Estoy frente al frigorífico mientras me rechinan los dientes. No es producto del frío que emana este: estoy cabreado. Realmente cabreado. Inflo mis mejillas y expulso el aire con fuerza mientras mantengo mis puños cerrados.

―¿Te has peleado con una lechuga? ¡Espero que la hayas derrotado! No puedo con su humor verde ―dice mi compañero cuando entra a la cocina.

Sus palabras consiguen que dibuje una sonrisa en mi rostro y me siento momentáneamente relajado. Sin embargo, cuando recuerdo el motivo por el que me encuentro así, vuelvo a apretar mis puños con fuerza y la tensión vuelve a mi cuerpo.

―No es eso ―digo cerrando el frigorífico con más fuerza de la que hubiera querido.

―Sea lo que sea, el frigorífico no tiene la culpa.

―Lo sé... ―digo abriendo un mueble y sacando de este un bote de galletas saladas―. Voy a mi cuarto.

Cuando llego a este coloco el bote encima de mi escritorio con desgana. Miro la pantalla del ordenador, la culpable de mi irritación, y me siento en la silla giratoria con el cabreo apoderándose de mi cuerpo. Aún no puedo creerme lo que tengo ante mí: Limón Dulce ha llegado al millón de lecturas de su nueva obra. ¡En menos de una semana! Ese estúpido niñato...

Miro como en las redes la gente celebra la cantidad a la que ha llegado la absurda novela de ese alcornoque. Si es que se le puede llamar novela a una historia que se llama Melodías de amor. ¿Solo con poner la palabra amor en el título la gente ya la lee? Es evidente que la gente que lee en la plataforma no tiene personalidad alguna. Aunque viendo como idolatran sus fans a este mequetrefe es capaz de crear una historia llamada El cacahuete feliz y llegar a cinco millones de lecturas en un día. Solo porque lo ha escrito él, claro.

Nunca le he dado el gusto de leer una de sus obras ni siquiera para decirle lo pésima que es. Hacer eso sería formar parte de sus lecturas, ¿qué hubiera sido de mí si hubiera echado un vistazo a la nueva obra y me hubiera encontrado entre ese millón? Solo de pensarlo me horrorizo.

Resoplo y echo un último vistazo al capítulo de mi historia: está listo para publicarlo. Ilusionado me froto las manos y le doy a enviar. ¡Este capítulo es genial! Ahora solo toca esperar a que alguien lo lea. ¿Qué puedo hacer mientras? Espero unos minutos y compruebo si ha habido una lectura, evitando entrar yo para que no cuente aún la mía. No hay ninguna novedad y me empiezo a agobiar.

Decido entrar a las redes sociales con la intención de desconectar, sin embargo, estas están plagadas de gente celebrando que la nueva obra de Limón Dulce ha llegado a esa frívola cantidad. ¡Está plagado todo!

Apago el ordenador de malas maneras y me tumbo en la cama. No quiero saber nada más de ese tipo. Si algún día descubriera quién se oculta tras ese pseudónimo haría que el mundo entero descubriese su identidad. ¡Menuda fantasía! Ese día ese pavo probaría de su propia medicina y se le bajarían los humos que gasta. Dejaría de ser insufrible y creído.

Un mensaje interrumpe mis pensamientos. Se trata de Olivia. Con una sonrisa lo abro, pero tras leerlo la decepción es la que me invade. Mi mejor amiga me ha escrito para avisarme de lo feliz que se encuentra porque Melodías de amor ha llegado al millón. Dejo el mensaje en visto pero no respondo. Me conozco bastante bien para ser consciente de que en estos momentos le contestaría con una bordería y no quiero pelearme con ella. En cambio decido volver a mirar las redes y hacer algún que otro comentario negativo sobre la mala noticia. Me alegra ver que mis comentarios reciben apoyo aunque la mayoría de las respuestas que recibo son por parte de fanáticas cegadas por un inepto junta letras. Mejor no les doy el gusto de responderles, al menos por el momento. Vuelvo a entrar en la aplicación y veo que aún nadie ha leído el capítulo. ¡Maldita sea! Debería de haber llegado yo al millón y no ese cafre. Mi libro sí que lo merece, pero a la gente aquí prefiere leer basura. ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Dónde quedó la buena literatura? No me estoy comparando con los más grandes, pero me preocupa la decadencia en la que han entrado los libros en la actualidad... ¡Qué tristeza de mundo el que vamos a dejar a nuestros nietos!

Decido escribirle un mensaje a Olivia, pero no respondo a lo que me dijo:

Yo: Holi, Oli! Ya e subido 1 nuevo capitulo de mi novela. Haber cuando lo lees, que nadie lo a echo aun

Oli: Sí, esta noche lo leo, espero que lo hayas revisado antes de publicarlo...

Yo: Claro, como siempre hago. Y dejame algun comentario

Oli: Yo lo hago pero luego, si te explico en un comentario algo que no me parece bien no hagas lo que hiciste en el último capítulo: decirme que antes de ir a tu casa que comprase una barra de pan

Yo: Pero es que no había pan

Oli: Pero ni respondía a mi comentario ni tenía sentido como respuesta

Yo: Solo quería avisarte, jope

Yo: Y que subieran mis comentarios, jiji

Oli: Ya, se te noto bastante. Pero podías haber respondido a lo que te dije

Yo: Puff... Es que era mucho texto

Oli: Eloy... En fin, que esta noche te leo. Y si te corrijo algo no me digas nada de que lleve una barra de pan o tus lectores creerán que soy panadera

Escribo un mensaje pero nunca lo llego a enviar:

Yo: O pastelera, siendo tan dulce...

Una vez terminado, lo borro y escribo otra cosa:

Yo: Vale. Que haces?

Oli: ¡Celebrando con el fandom que Melodía de amor ha llegado al millón de lectores!

Yo: Ok

Oli: Finge al menos que te emociona, hazlo por mí

Yo: No me pidas imposibles. Venga, te dejo que celebres que yo voy a ver si alguien leyó mi nuevo capitulo

Oli: Vale. Y recuerdo: ¡haz promoción!

Yo: Nah, paso. Si el pavo ese no ha promocionado su novela y ha llegado al millón, yo también

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¡Hola, holi! Ya estoy de vuelta con un nuevo capítulo.

Eloy sigue teniendo enfilado al escritor de la plataforma en la que escribe, esta vez porque llegó al millón de lecturas en unos días.

Por otro lado,  escribió un mensaje a Olivia pero nunca se lo llegó a enviar. Además, parece que no le gustó la crítica constructiva que ella le hizo un día en su obra

¿Qué os ha parecido el capítulo? ¡Espero vuestros comentarios! ¡Nos leemos en el siguiente capítulo!