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CAPITULO 23

AARON O'CONNOR

La ausencia de Emily en la semana se hizo cada vez más notable, hubo un punto que en las clases que compartían simplemente la saltaban. Me preocupaba por que su única respuesta ante mis mensajes era "estoy bien", "mañana iré" y "no te preocupes". Y cuando tocaba el tema de ir a visitarla decía que estaban ocupada con un proyecto de unas pinturas.

Intenté contactarme con Samuel y Vanessa pero ellos no me dieron mayor razón de ella y su condición. Con Samantha ya tampoco hablaba era como si simplemente se hubiera distanciado de todo su círculo social.

Al salir del instituto conducí hacia una floristería, tal vez ir de improvisto podía ser lo mejor, una sorpresa con flores para mí sonaba una buena manera de ir a verla y así sacarme cualquier preocupación que en mi cabeza se estuviera pasando.

¿Cuál era su flor favorita? Nunca lo había mencionado y tenía miedo a llevarle alguna flor que no le gustara. Mire un ramo de claveles azules y pagué por este. El camino hacia su casa no era demasiado lejos por lo que llegue bastante rápido.

Toqué la puerta de la entrada esperando respuesta de alguien que estuviese dentro. Luego de algunos segundos su padre abrió la puerta y adentro se encontraba su madre, Samuel y Vanessa.

—Buenas tardes —musite mientras miraba a su padre y estrechabamos las manos.

— Buenas tardes muchacho —abrió la puerta y me hizo un gesto para que siguiera.

El ambiente estaba algo tenso, recuerdo que en aquel momento no sabía la causa, pero me llenaba de curiosidad el saber el estado de Emily y su razón para aislarse.

—Perdón si llegué en mal momento pero me preocupa el estado de Emily —susurre mientras bajaba el ramo de flores.

Su madre tenía los ojos llorosos mientras miraba a su esposo.

—Aaron...Emily no se ha encontrado bien —. Samuel pasó sus manos por su cara mientras me miraba— Emily no ha querido salir de su habitación o del ático.

En aquel momento las preocupaciones en mi cabeza se dispararon, ella era bastante frágil y me di cuenta de eso mientras la conocía. Ella era como una porcelana, frágil pero hermosa, el único problema es que aquella porcelana ya se encontraba bastante agrietada.

—¿Que sucedio? —interrogue intentando contener mis ganas de subir aquellas escaleras y envolverla en mis brazos.

—Hace unos días fue atacada sexualmente por un hombre ebrio —susurró Vanessa.

El nudo el mi garganta se hizo presente y el ramo que estaba en mis manos se resbaló hasta llegar al suelo. Sabía lo que ella había sufrido por intentar superar todo lo que le había hecho Noah, era consiente de sus ataques de pánico, sabía sus terapias y su mejoría en su entorno personal, y escuchar eso... Me lastimaba.

Quería abrazarla y decirle que todo estaría bien aunque probablemente ella se enojara por eso, quería simplelmente ser un refugio para ella.

—Dice que no quiere salir y renunció a su empleo —. Su padre se sentó en una de las sillas que tenía cerca.

—¿Ya intentaron hablar con ella? —recordé sus mensajes de "estoy bien"... Mentiras...

—Lo hemos intentado y responde los mismo —hizo una leve pausa su madre— "Mañana estaré mejor, lo juro" y "Solo necesito tiempo para reponerme" —su voz se quebró— Mi niña no está para nada bien.

Tome una bocanada de aire y me arme de valor y subí las escaleras hasta su habitación, no sabía si estaba allí o en el ático pero debía hacer el experimento. Intenté abrir su puerta y no estaba allí, estaba sin trabas y la música se oía en el piso de arriba. Allí estaba.

Subí silenciosamente y sin saber que le iba a decir, sus padres estaban detrás mío, su padre estaba enojado. Hice un gesto para que no hiciera ruido y llegue hasta el ático, no está cerrado, lo que me sorprendía.

La rubia se encontraba en el medio de la habitación, recostada en el suelo mirando hacia el techo mientras que la melodia que la envolvía era deprimente. La pintura que se encontraba frente a ella estaba destrozada, el lienzo estaba roro y algunos pinceles estaba regados en el piso.

De repente soltó un grito algo desgarrador mientras su llanto se hacía presente. Sentí como si mi corazón también doliese, las lágrimas se asomaron y nublaron rápidamente mi vista.

—Aaron, déjame ir a hablar con ella —susurró su padre mientras ponía su mano en mi hombro.

Le di paso y él avanzó sin hacer mayor ruido, al llegar al centro de la habitación la cargo de manera en que no mirase hacia el pasillo donde me encontraba yo mirando todo.

La sentó sobre su regazo y la abrazo mientras Emily lloraba como si fuese una niña desconsolada.

—Aquí está papá —dijo su padre mientras acariciaba su cabellera rubia.

Su madre avanzó hasta llegar donde estaba ella, la abrazó y le dio un beso en su cabeza mientras la mecian lentamente.

—Vamos —. Samuel me guió de nuevo hasta la sala en el primer piso.

—Si quieres hablar con ella lo puedes hacer, pero, piensa muy bien lo que vas a decir —. Sentenció el pelinegro— ella en este momento está herida y cualquier cosa puede causar que empeore.

—Si quiero verla —susurre.

—Samuel no seas demasiado duro con el —. Vanessa le dio un leve golpe en su brazo— Él la encontró la noche en que sucedió todo —. Hizo una leve pausa— un hombre la venía persiguiendola, ella tenía una parte de la camisa rota, tenía líquido preseminal en su ropa y estaba goleada.

Lo que Vanessa me contaba me dejaba atónito, no sabía ni como consolarla, las palabras posiblemente sobraban o faltaban, pero el mayor problema era como podía hacerla sentirse mejor.

—Al parecer la gente había llamado a la policía por lo gritos, el problema es que la policia tardó en llegar —continuó Samuel— Lo atraparon era evidente su ereccion y líquido preseminal en su ropa coincide con el su ADN.

—Emily... ¿como se libero de él? —muchas preguntas que tenía se iba disipando conforme ellos hablaban.

—El muy asqueroso le dijo que lo masturbara y Emily lo lastimó, ella dijo que lo había rasguñando y pellizacado para liberarse —susurró Samuel.

Algo así había escuchado, de un hombre el que intentó violar a una joven pero que la joven lastimó su pene, pero, jamás habría pensado en que había sido la chica de la que estaba enamorado.

[... ]

Diez minutos fue el tiempo en el Emily accedió a hablar conmigo en su habitación. Ella estaba sentada en la cama y yo me senté en una de las esquinas de esta a una distancia en la que se encontrará segura y en confianza.

Sus ojos estaban rojos e hinchados de llorar, en su mejilla se lograba ver el golpe que le había proporcionado su agresor, su cuerpo estaba tapado totalmente por ropa holgada, su mirada se encontraba perdida, y aquellos ojos... Al ver sus ojos la galaxia que antes lograba ver al parecer se estaba marchitando, por que ya no tenían el mismo brillo que acostumbraba a ver.

—Perdón por no venir a visitarte antes —susurre mientras la miraba.

—No te disculpes —soltó con su voz algo débil y quebradiza— Yo no te quería decir nada.

—Te entiendo —aclaré mi voz— Hablaremos de lo que tu quieras

Hubo un leve tiempo de silencio cuando la escuché sollozar,.

—¿Es normal que este aterrada? —. Me miró directo a los ojos— Tengo miedo a que todo se vuelva a repetir.

Me acerque a ella y la envolví en mis brazos suavemente acaricie lentamente su cabello.

—Claro que es normal que tengas miedo —carraspee un poco— Lo que viviste no se va a volver a repetir, te lo juro.

—Las personas juramos cosas que no podemos cumplir —sollozo.

—Tal vez esta vez sea cierto —. Sonreí y limpie el camino de lágrimas que se formaba en sus mejillas.

—¿Por qué me tenía que suceder a mi? —rompió en llanto— Creí... Creí haber superado lo de No-Noah.

Eran preguntas a las que yo no podía responder, y si las respondía tal vez la podía lastimar mucho peor de lo que ya estaba.

—Rubia... —susurré.

—En este momento quiero sentir más —. Me miro a los ojos— Solo quiero sentir algo más que este dolor —. Limpio su nariz con un pañuelo y lo tiro a una cesta— Tal vez estoy exagerando...

—No estas exagerando —hice una leve pausa— si deseas llorar hazlo, si quieres gritar hazlo, no estas exagerando... Es tu dolor del que estamos hablando y tal vez tu creas que es exagerado, pero solo deja salir como te sientes.

Sollozo y oculto su rostro en mi pecho, se aferro a mi camisa y la jalo un poco. La abrace y mecí lentamente, su respiración se fue calmando y los sollozos pararon luego de un momento.

Recuerdo claramente el sentimiento de cómo mi pequeño universo de derrumbaba, aquella persona que poco a poco se había ganado mi cariño y un espacio en mi corazón estaba llorando por que la habían lastimado. Ella ya estaba rota, pero después de esto creo que iba a ser más difícil ayudarla a superar todo lo que había sucedido.

Soltó un suspiro y se recostó en una parte de la cama, sus ojos estaban bastante rojos, su respiración era algo agitada.

—Gracias por venir —susurro con su voz algo congestionada.

—No agradezcas —sonreí sentandome en el suelo al lado donde ella se había acostado.

Tomé su mano y la acaricie lentamente, la acerque a mi rostro y le di un leve beso en su palma. Quería verla sonreír de nuevo, aquella sonrisa que lograba iluminar hasta la noche más obscura.

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