36. Laberinto
Atrapado en un laberinto de decisiones,
cansado de todo el caos,
vagamos por este abismo.
Perdido en el laberinto,
en la oscuridad.
~Love Maze~ Bts
Las heladas aguas del mar bañan por momentos los morenos pies.
La playa está desolada.
El invierno deja abandonado el apacible lugar que en las estaciones más calurosas solía llenarse de vida. Hombres pescando, niños jugando... pero ahora, la gente prefiere cobijarse del intenso temporal en sus hogares.
Namjoon observa brevemente los botes, cuyos cabos amarrados se mueven de un lado al otro con el vaivén de las olas.
Se encuentra sentado en la orilla, cerca del muelle, abrazando sus largas piernas recogidas hacia el pecho.
No hay nadie alrededor.
La brisa mueve por momentos sus grises cabellos. Su melancólica mirada se pierde en un punto lejano del océano. Las pupilas carecen de brillo. Incluso el intenso iris azulado parece haber tomado un triste tono grisáceo.
Nubes oscuras lo acompañan, amenazando con llover en cualquier momento. Pero a él no parece importarle.
Oye el cielo retumbar. La tormenta se avecina.
El firmamento parece romperse en cualquier momento.
Tanto como está por romperse su propio corazón.
Un laberinto de pensamientos rondan su cabeza, como afiladas dagas clavándose en cada rincón de su alma.
Se imagina a sí mismo, hace un año atrás. Libre y sin preocupaciones.
Una copa cada fin de semana. Un encuentro casual. Una persona diferente en su cama.
Namjoon disfrutaba de saber que lo tenía todo bajo control, de haber encerrado sus sentimientos tras una inquebrantable puerta de acero, de saber que nada ni nadie podría dañarlo jamás. Porque la fuerte coraza que le llevo años construir, lo protegía siempre.
Pensaba que el amor era sólo un cuento de hadas. Una fantasía que no estaba hecha para él.
Pero llegó Seokjin...
Y el escudo que resguardaba su corazón se resquebrajó con una sola de sus sonrisas. La más hermosa y brillante sonrisa que jamás vio.
Enamorarse no estaba en sus planes.
Mucho menos sentirse utilizado como un objeto o sólo alguien con quien pasar el tiempo.
¿Es así como se sintieron algunas personas que tuvieron contacto con su piel alguna vez?
A pesar que el peligris fue siempre sincero, nunca faltó quien intentara obtener algo más que encuentros íntimos de él, exigirle exclusividad o formalizar lo que nunca había existido. Cuando eso sucedía, él cortaba toda relación, esperando que con el tiempo cualquier extraña fijación con él se terminaría.
Pero, ¿Y que hay de los sentimientos? ¿Y si alguien realmente se enamoró de él?
Nunca se había detenido a pensarlo.
Creía que el amor a primera vista era sólo un ingenioso invento de alguien que quería acostarse con la primera persona atractiva que veía.
Sin embargo, la primera vez que vio a Seokjin en aquella pastelería, su primer pensamiento no fue llevarlo a la cama.
Fue diferente.
Intenso.
Especial.
Le duele pensar que sólo él se sintió de aquella forma y se dejó llevar por su torpe corazón que latía desbocado con un solo pestañear de los preciosos ojos color avellana.
Y no sólo su corazón erró...
¿Qué hay de los peces en su interior?
Benditos peces.
Deberían haberle pedido perdón por engañarlo de aquella manera, por forzarlo a soltar sus redes y dejarlos que nadaran libres, pensando que habían encontrado por fin su hogar.
¿En qué demonios estaba pensando?
El amor no ha nacido para él, lo tiene por seguro.
¿Por qué mentiste, Seokjin?
Namjoon quiso hacerlo el rey de su mundo y creía que era correspondido. Se entregó de tal manera que incluso se olvidó de sí mismo.
¿Ese era su plan?
¿Ocultar su pasado para que no interfiera en su presente?
¿Para poder seguir utilizándolo, saciándose de él y manejar sus sentimientos a su antojo?
¿Era divertido jugar con su dolor?
Se niega a creer que aquel pasado que compartieron juntos, no significó nada.
Para Namjoon, lo fue todo.
Pensar que lo había perdido para siempre en aquel naufragio, definió cada día de su existencia. Era solo un niño, pero lo quiso a su manera, con todo el amor que podía expresar su tierno y frágil corazón.
Difíciles fueron los años que siguieron a esa horrible tragedia en el mar. Namjoon se volvió un niño triste, solitario y reprimido. Ninguna palabra salía de su boca. Sólo suspiros lanzados al vacío.
La adolescencia fue una condena. Sólo se refugiaba en sus libros. Odiaba el contacto con la gente, sentía que nadie lo comprendía como él, su dulce príncipe de las ballenas.
Aquella separación lo marcó para siempre. Su madre murió y lo dejó también. Sus abuelos de igual forma, algunos años después.
Todos a los que amaba lo iban dejando.
Fue complicado volver a sonreír y encontrarle sentido a la vida.
Por eso no quería volver a amar.
Temía volver a sufrir.
Temía volver a ser quien era.
Temía que lo vuelvan a abandonar.
Pero el brillo de sus castaños ojos lo cegó.
Pensó que valía la pena abrir esa puerta nuevamente en su interior.
Se equivocó.
Y ahora toda su mente esta llena sólo de él, atormentando su cabeza con cada segundo que pasaron juntos.
Recuerdos que ahora quiere borrar.
Momentos que quiere olvidar.
Seokjin está en el medio de sus pensamientos, justo entre lo que sabe que debe dejar ir y lo que no quiere perder.
Se aferró a él de tal forma que todo careció de sentido si no estaba a su lado.
Olvidó incluso el recuerdo de su querido amor de infancia, que ahora es sólo una cruel pesadilla. Una broma perversa del destino que vuelve a ponerlo en su camino.
Oh, Jinnie...
¿Realmente lo amó?
Quizás si, pero tal vez solo amó el tierno recuerdo que tenía de él. Ahora le parece absurdo haber esperado durante años por alguien, sin saber en que tipo de persona se había convertido después de tanto tiempo.
¿Acaso pensó que el querido Jinnie que recordaba de su niñez, también aguardaba por él para amarlo como antaño?
¡Qué iluso!
Hubiera preferido que Seokjin fuera sincero desde el principio.
Si el escritor le hubiera propuesto sólo noches de lujuria y pasión descontrolada, él lo hubiera aceptado sin contemplaciones. Odia mezclar su vida profesional, pero no cambiaba nada un encuentro casual más en su historial. Hubiera accedido sabiendo que no existiría compromiso alguno y que el escudo que protegía su corazón seguiría allí.
Pero el peligris no sólo quería acostarse con él de vez en cuando, él quería amarlo para siempre.
Sin embargo, ya es tarde. Su corazón agoniza. Hecho trizas, intenta seguir palpitando por inercia, mientras los tristes orbes, profundos como el océano, intentan retener las ganas de llorar.
Jamás había llorado por amor.
Lo que más le duele es que creyó que de verdad también lo amaban.
¡Una maldita ilusión!
Fue lo bastante estúpido, incluso para caer en sus historias de ficción. En sus relatos de Alfas y Omegas, sus inventados lazos de verdadero amor.
¿En que página de su historia todo comenzó a ser una absurda obra de teatro?
¿En que capítulo lo dejó de amar?
O tal vez nunca lo amó...
Quizás por esa razón, nunca escuchó de sus labios decir "Te amo".
°❀•°*°•❀°
Namjoon esconde el rostro y posa su frente en sus rodillas, abrazándose a sí mismo, mientras gruesas lágrimas de desconsuelo se deslizan de sus azulados ojos. Pequeñas perlas recorriendo sus mejillas, confundiéndose con las gotas de lluvia que empiezan a caer.
°❀•°*°•❀°
Su historia de amor se volvió tragedia y ahora está pagando las consecuencias.
Pese a estar sufriendo por no ver sus sentimientos correspondidos, una absurda idea cruza por su mente...
¿Y si se quedaba a su lado hasta que Seokjin lo ame algún día?
Recuerda que alguien se lo propuso alguna vez. La aseguraba que si estaban juntos, con el tiempo él terminaría queriéndolo.
¿Así funcionan los sentimientos?
¿Se forjan sólo a base de costumbre?
¿Qué clase de persona podría proponer algo así?
¿Dónde estaba el límite de la dignidad?
¿Dónde quedaba su valor como ser humano?
Pensar en Seokjin lo confundía, llenaba cada espacio de su mente y trastornaba su razón, lo enredaba en un laberinto de sentimientos capaz de reducirlo al punto en que rogar por un beso o una caricia suya no le importaría.
Desde la primera vez que lo vio, estuvo a sus pies.
¿Merecía la pena arrastrarse por alguien como él?
¿Debería suplicar por amor?
Y si Seokjin nunca llegaba a amarlo...
¿Podría soportar seguir a su lado?
¿Ser uno más en la lista?
¿Sin tener el privilegio de ser el único que pudiera poseerlo?
¿Aún sabiendo que sus besos y sus íntimos encuentros sólo serían fruto de una pura atracción física?
¿Sólo una necesidad saciada?
No.
Inevitablemente se cansaría.
Ninguna persona podría aceptar tal contrato sin amor para toda la vida.
Porque no somos objetos. Somos seres que sentimos, lloramos, sufrimos y sangramos. Seres que aprendemos a amar... Sí... Pero primero a nosotros mismos.
Ser un capricho pasajero significaba que tarde o temprano lo abandonarían de nuevo.
Y él ya no quería pasar nuevamente por ese insufrible tormento.
°❀•°*°•❀°
El peligris levanta su rostro al cielo, dejando caer finas gotas de lluvia sobre su rostro. Cierra los ojos y suspira. Vuelve a abrirlos y revisa su reloj. Sabe que falta una hora para que salga el próximo autobús a Seúl.
Sus apenados ojos se posan nuevamente en la estructura del antiguo muelle.
Será la última vez que observe ese paisaje...
°❀•°*°•❀°
Hasta hace algunos meses atrás, Namjoon pensaba que vivir sin amar era el mejor estilo de vida que pudo haber elegido. Pero ahora que conoció de nuevo ese profundo sentimiento, duda en que pueda seguir viviendo sin querer volverlo a sentir.
Porque lo siente.
En cada poro de su piel.
Incluso si cierra los ojos, puede verlo.
Seokjin está allí, dentro de sus párpados. La melodiosa risa, sus pupilas de miel, la suave voz, sus inconfundibles gestos... Está allí.
Olvidarlo será una tortura.
Extraños pensamientos parecen nublar su conciencia.
Angustia, delirio, locura...
Le asusta perderlo, pero más le asusta la idea de perderse a sí mismo.
Retomar su antigua rutina de encuentros casuales ya no le llenará.
Todo su ser pide a gritos sólo por él...
Su acongojada alma.
Sus secos labios.
Su ansioso cuerpo.
Y él no es de acero, a pesar de su fuerte apariencia.
Por esa razón se deshizo del teléfono antes de partir... porque tarde o temprano sabía que sus dedos hubieran pulsado las teclas exactas. Porque sabía que hubiera terminado regresando hacia él.
Nadie muere por amor.
Lo sabe bien.
Sólo espera volver a encontrarse. Reconocerse una vez más en el espejo. Formar nuevamente la coraza en su interior y que la herida abierta cicatrice algún día.
Enterrará sus sentimientos en lo más profundo de su ser para que nadie vuelva jamás a ilusionarlo y que nunca más nadie vuelva a lastimarlo.
Lo ha decidido.
Jinnie fue el primero y Seokjin será su último amor.
El taxi estaciona cerca de la playa.
Jungkook se estremece con la gélida ventisca que recorre el lugar. Ayuda a bajar al escritor del auto y le coloca sobre la bata de hospital su propia chaqueta, para abrigar al castaño.
Seokjin tiene los ojos cerrados. No los ha abierto durante todo el camino.
-Hyung, ¿Está seguro que quiere que lo deje aquí? Hace mucho frio y parece que lloverá en cualquier momento.
-Estoy seguro, Kook. Sólo dime, ¿Puedes ver desde aquí el muelle?
Jungkook se gira hacia el mar y su negro cabello se desordena con el viento.
-Sí, está a pocos metros.
-¿Y ves a Namjoon?
El pelinegro vuelve a girarse y observa una silueta, próxima al embarcadero.
-Veo a alguien sentado cerca de la orilla. No estoy seguro si es Namjoon-Hyung.
Seokjin suspira.
-Lo es. Puedo sentirlo, aún sin verlo.
-¿Lo acompaño hasta la orilla?
-No, Jungkook. Esto es algo que debo hacer yo solo.
El agente asiente, resignado.
-De acuerdo. Regresaré al hospital para rellenar la documentación del alta voluntaria. Aunque estoy seguro que el doctor no estará conforme con su decisión.- Mira su reloj y observa al castaño que continúa con los ojos cerrados. El pelinegro menea negativamente la cabeza. Busca entre los bolsillos del pantalón uno de sus teléfonos y lo introduce dentro de la chaqueta que lleva el escritor. -Regresaré en una hora, Hyung. Sólo debe caminar en línea recta para llegar al muelle. Si me necesita, llame al primer número que está aquí registrado.
-Gracias. No te preocupes, estaré bien- afirma Seokjin, sin estar seguro de sus propias palabras.
El taxi parte, llevando a Jungkook de regreso al hospital.
Seokjin no es capaz aún de abrir los ojos.
Sabe lo que está frente a él.
El imponente mar de Yeosu.
Y le aterra.
Pero más le aterra la idea de perder a Namjoon.
Con pisada lenta, aunque decidida, comienza a dar sobre la arena uno y otro paso más, arrastrando su herido pie, ayudándose con la muleta que le dejó el pelinegro.
Su cuerpo adolorido le pide descanso, pero no detiene su andar.
Camina a ciegas, sin saber exactamente si va por el sendero correcto.
A cada huella que deja atrás, oye más cerca el sonido de las olas romper contra la antigua estructura de madera.
Los vellos de sus brazos se estremecen.
El rumor del mar se cuela en sus oídos y sus latidos comienzan a acelerarse.
Continúa caminando y el fuerte viento lo asusta, perdiendo estabilidad, haciendo que de improviso abra los ojos.
El océano azul se muestra ante su vista y a sus pies la figura solitaria de un hombre de grises cabellos.
Quedan escasos diez pasos para llegar a él.
Vuelve a dar uno más.
La angustia empieza a apoderarse de su pecho.
Nueve...
Intenta centrarse en la silueta sentada sobre la arena, pero el impetuoso rugir de las olas rememoran aquel naufragio de su niñez.
Ocho...
El aire comienza a faltarle.
Siete...
Recuerda la embravecida marea y su esponjoso peluche de ballena caer al agua. En un intento por recogerla, finalmente cayó al mar junto a él.
Seis...
El pequeño niño moreno intentó sostenerlo. El bote golpeó contra un acantilado y se partió en dos. El agua llenaba sus pulmones... Todo se veía borroso...
Cinco...
De rodillas, Seokjin se desploma apoyando una mano sobre la arena. Intenta apretar con desesperación la tierra que se escurre bajo sus dedos
Su cuerpo está paralizado.
Aterrorizado.
No puede más.
El sudor frío cae sobre su sien y comienza a hiperventilar.
La desesperación se instala en cada célula de su ser .
-¡NAMJOON!
El detective se gira al oír el devastador grito.
Se queda impresionado al ver la frágil figura de Seokjin sobre la arena, portando aún la bata de hospital debajo de la chaqueta entreabierta.
Se levanta con rapidez y corre hacia él.
Cae arrodillado a su lado y lo sostiene con cuidado de los hombros, observándolo afligido.
-Namu... perdóname- habla el escritor, con voz entrecortada y suplicante. -No me dejes... Por favor...
La lluvia se vuelve más intensa y moja sus cabellos.
El peligris observa los avellanados ojos llorosos.
Suspira.
Deja caer sus pestañas brevemente, intentando recordar cada pensamiento que cruzó por su mente minutos atrás.
Vuelve a mirarlo, acerca su morena mano hacia su rostro y sostiene con tristeza la suave y herida mejilla de Seokjin.
Su desgarrado corazón ya ha tomado una decisión.
-Lo siento. No eres el amor de mi vida.
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