6. Pompas de jabón
Mi corazón se detuvo
cuando tenía nueve o diez años.
Poniendo la mano en mi corazón,
le pregunto: ¿cuál era mi sueño?...
~ Intro: O!RUL8,2? - Bts ~
crossfire_001 HB!! 🥳
Multitud de niños salían de sus clases portando corazones a modo de insignias, los pequeños llevaban trabajos hechos con su propias manos y lazos rojos en sus mochilas.
El día de San Valentín había llegado.
En los pasillos, cerca de la puerta de salida de la escuela, se podían ver algunas niñas que escondían pequeñas bolsitas detrás de su espalda, esperando que saliera de clases el niño que le robaba los suspiros y poderle entregar unas galletitas hechas por ellas mismas. Era la tradición.
Aquel día Namjoon había recibido seis bolsitas adornadas de varios colores. Se sentía complacido pero algo avergonzado.
Un coro de niñas lo tenía acorralado, esperando saber cuáles galletas probaría primero.
-Probará primero las mías, estoy segura.
-¡No!, probará las mías que son de chocolate.
-A oppa le gustarán más las de canela que hice yo.
-Las de fresas están deliciosas, ¡Prueba una por favor!
Las niñas insistían demasiado y lo estaban agobiando.
Vio en sus manos una de las bolsitas que tenía varias galletas de vainilla en forma de corazón. Pensó en que sería la menos dulce y que quizás si probara una de esas, las niñas se cansarían de insistir y podrían dejarlo ir a casa.
Él había aceptado las galletas por no ser descortés, aunque realmente prefería las cosas saladas. Lo que verdaderamente deseaba era compartirlas después con cierto pequeño que amaba el dulce. Ya podía imaginarlo devorándolo todo con sus mejillas llenas y sus ojitos cerrados, deleitándose con los sabores.
-¡Dejarlo en paz! Él probará primero las mías- habló un niño castaño que salía por uno de los pasillos de la escuela. Cogió a Namjoon de la mano y lo apartó de las niñas que no dejaban de insistir. -¡Nos vamos!- agregó enérgicamente y lo arrastró corriendo juntos hacia la puerta de salida, dejando atrás a varias niñas tristes haciendo pucheros.
Una vez fuera, el castaño soltó su mano e intento recuperar el aliento. Había sido una agotadora carrera para su pequeña estatura.
-¿Te encuentras bien Jinnie?- preguntaba Namjoon, dando pequeñas palmaditas en la espalda del menor. -Gracias. Ellas son buenas compañeras de clase, pero me estaban agobiando demasiado.
-Tú siempre me estas ayudando, Namu. Sólo quise ayudarte también. Además, quería que probaras primero las mías- añadía sonrojado.
-¿Hiciste galletas para mí?
-Sí. Le pedí ayuda a la asistenta de casa de mis abuelos y me enseñó a prepararlas. Pero aún no soy muy bueno en la cocina y se quemaron algunas en el horno. Entenderé si no quieres comerlas- pronunciaba con cierta tristeza, agachando su cabeza.
-Jinnie- el mayor acogía delicadamente la mejilla del pequeño, alzando su rostro, - todo lo que venga de ti me encantará, nunca lo dudes.
-¿De verdad?- preguntaba ilusionado el pequeño, con un brillo inusual en sus pupilas.
-De verdad- afirmaba el mayor, viendo los ojos castaños envueltos en destellos dorados, cual si fueran dos pequeños soles en pleno verano.
Caminaron juntos hacia la playa, llegando al rincón de siempre, junto a unas rocas cuyas formas les hacían de refugio. Se sentaron en la arena uno junto al otro y comieron las galletas que había preparado el pequeño. Tenían forma de peces y aunque algunos estaban quemados en las aletas y las colas, tenían buen sabor. Pistacho, el sabor favorito de Namjoon. Nadie le había preparado jamás unas galletas de ese sabor, porque nadie lo conocía mejor que el castaño que le miraba con ojitos ilusionados viéndolo dar cada bocado, sintiéndose feliz cuando vio que en la bolsa ya sólo quedaban migajas.
El pequeño abrió su mochila y sacó una libreta color lila, dándosela al mayor.
-Hoy escribí un nuevo cuento en clase, ¿Te gustaría leerlo?
-Me encantaría ¿Es sobre ballenas?
-Es sobre ballenas y piratas.
-Mis favoritos- afirmó Namjoon con hermosos hoyuelos en las mejillas, viendo también sonreir al pequeño. -Deberías escribir también cuando seas grande. Yo compraría todos tus libros.
Mientras el mayor leía en voz alta, el menor gesticulaba con sus manos, realzando con sus gestos lo grande que era la ballena y dando con su voz los efectos del sonido del mar y los ataques piratas.
Se divertían mucho y reían con cada ocurrencia del castaño. Namjoon solía ser tímido y callado, pero el niño que tenía enfrente hacía que surgiera de su interior un ser diferente, uno alegre y risueño. Le encantaba su nuevo yo, el que sólo era posible cuando la risa del pequeño ahuyentaba sus tristezas y su mirada emanaba una calidez capaz de entibiar su corazón.
Se sentía feliz. Quería conservar ese sentimiento para siempre.
El mayor estaba perdido en sus hermosos pensamientos, mientras veía al muchacho seguir hablando sobre los piratas, sus labios rojos imparables y parlanchines, la forma graciosa en que arrugaba la nariz, su pálida piel en contraste con sus ojos pícaros y vivaces.
Namjoon quería atesorar cada detalle... hasta que se percató de algo extraño en el menor.
-Jinnie, ¿Por qué tienes esa herida en el brazo? ¿Te caíste en el recreo?
-¿Eh?- interrumpió el pequeño su propio relato y miró la leve marca, cubriéndolo avergonzado con su mano. -No... No es nada- afirmaba dubitativo.
Namjoon tomaba su brazo con suavidad, inspeccionando la tersa piel dañada.
-¿Fue de nuevo Hoshi verdad?- preguntaba el mayor.
El menor asintió con el rostro un par de veces, acongojado.
-No entiendo por qué te molesta. Tú no le haz hecho nada.
-Dice que odia que sea un niño rico y mimado. Quiere que mis abuelos se vayan del pueblo.
-Sólo es envidia. Si yo estuviera en tu clase le daría una lección.
-Déjalo Namu. No quiero que te metas en problemas por mi culpa. Ahora soy pequeño y débil, pero pronto creceré y podré enfrentarlo.
-Odio no poder estar allí cuando me necesitas, odio no poder defenderte. Me gustaría que tengamos algún tipo de telepatía y así saber cuándo me necesitas.
El menor formó una media sonrisa, mirando con gracia el enfado del mayor.
-¿Una conexión dices? ¿Algo así como un lazo interior? A tí que te gusta leer libros sobre ciencias, sabes que eso es imposible.
-Lo sé. Por eso dije que me gustaría- suspiraba el más alto, resignado. -Cuando sea mayor, seré policía. Así podré protegerte siempre.
-Aún falta mucho para eso- sonreía tristemente el pequeño. -Pero si pudiera pedir un deseo, pediría crecer rápidamente.
Namjoon abría su mochila y extraía de ella un pequeño tubo gris, lo agitaba y parecía tener algún líquido en su interior. Asentía contento y la acercaba al pequeño.
-¿Quieres ver mi proyecto de ciencias?
-Pero... ¿Esto no es un simple tubo para hacer pompas de jabón?- preguntaba el menor, cogiendo el curioso implemento.
-En las ciencias no hay nada simple. Cuando le explique al profesor sobre las moléculas tensoactivas y la reacción hidrófila, no tuvo más remedio que ponerme un diez- afirmaba orgulloso.
-¡Eres un genio Namu!- sonreía el pequeño más animado. -Casi no entendí nada de lo que haz dicho, pero suena bien cuando lo dices. Me encanta oírte hablar cuando me cuentas cosas tan interesantes.
-Pues éste genio te confirma que si logras reventar diez burbujas antes que caigan al suelo, puedes pedir un deseo y se hará realidad.
-Eso es mentira- afirmaba risueño el pequeño.
-¿Quieres probarlo?
Namjoon recogía el objeto de sus manos y empezaba a soplar varias pompas de jabón que la suave brisa de la tarde llevaba en todas direcciones.
El castaño se levantaba de la arena y empezaba a correr tras ellas, riendo a carcajadas, saltando e intentando explotar algunas burbujas.
Namjoon lo veía correr alegremente, su cuerpo ágil menearse de un lado al otro y su risa fresca inundando todo el lugar. Era un niño hermoso y él no quería verlo triste, sólo quería poder mantener esa sonrisa para siempre.
El pequeño, de tanto correr, caía agotado y se sentaba nuevamente al lado del mayor.
-Logré explotar veinte burbujas. Así que pedí dos deseos. Pero no te los diré porque sino no se cumplen- pronunciaba el chico alegremente, recuperando el aliento.
El mayor lo miraba enternecido y asentía sonriendo hacia él, mostrando unos hermosos hoyuelos.
Ambos se quedaron en un agradable silencio, mirando el apacible mar y algunas suaves olas romper en la orilla.
El pequeño lo miraba de reojo a su lado. Los ojos azules del mayor iban perdiéndose en el ocaso junto a los colores naranjas que teñían la marea.
Se dedicó a admirar su perfil, los lunares de su cuello, su fina mandíbula, el pequeño lunar debajo de sus abultados labios, la perfilada nariz, sus inmensos ojos color del mar... El pequeño quería que esos ojos sólo le miraran a él y a nadie más. Quizá podría sonar egoísta, pero ése había sido su primer deseo.
-¿Sabes?- pronunciaba el pequeño con un leve rubor en sus mejillas. -Si alguna vez escribo un libro, crearé una historia donde exista un lazo que pueda unir las almas de las personas y estén conectadas para siempre. Ya sé que no es real. Pero lo crearé para ti.
El castaño realmente deseaba que eso pudiese existir pero sabía que era imposible. Así que sólo deseo que estuvieran juntos para siempre, ese fue su segundo deseo.
El mayor giró su cabeza hacia el pequeño a su lado, lo vio sentado, con las rodillas recogidas hacia su pecho, mientras con la mano hacía formas en la arena con una pequeña rama.
Namjoon alzó uno de sus brazos, acariciando con sus dedos los suaves cabellos castaños del menor y juntó su cabeza a la del pequeño.
-Me encantará leer ese libro algún día, Jinnie.
Hoseok lo ve dar vueltas y vueltas a la cucharilla del café, en la taza donde desde hace mucho tiempo el azúcar se tendría que haber disuelto.
La cafetería se encuentra medianamente llena. Si no fuera por el ruido de la gente, creería que estaba solo en aquella mesa.
-Nam, ¿Sucede algo?- pregunta en voz baja el doctor, intentando descifrar la mirada de su amigo sentado enfrente suyo.
-No, nada- afirma el peligris sin verlo mientras sigue dando vuelta al café que ya debe haberse enfriado.
-Pues pienso que sí- contesta Hoseok, mientras bebe de su propio café y lo deja nuevamente en la mesa. -No es normal que este domingo hayas cambiado nuestra tarde de cervezas por la tarde del café. Además haz pedido un trozo de pastel de fresa. Tú, al que le suele gustar más lo salado...- sopla de su vaso y sorbe otro poco de su caliente bebida. -Si no te tuviera enfrente, pensaría que me han cambiado de amigo.
-Lo siento Hoseok, mi estómago hoy no podía aguantar otra cerveza más- confirma el peligris, mirando a su amigo, sintiéndose un poco culpable. -Ayer me sentía tan bien que salí por mi cuenta pero bebí demasiado y hoy la resaca me está matando.
-¿Saliste ayer? Gracias por avisarme.
-Créeme que fue mejor que no vinieras. Jackson me encontró y tuve salir huyendo. O bueno, no salí, me rescataron- afirma esta vez con una media sonrisa mientras dobla y desdobla una servilleta.
-¿Jackson? ¿El obsesivo? ¿El tóxico?
-El mismo.
-Retiro lo dicho entonces. Te agradezco que no me hayas avisado.
-De nada. Para eso están los amigos - afirma riendo con cierta ironía.
-Pero, ¿Y el pastel? Tiene algo que ver con Jackson?
-No. Lo pedí sólo para verlo. Me trae buenos recuerdos de cuando era pequeño. Puedes comerlo si te apetece.
-Espera ¿Qué día es hoy?...- El doctor mira su reloj y suspira. -¡Ah! vaya. Ahora todo tiene sentido. Estamos casi en ese tiempo donde se cumple un año más del accidente... ¿Tuviste otra pesadilla?
-No. Esta vez fue un sueño agradable. Llevaba mucho tiempo sin tener esos sueños.
-Eso es bueno. Los recuerdos agradables pueden ayudarte a dormir mejor. ¿Mañana vuelves al trabajo?
-Así es. Me siento preparado para volver, pero no para estar allí y no verlo más. Será difícil acostumbrarme a que Jimin no va a volver.
-Jimin estaría orgulloso de verte volver al trabajo.
Namjoon hace un pequeño bufido, sonriendo tristemente.
-Si pudiera pedir un deseo- pronuncia bajito el peligris, terminando de beber el ahora frío café, -sería regresar el tiempo y no salir de casa ese día.
Namjoon gira su vista hacia el gran ventanal de la cafetería, viendo fuera los grandes árboles y la gente ir y venir en medio del parque.
Se entretiene observando a varios niños correr en el centro. Algunos llevan globos y otros van detrás de... ¿Pompas de jabón?
Ve a lo lejos un hombre alto de espaldas, de pie junto a los niños que saltan y juegan a su alrededor, enfundado en un abrigo rosa, intentando explotar las burbujas más altas.
El detective sonríe. Le parece una escena curiosa de ver.
-Nam.
-¿Si?- responde regresando la vista hacia su amigo.
-Si pudiera pedir un deseo- afirma el doctor, -sería que dejes atrás el pasado y que empezaras de nuevo a vivir.
-Lo haré- sonríe agradecido hacia su gran amigo. -Tenlo por seguro.
Los niños corren alegremente jugando en el parque, cual mariposas que revolotean en primavera. La inocencia de los pequeños le daba a Seokjin un aura de paz y tranquilidad.
Los ve, sentado en una banca cercana, mientras bebe un poco de chocolate caliente.
Estuvo preocupado desde esta mañana cuando recibió aquel sobre negro, intentó disimular enfrente de su asistente, pero la verdad es que estaba angustiado.
No se sentía seguro en ningún sitio. Le agobiaba saber que alguien pudiera estar vigilando todo lo que hacía.
Había permanecido todo el día en el hotel pero las cuatro paredes de su habitación le terminaron asfixiando. Decidió que se sentiría mas seguro fuera, donde hubiera más gente alrededor.
Se alistó con su abrigo rosa y salió a caminar durante un par de horas hasta que llegó a un parque. Compró una bebida caliente en un puesto cercano y se sentó a beberlo mientras veía a los niños jugar.
A Seokjin siempre le gustaron los niños, incluso pensó en que algún día adoptaría uno junto a Kevin.
Qué iluso se sintió.
Uno de los niños da vueltas sin parar y el resto aplaude cantando una divertida canción. Unos llevan globos y otros corren hinchando sus pulmones de aire... de vida.
Que bien se sentiría ser niño otra vez...
El escritor suspira recordando sus años de infancia, en el tranquilo pueblo de Yeosu. Rememora las tardes en la playa y los juegos felices en la arena, siempre junto a un hermoso niño de piel canela y lindos hoyuelos.
En ese tiempo se sentía feliz de su mano, protegido y a salvo. Seguro y querido. Desearía volver a sentirse así.
Divaga entre sus pensamientos sorbiendo de a pocos su chocolate caliente.
-Señor, ¿Puede ayudarnos?- se acerca repentinamente un pequeño niño. -Mis amigos y yo queremos jugar con las burbujas pero todos quieren explotarlas y nadie quiere hacerlas. ¿Podría hacer algunas para nosotros?
-Claro que sí.- Seokjin sonríe hacia el pequeño. El niño se ve adorable vestido con un gorrito de lana y una bufanda azul. -¿Sabes?- hace una pausa mientras deja su bebida a un lado y recoge de las pequeñas manos un objeto amarillo de colores, con círculos de diversos tamaños. -Hace tiempo un amigo me dijo que si logras explotar diez burbujas antes que caigan al suelo, puedes pedir un deseo.
-¿De verdad?- dijo el niño con ojitos brillantes de emoción. -¡Tengo que decírselo a todos!
Y sale corriendo contento hacia al centro del parque donde los demás niños esperan.
Seokjin se pone de pie, terminando el chocolate de su vaso, y camina hacia los niños para ayudarles como prometió. Comienza a soplar burbujas en varias direcciones mientras los niños corren alrededor saltando, riendo y gritando alegremente. Él de vez en cuando alza la mano y hace explotar algunas burbujas que su altura le permite.
-Señor, es muy difícil, solo llevo seis burbujas ¿Usted ya lleva diez?- le pregunta el mismo niño de bufanda azul, tirando de su pantalón para llamar su atención.
Seokjin asiente tiernamente con una sonrisa.
-¿Y cuál es su deseo?
-Mi deseo... Es encontrar a una persona... Una persona que haga realidad mis dos primeros deseos.
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