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19. Fiera celosa


Suaves besos se sienten en la fina piel de su cuello.
 
Acostado de medio lado sobre la alfombra, Seokjin entreabre con pereza uno de sus castaños ojos y sonríe encantado al sentir el calor del cuerpo tras su espalda y grandes manos acariciando su cintura, colándose sutiles por debajo de la ligera prenda que lleva puesta.
 
No tiene idea de que hora debe ser, pero oye rugir el estómago del peligris.
 
—¿Tienes hambre?— pregunta risueño.
 
—Si. De ti.
 
—¿Eh? No, no, no. Hoy no pediré nada para el almuerzo. Te toca cocinar a ti. No vas a librarte tan fácilmente del castigo, Namjoonie.
 
—¿Puedo intentar convencerte?— pregunta sugerente, mientras da pequeños besos camino a su oreja.
 
—Nam...
 
El teléfono del escritor comienza a vibrar en algún lugar de la habitación.
 
Seokjin intenta levantarse de la alfombra, pero unas ágiles manos vuelven a apresarlo junto al fuerte cuerpo. La caliente respiración se siente nuevamente hormiguear en su cuello.
 
—Solo quédate así, cinco minutos más— susurra Namjoon con ronca voz en su suave refugio. Siembra nuevos besos sobre la rosada marca dejada por sus dientes anoche y aspira embelesado la azucarada fragancia de su piel. —Tu aroma me fascina. Podría quedarme así para siempre.
 
Complacido, Seokjin sonríe al escuchar sus palabras. Pasea sus delgados dedos sobre las manos morenas que acogen y abrazan suavemente su silueta.
 
—¿Sabes? Los alfas de mis historias suelen parecerse a ti al dia siguiente de marcar a sus omegas. Comienzo a pensar que haz leído alguno de mis libros.
 
—Confieso que leí un resumen de uno de ellos, ya que venía en los informes de la investigación. Pero carece de detalles interesantes sobre el comportamiento de los alfas que me gustaría saber. Cuando termine de revisar algunos expedientes, estaré encantado de leer una de tus obras.— Respira nuevamente su dulce olor, paseando su nariz por la blanca piel de sus hombros. —Y también tengo otra cosa que confesarte...— agrega en tono travieso, ocultando su rostro detrás de la espalda de Seokjin y soltando pequeñas risitas. —Rompí la espátula ayer mientras cocinaba.
 
—Oh, Nam.
 
El teléfono vuelve a vibrar y esta vez Namjoon deja escapar a Seokjin de la confortable prisión de sus brazos.
 
El escritor contesta, extrañado de ver varias llamadas perdidas de su asistente y de no tener registrado el número del que le están llamando ahora.
 
—¿Hola?... Si, Soy Kim Seokjin... ¿Namjoon? Él está bien... Sí, yo también estoy bien... De acuerdo, se lo diré... Lo entiendo. No te preocupes... Ok. Gracias por avisarnos.— Cuelga, manteniendo una rara mirada sobre el peligris.
 
—¿Era Jungkook?
 
—No. Era Jung Hoseok. Dice ser amigo tuyo— confirma acercándose al detective y arrodillándose en la alfombra.
 
—¿Hobi? ¿Por qué te ha llamado a ti? ¿Cómo tiene tu número?
 
—Conoce a Jungkook y hace unos días le comentó que trabaja también contigo. Dijo que casi tuvo que amenazarlo para obtener mi teléfono. Estaba preocupado por ti, porque lleva llamándote desde ayer. Jackson está ingresado en el hospital por intoxicación, al parecer por algo que bebió en los premios Yi-Sang. Él le dijo que ambos bebieron juntos y tu amigo temía que estuvieses en el mismo estado que él.
 
—¿Intoxicado?— Namjoon se sorprende y se sienta sobre el tapiz con rapidez, quedando enfrente del castaño. —Yo... Yo no recuerdo haber bebido nada. Es cierto que recogí las copas que me ofreció un camarero, pero me distraje y Jackson tomó una de ellas y la bebió.— El silencio reina por unos segundos, el detective intentado encajar todas las escenas en su memoria. —La bandeja del camarero sólo llevaba dos copas. Yo iba camino a la barra y él irrumpió mi paso para ofrecérmelas.— La angustia se apodera de su mirada y con su manos golpea la alfombra con rabia contenida. —¡Maldición, Seokjin! ¡Esas copas eran para nosotros! Yo... Yo iba a dártela. ¡Me las ofrecieron adrede! ¡Querían hacerte daño! ¡No me lo hubiera perdonado jamás! Yo podría haberte envenenado. Yo...
 
—Nammie... Tranquilo...— Seokjin acaricia los grises cabellos y lleva la cabeza del moreno hacia su propio cuello, donde siente su agitada respiración calmarse poco a poco. — Estoy bien. Estoy aquí, contigo.
 
El peligris, un poco más sereno, aparta su rostro del cálido refugio y se queda mirando unos minutos los hermosos ojos color miel y unos labios que le sonríen con ternura.
 
Posa su mano en la blanca mejilla y lo ve cerrar los ojos ante su toque, mostrando las oscuras pestañas sobre sus finos pómulos. Sus desordenados cabellos castaños realzan sus facciones, viéndolo aún más bello que ayer .
 
—Cariño,— pronuncia acariciando la mejilla suavemente con su pulgar —siento no haber estado más atento. Preferiría haber bebido yo de aquella copa antes de que te hubiera ocurrido algo a tí.
 
Seokjin esboza una suave sonrisa. Esta vez porque no le apena saber cuán claras se muestran las decisiones en su mente. Porque sabe que sus palabras son reales y no hubiera dudado de ellas en ningún momento.
 
—Y yo hubiera preferido beberla por tí.
 
 
 

 
 
Ruidos se oyen desde el salón de casa y unos agitados pasos suben corriendo por las escaleras.
 
Jungkook entra desesperado a la habitación y observa a los dos hombres, uno frente al otro, sentados en la alfombra.
 
Su ojos vidriosos estallan en cataratas de agua. Corre hacia ambos, abrazándolos y llorando como un niño.
 
Namjoon se queda quieto, asombrado, sin entender la reacción del pelinegro. Seokjin lo mira y le sonríe, dando pequeñas palmaditas en la espalda a su asistente.
 
—Hey... Estamos bien. No bebimos nada en el evento. Todo está bien, Kook.
 
—Estoy... tan feliz de verlos bien, Hyungs... estaba muy preocupado— afirma Jungkook entre sollozos. —Hoseok me avisó... Yo les llamé muchas veces, toda la noche... creí... creí que los encontraría desmayados o algo peor... Creí...
 
El asistente se incorpora sobre la alfombra, mirando a ambos hombres y limpiando sus lágrimas con las mangas de su negro jersey.
 
Repentinamente cae en cuenta de los ropajes que llevan ambos y sonríe levemente, aún con lágrimas en los ojos.
 
Mira a Namjoon con el torso desnudo, llevando sólo unos pantalones cortos con estampado de pequeñas ovejitas. Seokjin no lleva pantalones, a cambio luce una larga y ligera camisa que lo cubre hasta los muslos. Por el tamaño sabe que no es suya. Centra su atención en la prenda que se encuentra rota por una de las mangas y por el lado derecho donde también le faltan varios botones.
 
—Bonitos pantalones Namjoon-Hyung— afirma Jungkook, riendo esta vez, toda preocupación desapareciendo de su rostro con las últimas lágrimas que ahora parecen ser de alegría. —Creo que acabo de ver en la cocina la otra parte del pijama que perdió.
 
Namjoon se ruboriza y arruga las cejas, una cara graciosa entre enfado y vergüenza.
 
Seokjin comienza a reír a carcajadas al verlo. Se le hace adorable ver su ceñudo rostro, mientras se le marca un hoyuelo y empuja levemente la lengua contra su mejilla.
 
—Ya veo que estuve toda la noche preocupado por nada— dice el asistente, terminado de reír y poniéndose de pie. No pierde de vista los objetos alrededor del tapiz, la cama intacta y la inusual marca en el cuello de su jefe. —Yo llorando y ustedes pasándosela bien en su pequeña fiesta particular. Qué injusticia.— habla con fingida indignación.
 
—Gracias por preocuparte por nosotros Jungkookie. Te regalaré mi última saga de libros, autografiada en cada tomo.
 
—¡OHHHH! ¿Es en serio?— Seokjin asiente con una gran sonrisa. —¡Siiiiiiiiii!— exclama Jungkook, alzando los brazos en júbilo.— Este pequeño momento de mi vida se llama felicidad. ¡Gracias Hyung! Bueno, iré a comprarles algo de almorzar. Son casi las tres de la tarde.— Antes de salir, cae en cuenta del marco roto del umbral y se queda mirando el mismo con extrañeza. —Jefe-nim, ¿Envío a alguien a reparar esta puerta?
 
—¡NOOOOOO!— gritan ambos al unísono.
 
Seokjin vuelve a reír y Namjoon vuelve a sonrojarse.
 
—Nos gusta que esté abierta— afirma finalmente el escritor.
 
—Ajam... Ooook, Hyungs.— Jungkook camina de espaldas con gracia —Algo me dice que mis castos oídos no están preparados aún para escuchar los motivos. Regresaré en una hora. Lo digo por si quieren seguir realizando sus "ejercicios"— pronuncia la última palabra simulando comillas con los dedos. Recibe un almohadazo en la espalda, lanzado por Namjoon y sale riendo de la habitación. Se escuchan sus ágiles pasos correr por la casa y el sonido de la puerta de entrada al cerrarse.
 
Los dos hombres se ponen de pie sobre la alfombra, viendo el desorden alrededor. 
 
—Arreglaré tu nido mientras te das una ducha. Luego me ducharé yo— dice el peligris poniendo las manos en su propia cintura, mirando el desastre de almohadas, ropa y peluches dispersos por todos lados.
 
Seokjin asiente y se sonroja al oír la palabra "nido". Anoche fue como un sueño. Una de sus más grandes fantasías hecha realidad. Y tener a su lado al causante no aminora las ganas que tiene de volver a sentirlo sobre su piel.
 
¿Sería demasiado pronto sugerirlo?
 
¿En que demonios está pensando?
 
¿Acaso está tan necesitado?
 
Estuvo perfectamente bien todo este tiempo sin ningún encuentro íntimo. Y no por falta de oportunidades. Simplemente se dio el lujo de rechazar cualquier posible situación, incluso de varios artistas, cantantes y actores importantes de la farándula estadounidense.
 
Así que sólo tiene que concentrarse y dejar de pensar en banalidades. Todo no puede basarse en el sexo ¿No?
 
Además, prometió a Namjoon enseñarle sobre cómo es una relación formal. Quiere que pueda notar la diferencia entre los comunes encuentros del peligris y lo que existe entre ellos dos. Y eso no puede basarse sólo en un instinto carnal.
 
Autocontrol... Autocontrol... Eso es.
 
Camina un par de pasos hacia el cuarto de baño y cierra la puerta. Recuesta su espalda en la misma y cierra las ojos.
 
Respira. Inspira.
 
Vuelve a respirar.
 
Y le parece sentir unos labios en su cuello y unas fuertes manos acariciando sus finas caderas.
 
¿Por cuánto tiempo podrá resistir la tentación de lanzarse al hombre que recorre su casa casi semidesnudo?
 
"Podríamos bañarnos juntos y después arreglar el nido", imagina susurrar al peligris casi sobre su oreja.
 
Maldito y sexy alfa.
 
Maldita imaginación de escritor.
 
 
 

 
 
Deliciosos muslitos de pollo frito, arroz y rollitos de verduras al vapor. Helado de algodón, cervezas y una botella de vino dulce, completan el menú.
 
Jungkook trajo el almuerzo y se fue pronto, ya que tenía que terminar un proyecto de la universidad.
 
El asistente les dijo que le costó mucho encontrar helado de algodón de azúcar, pero sabía que le encantaría al escritor.
 
¿Que, por qué compró helado?
 
Porque dijo que encontró el envase en la cocina y el helado derretido sobre el suelo. Supuso que querrían más, sea para lo que sea que lo hubieran utilizado.
 
¿Y, por qué compró vino?
 
Para que brinden, sea lo que sea que estuvieran celebrando anoche.
 
Jungkook es un chico muy listo.
 
Adorable y encantador.
 
 
Seokjin devora gustoso todo lo que sus ojos ven sobre la mesa, haciendo pequeños soniditos de satisfacción entre bocado y bocado.
 
El peligris solo se dedica a contemplarlo, apoyando la mejilla sobre la palma de su mano, con una sonrisa boba en sus labios e incluso olvidándose de comer algunas veces. De vez en cuando acerca a su esponjosa boca algunos rollitos de su plato y el castaño lo recibe encantado.
 
No puede quitar sus ojos de él. Como si sus azules orbes no quisieran ver ya nada más. Cautivados por la nueva luz que desprende su mirada, preciosas pupilas de las que quisiera ser por siempre prisionero.
 
Siendo un marinero sin puerto, guiado por la dulce brisa de su perfume, ha encontrado por fin en el universo de su piel un lugar donde varar su ancla y dejar de navegar.
 
Las mejillas llenas, su fino rostro sin gota alguna de maquillaje, el cabello húmedo y despeinado, algunas partículas de arroz en los rojos labios. Y aún así, lo sigue viendo hermoso.
 
Seguramente Hoseok se reiría del peligris al verlo así. Don "Prefiero los encuentros sin compromisos" está enamorado.
 
Pero tiene miedo.
 
Miedo de equivocarse.
 
Observa a Seokjin comer, pero su mente va mucho más allá. Quiere protegerlo del mundo, abrazarlo, mimarlo, escuchar sus relatos, besarlo, poseerlo, hacerlo suyo de nuevo... quiere todo de él. Y no sabe si es normal sentir todo eso al mismo tiempo cada vez que lo ve.
 
Y si se lo dice...
 
¿Estará agobiándolo?
 
¿Será demasiado insistente?
 
¿Dónde está el límite?
 
Las relaciones deberían venir con un manual de instrucciones. Quizás así sabría qué hacer en cada paso.
 
No quiere hostigarlo. Quiere aprender a ser una buena compañía para Seokjin. Ser lo que necesita en realidad.
 
¿Y qué necesita Seokjin?
 
Puede que lo que necesite ahora sea espacio. Su propio tiempo para asimilar las cosas que han sucedido y tranquilidad para escribir sus libros.
 
Dejarlo un momento a solas, sin tener las manos del peligris constantemente sobre él, debería ser lo correcto.
 
—Bonito, saldré al hospital para ver a Jackson. No tardaré mucho. ¿De acuerdo?
 
El castaño termina de comer el último trozo de pollo y pasa la lengua por su labio inferior, mordiendo ligeramente.
 
¿Dijo Jackson? Oh, claro. Está enfermo por la bebida. Pero, ¿Por qué tiene que ir a verlo? ¿Acaso es su obligación? Bueno, es su amigo ¿No? Un amigo con el que se acostó. Pero es parte del pasado ¿Por qué tendría que preocuparse? Ir a verlo es lo normal. ¿No? Y parte de su trabajo también, ya que ellos pudieron haber bebido el vino de igual forma y encontrarse en peor estado. ¿Entonces, por qué siente una punzada en el pecho al escuchar que irá a ver a otra persona? ¿Acaban de estar juntos y va en busca de otro? ¿Por qué simplemente no se queda junto a él? ¿Pensar todo eso es normal? ¿Son celos?
 
Namjoon lo observa arrugar levemente las cejas. ¿Está enfadado? ¿Ha dicho algo malo?
 
—Ok— finalmente dice el castaño. —No te preocupes por mí. Aprovecharé en escribir un par de líneas de mi obra. Tómate tu tiempo.
 
El detective alza una de sus cejas, el tono indiferente de su voz no pasando desapercibido a sus oídos. Intenta darle con los palillos otro rollito de su plato y el castaño interpone su mano.
 
—No, gracias. Estoy lleno.
 
Definitivamente algo anda mal. ¿Será que no le gusta quedarse solo?
 
—¿Quieres que llame a Jungkook para que se quede contigo?
 
—No es necesario, Namjoon. Puedo estar solo perfectamente.
 
"Namjoon".
 
¿Donde quedó el Nam? ¿Nammie? ¿Namjoonie?
 
El detective se levanta de la mesa, recoge su plato y lo deja en el lavavajillas. Antes de salir por la puerta de la cocina, da un par de pasos hacia al castaño, observando el pequeño mohín de sus labios. Deja un beso en su sien y le asegura que no tardará.
 
Sólo obtiene del novelista un pequeño asentimiento de cabeza, sin verlo a los ojos, mientras parece darle vueltas con la cucharilla al envase de helado del que aún no prueba bocado.
 
Suspira.
 
Demonios.
 
Sabe que el horario de visitas en el hospital es limitado y se le hace tarde. Tiene que irse pronto si quiere hablar con Jackson y poder obtener más pistas sobre lo que está sucediendo. Cuando regrese, ya tendrá tiempo de averiguar sobre lo que sucede por la hermosa cabecita del escritor.
 
 
 

 
 
—¡Voy a matarte!
 
—Gracias Hobi. Yo también te quiero.— Dice tranquilamente el peligris al abrirse paso por los pasillos del hospital y llegar hasta su amigo.
 
—¿Tienes idea de cuántas veces te he llamado?
 
Namjoon revisa su teléfono en el bolsillo.
 
—Cuarenta y dos veces.
 
—Un día de estos me dará un infarto por tu culpa.— afirma, llevándose una mano al pecho.
 
Namjoon sonríe al ver la rojiza y exagerada cara de preocupación de Hoseok.
 
—Ok. Lo siento, lo siento. Anoche estuve... ocupado.
 
—Si. Lo supuse. ¿Ese tal Kim Seokjin, el jefe de Jungkook, es tu nuevo "caso" de turno?
 
—Bueno, hay dos cosas que deberías saber antes. Primero, no siento que sea algo de turno. Es algo... diferente. Algo especial.
 
—¿Algo especial? ¿Es de quien me hablaste por teléfono la última vez? ¿El que te hizo olvidar el día de tu príncipe de las ballenas?
 
—Si. El mismo. Hay algo en él que me atrae cada vez más y no estoy hablando sólo de sexo. Incluso ahora mismo no hago más que pensar en qué estará haciendo y en lo mucho que quiero regresar pronto a su lado. Desde que salí de su departamento, estoy conteniendo la ganas que tengo de llamarle sólo para escuchar su voz. Me siento tonto de sólo pensarlo.
 
—¡Oh por Dios! ¡El señor Kim se ha enamorado! Pensé que no viviría para ver este momento ¡Déjame darte un abrazo!
 
Namjoon ríe avergonzado por las palabras de su amigo, mientras siente sus brazos apretarle con fuerza y separarse segundos después para seguir escuchándolo.
 
—Y bueno, lo segundo que deberías saber es que Seokjin es algo así también como mi jefe. Es mi caso real, tengo a cargo una investigación suya.
 
—¿Qué pasó con tu norma de no mezclar trabajo con asuntos personales? ¿Ya olvidaste lo que pasó con Jimin?
 
—Hobi, no me lo recuerdes.— La sonrisa desaparece por completo de sus labios. —Sabes bien que aquel día todo fue un malentendido. Siempre supe que Jimin tenía sentimientos hacia mí, pero yo nunca hubiera podido corresponderle. No como él hubiera querido. Jamás podría haber tenido algún lío casual con él. Era uno de mis mejores amigos.— El peligris suspira recordando el pasado. —El día que Jimin intentó besarme a la salida del trabajo, justo una semana antes de la fatal misión, Yoongi nos vio y fue uno de los peores días de mi vida. Siempre supe que Yoon quería a Jimin en secreto. Nunca le dije nada para no lastimarlo. Pero todo salió mal. No quiso escucharme después de eso. Ese día perdí un hermano.
 
—No lo haz perdido, Nam.— Hoseok lo mira apenado por la situación de sus dos mejores amigos. —Conozco a Yoon desde el colegio. Yoongi, Sunhee y yo siempre fuimos buenos amigos. Él siempre me llama preguntando por ti. Incluso en los meses que estuviste en casa sin trabajar. Espero que algún día puedan aclararlo todo y recuperar esa amistad.
 
—Quizá sea demasiado tarde.
 
—Nunca es demasiado tarde.
 
Ambos se quedan en silencio. El bullicio de algunas enfermeras y doctores se oyen en el amplio lugar.
 
—En fin. ¿Cómo está Jackson?— pregunta el peligris metiendo las manos en los bolsillos de sus jeans.
 
—Tu querido tóxico está estable. Le hicieron un lavado gástrico. Por suerte no se filtró gran parte en su sistema sanguíneo.— Hoseok se gira y comienza a caminar por el pasillo, siendo seguido a la par por Namjoon. — Fue una coincidencia encontrarlo anoche en el hospital. Vine a ver a un colega y lo vi entrar a urgencias. Lo reconocí y me acerqué. No hacía más que preguntar por tí. Él creía que tú habías bebido más que él. ¿Salieron juntos?
 
—No. Lo encontré casualmente en un evento al que había acompañado a Seokjin. Supuestamente la copa que bebió Jackson iban destinada a nosotros. Seokjin es escritor y ha sido amenazado multitud de veces. Es el caso que tengo entre manos. Hay algo que se me escapa en todo esto y aún no sé qué es. Maldición. Sólo espero que pueda seguir protegiéndolo. Moriría si le pasara algo.
 
—Debes cuidarte, Nam. Ambos deben cuidarse— dice el doctor un tanto preocupado, dando ligeras palmadas en su espalda. —Pero mírate. Tienes un brillo especial cuando hablas de él. Vaya. Nunca pensé verte así. Parece que de verdad te importa el tal Seokjin. Espero tener algún día la oportunidad de conocer a la "fiera" que ha podido domar a mi hermano.
 
—Ja,ja,ja. Bro, te odiará si te oye decir eso. Sólo yo puedo llamarlo así.
 
—Uh. ¿En serio? Sin detalles por favor. No quiero saber ni recordar por qué le llamas de esa forma.
 
—A mi sí me gusta recordarlo.
 
—Basta. Ok, ok. Ya entendí que te trae babeando. Vamos a ver a Jackson antes que me pregunte por tí por décima vez en el día.
 
 
Al entrar en la diáfana habitación, ambos hombres dejan de hablar al ver que Jackson está dormido. Las pulcras paredes blancas, delicadas alfombras, finas sábanas, incluso la luz proveniente de la gran ventana del lugar, todo es diferente al resto de recintos del hospital. Una clara señal del poder del dinero en cualquier lugar que se precie.
 
Sin embargo, al detective no es lo que más le llama la atención. Su mirada azul se mantiene fija en la mesita, al lado de la cama donde reposan unas hermosas flores carmesí.
 
De nuevo, las flores inundan su mente de preguntas sin respuestas.
 
Azaleas rojas.

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