16. Ansiada melodía
Si sólo por un día
pudiera estar contigo,
si sólo por un día
pudiera sostener tus manos,
¿Puedes, por favor,
quedarte conmigo?
~Just one day~ (Bts)
Rodeado de numerosas y coloridas plantas en el gran jardín, los brillantes ojos del pequeño niño no podían dejar de ver las hermosas flores blancas frente a sus ojos, colocadas cuidadosamente en una maceta que el niño más alto sostenía entre sus manos.
—¿Son para mí?
—Sí, son Camelias. Mi abuela me ayudó a sembrarlas hace unas semanas. Las regaba y les cantaba todos los días. Hoy por fin han florecido. La he llamado Jjin-Jjin. ¿Crees que te dejen llevarla en el avión?
—No estoy seguro Namu... —pronunciaba el pequeño, denotando cierta tristeza en su voz. —Pero lo intentaré. ¿Y qué les cantabas?
—Una canción que siempre tararea mi abuela cuando cuida del jardín. Ella dice que le canta a las flores para que crezcan más hermosas.
—¿Me la cantas?
—Me da pena... No me la sé completa... Pero antes que te vayas, la aprenderé para tí, Jinnie.
—¿Al menos me puedes cantar una pequeña parte, por favooooooor?
El niño mayor suspiraba, rendido ante los preciosos ojos castaños del más pequeño que lo miraban con ilusión.
—Si sólo por un día
pudiera estar contigo,
sostendría tus manos
mientras contemplamos el sol.
El niño menor sonreía, recogiendo suavemente la mano del mayor y lo llevaba corriendo por las estrechas calles del pueblo hasta recorrer los pocos metros que separaban sus casas de la playa.
El atardecer iba cayendo y el sol no había terminado de ocultarse entre las naranjas aguas del mar de Yeosu.
El pequeño detenía sus pasos en la arena y sujetaba al mayor, entrelazando los dedos del más alto con los suyos, sonriéndole tiernamente.
—Estoy sosteniendo tus manos mientras contemplamos el sol. Tu canción es mágica, Namu. Hace florecer las Camelias y sus letras pueden convertirse en realidad.— Se ponía de puntitas y dejaba un dulce beso en la mejilla del más alto. Dulce por el último algodón de azúcar que acababa de comerse. —Gracias por las flores, esperaré ansioso poder escucharte cantar la canción completa.
El moreno niño se ruborizaba y le mostraba unos encantadores hoyuelos en el rostro.
—Te la cantaré en tu cumpleaños, Jinnie. Te lo prometo.
De pie en el pasillo cerca de las escaleras, Seokjin coloca delicadamente la corbata en el cuello ajeno, por encima de la blanca camisa que se ajusta perfectamente a cada músculo del cuerpo del peligris. Esta vez encargó a su asistente un traje azul para el detective, sólo por el placer de ver como quedaría a juego con sus hermosos ojos color del mar y sus cabellos grises impecablemente peinados hacia atrás.
Los lentes marrones de Namjoon completan la insuperable perspectiva de sus hermosas pupilas. A pesar de que parece parte de su vestimenta, esta vez las usa al tener la vista cansada después de haberse quedado hasta altas horas de la noche, al igual que los últimos días, revisando la documentación que le entregó el teniente Yoongi sobre los últimos datos investigados.
—Listo. Ha quedado perfecto— afirma el castaño, acomodando un prendedor en la solapa del traje. —Y yo, ¿Como me veo?
—Uhm... Creo que te falta algo.— denota el peligris mirando de pies a cabeza al escritor, viéndolo magnífico enfundado en el traje negro con un elegante detalle de encaje blanco simulando hojas en el lado derecho de la chaqueta, mientras finge pensar en algún punto que se le hubiera escapado al castaño.
El escritor frunce las cejas esperando la respuesta del peligris. Él es muy cuidadoso con su imagen. Incluso su estilista de esta mañana le aseguró que se veía perfecto.
—Te ves muy pálido— confirma finalmente el detective, actuando preocupado.
Sorprendido, Seokjin lleva ambas manos a sus mejillas y antes de que se girase a revisar su apariencia en el espejo, su rostro es detenido por la gentil mano del peligris. Sus dedos sosteniendo su barbilla y llevando sus labios hacia los suyos. Deja un suave beso en sus esponjosos belfos y le complace oír al castaño soltar pequeños suspiros de satisfacción. Sonríe antes de separar su boca de la ajena y lo observa muy de cerca, no perdiendo detalle de sus preciosas pestañas y su tez sonrojada.
—Ahora sí, te ves perfecto.
Seokjin abre sus párpados, quedándose perdido unos segundos en la profunda mirada azul del detective.
—Me gustan tus ojos,— afirma sonriendo el castaño —porque en ellos puedo ver mi hermoso reflejo.
Namjoon bufa divertido. —Ven aquí, presumido. ¿Necesitas un castigo?— pregunta sugerente antes de sostenerlo de la espalda y acercarlo a su fornido cuerpo. Vuelve a besarlo, esta vez con más ímpetu y coloca una de sus manos en la fina cintura de Seokjin, dando suaves masajes con su pulgar sobre la tela del traje, imaginando la exquisita sensación que sería tener la tersa piel bajo sus dedos.
—¡¿SE PUEDE ENTRAR O CIERRO LOS OJOS DE NUEVO?!— grita Jungkook desde la puerta del departamento.
Namjoon emite un ligero gruñido de disgusto y Seokjin ríe, aún sobre su boca, mordiendo ligeramente el labio inferior contrario antes de finalizar el beso.
Se separa del moreno y camina hacia la entrada de casa para recibir a su asistente, que lleva una gran maceta con hermosas flores entre sus brazos.
—Gracias, Jungkookie. Puedes dejarla cerca de la ventana, junto al bonsái de Namjoon.
El detective entra en el salón y observa las blancas flores en manos del ayudante.
—¿Camelias?— pregunta el peligris.
—Sí, son mis flores favoritas. Pedí a Jungkook que me las trajera. Pensé que sería un buen regalo para acompañar a Jjin-Jjin.
—Gracias. Son hermosas. Es también una de mis favoritas. ¿Sabes lo que significan las Camelias blancas?
—No sabía que tuvieran significado.
—El lenguaje de las flores es muy extenso. Lo aprendí de niño. Significa amor inocente, puro y sincero. Son flores que se suelen regalar al primer amor.
Seokjin abre los ojos en sorpresa y sus labios se curvan en una ligera sonrisa. —Creo que ahora me gustan mucho más.— Se aproxima al detective y coloca una de sus manos en el duro pecho contrario, por sobre el traje, donde puede sentir sus fuertes y rápidos latidos como un dulce llamado.
—Creo que ahora me gustas mucho más.— confirma el peligris sin dejar de vislumbrar los preciosos ojos color miel.
Jungkook tose un par de veces y sonríe, rompiendo la burbuja creada por ambos hombres. —Siento no haber traído un violín para este mágico momento, Hyungs, pero el auto abajo nos espera.
El elegante Palacio de Hanok les da la bienvenida al llegar a la recepción de los premios Yi-Sang. Cuantiosos autos y celebridades se reúnen en la entrada, cruzando la alfombra roja, donde fans y periodistas esperan tomar la mejor foto.
Namjoon llegó antes al lugar, conduciendo el adorado Maserati del escritor y espera pacientemente a la entrada del palacio. Al ver llegar el auto del escritor, muestra una adorable sonrisa y lo espera al final de la alfombra. Seokjin se muestra afable y saluda a la gente de ambos lados, mientras cruza el sendero rojo junto a Jungkook.
Al terminar de cruzar la alfombra, se encuentra con Namjoon y ambos se sonríen antes de continuar caminando uno al lado del otro por los pasillos rodeados de gente de la prensa y celebridades. Llegan al gran patio central del palacio, adornado alrededor con hermosos jardines de flores rojas, celestes y amarillas, donde muchos famosos comparten algunas copas en un agradable encuentro antes de que comience la premiación.
Jungkook se dirige hacia ambos y se retira prontamente, indicándoles que se reunirá unos minutos con la organización del evento para ultimar los detalles de la presencia de Seokjin en el escenario.
Junto con otros hombres elegantemente vestidos, el director de la Institución Yi-Sang se acerca saludando, comentando sobre el evento y la reciente estadía del escritor en Seúl.
Namjoon hace una venia a los hombres reunidos antes de irse, para dar espacio y privacidad al escritor en su amena charla. Cruza uno de los jardines y se dirige hacia la barra del elegante bar adornado con hojas y flores, con la intención de pedir dos copas para él y Seokjin.
Un camarero se aproxima a él y le ofrece dos copas de vino de su bandeja, las cuales el peligris acepta gustoso. Al girar con las bebidas en la mano, observa a lo lejos que uno de los hombres está demasiado cerca del escritor, incluso ríe hablando de vez en cuando muy cerca del oído del castaño y ha colocado una de sus manos en su espalda.
Namjoon los mira con molestia, enarcando una ceja y haciendo un mueca de disgusto, ahuecando una de sus mejillas.
Jamás había tenido celos de nadie. Nunca fue necesario. Sus ligues casuales eran solo eso, casuales. Verlos después con alguien más no ocasionaba en él ningún tipo de sentimiento de posesividad.
Pero ahora... Siente una sensación extraña recorriendo sus entrañas. Una lava ardiendo subiendo por cada terminación nerviosa de su ser, llegando incluso a sus dedos, los que aprieta con moderada fuerza, haciendo casi crujir las copas en sus manos.
El detective era conocido en su trabajo por su mal temperamento, pero siempre supo mantener la calma en los momentos justos. Sin embargo ahora, podría jurar que tenía unas ganas enormes de arrancarle la cabeza a aquel extraño.
Justo antes de decidir cruzar el patio nuevamente en dirección hacia aquellos hombres, una mano lo detiene, sosteniendo una de las bebidas que lleva el peligris en las manos.
—¡Nam, qué alegría verte en un lugar tan aburrido como éste!— Jackson bebe de la copa con una gran sonrisa. —Si hubiera sabido que vendrías, incluso hubiera llegado más temprano.
Al ver que el moreno no responde, observa fijamente su firme y serio rostro. Sigue la línea imaginaria de su mirada hasta toparse con el objetivo que lo tiene absorto.
—¡Oh! Por lo que veo, tu querido amigo se la está pasando muy bien con mi hermanito Mark— afirma con cierta burla en su voz. —Mi padre siempre nos obliga a ambos a venir a este tipo de eventos. Está obsesionado en que continuemos el gran negocio de la empresa editorial familiar. Pero yo odio los libros.— Bufa haciendo un pequeño puchero. —Aunque por ti podría leer hasta la biblia.
El peligris sigue sin responder, manteniendo la vista fija en Seokjin que no parece cómodo con la cercanía de aquel hombre a su lado.
Jackson gira nuevamente su mirada hacia el grupo de hombres y observa al escritor que repentinamente ha reparado en la presencia de ambos a lo lejos. Alza su copa hacia el castaño, le sonríe con astucia y simula hacer un brindis a la distancia. Pasa una de sus manos por debajo del brazo del detective y lo atrae hacia él, aparentando decir algo en su oído y guiándolo por otra zona de los jardines hacia unos apartados salones.
El detective camina por inercia, su mente enredada en mil ideas en torno al castaño, intentando lidiar con las nuevas sensaciones que odia estar sintiendo.
Seokjin no es nada suyo ni de su propiedad. Entonces ¿Por qué tiene la necesidad de apartarlo de los demás y tenerlo exclusivamente para él? ¿Por qué quiere ser el único que tenga el privilegio de tocar su piel, de susurrarle al oído, de enterrar su nariz en su blanco cuello, de aspirar su dulce y sutil fragancia?
Jackson termina por llevarlo hacia un salón desolado y cierra la puerta, quedando sólo ellos dos dentro.
Una vez lejos de la zona de recepción y habiendo perdido de vista a Seokjin, el peligris parpadea un par de veces y reconoce la figura de Jackson a su lado.
Cansado de sus propios pensamientos, Namjoon deja su copa intacta en la mesa y se sienta en una de las numerosas sillas del salón, llevándose las manos a la cabeza por la locura que podría haber cometido. Si no lo hubieran detenido, se hubiera acercado hacia aquellos hombres y habría sido capaz de montar un escándalo digno de una telenovela. Cual macho alfa protegiendo a su omega.
Jackson observa su extraño semblante y se sienta junto a él, en una silla cercana. Deja unos minutos respirar al peligris, mientras bebe tranquilamente de su copa. —Estás tenso, Nam. Relájate un poco. ¿Prefieres que nos relajemos juntos antes del evento?— agrega insinuante.
—Jack, creí que ya habíamos hablado sobre esto.— Namjoon se endereza y se pone de pie, visiblemente inquieto y acomoda el traje sobre sus hombros. —Debo irme. Estoy trabajando.
—¿Eres el niñero oficial de tu querido amigo?
—No es de tu incumbencia.
—¡Qué frío eres! Y yo que estaba feliz de verte. No conozco a nadie aquí con quién hablar.— Suspira derrotado. —Ni modo. Tendré que hablar con los peces.
—¿Cuáles peces?
—Los del Palacio. ¿No los haz visto?. El escenario de premiación está instalado en medio de los canales de agua llenos de Carpas y peces Koi.
—¡Demonios!— exclama el peligris, antes de salir corriendo nuevamente hacia los jardines.
Cruza el amplio patio, esquivando varias personas y periodistas, hasta llegar al grupo de hombres reunidos y dirigirse hacia el escritor.
—Disculpe Señor Kim, ¿Podemos hablar un momento?— inquiere Namjoon hacia el castaño.
—¡Oh! Mark. Éste es Namjoon, mi asistente— habla Seokjin, fingiendo estar en calma después de ver al peligris irse hacia una zona alejada junto a aquel sujeto que reconoció del bar. —Luego podremos hablar sobre el trabajo Namjoon. Estoy intentando distraerme un poco. Deberías hacer lo mismo como lo hacías hace un momento.— comenta la última frase con cierta ironía.
Los organizadores del evento comienzan a guiar a la gente hacia el escenario, caminando todos por las largas pasarelas hacia el final de los extensos jardines.
Seokjin avanza algunos pasos junto a los hombres que van con él y su brazo es detenido por el detective, quien se acerca a su oído.
—Seokjin, es importante. Por favor.
El escritor se detiene sólo para acercarse al peligris y hablarle en voz baja. —No tienes que darme explicaciones, Namjoon. Respeto tu vida personal. Lamento haber confundido las cosas entre nosotros. Hablaremos después.— Y retoma sus pasos junto a los demás hombres del grupo.
Namjoon no sabe qué hacer. Seokjin ha malinterpretado totalmente la situación y no le ha dejado explicarle sobre la amenaza a la que se dirige. Busca a Jungkook entre la multitud pero es incapaz de distinguirlo. Sólo le queda seguir de cerca al castaño, intentando caminar un par de pasos detrás de él.
Una vez llegan todos cerca del escenario, la gente comienza a dispersarse tomando asiento en sus respectivos lugares, cerca de los canales de agua y maravillados por el hermoso espectáculo de los peces blancos y naranjas alrededor.
Un hombre ha quedado de pie, solo, en el centro.
Petrificado.
Seokjin no puede moverse. Sus pies no responden. Su corazón comienza agitarse, al punto que lo siente casi en su garganta.
Sus piernas comienzan a flaquear y antes de perder el control sobre su cuerpo, siente una presencia en su espalda, unas fuertes manos en su cintura y un cálido aliento en su mejilla.
—Cierra los ojos— susurra el peligris cerca de su oído.
Lo coge suavemente de la mano, pasando desapercibidos entre la música ambiental y el barullo de la gente que sigue ubicándose en sus lugares. Lo guía hacia unos baños cercanos, donde lo hace entrar, apoyándolo en uno de los lavabos y cierra la puerta con seguro para evitar que alguien pueda ver al famoso escritor en ese estado.
Seokjin comienza a hiperventilar repetidas veces, sintiendo que el aire se agota. Los pulmones se comprimen. Sus torpes manos comienzan a aflojar el nudo de su corbata, pero todo esfuerzo se siente inútil. La ansiedad parece hundirlo en un profundo hoyo sin salida.
Namjoon se aproxima a él y en un intento por calmarlo lo abraza, acercándolo a su pecho, sintiendo su cuerpo agitarse en constantes espasmos.
—Shh...Tranquilo... Pronto pasará— pronuncia suavemente.
El peligris desearía tener cerca algo similar a la música que logró calmar al castaño la última vez que lo vio en el mismo estado. Pero hoy no trae consigo nada parecido para distraerlo.
Comienza a arrullarlo lentamente, como si meciera un pequeño niño entre sus brazos, dando suaves palmadas en su espalda.
Su mente rememora la melodía de una dulce canción y comienza a cantar las palabras que brotan de los recuerdos de su tierna infancia.
—Solo un día, una noche.
Eso es todo lo que siempre he deseado.
Si tuviera un sólo día,
me gustaría quedarme dormido con tu dulce aroma.
Me gustaría sumergirme
en tus cálidos y profundos ojos.
Seokjin mantiene los ojos cerrados, reteniendo su desesperación y sus ganas de llorar. Sigue imaginando todos aquellos peces alrededor suyo. Aprieta con sus manos el traje del moreno, como si su vida dependiera de ello.
—Tu voz,
cuando dices mi nombre.
Quiero hundirme en esa voz y nadar.
Quiero saber más de ti.
Te imagino todas las noches y todos los días,
porque sólo eres un sueño imposible para mí.
Si sólo por un día pudiera estar contigo,
sostendría tus manos
mientras contemplamos el sol.
Las suaves y dulces palabras de Namjoon van colándose en su oídos. Su respiración se relaja poco a poco y su pecho va llenándose de una sensación de calidez.
—En el medio de una hermosa noche,
confesaré mi amor por ti,
bajo la luz de la luna.
Si sólo por un día
pudiera estar contigo,
si sólo por un día
pudiera sostener tus manos,
si tan solo tú y yo
pudiéramos estar juntos,
¿Puedes, por favor, quedarte conmigo?
El escritor abre los enrojecidos ojos. Su frente aún pegada al fuerte pecho del detective, sintiendo sus grandes manos acariciar su espalda y los mechones de sus castaños cabellos.
Con lentitud alza la mirada y contempla su apuesto rostro.
Namjoon le muestra una leve sonrisa. Se acerca a darle un suave beso mientras acaricia su mejilla con ternura.
—No te preocupes, cariño. Estoy contigo.
Nunca nadie había tranquilizado sus crisis de tan delicada forma. Sus palabras se habían instalado en su ser, como si esa melodía hubiera sido hecha para él, una canción creada exclusivamente para ser pronunciada por los cautivantes labios del peligris que ahora le sonríen dulcemente, llenándolo de paz y sosiego.
Y aunque parezca iluso creerlo, siente que entre sus brazos es el mejor sitio en el mundo donde podría estar.
Porque allí está su lugar seguro.
Allí está su hogar.
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