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15. Omega destinado (Taeh 2)


 
Los traviesos rayos de sol se cuelan por las cortinas de la espaciosa habitación.
 
Se oye una vibración en el lugar y Seokjin alza una de sus manos, intentando apagar el celular a tientas y seguir durmiendo, pero por error acciona el altavoz del teléfono, escuchando el último mensaje guardado en su buzón de voz.
 
—¡KIM SEOK JIN! ¡Te he llamado mil veces! ¿Como es posible que no le hayas contestado el teléfono a tu propia madre? ¡Aigoooooooo que hijo más ingrato tengo! Ni si quiera me haz dejado saludarte por tu cumpleaños. Espero que te encuentres bien. No olvides que prometiste visitarme, así que te espero la semana próxima en casa. Y NO ACEPTO UN NO COMO RESPUESTA. ¡Te veo pronto, cielo!
 

Seokjin frota sus ojos con una de sus manos y soñoliento entreabre uno de ellos entre sus espesas pestañas.
 
Frente a su rostro se encuentra el detective, profundamente dormido. Incorpora levemente su barbilla y se sonroja notablemente, observando sus cuerpos aún en encima de la alfombra, alrededor de varios cojines y peluches, con los pijamas puestos y cubiertos hasta la mitad con una cálida manta.
 
Ambos se encuentran de medio lado, uno frente al otro. El brazo del peligris totalmente extendido, donde el castaño ha descansado su cabeza al parecer toda la noche y una de sus piernas encima del moreno.
 
Avergonzado intenta mover su rodilla sin hacer ruido y prontamente su pierna es atrapada por una gentil y fuerte mano, que vuelve a llevarla a su lugar.
 
—Déjala allí. Me gusta.— pronuncia Namjoon con ronca voz, manteniendo los ojos cerrados.
 
Tuvo de nuevo esa pesadilla en el mar. La que siempre persigue al peligris los días cercanos al aniversario de aquel lamentable accidente. Pero le tranquiliza despertar con la agradable presencia de Seokjin a su lado. —¿Era una llamada de tu madre?
 
—Sí. Ella es... Un poco intensa. Pero es la única familia que tengo.— contesta sonriendo —Ayer apagué el sonido de mi teléfono porque no quería atender a nadie en mi cumpleaños. Siempre me llama gente con fines publicitarios o de negocios. Odio a la gente que me saluda por puro formalismo. Por eso tengo por norma pasar este día solo.
 
—Pero estuviste con Jungkook y conmigo.
 
—Supongo que siempre existe una excepción para cada norma.
 
—Juro que los cupcakes que te traje no fueron con ningún fin lucrativo ni de negocios.
 
El castaño bufa riendo —Lo sé. Podrá parecerte mentira, pero pasar el día de ayer contigo formando sombras y comiendo pasteles, ha sido el mejor cumpleaños que he tenido en mucho tiempo.
 
Namjoon abre sus azulados ojos y sonríe hacia el castaño.
 
Lo ve tan hermoso, con el cabello despeinado y los ojos adormilados. Tan hermoso que parece casi irreal.
 
Cada parte de su rostro y su figura le atrae como un imán. Pero su atracción va mucho más allá de lo físico, es una fuerza casi superior a la gravedad. Quiere conocerlo a fondo, saber quién es en realidad el que se esconde dentro de su ser. Adorar sus defectos y virtudes. Quiere ser parte de su vida, ser quien lo haga reír por las mañanas, quien lo bese todas las noches. El único que pueda llenarse de su dulce fragancia cada día.
 
No quiere algo casual o pasajero.
 
Quiere algo duradero. No sabe si semanas, meses o años.
 
Pero está seguro.
 
Lo quiere para él. Todo para él.
 
¿Por qué este precioso ser ha vivido mucho tiempo en soledad?
 
¿Es acaso un regalo divino?
 
¿Un ángel caído del cielo?
 
¿Una recompensa por haber sufrido tantos años?
 
—Ven aquí.— Namjoon lo aprisiona en sus brazos, deleitándose con el dulce aroma de su cabello, aspirando de él, relajándose con su cercanía. —Si me dejaras, podría pasar contigo todos los cumpleaños que quisieras.
 
—¿Es... una proposición?
 
—Es una promesa. Es lo que tú quieras que sea— finaliza Namjoon, dejando un suave beso en su frente.
 
Seokjin cierra los ojos sintiéndose seguro cerca del fuerte pecho del peligris.
 
—¿Eres siempre tan cariñoso por las mañanas?
 
—¡Hey! Fuiste tú el que me mordiste, omega. Según tus historias, haz creado un lazo conmigo. Hazte responsable ahora, bonito.
 
El escritor sonríe y suspira gustoso.
 
¿Omega?
 
Sí. Claro que sí. Le encantaría poder ser realmente su omega destinado.
 
Definitivamente ha sido el mejor cumpleaños de su vida.
 
 

Taeh, el príncipe sin rostro (2)
 

Guk llevó al hermoso joven a su guarida detrás de la cascada, cuidando de sus heridas día y noche.
 
La férrea máscara en el rostro del muchacho no podía aminorar su encanto, al igual que las espinas no le roban ni le quitan la belleza a una rosa, al contrario, hacen admirarla mucho más.
 
Por su dulce fragancia sabía que aquel joven sería un omega y rogaba al cielo que despertara pronto pues el celo del alfa estaba a punto de llegar en pocos días y no quería dañar al precioso ser que ahora dormía plácidamente entre sus brazos.
 
Tres días pasaron y el apuesto joven no despertaba.
 
El guerrero pasaba las tardes contemplando el frágil y hermoso ser. Por sus finos ropajes y delicados rasgos, pensaba que podría pertenecer al clan Kim y posiblemente hubiera huido de su poblado al ser invadido.
 
Cada mañana, Guk solía salir a cazar ciervos y pequeños animales del bosque para alimentarse, pero regresaba pronto, temiendo que el muchacho en su guarida pudiera despertar, sintiéndose solo y aturdido.
 
Su gran temor era que su refugio fuera descubierto por los ejércitos de la realeza.
 
La guerras entre clanes habían sucedido una tras otra. Unos clanes a favor del reino y otros en contra. El clan Jeon era conocido por ser grandes guerreros, sin embargo solían vivir en terrenos aislados, casi en los confines del reinado Vante.
 
El orgulloso y obstinado jefe del clan, padre de Guk, hizo caso omiso a las advertencias de sus más leales súbditos que insistían en que debería aliarse con otros clanes como los Jung o los Min,  para evitar la conquista y frenar el avance de las peligrosas tropas del reinado.
 
Como era de esperarse, el poblado fue invadido y saqueado.
 
Guk vió con horror como asesinaban a su madre, fuertes espadas atravesando los cuerpos de su gente, mientras su padre intentaba proteger a su único hijo de una acertada lanza.
 
Huye... Huye... ¡Huye!
 
El joven guerrero, tomando su forma animal, corrió con todas sus fuerzas durante dos días enteros, cruzando valles y bosques hasta llegar exhausto cerca de un lago.
 
Encontró una gran cueva detrás de la cercana cascada y se dispuso a hacerla su hogar temporal mientras decidía como podría vengarse del reino por la muerte de sus padres y la destrucción de su amado hogar.
 
 
La noche había acaecido, cubriendo el bosque con su oscuro manto.
 
El salvaje lobo negro descansaba plácidamente al lado del joven muchacho, recostado sobre las hojas secas de un árbol.
 
Guk solía dejar que su alfa interior tomara su cuerpo cada noche, pues su instinto animal era mucho más agudo y podría estar pendiente ante cualquier peligro cercano.
 
Sin embargo, su lobo durante las últimas noches sólo se había dedicado a cuidar del imprevisto invitado, pegando su negro pelaje a su cuerpo, dándole calor y acercando su hocico a su rostro, olfateando su cuello, dando tiernas lamidas en las mejillas ajenas mientras soltaba pequeños quejidos lastimeros.
 
Su lobo pedía a gritos volver a ver a aquel lobo cobrizo que tanto había llamado su atención.
 
Horas más tarde, una extraña fragancia empezó a inundar la guarida y el lobo azabache se incorporó al lado del joven, expectante, moviendo la cola ansiosamente.
 
El delicioso y fuerte aroma de vainilla y tonos acaramelados llenaba sus fosas nasales, y jubiloso contempló como el muchacho era llenado por un aura de luz y diminutas partículas blancas y amarillas, envolviendo y transformando su cuerpo finalmente en un lobo de precioso pelaje marrón.
 
Su instinto alfa no se equivocó desde la primera vez que lo vio.
 
Por fin la espera había terminado.
 
Su omega destinado, formalmente se estaba presentando.
 



 
 
Los días siguientes fueron guiados por un juego similar al del gato persiguiendo al ratón.
 
Salvo que el gato era Seokjin.
 
O al menos intentaba ser el gato.
 
Un gato torpemente seductor.
 
Intentó cocinar un platillo delicioso de cenar para ambos, pero le agregó demasiada sal. El peligris devoró la comida de igual forma, pero el puchero en los labios del castaño no se quitaron en toda la noche.
 
Simplemente adorable.
 
Intentó bajar las escaleras meneando las caderas persuasivamente, llevando puesto unos pantalones muy cortos y se cayó estrepitosamente sobre los últimos escalones.
 
Simplemente cautivador.
 
Quedaron en ver una película juntos en el enorme televisor del salón, pero erró al escoger el título y a mitad de película se dio cuenta que era una cinta de zombies en vez de una de romance. Terminaron gritando durante una hora.
 
Simplemente encantador.
 
 
Namjoon disfrutó de ver al castaño insinuarse y mostrar fallidamente su interés en él en varias ocasiones. Lo disfrutó aún más porque nadie había intentado cortejarlo antes.
 
Los juegos preliminares era una etapa que él siempre se saltaba en cualquier encuentro casual. Le solía parecer aburrido y sin sentido sabiendo que al final todo iba a terminar siempre en una cama. Así que prefería ir directo a lo importante y olvidar el tema después, incluso el vano nombre de la persona de turno.
 
Pero Seokjin era diferente.
 
Disfrutaba de sus acciones y movimientos. Descubría cosas nuevas sobre él, sobre sus variados gustos y tiernos gestos.
 
Le parecía aún mas interesante que él fuera quien tratara de seducirlo.
 
¿Es que acaso no se daba cuenta que llevaba prendado de él desde que lo vio por primera vez en aquella pastelería?
 
Pese a todo, lo dejaba seguir intentándolo, porque comenzaba a adorar cada reacción suya y porque quería saber hasta donde podría llegar.
 
Seokjin había atrapado al ratón, mucho antes de si quiera haberlo intentado.
 
 

 
 
Sentado en el último escalón se encuentra Seokjin, vestido con su colorido pijama de unicornio y un leve mohín en los labios, con el codo apoyado en su rodilla y la mano sosteniendo su rostro, mientras observa al peligris realizar ejercicios en el salón, acompañado de una agradable música de piano y violines.
 
El castaño está enfadado consigo mismo porque los últimos días parece que todo le ha salido mal.
 
Incluso Namjoon no lo volvió a besar después de su cumpleaños.
 
¿Acaso olvidó cómo flirtear con alguien?
 
¿Habrá perdido el encanto?
 
El peligris fue claro cuando mencionó que el escritor tiene el poder de decidir si quiere empezar algo con él. Pero ya no sabe como hacérselo notar. Se le agotan las ideas. Incluso Seokjin no mandó a reparar la puerta de su habitación adrede... Cada noche se quedó abierta.
 
¿Por qué el moreno no se daba cuenta?
 
¿Debería sólo decir las cosas directamente y esperar?
 
No ha podido concentrarse casi en nada durante esos días y sólo pudo avanzar un par de líneas más de su obra. Incluso no está del todo conforme con lo poco que escribió. Es poco profesional de su parte admitirlo. Eso nunca le había sucedido, ni si quiera cuando discutía alguna vez con Kevin.
 
El peligris se está apoderando poco a poco de su mente, de cada uno de sus pensamientos... Y eso le asusta.
 
 
Namjoon lo observa de reojo, viendo lo adorable que se que ve envuelto en tan esponjoso pijama. Nota su mirada perdida en la nada, sus lindos labios fruncidos y sabe que algo le molesta.
 
Hoy no ha intentado acercársele como en otras ocasiones y tampoco ha pronunciado palabra alguna desde que se despertó.
 
Quizás es hora de que el ratón enseñe a cazar al gato.
 
Vagando en sus profundas cavilaciones se encuentra el castaño, sin darse cuenta que unas fuertes piernas se encuentran ahora frente a él.
 
Levanta la vista hacia arriba y el moreno le sonríe, con esos radiantes y hermosos hoyuelos capaces de ocultar al propio sol.
 
—¿Me podrías ayudar a ejercitarme?
 
—¿Yo?... Eh... Sí, por supuesto.
 
—Ok. Sujétate bien.
 
Namjoon levanta a Seokjin de las escaleras, sosteniéndolo con seguridad de los muslos y camina con él hacia el salón.
 
Un fuerte rojo carmesí sube por las mejillas del escritor mientras se sujeta con brazos y piernas del fornido y atlético cuerpo del detective. Siente su piel sudorosa pero extrañamente no le desagrada, al contrario, le atrae mucho más aún.
 
Percibe cómo es acostado con delicadeza sobre la alfombra del salón, terminando prácticamente atrapado por el cuerpo del peligris que se mantiene sobre él, suspendido en el aire, casi sin tocarlo, con los brazos extendidos a los lados de la cabeza del castaño y las piernas rectas, sosteniéndose con las puntas de sus zapatillas deportivas sobre el suelo.
 
El escritor mueve sus largas pestañas repetidas veces, mirando los azules ojos contrarios, sin estar seguro de cómo va a ayudar al peligris estando debajo de él.
 
De repente percibe sus morenos brazos comenzar a flexionarse una y otra vez, lentamente, dejando un beso sobre sus labios cada vez que baja y vuelve a subir.
 
Seokjin sonríe gustoso entre beso y beso. Se siente bien volver a tener sus carnosos labios nuevamente sobre él. Los había echado de menos.
 
—¿Estás— beso —tratando de— beso —seducirme?
 
—¿Está— beso —funcionando?
 
—Creo— beso —que sí.
 
Ambos ríen y continúan el juego hasta que escuchan la puerta del departamento abrirse.
 
—¡Buenos días Hyung! Sólo vine a... — Jungkook se cubre los ojos al ver a ambos hombres sobre la alfombra. — ¡No he visto nada Hyungs! ¡Lo juro! Ustedes sigan a lo suyo, sea lo que sea que estén haciendo.— Se da media vuelta e intenta salir del departamento, pero tropieza con un jarrón de porcelana y luego con la pared, sin saber por donde camina pues lleva los ojos cubiertos.
 
Seokjin gira su cabeza hacia su asistente y comienza a reír a carcajadas. Namjoon sigue sobre él, sin dejar el ritmo de sus flexiones, subiendo y bajando, dejando un beso ahora en su mejilla cada vez.
 
—Puedes ver Jungkookie, no hay problema. —afirma riendo el castaño.
 
—¿Está seguro Jefe-Nim?
 
—Estoy seguro.
 
—¿Llevan ropa puesta, verdad?
 
—ja,ja,ja... ¡Claro que llevamos ropa encima!
 
—Está bien. Pero pediré un plus económico por daños psicológicos si veo cosas extrañas al abrir los ojos.
 
Jungkook descubre su rostro con una sola mano y pestañea varias veces mirando a los hombres en el suelo.
 
—Técnicamente no hay nada de malo, pero creo que algo no encaja... —pronuncia lentamente el de pelo negro. Oye gruñir a Namjoon y se apresura a agregar. —¡Encaja! ¡Encaja! ¡Todo encaja perfectamente, Hyung!
 
El detective hace una última flexión, dejando un fuerte beso en la mejilla del castaño y se levanta del suelo de un sólo salto. Extiende una mano al hermoso unicornio, ayudándolo a levantarse.
 
Namjoon coloca una toalla en su cuello y apaga la música del salón. —Kook, me caes bien, pero la próxima vez puede que no "encaje" tu cuello con esa pequeña cabecita tuya—  dice riendo irónicamente mientras bebe agua de una botella y se dirige hacia su habitación para darse una ducha.
 
—¿Debo temer por mi vida?— pregunta asustado el asistente a su jefe.
 
—Solo está bromeando, Jungkook. Dime, ¿Alguna novedad?— comenta el escritor, caminando hacia él.
 
—Mañana es la entrega de Premios literarios Yi-Sang y ya tiene la asistencia confirmada. Le mandé dos e-mails pero no contestó ninguno. Tampoco contestó su teléfono... Aunque ahora ya veo cuál era el motivo— afirma, moviendo las cejas sugerentemente.
 
Seokjin ríe al ver sus gestos pero inmediatamente después suspira cansado recordando el evento de mañana. —¿Ya no puedo cancelarlo, verdad?
 
—¡Hyung, usted entregará el primer premio, no puede faltar!
 
—De acuerdo, de acuerdo...— contesta agotado.
 
—Después de la premiación puede seguir realizando sus extraños ejercicios o como sea que se llame a lo que estaban haciendo antes.
 
El escritor mira divertido a su asistente, que mantiene unos brillantes y curiosos ojos puestos en él.
 
—Sólo nos estamos conociendo.— comenta pensativo Seokjin. —Me agrada. Pero después de Kevin... Tengo miedo de volverme a equivocar.
 
Jungkook avanza un par de pasos hacia la mesa del salón donde reposa una cesta de frutas y coge una manzana, dándole un gran bocado antes de seguir hablando.
 
—Mi madre siempre me suele decir que vamos a enamorarnos muchas veces antes de encontrar el amor de nuestra vida, pero que no debemos temer. Debemos pensar que sólo estamos a un corazón roto menos de encontrarlo.— da otro mordisco a la manzana y se queda mirando a su jefe con cariño y admiración. —Yo lo estimo mucho Hyung. Debería darse la oportunidad de arriesgarse y ser feliz.
 
—Tienes una madre muy sabia, Kookie.
 
—Así es. Pero si Namjoon-Hyung lo lastima alguna vez, siempre queda el plan B— confirma el asistente realizando una pose de combate de taekwondo.
 
El escritor ríe al ver a Jungkook con los brazos en posición de ataque y una de las piernas levantadas, con la que acaba de patear el trozo de manzana que le quedaba, cayendo certeramente dentro de un cubo de basura en el otro extremo del salón.
 
—Gracias, Kook.— pronuncia el escritor con una sonrisa, despeinando con ternura los negros cabellos de Jungkook.—Muchas gracias.

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