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37. Universo imperfecto - ❀ Final ❀


Las mentiras tratarán de separarnos,
las dificultades intentarán confundirnos.
Sé que será frío como el invierno,
pero aún así, quiero intentarlo.
Si caigo, sólo levántame otra vez.

El amor es un laberinto.
Dame la mano y no la sueltes.
Si estamos juntos,
hasta un laberinto infinito es el paraíso.

~Love Maze~ Bts

—Lo siento. No eres el amor de mi vida...

El universo de Seokjin se fragmentó en infinitas partículas de desconsuelo.

La pequeña luz de esperanza que guardaba en su mirada, se apagó.

Resignado, el escritor baja la cabeza, mirando la arena de la playa deslizarse entre sus dedos. Los siente discurrir entre ellos como cada recuerdo de su infancia que cruza fugaz por su memoria.

El niño de encantadores hoyuelos. El que siempre lo defendía en el colegio. Quien lo buscaba en los recreos para regalarle sus dulces favoritos. El que admiraba sus dibujos como dignas obras de un museo y escuchaba con emoción cada una de sus fantasiosas historias. Quien le enseñó a amar las flores y descubrir junto a él cada detalle apasionante del mundo y la naturaleza. El que construía castillos de arena para los pequeños cangrejos que correteaban en la orilla. El niño de piel canela que atesoraba el océano en sus intensos orbes azulados.

Siempre fue él. Siempre fue Namjoon.

Seokjin amó al tierno niño de aquel entonces y ama con locura al hombre que es ahora. Pero si él no lo ama de igual forma, ya no hay nada que pueda hacer.

Su respiración, que parecía haberse calmado, en segundos vuelve a agitarse mucho más. Los latidos se aceleran al punto de sentir el palpitar en su fina garganta. Un profundo terror se apodera de su cuerpo.

Lágrimas de impotencia caen cual manantiales de sus ojos de miel.

Ya no es el mar quien que le produce tales estragos. Incluso ha olvidado el lugar donde se encuentran.

La razón de su incontrolable ansiedad es haber perdido a Namjoon para siempre.

El detective mantiene su mano sobre la mejilla ajena. Preocupado, vuelve a levantar su rostro hacia él. Sabe del miedo que le causa a Seokjin estar frente al mar y aún así está allí, enfrentando su más grande temor.

Namjoon observa su acongojado rostro y se apresura a abrazarlo fuertemente. Sus grandes manos acarician los húmedos cabellos y cobija la faz del castaño en su cuello.

—No eres el amor de mi vida— continúa hablando el peligris. —Porque mi vida dejó de ser mía, desde el momento en que te conocí. Desde el primer día que vi tu sonrisa en el muelle. Desde la primera vez que tu voz se dirigió hacía mí.— Namjoon deja un casto beso en la frente del castaño. —Desde aquel día, mi vida siempre fue tuya.

Seokjin siente sus pulmones contraerse en búsqueda de aire y su cuerpo se agita en incontrolables espasmos entre los fuertes brazos de Namjoon, mientras las intensas gotas de lluvia mojan sus prendas.

—Haz de mí lo que desees— pronuncia el detective, acercando al castaño aún más hacia su duro pecho. —Úsame Seokjin. Úsame como hasta ahora. Úsame para acompañar tus tardes de soledad. Úsame para calmar el fuego en tu interior. Úsame hasta que de mí no quede nada, porque desde hace mucho tiempo, todo en mí te pertenece.

El escritor mantiene los ojos cerrados. Finos senderos de lágrimas caen por sus mejillas y escucha con tristeza las palabras que brotan de los labios del detective.

Su agitada respiración se apacigua poco a poco al aspirar el perfume del moreno cuello. Siente el suave roce de su nariz con su piel.

El aroma se mezcla con el cálido olor del petricor. Olor a arena húmeda... a lluvia... a mar... olor a él... Olor a hogar.

Los latidos de su corazón se tranquilizan al sentirse protegido de nuevo entre sus fuertes brazos.

Un torrente de sentimientos fluye de lo más profundo de su ser. Quiere decirle tantas cosas, pero aún sus sentidos, bloqueados por su crisis, no le responden.

—Te amo, Jinnie. Me quedaré a tu lado. Aprenderé a enamorarte y esperaré pacientemente hasta que algún día me ames también.

Seokjin retira su rostro del suave y mojado cuello, húmedo a causa de sus lágrimas y la intensa lluvia que no ha dejado de caer.

Sus síntomas aún no desaparecen totalmente, pero debe hablar, antes que sea tarde.

Con dolor, observa las azuladas y tristes pupilas. Le duele ser el causante del desasosiego del peligris. Quiere ver de nuevo el brillo en esos ojos que le sonreían siempre con amor y dulzura.

Necesita decirle que fue un error que él pensara todo aquello. Que nunca lo utilizó. Quiere hacerle saber que también siente lo mismo por él, pero no supo expresarlo de la manera adecuada cuando estuvieron juntos.

Porque él amó su alma, mucho antes que su cuerpo.

Porque se enamoró de sus ojos, mucho antes que de su piel.

Pero las palabras siguen sin salir de su boca.

Solo atina a acercar lentamente sus labios a los ajenos, intentando transmitir todo su sentir en un beso.

Un beso suave y cálido.

Un beso sin lujuria ni deseo.

Un beso que ilumina su corazón, como una soleada tarde de verano donde corrían alegremente de la mano por la playa.

Un beso cargado de emoción, la misma con la que le contaba al mayor sus cuentos de ballenas y piratas.

Un beso inocente y puro, como el blanco color de las Camelias.

Un beso dulce, con sabor a algodón de azúcar.

Un beso que encierra perdón.

Un beso que sabe a amor.

Se aleja con lentitud del peligris, sintiendo las acogedoras manos contrarias que sostienen sus mejillas con gentileza.

El escritor le sonríe, pese a llevar surcos de lágrimas en el rostro que se confunden con la lluvia que empapa a los dos.

Sus temblorosos labios se entreabren para confirmarle al fin lo que debió decirle desde hace mucho tiempo.

—Siempre te he amado, Namu.

Debajo de la pequeña estructura de la parada de autobús, ambos hombres sentados se resguardan de la tormenta y el frío temporal.

Las ropas mojadas se ciñen a sus cuerpos, pero sentir el calor del uno junto al otro es suficiente.

Seokjin, acomodado de costado sobre las fuertes piernas de Namjoon, mantiene acurrucado el rostro en el cuello ajeno. Sus cabellos no han dejado de ser acariciados por las morenas manos, desde que el peligris lo trajera cargado en sus brazos hasta aquel lugar.

Sentado en el único banco, con el castaño sobre él, el detective desliza su mano por la delgada espalda, subiendo y bajando, intentando darle calor.

Sostiene con cariño la mano del escritor y entrelaza los fríos dedos con los suyos, manteniendo unidas sus manos sobre su regazo.

—¿Te sientes mejor, Jinnie?

Seokjin suspira.

La peor parte de su crisis ya ha pasado.

Su cuerpo aún se estremece por los duros golpes que recibió la noche anterior. Siente el dolor punzante en su hombro y el vendaje de su pie está totalmente empapado.

Aún así, no piensa quejarse.

Lleva más de veinte minutos sentado sobre el peligris en la misma posición y podría pasar toda la vida allí refugiado en el calor de su piel, aunque se cayera el cielo allá afuera.

—Estoy contigo, Nammie. Es lo único que necesito.

Namjoon le sonríe, aunque el castaño no pueda verlo.

Quiso enterrar sus sentimientos, pero no sabía que su amor era semilla y germinaría en lo más hondo de su ser.

Lo tiene entre sus brazos y le parece imposible haber pensado algún momento en renunciar a él.

¿Cómo podría, si sólo junto a él su obstinado corazón quiere latir?

¿Cómo podría, si sólo junto a él encuentra el oxígeno que quiere respirar?

Quizás el peligris no sepa nada sobre la forma correcta de amar a una persona, pero solo tiene algo por seguro:

A Seokjin y al amor, los conoció el mismo día.

—Namjoonie... tengo algo que decirte...— habla el escritor, separando su rostro del ajeno cuello.

—No te esfuerces, cariño. Acaban de operarte. Ya hablaremos más adelante. Pronto Jungkook vendrá por nosotros.

—No— insiste el castaño. —Es necesario que me escuches. No quiero que existan más conflictos entre nosotros. Quiero contarte toda la verdad. Yo... lo siento.

—Soy yo quien debería pedirte perdón por no haberte reconocido.— El moreno lleva las manos unidas hacia sus labios y deja un tibio beso en el dorso de la mano de Seokjin. —Toda mi vida estuve recordando el día que te perdí y me centré tanto en torturarme por aquel momento que olvide tus detalles. Olvidé el brillo tus ojos, olvidé el sonido de tu risa, olvidé tus inconfundibles gustos... olvidé cada mínima cosa que te hacía único para mí...

—Yo nunca olvidé ningún detalle sobre ti. Estuve en coma muchos años, pero al despertar, uno de mis primeros recuerdos fue tu rostro y cada momento de nuestra niñez.— Una lágrima cae de sus avellanados ojos. —Jamás olvidé la canción que me cantaste el día de mi octavo cumpleaños. Cuando entonaste para mí la misma melodía en el evento Yi-Sang, supe que eras tú.

Namjoon seca sus lágrimas con el pulgar y le sonríe con dulzura.

—Así que fue esa canción con la que me reconociste...

—Debería habértelo dicho ese mismo día. Pero antes quise estar seguro de lo que sentías por mí en el presente y que no sólo me amaras por el pasado que compartimos juntos.

—Aquella canción llevaba olvidada en mi memoria muchos años. Ese día, al verte en aquel estado de ansiedad, quise desesperadamente reconfortarte y de repente surgió la música de mis labios. Quizas yo no te reconocí, pero mi corazón sí lo hizo.

Seokjin esboza una triste sonrisa.

—Siento haberte mentido, Namu. Yo... soy una persona inestable e insegura. La vida me enseñó a desconfiar de todo y de todos, a cerciorarme una y otra vez de lo que estaba tan claro ante mis ojos. Te mentí con los sobres y las flores sólo para ganar más días a tu lado y confirmar que me amabas de verdad. Jamás te usé. Nunca fuiste un pasatiempo para mí. Lamento no haber confiado en ti desde el principio. Yo... no quería ser uno más en tu lista. Siento no haber creído en la sinceridad de tus sentimientos, a pesar que me lo demostraras cada segundo que estabas junto a mí. Tengo innumerables defectos, pero aprenderé a ser mejor persona para ti.

—Yo tampoco soy perfecto. Incluso si tuvieras innumerables defectos, te volvería a elegir siempre. Te seguiré amando seas como seas, bebé. Me atrapaste de nuevo sin pensarlo, sin saber quien eras en realidad. Desde el día en que te vi, ya no pude ver a nadie más. Nunca hubieras sido uno más en la lista. En esa lista, ya sólo estabas tú.

Seokjin desenlaza sus dedos y lleva su fría mano hacia la bronceada mejilla, sosteniéndola con suavidad.

—Voy a cuidarte, Namu. Voy a enamorarte cada día hasta que olvides lo tonto que fui. Hasta que sólo recuerdes que siempre fuiste y seguirás siendo el amor de mi vida.

—Todo ya está olvidado, cariño. Soy yo quien va esforzarse para que elijas enamorarte de mí cada minuto, cada segundo. Aunque estés enojado o triste, haré que siempre me vuelvas a elegir mil veces más.

Seokjin acerca su rostro hacia el peligris y deja un suave y corto beso en los mullidos belfos contrarios.

—Siempre te elegiré— susurra el castaño sobre la boca ajena. —Quiero ser tuyo para siempre. Quiero ser tu pareja, tu novio o como quieras llamarme. Pero tuyo.

—Eres mucho más que eso, Jinnie.— El peligris murmura sobre los fríos labios. —Yo quiero ser tu compañero de vida y para la eternidad. Un compañero que permanezca contigo hasta el final.

El escritor sostiene con ambas manos el rostro de Namjoon y vuelve a sembrar un beso en los suaves y carnosos labios. Un beso más profundo e intenso que el anterior.

Con delicadeza, mueve su fría boca sobre la ajena, recibiendo el tibio roce de los labios del peligris que se mueven a la par que los suyos. Encaja de nuevo su roja boca, aspirando el aliento que tanto extrañó. Un beso tan perfecto, que parece que sus labios fueron hechos sólo para él. Un íntimo contacto que encierra millones de sentimientos.

Un beso infinito como el universo.

Un beso que junta dos almas.

Un beso que vuelve propicio lo adverso.

Un beso que regresa la paz y la calma.

Un beso que cura el cansancio y la tristeza.

Un beso que abre el corazón.

Un beso que sella una promesa.

Un juramento de eterno amor.

El fino rostro se aleja del peligris y le sonríe genuinamente.

Namjoon lo observa anonadado. Lo ve aún más hermoso que la primera vez. Aunque esté ojeroso, aún cuando sus castaños cabellos caigan mojados y alborotados por su frente, pese a que le sonría mostrando su tez inflamada y herida.

Lo ve hermoso porque sabe que es suyo.

Porque no le hace falta confirmarlo.

Su corazón siempre supo la respuesta.

El detective le sonríe de igual manera y acaricia con cuidado su dañada mejilla.

Los ojos del castaño se cierran ante el suave toque y se acurruca sobre la morena palma.

—¿Qué hice yo en mi otra vida para merecerte, Kim Namjoon?

—Tampoco sé si hice algo bueno en la mía para poder tenerte, cariño. Pero amarte en esta vida, para mí será suficiente.

Seokjin deja un suave beso sobre la mano ajena. La une a la suya y entrelaza sus dedos, llevándolos nuevamente a su regazo. Suspira y vuelve a cobijar su rostro en el cuello del detective.

Namjoon acaricia sus húmedos cabellos.

Un relámpago irrumpe en la quietud del lugar y las copiosas e intensas gotas de lluvia siguen cayendo sin descanso.

A sus espaldas, el fuerte romper de las olas contra el muelle se escucha a lo lejos.

—¿Ya no tienes miedo del mar, Jinnie?

—Lo sigo teniendo... mi pulso continúa acelerado y me cuesta un poco respirar— responde con los ojos cerrados, enterrada su faz en su acogedora guarida. —Pero tuve más miedo de perderte. Ahora que sé que no te irás de mi lado, ya nada me parece tan aterrador.

El peligris deja un suave beso en su sien y vuelve a estrecharlo con cuidado entre sus brazos.

No piensa soltarlo jamás.

Quiere ser el sol en sus noches frías, ser primavera cuando a sus tardes de invierno les falte color, ser la lluvia que bañe su piel de infinitas caricias cada mañana.

Ser el único que lo llene de amor.

Quiere abrazar sus tormentas y sus miedos. Ayudarle a superarlos y verlo de nuevo florecer.

Se acerca con suavidad a su oído y vuelve a cantarle dulcemente la misma melodía que le cantó aquella vez.

Solo un día, una noche.
Eso es todo
lo que siempre he deseado.
Si tuviera un sólo día,
me gustaría quedarme dormido
con tu dulce aroma.
Me gustaría sumergirme
en tus cálidos y profundos ojos.

Tu voz,
cuando dices mi nombre.
Quiero hundirme
en esa voz y nadar.
Quiero saber más de ti.
Te imagino todas las noches
y todos los días,
porque sólo eres un sueño
imposible para mí.

Si sólo por un día pudiera estar contigo,
sostendría tus manos
mientras contemplamos el sol.
En el medio de una hermosa noche,
confesaré mi amor por ti,
bajo la luz de la luna.

Si sólo por un día
pudiera estar contigo,
si sólo por un día
pudiera sostener tus manos,
si tan solo tú y yo
pudiéramos estar juntos,
¿Puedes, por favor, quedarte conmigo?

Seokjin esboza una suave sonrisa, desde su cálido refugio, aún manteniendo las hermosas pestañas sobre sus pómulos.

—¿Te sientes mejor ahora, amor?

El escritor asiente un par de veces y deja un beso sobre el moreno cuello.

—Te prometí que juntos volveríamos a ver el mar— pronuncia el detective cerca del ajeno rostro. —Regresaremos cuando mejores, cariño. La próxima vez, podrás abrir los ojos y disfrutarlo.

—Estoy seguro que así será. Lo prometiste también cuando éramos niños.— El novelista suspira sobre la piel del peligris, calmando un poco más su respiración antes de continuar hablando. —Gracias... por ser mi héroe, en el pasado y en mi presente. Gracias por cantar hermosas canciones para mí. Gracias por enseñarme a encontrar la belleza en cada pequeña creación de la naturaleza. Gracias, porque tu presencia siempre causó magia en mí, haciendo que brillara hasta el día más gris. Gracias por guardar mi recuerdo en tu memoria y en lo profundo de tu corazón. Gracias, porque junto a ti siempre puedo ser yo mismo, sin apariencias ni ataduras. Gracias por querer ser parte de mis fantasías. Gracias por tu cariño siempre sincero. Gracias por cuidarme. Gracias por esperarme. Gracias... por amarme.
 
 
Namjoon reposa su frente sobre los castaños y húmedos cabellos. Deja un tierno beso sobre ellos, cerrando sus azulados ojos.
 
 
El hilo rojo del destino le ha llevado a reunirse de nuevo con la mitad de su alma. Su corazón ha dejado caer sus escudos y puede por fin descansar. A su lado ha encontrado la paz que tanto buscó.
 
 
 
—Te amo, Namu.
 
 
—Yo te amo más, cachorro.
 
 
 
Seokjin es su universo perfectamente imperfecto. Namjoon ama cada imperfección suya que lo hace único y especial.
 
Es su pedazo de cielo en la tierra. Un trozo caído de estrella, que a pesar de las adversidades, intenta mantener su fulgor.
 
Al igual que Seokjin, somos fracciones de estrellas vagando en una inmensa galaxia. Trozos rotos, heridos o remendados, buscando encontrar nuestra otra mitad que nos ayude a reavivar el pequeño destello en nuestro interior.
 
Namjoon ha encontrado al fin su estrella gemela. Promete cuidar eternamente de su preciado astro y velar para que nunca se apague su hermosa luz.
 
Porque el universo está hecho de fragmentos que una vez fueron estrellas y no por eso dejan de brillar.


💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜

Gracias por llegar hasta aquí y compartir conmigo el último capítulo 😭😭... Soy lágrimas en este momento...  es una historia que adoro y me da penita que llegue a su fin 🥺💔. Sólo falta publicar el Epílogo que incluirá también el final de la historia de Taeh.
Gracias, gracias, gracias infinitas por acompañarme cada semana 💕💕

Ayri 🌻

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