CAPITULO 18
EMILY ROMANOV
La semana se había acabado más rápido de lo que creíamos, el tiempo con Aarón se volvía más limitado por que seguía firmemente sus entrenamientos y partidos contra institutos de lo que jamás había escuchado, y en cada uno de esos partidos lo vi dar hasta cada una de sus fuerzas para intentar aportar algo al equipo y allí es donde entraba yo en el asunto, yo lo iba a apoyar para que en el momento en que el intente rendirse yo poder impulsar su mente a dar un poco más; y puede sonar egoísta pero lo quiero ver triunfar, quiero ver que en cada cosa que el haga demuestre de lo que es capaz de hacer.
A pesar de que el me prometiera que los momentos que compartiéramos "no iban a ser cursis" él lograba convertirlos de esa manera, para mí era un poco incómodo ya que nunca había intentado ser romántica con alguien, las muestras de afecto solo se presentan de manera espontánea; no es como si alguien me dijera "Te amo" y yo al instante responder lo mismo sin sentirlo y solo por el simple hecho de alimentar el ego de alguien. Yo solo quería que todo lo posiblemente saliera de mis labios porque mi corazón lo sentía, pero no me quería apresurar a decir palabras con significados lo suficientemente abrumadores hasta para mí.
Además quería decirle algo más que un simplemente "Te amo o te quiero", porque son palabras que al día de hoy son vacías y perdieron aquel sentido que la época del romanticismo le había otorgado, aquel coqueteo entre amantes, aquellos sentimientos genuinos que se expresaban en miradas juguetonas y lo suficientemente expresivas como para descubrir todos aquellos sentimientos difíciles de expresar.
No sé, simplemente no quería que Aarón se aburriera de mi manera de expresarle mis sentimientos, tenía miedo a aferrarme sentimentalmente y que si no funciona vuelva a salir herida; solo deseaba ser feliz junto a él, cada estúpido momento que pudiera surgir y cada minuto que se nos pueda ser otorgado.
Me quedé un rato inmersa en mi mente, era una semana agotadora y algo hostigante, estudiar para los exámenes de por sí y era difícil, pero el instituto tenía unos "eventos" para celebrar algunas festividades próximas causando así la euforia y pánico por parte de algunos de los estudiantes. El tiempo era escaso para algunas actividades, estaba cansada física y mentalmente, todo eso de los preparativos y de arreglos para las muestras culturales era agotadoras, y lo peor es que exigían más a nuestro grado al ser el último año.
— ¿Qué hacemos con estas luces de navidad? —susurro Samantha mientras se sentaba en el borde del escenario.
Me mordí el labio inferior y encendí un par de luces para ver de que color encendían, sus colores eran blanco y amarillo tenue, lo que le daba un toque algo rustico a lo que teníamos pensados en el inicio.
—Son varios metros de estas luces —di una leve pausa y solté un suspiro— decoremos los bordes de los palcos con esto —dije mostrándole las luces.
—¿Si alcanzará? —preguntó mientras tomaba las luces.
—Allí hay otra caja llena de más luces —apunté a una pila de cajas frente al pasillo.
Me senté en el suelo y suspire, el silencio del teatro con solo nuestra presencia lo hacía un lugar un tanto escalofriante e inquietante. Mire hacia la pancarta que aún se mantenía en el suelo mientras se secaba la pintura que conformaba cada una de las letras que estaban escritas en esta.
—Está bien —dijo por fin la morena— el problema es que debemos dejar esto listo para mañana y no creo que lo logremos.
— ¿Pedimos ayuda? —solté mientras desenredaba la pila de luces que había frente mío.
— ¿A quién? —susurro mientras también desenredaba las luces.
Me quedé pensando un rato, Aarón dijo que etaria ocupado el fin de semana con su hermana ya que ella también debía mostrar algunas actividades en su escuela, Santiago dijo que era malo en la decoración de interiores y que prefería ayudarnos con los temas de los reflectores y la organización de sonido y todo eso.
—Tengo una idea —dije levantándome de donde estaba y acercándome a mi bolso— recemos para que acepten venir un sábado en la tarde.
Saqué mi teléfono y rápidamente marqué el número que correspondía al de Samuel, escuché los tonos sonando tan lenta y tortuosamente y solo podía pensar en que contestara.
—Hola Mimí —escuché al otro lado de la línea.
—Hola Sam, ¿estas ocupado? —suspiré y acomode el teléfono en mi otra oreja.
—No, estaba comprando algunas cosas con Val —di una leve pausa y al fondo se escuchaba la voz de Vanessa— ¿Porque?
— ¿Podrían venir ayudarme con unas decoraciones? Las debo terminar hoy y aun me faltan algunas cosas —solté.
Hubo un silencio y algunos susurros en la otra línea.
—Aceptamos, pero nos debes unas malteadas —dijo Vanessa mientras se escuchaba el sonido del escáner del supermercado.
—Es el instituto en el teatro —chillé— gracias, merecen el cielo.
—Merecemos unas malteadas —dijo entre risas Vanessa— ya nos vemos —colgó.
Sonreí y guardé mi teléfono, en cierto modo me sentía aliviada de que ellos a pesar de que eran un poco mayores que yo y que tuvieran mucho más cosas que hacer seguían allí para mí, me aliviaba que el "destino", "las casualidades0" o cualquier otra cosa o hechos me hayan hecho conocer a los que hoy conozco como mis mejores amigos.
En cierta parte nuestra relación se había construidos de casualidades, de cosas en común y de confianza, ellos confiaba en mi como yo confiaba en ellos. Las promesas se habían vuelto una parte fundamental de nuestra relación, de alguna u otra manera nos daban seguridad frente a diferentes cosas, la mayoría de veces que prometíamos cosas las cumplíamos; Samuel me enseño que mi "palabra" debía ser más fuerte que cualquier impulso que mi mente tuviera. Así fue como basamos nuestra amistad en promesas de largo plazo, muchas de esas, otras simplemente fueron olvidadas y otras simplemente no se cumplieron por las circunstancias que el destino nos había dado.
Me acerqué a donde estaba Samantha y la ayudé a terminar de desenredar los metros de luces que faltaban.
— ¿A quiénes llamaste? —Susurró la morena.
—A Samuel y a Vanessa —me estiré— aceptaron venir a ayudarnos.
Samantha se quedó callada y se limitó a acomodar las luces que ya estaban desenredadas, se recogió el cabello y se sentó en el suelo mientras las separaba en los dos grupos que había.
— ¿Nunca te ha gustado Samuel? —Soltó la morena mientras me miraba de reojo— Es bastante atractivo.
La pregunta en cierta parte "me saco de base", nunca antes se me había pasado por la cabeza aquello, ciertamente Samuel era muy guapo, pero el físico no es todo en la vida, el era una persona muy atenta y amable cuando era requerido, pero nunca me llego a gustar, siempre preferí mantener nuestra amistad como eso y nada más. Además era un chico que no era muy abierto con sus sentimientos y era tímido cuando ellos se presentaban por alguien. Lo había visto sufrir por chicas, suspirar por aquellos amores no correspondidos y cerrarse ante lo que sentía para no alejar a nadie de su vida.
—No —musité— Si es guapo, pero nunca me ha gustado, lo veo como si fuera mi hermano mayor.
— ¿Entonces por qué estos días has estado suspirando más de lo normal?
—Después te cuento —dije con un tono de nerviosismo, sinceramente no era de contar todo en cuenta me preguntaban— además necesitamos terminar esto —apunte hacia la decoración que hacía falta.
Y así pasamos casi 20 minutos organizando las luces que iban a ir en el borde del escenario y colgando la pancarta que estaría al fondo de escenario pero que sería visible para todo el público. Escuché el radio que no había dado la guardia de seguridad al entrar, al otro lado de la línea se escuchaba a la guardia preguntándome por visitas.
—Señorita Romanov, llegaron dos personas diciendo que usted los llamo, responden a los nombres de Samuel Dark y Vanessa Rodrigo —se escuchó un poco de estática..
—Claro, son amigos míos, vienen ayudarme a terminar de decorar el teatro —hice una leve pausa— ¿puedes dejarlos pasar? —mordí mi labio.
No recibí respuesta en el otro lado de la línea, por lo que supuse que tal vez no los había dejado pasar hasta que escuche la voz de Samuel apoderarse del eco que había en el lugar.
— ¿Te han dicho que eres molesto? —escuché por parte de Vanessa.
—Sí, y sinceramente me importa una mierda lo que piensen —exclamo en pelinegro.
Me quede mirando un rato su escena y era algo divertida, me causaba cierta felicidad verlos y saber que estaban allí para mi para cuando lo necesitara.
— ¡Mimí! —Se escuchó el fuerte eco— dile que se calle de una vez por todas— musito Vanessa.
—Lo haría pero no hará caso —dije acomodando las luces que iban en borde del escenario.
—Si ves, hasta ella lo sabe —susurro con orgullo el pelinegro— Hola Samantha —miro a la moren ay le sonrió.
Samantha solo levanto su mano y siguió acomodando la intensidad de los reflectores del escenario. Les di algunas instrucciones para agilizar así el trabajo que faltaba que aunque era poco era algo tardío.
Ellos accedieron y rápidamente a hacer lo que es pedí, yo por el otro lado empecé a acomodar el atril donde se supone que se iba a anunciar el programa de ese día, pesaba un poco pero nada de lo que me tuviera que quejar. Al terminar eso Samantha puso la carpeta en uno de los compartimientos del atril, puso también el programa en el computador y el orden exacto en que debían salir las personas a su "acto". Miré como Vanessa y Samuel habían terminado de acomodar las luces en cada uno de los palcos y estaban perfectamente sincronizadas con las que se encontraban en el escenario.
— ¡Te esperamos en la salida! —escuché por parte de los demás.
— ¡Vale! —me limité a responderles
Bajé al sótano que se veía algo sombrío e inquietante, parecía el escenario perfecto para un filme de terror, sus luces eran tenues y alguna que otra fallaba, los pasillos eran largo y oscuros. Guarde algunas cajas que nos habían sobrado y le di un último vistazo a lo que venían a hacer los "camerinos", mire que todo estuviera en orden y los cerré con llave para luego caminar hacia la salida del teatro.
—Vamos a comer —musito Samuel— Conocíamos en la casa de Vanessa.
—Sí, Samuel se ofreció a cocinar —dijo riendo la pelinegra y se acomodó el holgado abrigo que llevaba puesto.
—Está bien —escuché por parte de la morena que se estaba poniendo un saco para bloquear el frio.
—Bueno —respondí finalmente.
Entregue las llaves de los armarios del teatro a la vigilante y me despedí, el viaje fue ameno y calmado hacia la casa de Vanessa, a pesar de que estaba cansada estaba dispuesta a compartir tiempo con mis amigos.
— ¿Cómo vas con ese chico Aarón? —soltó de repente Samuel mientras se detenía en un semáforo.
—Pensé que nunca lo preguntarías —respondió Vanessa.
Me sentí algo abrumada y confundida por su pregunta, ciertamente si me gustaba y quería estar a su lado, pero muchas inseguridades seguían llenando mi mente, muchas dudas seguían abrumándome hasta el punto de que sentía que estaba perdiendo el control de la situación.
—...Bien...creo —aclaré mi garganta.
—Solo ¿bien? —interrogó Vanessa.
—Si, solo bien —respondí.
—Ahí hay algo más —dijo entre risas Samuel para seguir el trayecto.
—Si vieran como se ven cuando están solos —dijo Samantha riéndose por la situación.
En ese momento quería enterrar viva a Samantha por lo que estaba diciendo.
— ¡UYYY! —se escuchó por parte de Samuel y de Vanessa.
No sabía cómo salir de la situación y al parecer era imposible.
—Es que solo...— di una leve pausa— es un estúpido, es bobo, es muy ingenuo, es impulsivo y algo empalagoso a veces, pero...—me mordí el labio— es lindo ¿saben?, y no me refiero en lo físico porque es lo que menos me importa, es solo que conmigo se comporta como si fuera algo preciado para el —mis ojos empezaron a humedecerse— tengo miedo a que se aleje por que soy distante y cortante en algunos momentos.
Hubo un silencio sepulcral en el auto y nos detuvimos frente a la casa de Vanessa, nadie salio del auto y Samuel se acomodo en su asiento para verme, me dio una leve sonrisa, acaricio mi mejilla y me dio un beso en la frente.
—Si él te quiere, te va a querer con todo lo que eres, cada parte que te conforma, cada celular que te hace ser tu —suspiro un poco— si él te quiere solo por tu físico que se joda, pero si le gustas por lo que eres como persona eso está bien —hizo una leve pausa— Aquella persona que te quiera debe querer por ser Emily y no por ser solo un trozo de carne con belleza, la belleza se acaba en algún momento y solo va a quedar lo que eres como persona.
—Sé que tienes miedo a que te deje por alguien más o que simplemente todo parezca un sueño pero...—Vanessa me abrazo— en eso está el vivir, así nos damos cuenta de que estamos vivos, además, disfruta del amor, hazle saber cómo te sientes y vive ese amor como si fuese el ultimo, al fin y al cabo eres joven y falta muchas cosas en tu vida, aun te faltan años por recorrer.
—Si abuela —esnifé.
— ¿Qué?
—Es que recordé que tú ya vivías cuando se inventó el teléfono —solté una risita.
Vanessa me dio un leve golpe y Samuel no podía dejar de burlarse de la pelinegra, por otro lado Samantha parecía que se iba ahogar de reírse. Allí me di cuenta de que quería seguir disfrutando todo con ellos, y en ese momento me prometí a mí misma que estaría ahí para ellos en todo momento, y que sería amiga de ellos hasta que envejeciera.
AARÓN O'CONNOR
Sentía que en cierto modo mi vida estaba empezando a cambiar y no en el modo en que se relatan en las películas en donde el bad boy cambia por la nerd, no, solo estaba sonriendo más seguido y me estaba animando mucho más rápido, tal vez es porque encontré un motivo para seguir luchando y salir del hoyo en que mi familia me había metido.
— ¿Me ayudas con la tarea? —me di la vuelta y mire a Camille parada en el marco de la puerta.
—Entra —dije sonriéndole y acomodando el escritorio que estaba lleno de algunas notas y planes que quería hacer.
—Gracias —susurró la pequeña— Es que le dije a mamá y dijo que no estaba de humor.
—No te preocupes por eso, yo te ayudo —dije sonriéndole y acomodando una silla a mi lado para que se sentara.
Mire los apuntes que tenía en su cuaderno para saber que estaban viendo, estaban iniciando con la temática de resta y todo eso que se ve a los 7 años, mire los ejercicios que le habían dejado y suspire un poco, eran fáciles pero explicarle iba a ser complicado.
—Está bien, iniciemos, si terminamos temprano te llevo a comer helado ¿sí? —Se sentó a mi lado y soltó un chillido y asintió con la cabeza— Bueno, iniciemos.
—Eres el mejor hermano del mundo —chilló dándome un abrazo y acomodándose en su silla.
Luego de casi unas horas sentados y con un dolor de culo, terminamos, sentía que las horas que pasaba sentado en el instituto eran lo suficientemente largas para aplanarme el culo y dejarme totalmente plano. Me estiré y Camille se recostó en mi cama mientras bostezaba.
— ¿No vamos a ir por los helados? —pregunté tomando una chaqueta para ella.
— ¡Siiiii! —gritó algo fuerte y se levantó de la cama como si ya hubiera recargado energías.
Se puso su chaqueta mientras yo sacaba mi billetera y algo de efectivo para comprar lo que fuera necesario. Sabía que no todo lo que hacía por Camille estaba bien, pero deseaba que ella disfrutara cada minuto que estuviera junto a mí, quería que ella manteniendo aquella tierna sonrisa que mostraba cuando estaba feliz, y que frente a mis padres escondía por su reiterado rechazo ante ella y su vida.
Subí al auto y ella subió en el asiento del copiloto, me asefure de que se pusiera bien cinturón de seguridad y me acomodé el mío; empecé con la marcha, las calles estaban algo vacías a pesar de que era plena luz del día.
— ¿Te gustaría acompañarme a entrenar en la tarde? —solté mientras buscaba una heladería cerca de un parque.
— ¿Futbol? —interrogo mientras jugaba con uno de sus juguetes.
—Si —dije mientras me estacionaba frente a un parque.
Hubo un leve silencio y la voltee a mirar.
—Está bien —dijo sonriendo— pero me prestas tu celular para jugar, ¿sí?
—Ok, pero no puedes husmear en mis cosas.
—Prometido —chilló mientras daba unos saltitos.
Bajamos del auto y caminamos hacia la heladería que estaba un poco llena, nos acomodamos en una mesa que estaba vacía para así esperar a que nuestro pedido fuese tomado. Camille pidió un "Banana Split" y yo solo pedí un batido de helado, la pequeña se veía feliz, no muchas veces mis padres hacían esto con ella.
Ella empezó a comerse su pedido con una sonrisa en el rostro mientras por la ventana miraba a los niños jugaban en los columpios, la resbaladilla y el pasamanos, en cierta parte me recordaba un poco mi infancia, casi todo el tiempo me la pasaba jugando, disfrutando de aquella etapa que en ese momento veía tan lejana y llena de nostalgia. Mis padres trabajaban mucho más, la mayor parte del tiempo la pasaba con nana y disfrutando de cada uno de los caprichos que mis padres me concebían para así llenar aquel vacío que se creaba por sus múltiples ausencias.
Con el tiempo aprendí que lo material no lo es todo, a veces solo necesitas momentos de felicidad y compartir con las personas de tu alrededor para disfrutar de los momentos en tu vida y crear buenos recuerdos, y así cuando mueras no arrepentirte de nada.
—Aarón —susurró— mis papás me quieren, ¿cierto? —suspiro mientras seguía mirado hacia el parque.
Me quedé un momento en silencio, debía pensar bien que decirle, era una niña de 7 años que sentía el constante desprecio de sus padres, que intentaba hacer la vida como la de una niña normal con sus padres pero que le era imposible.
—Claro que te quieren —mentí— solo que ellos no son de demostrarlo, solo hay que tenerles paciencia, ellos te quieren y no lo dudes —acaricie su mejilla— además, me tienes a mi, y te querré toda mi vida, y estaré cuando lo necesites —sonreí y le di un abrazo mientras ella se aferraba a mi brazo.
— ¿Lo prometes? —sollozo un poco y me miro mientras extendía su dedo meñique.
—Lo prometo —susurré mientras entrelazaba su dedo meñique con el mío.
—Sigue comiendo que se va a descongelar y no va a saber muy rico —dije acariciando su mejilla.
Ella asintió y siguió comiendo con cierto ánimo, yo me acomodé y le di un sorbo al batido mientras la culpa aparecía en mi mente, en cierta manera le había mentido de la manera más descarada que podía existir. Sabía que no era bueno mentirle porque ella era una niña, pero era por su bien, para que no sufriera desde tan joven por personas que no lo merecían.
Saque mi teléfono y mire que quedaban 1 hora para que los entrenamientos iniciaran para los próximos partidos que se iban a disputar. Camille alzó la mirada y me dio un golpecito al ver mi fondo de mi pantalla.
—Me dijiste que si eran algo me la ibas a presentar —musitó cruzándose de brazos e hizo un leve puchero.
—Bueno, yo no le he pedido que sea mi novia —dije rascándome la nuca y con un leve rubor en mis mejillas.
—Pero si parece que pasan mucho tiempo juntos —dijo apuntando hacia la pantalla.
Era una foto de la noche que pasábamos en el mirador, en la foto ella se veía sonriente mientras que yo le daba un beso en su mejilla, en cierta parte me encantaba aquella foto y me recordaba el momento en que ella también correspondió a mis sentimientos.
—Solo necesito tiempo, ella puede parecer algo distante pero la entiendo y quiero estar a su lado y ayudarle a sanar cada una de las heridas que tiene —dije mirando el fondo de mi teléfono.
— ¿Estás enamorado? —preguntó con un tono inocente.
—No sé qué estar enamorado, solo sé que con ella me siento diferente —susurré y sonreí.
— ¿La puedo conocer? —Dijo jalándome del brazo— por fis.
Me mordí un poco el labio y suspiré
—Esta bien, hablaré con ella —revolví su cabello.
No estaba seguro de muchas cosas, pero sabía que aquella rubia que hace unos meses yo la había conocido como "la nueva" se estaba apoderando lentamente de mi vida y de mis sentimientos. Y yo me estaba dejando llevar por el oleaje de su vida y de su sonrisa. Tal vez muchas cosas no hubieran sucedido si no nos hubiéramos conocido, pero sabía que todo lo que pasaba era porque estaba destinado, y no nosotros estábamos destinados a conocernos.
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