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27. Tuyo

"Tu voz.
Esa voz que me llama con su encanto,
que me envuelve con dulzura en su inocencia y candidez.
Esa voz que me lleva a la locura,
cuando la busco en mis recuerdos dormidos,
anhelando en mis oídos volverla a tener."
~Prólogo~



🚫🔞Advertencia: Capítulo con contenido explícito. Si no es de tu agrado, puedes evitar leerlo y saltar al próximo. No afectará la trama ni el entendimiento de la historia.

Las morenas manos se deslizan suavemente por la tersa piel, tomándose su tiempo en delinear cada curva del cuerpo del escritor. Lento. Muy lento. Tocándolo como una pieza de arte, como un músico virtuoso toca su amado instrumento.

Seokjin disfruta de los besos que son dejados en su cuello, uno a uno, arrancándole quejidos de placer.

Las manos contrarias viajan por el suave camino hacia el final de su espalda y se entretienen jugando con la inusual cola que sobresale al final del sendero.

Siente moverse el plug en su interior, en suaves y deliciosos círculos. Los hábiles dedos morenos extraen y vuelven a introducir el objeto en la firme carne, repetidas veces, despertando sus sentidos.

Corrientes de electricidad viajan a través de cada célula de su ser, ansiando cada vez más el suave contacto del peligris, encendiendo poco a poco el fuego del infierno en su interior.

-Namjonnie... Mmm... Nam...

Seokjin se aferra a los hombros del peligris, al sentir sus brazos temblar. Continúa sentado sobre el detective. Sus delgadas piernas caen a cada lado de la silla que sostiene el fuerte cuerpo de Namjoon.

Los labios del peligris continúan besando cada centímetro de piel de su cuello y suben con alevosía hacia su oído, deslizando su tibia lengua en cada pliegue de su sensible oreja.

La mano morena acaricia el tierno muslo, presionando y masajeando, adorando cada tramo del templo que es su cuerpo.

Las caderas del castaño comienzan a moverse con lentitud, apoyando levemente los pies en la alfombra, respondiendo a los estímulos del peligris.

Namjoon sostiene a Seokjin por la cintura y detiene sus movimientos.

-Quieto, lobito.

-¡Nammie!- protesta el escritor.

-Puedes hacerte daño, cariño- susurra sobre su cuello. -Déjame hacerlo a mí.

Seokjin hace una mueca de disgusto que prontamente es cubierta con los gruesos labios del detective sobre los suyos. El novelista quiere seguir quejándose pero la boca ajena no lo deja. Lo devora con tal intensidad que Seokjin cree haber olvidado incluso hasta su nombre.

El aire escasea en sus pulmones y se separa unos segundos de sus labios. Ve al moreno relamerse los propios y solo desea volver a fundirse en ellos.

Aunque dejara de respirar, en su boca de gozo moriría contento.

Namjoon le sonríe de medio lado, mostrándole sólo uno de sus traviesos hoyuelos y el escritor se siente perdido. Perdido en sus ojos y en su mirada. En su cuerpo que lo atrae como la tierra a la luna. Y siendo Seokjin una solitaria luna, cae una vez más en su hechizo, cambiando de ser luna menguante a ser luna llena, sólo para él.

Porque su presencia lo llena.

Su amor lo llena.

Y quiere demostrárselo. Quiere devolverle al menos una parte de todo lo que le hace sentir.

Seokjin se pone de pie y el moreno lo mira con extrañeza.

Se sostiene de las piernas del detective y se agacha lentamente, arrodillándose frente a él sobre la alfombra, evitando dañar más aún su lastimado tobillo.

-Déjame hacerlo a mí, Alfa.

Las delicadas manos abren las fuertes piernas del peligris, que aún continúan con el pijama a medio poner. Con suavidad termina de deslizar el pantalón junto con su ropa interior hasta el suelo, liberando completamente su grandioso y erecto miembro.

Seokjin se muerde los labios.

Ha visto a Namjoon desnudo sólo una vez, pero es la primera que tiene su intimidad tan cerca de su boca. La magnífica forma y su textura venosa le hace salivar.

El escritor mira a Namjoon fijamente, sus castaños ojos ahogados en deseo contenido.

-¿Mi cachorro tiene hambre?- sonríe ladino el peligris. Tira con suavidad nuevamente del lazo de satén que lleva el escritor atada al cuello, acercándolo aún más a su vibrante entrepierna. -Abre esa bonita boca tuya, cariño. La cena está servida.

La golosa lengua se desliza por el altivo pene del moreno, subiendo y bajando por su gran extensión. Al volver a subir, envuelve en sus mullidos belfos la punta del mismo, jugando a delinear pequeños círculos con la lengua.

-Uhmm... bebé. Eres tan bueno... tan perfecto para mí- pronuncia el peligris en medio de sensuales suspiros, sin dejar de ver al escritor en su placentera labor.

Las manos ávidas del detective se enredan en el castaño cabello. Con mimo desliza sus dedos por cada hebra, animándolo a seguir, marcando el ritmo, acariciando las peludas orejitas de lobo que el escritor mantiene en la cabeza.

Su dulce Omega lo devora con destreza, succionando y lamiendo hasta el más mínimo tramo de su miembro que parece crecer aún más en su húmeda cavidad, llevándolo casi al delirio con esos labios rojos que son su perdición.

Estando casi al borde de perder la razón, enloquecido por completo, el peligris folla su boca con desenfreno y termina por correrse entre roncos gemidos, resbalando el caliente líquido por la garganta del escritor que gustoso recibe toda la semilla de su Alfa.

Namjoon sostiene de la barbilla a Seokjin y retira con suavidad los cálidos belfos de su intimidad.

La erótica vista de su cachorro arrodillado en el suelo, deshecho en respiros agitados, con la lengua afuera y finos hilos de saliva escurriendo por las comisuras de su boca, es un cuadro perfecto que quisiera grabar para siempre en su memoria.

-Ven aquí, lobito- dice el detective con dulzura, mientras se agacha a la altura del rostro ajeno y acerca sus labios a los suyos, lamiendo y saboreando de su ansiada boca el precioso néctar, limpiando todo resto que pudiera quedar en él.

Namjoon sostiene al novelista por debajo de las costillas y lo carga como un frágil pétalo entre su brazos. Siente su cansada cabeza reposar en su hombro y sus brazos rodear su moreno cuello. Se pone de pie con él a cuestas, sosteniéndolo de los muslos firmemente, con intensión de recostarlo en la cama.

-Por hoy ha sido suficiente, cariño. Debes descansar.

-¡No!- replica rápidamente Seokjin, incorporándose en sus brazos y mirándolo fijamente. Un dulce puchero se forma en sus labios.-¿Por qué no quieres tocarme, Nammie? ¿Es que ya no te gusto?

-¿Gustarme, bebé? Gustarme es poco. Tú... me vuelves loco. Temo no poder controlarme y...

-¡Demuéstramelo!- demanda Seokjin. Sostiene con sus frías manos las morenas mejillas y besa nuevamente los labios carnosos del peligris. -Por favor- suplica sobre su boca, mientras muerde y tira con posesividad de su labio inferior, arrancando gruñidos del moreno. -Tómame, Alfa. Soy tuyo.

Un gemido de sorpresa escapa de la boca de Seokjin cuando siente el impacto de su espalda contra la fría pared de su habitación.

Namjoon recogió de una mesilla cercana el control a distancia del pequeño artefacto en forma de cola que aún se encuentra en su interior. Las constantes vibraciones del plug activado lo hacen desvanecerse en delirantes oleadas de placer.

Sus largas piernas siguen alrededor de la cintura del moreno y sus brazos intentan sostenerse de sus fuertes hombros.

-Me vas a volver loco, cariño. Harás que me odie mañana por esto.

Namjoon simula furiosas embestidas contra el cuerpo del escritor, cada vez más fuertes, arrinconándolo contra la pared, rozando ambos miembros en una exquisita fricción e inundando el lugar de constantes jadeos sin fin.

Los sudorosos cuerpos se vuelven uno solo. El frío invierno parece no importarles. Con cada roce sus pieles se vuelven ardiente verano.

Pero Namjoon quiere mucho más.

Quiere ser el aire que respira, el dueño de sus sueños y los suspiros de su almohada.

Lo quiere todo de él.

Los labios del peligris dejan marcas por el ardiente camino desde su pecho y suben por su cuello. Vuelven a atacar los labios ajenos, rojos de tanto ser besados.

La clara piel adormecida por los besos desperdigados, como finas gotas de lluvia de verano.

La boca de Namjoon no lo deja escapar. Quiere continuar besándolo hasta que le duelan los labios, hasta hacer suyos cada milímetro de ellos. Ser el dueño de ese carmín que le fascina, morderlos hasta verlos sangrar. Relamerse en la dulce esencia a granada, hasta que no quede nada.

Hasta que todo en él sea suyo.

Seokjin se siente desfallecer. Su cuerpo presionado por cada músculo del moreno, su interior envuelto en deliciosas vibraciones y estallando como fuegos artificiales, recorriendo cada terminación nerviosa de su sistema.

-Alfa, te necesito- jadea el escritor sobre los labios del peligris.-Te necesito... dentro de mí.

-¡Por la santa mierda!- exclama el detective, sintiendo como aquella última frase de Seokjin rompe el último hilo de cordura que intentaba mantener.

Namjoon sostiene al castaño de los suaves muslos y lo lleva hacia la cama, dejándolo caer encima de las sedosas sábanas.

-De rodillas, bonito. En cuatro ¡Ahora!- exige el detective, mirándolo con deseo, con hambre voraz resurgida, un instinto casi animal avivando las azules llamas de sus pupilas.

Seokjin se muestra sorprendido, pero la excitación fluye a flor de piel. Olvidando el pudor, obedece servilmente, posicionándose con manos y piernas sobre la cama, mostrando su bien formado trasero que sigue vibrando con el plug en su interior.

-Buen cachorro. Retira ahora esa linda colita que tienes dentro de tu delicioso culo.

El escritor deja reposar sus hombros y su mejilla sobre las blancas sábanas. Gira su sonrojado rostro hacia un lado, mordiendo sus labios, mientras su delgado brazo intenta extraer el oscilante juguete. Entre jadeos, tira de la esponjosa cola hasta dejar el objeto rodar sobre algún lugar de la cama.

Namjoon se posiciona detrás de Seokjin y acaricia con suavidad los firmes glúteos, hipnotizado por tan espléndida y obscena vista, sintiendo sus propios dedos quemar bajo su piel.

-Ahora tócate, lobito. Tócate para mí.

Seokjin juega con su dedos, introduciendo dos de ellos entre los pliegues de su secreta humedad. Su interior se encuentra totalmente lubricado, sensible, dilatado, esperando con ansias ser llenado. Ahoga sus gemidos, repitiendo el nombre del peligris, escondiendo su rostro sobre el colchón.

La fuerte mano del detective sube y baja por su propio pene, duro cual mástil, altivo y vigoroso, sin dejar de ver intensamente al castaño en tan erótica pose, escuchándolo gemir su nombre.

Su piel lo llama.

Su cuerpo lo llama.

Su boca lo llama.

Su deleitable y palpitante agujero lo está llamando y Namjoon siente que ya no puede contenerse más. El ardiente deseo discurriendo por cada célula de su cuerpo, por cada parte de su ser que necesita fundirse en él, adorarlo y venerarlo, liberar las ansias locas de hacerlo suyo de nuevo.

-Dime lo que más deseas, Seokjin.

-Mhgmm... Nam... por favor...

-Dime lo que quieres dentro de ti ¡DÍMELO!

-¡A TI!... ¡A TI!... Te quiero a tí dentro de mí... ¡Oh, sí!... ¡NAMJOON!

El detective retira los dedos del escritor de su apetecible cavidad y con rapidez se introduce en él de una sola estocada, invadiendo el umbral de su intimidad con el gran volumen de su falo, de golpe, sin aviso, haciendo que Seokjin suelte un ronco grito de placer.

Las caderas del peligris danzan en constantes vaivenes, fuertes, erráticos, enterrando con fuerza los dedos en la cintura del escritor.

Seokjin muerde la sábanas, sus finos dedos aprietan las almohadas alrededor. Su cuerpo aún lesionado, responde encantado a los movimientos del peligris, apegando más su piel, deseando más contacto.

El grueso miembro se abre paso en la angosta carne, cada vez más dentro, cada vez más profundo, llegando donde nadie jamás había llegado.

El escritor siente partirse en dos. La respiración agitada, el temblor inquieto en sus piernas. Pero aun así quiere más. Necesita más.

Lo quiere todo de Namjoon.

Todo.

Manteniendo el ritmo de su pelvis, el detective cubre la espalda del castaño con su fornido pecho, acercando sus labios a sus hombros, dejando apasionados besos regados por su blanca piel, mordisqueando cada tramo del perfecto lienzo. Su grande mano sigue apretando la fina cintura, mientras la otra acaricia la delicada curva de su silueta, subiendo por su suave contorno hasta su cuello.

El fino cuerpo se arquea de placer. Namjoon observa la cuerda que cae provocativamente por la espalda del castaño y desliza la fina cinta de satén entre sus dedos. Lleva los brazos del escritor hacia su espalda, anudando sus muñecas con la misma y tira de ellas hacia atrás con avidez, hundiéndose aún más en su ser.

El loco cabalgar de sus latidos van al compás de sus movimientos cada vez más rápidos y violentos, al punto de deslizar la lujosa cama sobre el suelo.

Los fuertes músculos de las caderas del peligris se contraen y vuelven a empujar sobre Seokjin, penetrándolo una y otra vez y otra vez más, llevándolo a la locura. Su miembro siendo engullido con vehemencia, entrando y saliendo de su lascivo cuerpo, hundiéndose en un mar de excitación y quejidos lastimeros.

El peligris tira del lazo de la fina garganta, haciendo levantar la cabeza del escritor, curvando el flexible cuerpo. Se acerca a un lado de su rostro y susurra con grave voz sobre su oído, mordiendo el lóbulo de su oreja.

-¿A quién le perteneces, Omega?

-A... ti- pronuncia el escritor, casi sin aliento.

-¡DILO MAS FUERTE!

-¡A TI, ALFA!... ¡Soy tuyo!... ¡Oh, Dios!... ¡SOY TUYO!

Los gruesos belfos del peligris bajan por su fino cuello y hunde sus dientes con fuerza en la trémula carne del castaño, marcando su propiedad, dominando su fiera, volviendo a dejar huella en su dulce Omega.

Namjoon lame su hermosa marca dejada y gira el rostro del novelista hacia él. Atrapa con su boca los rojos y jadeantes labios del castaño, mordiendo y succionando a su antojo, bebiendo de sus labios en ofrenda el veneno más dulce, acallando sus gemidos y haciendo suyos los gritos de su amado escritor.

Un segundo después, siente venirse en su interior. El exquisito clímax recorriendo de norte a sur el fibroso cuerpo. Espirales de pasión enlazando ambos cuerpos. El viscoso líquido se derrama por las piernas del escritor y éste a su vez deja escurrir su tibia esencia, manchando las blancas sábanas de seda.

Seokjin se desploma sobre la cama, agitado, bañado en sudor, exhalando el poco aire que le queda.

Namjoon sigue en su interior, encajando sus dedos en las caderas del castaño, contrayéndose en ligeros espasmos en lo que siente ser el más grandioso orgasmo de su vida.

Sale de su húmeda cavidad y se extiende hacia un lado del escritor, boca abajo, con el rostro mirando hacia el causante de quien siempre lo hace perder el juicio y la razón.

El único capaz de descontrolar sus sentidos.

Lo ve respirar aún con dificultad, las oscuras pestañas caídas, las esponjosas orejitas sobre sus cabellos desordenados y los lindos labios entreabiertos.

Namjoon suspira al verlo.

Seokjin es realmente un hombre hermoso.

Acostumbrado a ir de flor en flor, el peligris ya no quiere más jardines. Quiere vivir de flor en flor, pero de todas las que tiene el castaño sembradas por su bello cuerpo, por cada poro de su clara piel donde florecen las blancas y dóciles Camelias y dejan paso a las púrpuras Violetas de cada marca y cada mordida del peligris.

Namjoon sólo quiere cuidar de su flor más preciada. Seokjin.

Se acerca a él y desata delicadamente la cinta rosa de sus manos y cuello.

Se incorpora sobre la cama y recoge con cuidado el exhausto cuerpo de Seokjin que descansa agotado, cual sirena varada en la orilla de algún mar. Sostiene sus manos y besa sus enrojecidas muñecas. Lo abraza y atrae su cuerpo junto a su pecho, disfrutando de su dulce olor a algodón, acurrucándose con él sobre unos cojines del lecho.

Acaricia su suave mejilla y retira algunos cabellos de su rostro, dejando un cálido beso sobre su frente.

-Eres mío, cachorro. Solo mío.

Seokjin entreabre uno de sus castaños ojos y ve al peligris sonreírle tiernamente.

Su fatigado ser está a punto de colapsar, pero siente que acaba de tocar el cielo.

Porque el cielo ya no está tan arriba.

El cielo es Namjoon.

El cielo está en su azul mirada, en su cuerpo que ahora es su hogar, en sus besos que le dan la ansiada paz y en sus manos que lo mecen y lo cuidan cómo el ser más preciado de este mundo.

Allí es donde siempre quiso estar.

-Tuyo... -responde Seokjin, cerrando nuevamente los ojos, casi en la inconsciencia. -Sólo... tuyo.

Y agotado se queda finalmente dormido entre sus brazos, escuchando los suaves latidos de su alfa.

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