejándome una sonrisa.

Aaron volvió a tomarme de la mano y le di un beso en la mejilla.

—Traela temprano —exijió mi padre mientras nos miraba—. Y cuidala bastante

—Si, señor -asintió—. No se preocupe, la cuidaré con mi vida.

—Vayan que van a llegar tarde —. Nos apuro mi padre—. Tu madre dijo que llegaría tarde que la perdones.

—No importa —. Sonreí levemente y le di un beso.

Salimos de mi casa, subimos a su auto y el dimos rumbo hacia el salón donde se tenía previsto el baile.

—Ronnie, promete que esta noche no me dejarás sola —susurré mientras el nerviosismo y ansiedad se apoderaban de mi cuerpo.

El silencio reino por unos pocos segundos entre nosotros y la suave melodia del piano que salía por el radio.

— No lo dudes —. Aclaró su garganta mientras su mano cerca de pierna pero sin tocarme—. No te dejaré sola, de hecho prepárate, esta noche será como si fuésemos siamés —lo dijo de manera en que sonara chistoso.

Solté una pequeña risa, entrelace mi mano con su mano, era una sensación que con el tiempo dejó de ser incomoda para convertirse una familiaridad casi cotidiana.

Cada parte de él se había convertido en una familiaridad como si poco a poco el se hubiese apoderado de todo lo que ya conocía. Su olor, el color de sus ojos, su voz cuando entonaba cualquier canción, el calor de sus manos y hasta algunos de sus pequeños y más obsesivos hábitos.

Al mirarlo me di cuenta de aquel miedo que tenía, el tiempo se había convertido en uno de mis principales miedos. Sabía que la distancia nos sepsrararia pero deseaba que aquellos momentos duraran más, solo un poco más.

Llegamos al estacionamiento de él instituto y me quedé mirando por un momento aquella entrada que tenía pintura neón por todos lados, y por la cual cientos de estudiantes entraban y salían con su ropa que parecía brillar.

Aaron salió del auto con cierta prisa y abrió mi puerta cuán caballero en epoca antigua. Hace unos mese hubiera rechazado toda esta muestra pero aquella noche no quería discutir, simplemente quería seguir la corriente de todo lo que pudiera llegar a pasar.

—Gracias Ronnie —. Tomé su mano y salí del auto, la fría brisa de aquella noche me golpeó con fuerza y mi piel se erizó.

—Vamos —susurró buscando captar mi atención— Disfrutemos esta noche—. Tomó mi mano y entrelazamls nuestros dedos.

Asentí suavemente.

Caminamos hasta entrar y escuchar el bullicio que se estaba generando adentro, la música era envolvente y el calor que había dentro era totalmente diferente a la fría noche que acechaba afuera.

Estaban tomando algunas fotos en la entrada y la fila se reducía rápidamente. Luego de algunos minutos esperando, llegó nuestro turno, no sabía ni que iría mostrar en aquellas fotos, tantas cosas y pocas fotos.

—¿Te puedo besar? —susurró en mi oido mientras me abrazaba tímidamente por la espalda y sonreímos para alguna foto.

—Claro —susurré con cierta obviedad

Su toque se volvió tan delicado por si se encontrara tocando alguna porcelana. Tomó mi mano y me dio un giro como si estuviéramos bailando, cuando estaba frente a él su mirada se encontraba clavada en mi ojos, tan íntimamente pero directamente. Acaricio mi mejilla y las ganas que tenía de besarlo eran obvias.

Y nos besamos, lentamente y llenos de sentimientos, como si no hubiesen personas a nuestro alrededor. Un beso tan íntimo pero torpe, un beso que amenazaba con acabarse en algún momento.

Mire a nuestro alrededor y las personas aplaudían con cierto entusiasmo mientras nos miraban.

Sentía mi cara caliente por todo lo que había pasado y solo jale al pelinegro para perdernos entre el público.

—¿Estás bien? —. Me detuvo y rodeo con sus brazos—. ¿No te gustó el beso? —su tono de voz sonaba preocupado, buscaba mi mirada a pesar de la poca iluminación de había.

—No es eso —aclaré mi garganta y apoye mi cabeza en su hombro— Solo me dio algo de vergüenza, nada más, olvidemos ese tema por esta noche.

No vi si acepto o no, solo sentía como su pecho subía y bajaba de manera rítmica, sus manos rodearon mi cintura de manera tan lenta como tortuosa, eso hacía que mi corazón se acelerará y que hasta la parte más penosa de mi interior saliera a dominar la noche entera.

Y poco a poco nos fuimos meciendo al compás de la música que sonaba.

—Creo que esta no es la música indicada para bailar así —reí mientras levantaba la mirada y lo miraba.

—Tienes razón aunque, podemos bailar como queramos ¿no? —sonreía mientras me miraba.

—Cierto —. Acomodé mis manos en su nuca y seguí el lento compás que llevábamos.

Él me miraba directo a los ojos a pesar de la mala iluminación de la noche, no sabía que pasaba por su mente en aquel momento pero parecía querer memorizar cada una de las partes de mi. Parecía escanearme, pero de una manera tan inocente, sin malicia, sin prejuicios.

Me dio un beso en la frente y sus manos rodearon mi cintura buscando aferrarse a mi.

—Te amo —susurró cerca a mi oido.

—Yo también te amo —. Sonreí y le di un beso en la mejilla.

[...]

Copas más, copas menos, aquella noche y el alcohol estaba haciendo que una parte extrovertida mía saliera en su máxima expresión.

—¿Segura que quieres seguir bebiendo? —subio la voz el pelinegro intentando encontrar mi atención entre la música.

—No he tomado tanto —lo mire dejando mi vaso a un lado—. Además tu también estas bebiendo—. Apunté al vaso que tenía en su mano.

—Pero yo si tengo experiencia ¯. Alzó una ceja mientras me miraba con una sonrisa de orgullo en su rostro.

—Eres un experto en todo —. Me acerque y lo tomé de su corbata—. Quisiera saber en que más.

Me miró un poco sorprendido y miró a su alrededor, ya no había el aforo que en un inicio, habían menos personas pero aún se notaba que quedaban unos cientos.

—Creo que ya se te subió el alcohol —alzó la voz intentando que lo escuchaste.

No, no me sentía borracha, no me sentía mareada, solo quería seguir sintiendo la sensación del alcohol en mi sistema, tenía sed y eso no lo podía dudar, pero aún podía mantenerme de pie, aún sabía de lo que estaba hablando y no estaba desorientada.

Me sentía bien, era lo único, solo me sentía mejor que otros días.

—No, me siento perfecta —. Lo mire e intente parecer seria— Hazme caso, estoy bien, no estoy borracha.

—Esta bien —. Me atrapó entre sus brazos y me acercó a él—. Te creo, pero creo que es hora de que nos vayamos.

Suspiré y lo seguí hasta afuera del edificio, el frío me golpeó como cuando salí del auto unas horas antes. Aaron me puso su chaqueta y me tomó de la mano guiándome hasta el auto cuán caballero de antaño

Al subir al auto encendí las bocinas y la pantalla led mostraba las 1:17 de la madrugada, mis padres tenían previsto una cena aquella noche pero no sabia si ya habían llegado.

—¿A tu casa o algún otro lado señorita? —aclaró su garganta mientras ponía un poco de música e iniciábamos marcha-

—Donde sea menos a mi casa —grité algo eufórica por el alcohol que ya se encontraba en mi sistema.

—Como lo desees mi hermosa dama —musitó mientras conducíamos hacia cualquier lugar.

La música y la brisa gélida de la noche hacia algo que la noche fuese algo irreal y excitante. Era simplemente como si una escena de película aparecía en la vida real, tan, pero tan perfecto que hasta yo temía de que eso se acabara en algún momento.

Perdí la noción del viaje cuando Aron se estaciono al lado de una cabaña en el mirador en que solíamos sentarnos unas semanas o meses atrás.

—Llegamos —murmuró y apago la radio y el auto.

Baje del auto y la magnifica vista de aquella madrugada seguía sorprendiéndome, parecía como si aquella ciudad simplemente fuese un pequeño trozo de tierra con respecto a su alrededor

—Amo esta hermosa vista —susurré

—Y yo amo te amo a ti —. Me abrazó por la espalda y su respiración en mi cuello hizo que mi piel se erizara, se sentía tan jodidamente bien, eran sensaciones que nunca había sentido y que poco a poco lograban extasiarme.

Solté un pequeño suspiro.

—Al final no me dijiste en que más eres experto —. Me di la vuelta y tome su corbata con algo de fuerza quedando así su rostro a poco centímetros del mío, mientras nuestras respiraciones se juntaban.

—Pues ya no te quiero contar —susurró mientras ponía sus manos en mi cintura.

—Creo que en este momento no tienes opción alguna —mantenía su corbata entre mis manos. Lo acerqué mas a mi y ahora el olor a cigarrillo se había colado en mis fosas nasales.

Hubo un corto silencio entre nosotros mientras su mirada estaba clavada en mis labios.

—Esta bien —. murmuro—. Pero con una condición —. Se acercó quedando a unos pocos milímetros de que nuestros labios se tocaran—. Si logras no besarme durante un minuto lo haré —. Su sonrisa de arrogancia lograba enserio ponerme aprueba.

Y así fue, nuestros labios en algunos momentos se rozaban, y en otras ocasiones el parecía que iba a besarme. Las ganas eran casi incesantes, deseaba besarlo y eso hacia que el deseo aumentara, era consiente de lo difícil que era para el por sus pupilas se mostraban dilatadas.

Al final él termino cediendo ante su propio reto; nos besamos con tanto deseo que nuestros dientes muchas veces colisionaban, era rápido y parecía como si estuviéramos compitiendo por cual de los dos era más rápido en aquella batalla tan placentera. El posó sus manos en mis caderas apegándome más a él.

Me separé de el buscando un poco de aire pero la necesidad de sus labios se hizo que lo volviera a besar, pero en esa ocasión, fue lento, tan excitantemente lento, apasionado y profundo. Su lengua jugueteaba con la mía de una manera tan torpe que parecíamos dos inexperimentados en aquel momento. Me cargo y rodee mis piernas en su cintura.

El camino hasta la cabaña y la abrió luego de forcejear un poco. Entramos y volvimos a besarnos, le quite la corbata y la tire al suelo, él se quito me quitó el abrigo mientras intentábamos no sepáranos del beso como si fuese casi indispensable hacerlo.

—¿Estas segura de que quieres seguir? —susurró.

Tal vez si tenia miedo de que las memorias de aquel día inundaran mi mente, pero también deseaba pasar aquella pagina aunque fuera difícil.

Asentí lentamente

—Esta bien

Se acercó lentamente y sus manos pasaban tan tortuosa y lentamente por mis brazos hasta llegar a mi hombro y bajar por mi espalda mientras mi vestido se iba soltando.

Yo por otro lado le iba desabotonando la camisa blanca mientras acariciaba torpemente su piel, allí era consiente de la experiencia que podía llegar a tener él en el sexo.

Mi vestido cayó al piso, dejándome en ropa interior. El pelinegro me levanto y recostó en el cama para luego empezar a besar cada lugar de mi cuello, mientras que con su manos lentamente rozaba y recorría cada rincón de mi cuerpo. Se sentía tan jodidamente bien que no podía evitar soltar algunos gemidos. Mi cuerpo se empezaba a dejar dominar por el calor y el placer.

Le terminé de quitar la camisa y pasé mis manos lentamente por su pecho, cuando llegue a su pantalón quite lentamente su correa como si de un excitante juego se tratara. El soltó un pequeño gruñido para luego morder uno de mis labios.

[...]

Me desperté al sentir como me estaban moviendo buscando que me despertara.

— Cinco minutos más —murmuré con voz ronca.

—Es hora de nos vayamos Mily ——susurró Aaron mientras acariciaba mi hombro.

Abrí poco a poco mis ojos mientras la luz de la mañana que aparecía me cegaba. Lo mire y el tenia una leve pero linda sonrisa en su rostro.

—Vamos —. Dios una leve pausa—. Antes de que se haga más tarde.

Me quedé mirándolo y mire nuestra ropa en el suelo, me acordaba de cada cosa que había pasado la noche anterior, había sido tan mágico, tan irreal, tan perfecto. Deseaba que por lo menos esa hubiera sido mi primera vez con un hombre.

—¿Cómo dormiste? —preguntó con su voz aun algo ronca.

—Bastante bien diría yo —bostecé y me puse mi brasier.

—Eso me alegra —. Se puso su pantalón y luego su camisa, y acomodo guardo la corbata en su bolsillo.

Me puse el vestido y el subió el cierre del vestido para luego depositar un beso en mi hombro lo que me hizo soltar una sonrisa.

Salimos de la cabaña y el sol hasta ahorita estaba terminando de salir de entre las montañas.

—Vamos te invito el desayuno y te dejo en tu casa —musitó mientras me tomaba de la mano y cerraba aquella cabaña con llave.

—Tengo sueño pero esta bien —. Acomodé como pude mi cabello en una coleta alta y subí al asiento del copiloto.

—Es normal —me miro y se rio—. Casi no hemos dormido.

—Cállate —. Le di un leve golpe en su brazo y el nuevamente rio.

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