20. Lobo feroz
—¿Nam?— murmura soñoliento Jackson al despertar. —¡Namjoon!— exclama ansioso al divisar más nítidamente la figura del peligris a su lado. Intenta incorporarse de su confortable cama de hospital, pero su cuerpo se resiente y termina gesticulando una mueca de dolor.
—Tranquilo, Jackson. ¿Cómo te encuentras?
—Mucho mejor, ahora que te veo.
Hoseok resopla desde su lugar, mirando la escena, apoyado en el muro de la gran ventana de la habitación.
—He venido para que me cuentes todo lo que recuerdes. Es importante que no olvides ningún detalle. Además del vino, ¿Puedes recordar si bebiste algo más cuando estuvimos juntos?
—Cuando estamos juntos, olvido hasta cómo respirar. ¿Cómo quieres que recuerde todo lo que bebí?
Hoseok resopla por segunda vez, cruzándose de brazos.
Namjoon observa a su amigo, pidiéndole con la mirada un poco de paciencia. Sólo intenta obtener la mayor información posible, aunque tenga que tolerar las continuas insinuaciones del hombre enfrente suyo.
—Jackson, por favor. Es importante.
—De acuerdo, de acuerdo.— Suspira cerrando brevemente los ojos. —Cuando te vi, justo acababa de llegar a la premiación. No tuve tiempo de tomar nada más. Solo bebí tu copa de vino. La otra que dejaste en la mesa del salón, la lancé contra el suelo cuando te fuiste corriendo tras tu querido amigo con labios de muñeca— pronuncia con cierto desdén. —Casi lo olvido, mi hermano Mark me pidió su teléfono. ¿Lo tienes, no? Sé que odias las relaciones serias y no sueles repetir noche con la misma persona, así que si no puedes quitártelo de encima, Mark puede ser una buena opción.
—Céntrate por favor, Jackson. ¿Estás seguro que no bebiste nada más?
—Seguro. Después de eso, fui a sentarme en mi sitio reservado en el evento y salí de allí después de la espectacular caída de tu amigo en el escenario. Vaya show, por cierto.— Intenta aparentar contener la risa, ocultando la boca con su mano. Observa la mirada seria de Namjoon y tose un par de veces, antes de continuar su relato. —Llegué a casa cansado y una hora después empecé a sentirme mal. Como en la premiación te encontré cerca de la barra del bar, pensé que habrías bebido más que yo. Pero ya veo que no.— Revisa con la mirada de arriba a abajo la figura del peligris. —Me alegra ver que tu hermoso cuerpo sigue intacto.
Hoseok tose un par de veces, golpeando repetidamente la suela del zapato sobre el suelo, perdiendo la poca paciencia que le queda.
—Lamento que tuvieras que pasar por esto, Jackson. Espero encontrar pronto al causante.— dice con sinceridad el detective.
—Sé que no era tu intención darme esa copa. No te preocupes.— El rubio sonríe, dirigiendo su mirada hacia la mesita cerca a su cama. —Gracias por las flores, fue un lindo detalle.
—Lo siento. Yo no te mande flores.
—¿Ah, no? Pues la enfermera que me leyó la nota dijo que ponía tu nombre.
Namjoon se acerca hacia el adorno floral y recoge la tarjeta inscrita en ella.
"Cuidado con lo que bebe,
detective Kim Namjoon"
Las flores eran un mensaje directamente hacia él. Quien fuera que estuviera detrás de las amenazas a Seokjin, ahora estaba también detrás suyo.
—Me llevaré la tarjeta. ¿De acuerdo? Debo irme ahora.
—Ok. Gracias por venir a verme. ¡Ah! No olvides darme el teléfono de tu amigo. Mark me visitó esta mañana y no hizo más que preguntarme por él. Ni si quiera me preguntó cómo estaba yo. ¿Puedes creerlo? ¡Es increíble! No sé que tiene ese tipo. Yo soy más bonito que él.
Hoseok vuelve a resoplar, por tercera vez en la tarde.
—Dile a tu hermano Mark que se olvide de Seokjin. Ya está saliendo con alguien.
—¡Que bien! Por fin te lo quitaste de encima.
—Está saliendo conmigo.
El rubio se queda boquiabierto. Sólo se escucha el sonido de unas risas ahogadas que Hoseok intenta contener.
—Pero... ¡Pero si tu nunca sales con nadie! Siempre me dijiste que odiabas los compromisos.
—Siempre hay una primera vez, Jackson. En fin. Debo irme. Espero que mejores pronto.
Namjoon se dirige hacia la puerta de la habitación, seguido por Hoseok que camina de espaldas, sin perder de vista al estupefacto hombre sobre la cama. Hoseok da un par de pasos, mientras encoge los hombros y lleva los brazos flexionados a los lados, con las palmas de las manos hacia arriba, en señal de "Ni modo, es lo que hay".
Segundos después de salir, oyen desde el pasillo el estruendo de un jarrón de cristal al caer al suelo.
—Pobres flores— comenta el psiquiatra hacia su amigo, mientras continúan caminando. —Tu tóxico ya las hizo añicos. Los celos lo deben estar matando. Espero que tu amado escritor no tenga el mismo temperamento.
—¿Seokjin? No, no. Ni hablar. Tiene carácter en los momentos justos, pero jamás llegaría a esos extremos.
—Realmente es admirable. Imagino que él debe saber que viniste a ver a Jackson, aún sabiendo el pasado que hubo entre ustedes dos. Es como si hubieras venido a visitar a un exnovio y aún así se quedó tranquilo. Mi esposa en la misma situación me hubiera montado una escena de celos digna de un Óscar y no me hubiera hablado en una semana. Ja,ja,ja.
—¿Celos?— pronuncia con ojos brillantes y una gran sonrisa formándose en sus labios. —¿Entonces era ése el motivo de su enfado de hoy? Mi Seokjinnie... ¿Está celoso?
—Uh... hermano... Te falta aprender mucho sobre las relaciones— dice Hoseok, dando un par de palmadas sobre el hombro de su amigo. —Espera. ¿Estás sonriendo? Definitivamente ya estás perdido por él. Ve, ve. Corre a ver a tu querida fiera antes que te deje dormir en el sofá. Lo digo por experiencia.
Namjoon le sonríe de nuevo y corre hacia la salida, agitando su mano en despedida antes de cruzar las puertas automáticas del hospital.
Conduce su amada motocicleta de regreso a casa, mientras emite ligeras risitas y no puede dejar de murmurar para si mismo.
"Celoso... Mi Seokjinnie está celoso"
Arrastrando sus pies por la cocina, Seokjin termina de recoger los envases del almuerzo, que por la hora parecería ya casi la cena, juntando todo y vertiéndolo al cubo de basura.
Cae derrotado nuevamente en la silla del comedor, dejando caer su cabeza sobre la mesa. Mira en el reloj de la pared que son casi las siete de la tarde.
Ni si quiera tuvo ganas de comer una sola cucharada de helado. Namjoon se fue hace una hora y la casa se le hace grande. Tan grande que sólo se oye su respiración en todo el lugar.
Comienza extrañar su risa. El sonido de sus pasos por la casa. Su grave voz llamándolo desde el salón. Sus besos traviesos por su cuello cuando lo sorprende de espaldas. Sus fuertes manos recorriendo su piel.
Sólo ha pasado una hora... pero se ha vuelto totalmente dependiente a su presencia.
El talante y la osada actitud que tenía hace unos momentos se fue desvaneciendo y ahora solo queda un sentimiento mezclado entre celos, pena y vergüenza.
Ni cuando estuvo con Kevin tuvo tal actitud. Siempre vio sus fotos en las revistas, incluso posando sugerente con otros modelos, llevando poca ropa encima y jamás se sintió de esa manera. Los celos lo habían cegado y se comportó frente al peligris como un niño a quien le acaban de quitar su juguete nuevo.
¿Y se supone que es él quien tiene que enseñarle a Namjoon sobre las relaciones formales?
¡Vaya ejemplo!
Seguramente Namjoon debe de estar odiando su conducta infantil en estos momentos.
Quizá esté tan enfadado que no quiera regresar.
Seokjin golpea su frente un par de veces sobre la mesa y suspira apesadumbrado.
Gira su cabeza hacia un costado y repara en la bolsa de papel sobre la encimera de la cocina. Sabe muy bien lo que hay dentro. Dulce vino.
Ah... el alcohol.
Qué bien le vendría ahora una copa.
Tal vez le ayude a pensar mejor... Y a olvidar su tonto comportamiento.
Se pone de pie e intenta recoger la botella, pero su mano choca con otro objeto dentro de la bolsa, junto a una nota.
"Para sus ejercicios en el nido
~ Kookie~"
Seokjin toma el suave objeto con ambas manos y sonríe avergonzado. Se lo coloca en la cabeza y corre hacia el pasillo para ver como le queda puesto.
Ríe mucho más aún, al ver su reflejo en el espejo de la entrada.
Las suaves y peludas orejas de lobo se cuelan entre las hebras de su cabello desordenado. Curiosamente el pelaje de las mismas es muy parecido al color de su cabello.
Se ve tan gracioso con ellas puestas, tanto que pareciera real.
Jungkook no había perdido detalle al entrar en su habitación esta tarde. Notó con facilidad el nido recreado sobre la alfombra, similar al de sus historias.
¿Debería decirle que compre también unas orejas grises?
Vuelve a mirarse en el espejo y se ruboriza notablemente. Le daría pena usar algo así frente a Namjoon. Aún se están conociendo y no sabe que tipos de juegos podrían gustarle o no.
De repente se siente inseguro e inexperto. Es como si cada cosa con el peligris fuera como una primera vez.
Quizá no use frente a él la curiosa diadema, pero podría servirle de inspiración para el próximo capítulo de su obra.
Llevando las graciosas orejitas puestas, se dirige a la cocina y se lleva la botella de vino junto a una copa cristal, caminando con ellas hacia su habitación.
Se dispone a cambiarse de ropa para sentirse más cómodo. Su vista recae en la sudadera de Namjoon sobre la alfombra y decide ponérsela, encontrando agradable el olor del perfume de tonos amaderados que emana de ella. La prenda le queda grande y le cubre casi hasta los muslos, haciendo imperceptibles los cortos pantalones de pijama que viste.
Se tiende sobre su cama boca abajo y con los codos apoyados en la manta, comienza a teclear sobre su laptop las nuevas frases que va plasmando en su libro, bebiendo de vez en cuando del vino que ha dejado sobre una pequeña mesita cercana.
Comienza escribiendo lentamente, pero entre copa y copa, las palabras fluyen como manantiales de su mente.
Al beber la quinta copa, se da cuenta de las incoherencias que escribe y se ríe tontamente de las palabras que va redactando...
"El lobo azabache voló por los aires con sus grandes alas y aterrizó en el enorme lago, haciendo que el agua se abriera a su paso, como hizo Noé en el mar rojo. Y los animales subieron a su cueva de dos en dos."
Espera... ¿Noé? ¿No era Moisés?
¿De donde le salieron alas al lobo?
Sonoras carcajadas del escritor se oyen por toda la habitación. Le parece ver las letras bailar sobre el teclado y deja la copa a medio terminar sobre la mesa.
Oye el ruido de la puerta de entrada abrirse y se levanta rápidamente de la cama. Corre contento a tropiezos por el pasillo, cual cachorro ante la llegada de su amo.
—¡Namjoonnieeee! ¡Namjoonnieeee!
Baja de prisa las escaleras y termina resbalando sobre ellas. El vino le hace perder la estabilidad en sus pasos, pero es atrapado por unos fuertes brazos que evitan su caída.
El peligris denota el olor a alcohol en el castaño y sonríe, besando su frente.
—Cariño, te dije que no volvieras a beber si no estaba cerca. Podrías haberte hecho daño.
—¡Namjoonnie ha venido!— Seokjin se recompone sobre sus brazos y acaricia la bronceada mejilla. Enseguida toda su alegría parece desvanecerse. —Pero... Namjoonnie ya no quiere estar conmigo— habla el escritor en tono lastimero.
—¿De qué hablas, bebé? Claro que quiero estar contigo. ¿Qué te hace pensar eso?
—Namjoonnie... se fue a ver a Jackson. Namjoonnie ya no quiere estar conmigo
—Lo siento, cariño. No me di cuenta que podría afectarte. Sabes que fui a verlo sólo para averiguar lo que sucedió ayer. Prometo ser más cuidadoso la próxima vez. No hay lugar en el mundo donde quisiera estar si no es contigo.
Seokjin sonríe travieso, satisfecho con la respuesta del peligris. Se trepa sobre el fornido cuerpo, sosteniéndose con las piernas de la cintura del detective. Lo siente subir las escaleras con él a cuestas. Lleva su rostro al moreno cuello y comienza a olisquear sobre él, repartiendo pequeños y húmedos besos.
—Sigues oliendo a mí, alfa.
Namjoon le sonríe con dulzura. Le gusta el carácter de su omega salvaje y dominante, pero esta nueva faceta suya, tan dócil, sumisa y juguetona también le encanta. Adora ir descubriendo nuevas cosas sobre el escritor.
Observa las lindas orejas peludas en su cabeza y le causan infinita ternura. Siente ligeras mordidas en su piel y vuelve a sonreír.
—¿Estás marcando tu territorio, pequeño lobito?
—¡Soy un lobo feroz!
—No lo dudo, cariño.
Lo lleva hasta la habitación, disfrutando de su dulce fragancia y de sus brazos alrededor de su cuello. Lo sostiene de los suaves muslos, siendo ya casi usual hacerlo y no puede negar que le encanta tenerlo así.
Deja un suave beso sobre la rosada marca en su cuello antes de sentarlo a la orilla de la cama. Acomoda las cosas esparcidas sobre ella. Pone a un lado el laptop y mueve de lugar el vino y la copa para que el escritor evite hacerse daño.
Observa que Seokjin lleva puesta su sudadera y se siente complacido al verlo llevar algo suyo. Una grata sensación le invade al saber que toda la tarde llevó su aroma sobre él, que añoraba su presencia, tanto como él lo hacía.
Mueve las sábanas y le indica con un ligero movimiento que se acomode dentro de ellas.
El castaño niega con la cabeza y se cruza de brazos, manteniendo un ligero mohín en los mullidos labios.
Namjoon sonríe ante su testarudo y tierno lobo.
—Debes descansar, fierecilla. Haz bebido demasiado— pronuncia, viendo la botella de vino casi a la mitad.
Seokjin se pone de pie y se tambalea al dar un par de pasos por la habitación. Cae torpemente sentado en la mitad de la alfombra, cruzándose nuevamente de brazos.
—Tu omega quiere dormir aquí.
—¿No estarías más cómodo en la cama?
—Nop, nop. Tu omega quiere dormir aquí... contigo.
Namjoon bufa y ríe al escuchar las palabras de Seokjin. Podría parecerle infantil, pero le es sumamente adorable verlo así. Lo observa durante unos segundos, con una gran sonrisa en los labios, intentando grabar en su mente la imagen de su hermoso cachorro, que intenta convencerlo con curiosos y lindos gestos.
Quiere ser el único que pueda verlo de esa forma.
Tierno, dulce y caprichoso.
Pero suyo.
Completamente suyo.
Suspira rendido y se quita la chaqueta, dejándola a un lado de la cama. Coge una manta que reposa a los pies de la misma y camina descalzo hacia la alfombra. Se acomoda al lado de Seokjin y deja su cuerpo descansar en el tapiz, posando sus grises cabellos sobre unos cojines del nido. Extiende su brazo y le hace un gesto para que se acueste junto a él.
Seokjin sonríe triunfante y gustoso. Acomoda su cabeza en el fuerte hombro, dejando sus manos reposar sobre los marcados músculos del pecho del peligris, por encima de su camiseta.
Repentinamente se incorpora y se coloca con torpeza sobre el fuerte cuerpo. Se sienta sobre la cintura del moreno, apoyando las manos sobre su trabajado vientre y bajándolas tentadoramente hacia la hebilla del cinturón de sus jeans, clavando una mirada ansiosa sobre el detective.
Namjoon lo observa con cariño. Detiene sus manos y se sienta sobre la alfombra, manteniendo al castaño sobre él. Acaricia los castaños cabellos y las esponjosas orejitas que sobresalen de sus desordenados mechones.
—Estás ebrio, lobito— le dice afectuosamente. —No tienes idea de cuánto me provocas viéndote así. Pero la próxima vez que estemos juntos, quiero que estés consciente de todo lo que haremos y que recuerdes cada detalle de todo lo que te haré.— Seokjin hace una dulce mueca de disgusto y forma un puchero con sus labios que a Namjoon le es imposible no besar. Deja unos suaves besos sobre su boca, acunando su rostro con sus grandes manos. —Pero desde hoy te aviso,— susurra muy cerca de sus labios —que si yo alguna vez me encuentro en el mismo estado que tú, tienes mi total permiso para hacer de tu alfa lo que desees.
Sus gentiles manos acogen a Seokjin de la espalda y lo recuesta nuevamente sobre las mullidas almohadas del nido, arropándolo con la manta.
—¿Puedo... intentar convencerte, Nammie?—pregunta el tierno cachorro.
Namjoon deja un último beso sobre su roja y dulce boca antes de agregar. —Será mejor que descanses esta noche, bonito, porque la próxima vez, el lobo feroz seré yo.
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