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El despertar de Viena


En el año 1996, la familia Chilton gozaba de gran fortuna producto de su cadena de hoteles del mismo nombre. Se podía decir que lo tenían todo, salvo una cosa. La hija pequeña de la familia, de 18 años, Viena, había sido diagnosticada recientemente con un cáncer que la dejaría sin vida en unos pocos meses. Como era de suponer, todos estaban rotos de dolor. Pero Viena Chilton, que abandonó la terapia porque decía que se iba a morir igualmente, solo quería salir de fiesta y disfrutar de los últimos días que le quedasen en este mundo.

—¿Qué vamos a hacer hoy, amiga? ¿A qué party vamos? —decía Viena hablando por teléfono y pintándose las uñas a la vez.

—¡Alucina, vecina! ¿Has visto las noticias? Hablan de ti. Dicen que "la rebelde hija de los Chilton fue vista, otra vez, de fiesta mientras sus padres lloran su futura pérdida" —le informó Kim.

—Efectiviwonder. Pero que ellos digan lo que quieran, si total están de adorno —rio Viena—. Y mis padres, ¿qué van a hacer? ¿Encerrarme? En verdad no lloran tanto, me odian por poner a la familia en ridículo cada vez que salgo de fiesta.

Llamaron a Drake, el novio de Viena, y quedaron para ir a una fiesta esa noche. Era viernes y en Los Ángeles siempre había algo que celebrar. Primero fueron al estreno de una película a la que fueron invitados, "Scream", después a la fiesta que organizaron los actores de la cinta.

. . .

—Nos lo estamos pasando dabuti, pero creo que esta fiesta ya se acaba. Hay que abrirse —dijo Drake.

—Ya te digo, ha estado fetén, pero vámonos. La gente ya se marcha —respondió Kim, aunque no tenía ganas de irse.

Fumaron, bebieron y se lo pasaron en grande aquella noche de 1996. A la hora de abandonar aquel evento había paparazis en la entrada. Querían sacar fotos de los actores y si podían conseguir alguna de la señorita Chilton algo perjudicada, mejor.

Empezaron a salir; se oía algún flash de las cámaras en la salida por los actores, pero en el momento en que se asomó por la puerta Viena, sonaron mucho más rápido. En la prensa ya era conocida como "la alegría de la fiesta". También había sido nombrada "mayor celebridad sobrevalorada" y "peor ejemplo como modelo a seguir de 1995", todo un logro para ella. Unos señores la escoltaron a ella, Kim y Drake hasta su vehículo. En el asiento de conductor iba Drake, Viena al lado y Kim detrás.

Los paparazis los seguían en moto e iban tomando fotos mientras volvían a casa. Se montaban dos en cada moto: uno conducía y el otro sacaba fotos. Esa persecución se volvió mucho más peligrosa cuando incluso cruzaban con el semáforo en rojo para poder conseguir una instantánea. Superaban constantemente el límite de velocidad y no les importaba nada. Una foto de Viena Chilton en la que se le viera en una situación incómoda podía hacerte rico en ese entonces. Merecía la pena correr ese riesgo.

Continuaron por un túnel. Para despistar a los fotógrafos, Drake aceleró un poco.

· · ·

Josh era uno de los paparazis que estaba siguiendo a Viena esa noche. Su compañero, el que conducía la moto, no había entrado al túnel siguiendo su coche, pero le estaban esperando cuando este saliera por el otro lado. Cuando de pronto se escuchó un ruido dentro del túnel. Parecía un accidente. Al ver que el coche en el que iba Viena no salía, decidieron entrar.

Llegaron y vieron el coche de Viena destrozado y un puñado de fotógrafos estaban haciendo fotos. Pensó por un segundo en llamar a urgencias, pero su compañero le dijo:

—Pero ¿qué haces ahí parado? ¿Sabes cuánto podemos sacar por esto? ¡Se nos están adelantando!

· · ·

Los padres de Viena recibieron una llamada al poco tiempo: su hija había tenido un accidente, ella era la única que había sobrevivido, pero seguía inconsciente en el hospital.

Fueron todos lo antes posible al hospital. Sus padres y su hermana, la única familia que tenía, estaban todos llorando mientras Viena estaba tumbada en la cama. Creyeron que la mejor forma de enterarse de lo sucedido era leyendo las revistas. Y compraron unas cuantas.

En todas las portadas salían las mismas imágenes. Se veía un descapotable destrozado contra un pilar del túnel y Viena en una posición muy antinatural, inconsciente. Decían que iban rápido huyendo de los paparazis. Publicaron muchas fotos del accidente, hasta que se la llevaron en ambulancia, nadie se acercó a socorrerlos y solo sacaban fotos del momento. También mencionaban a su amiga y novio muertos.

—¡Qué horror, por favor! —saltó el padre.

—Esto debería ser ilegal —sollozaba la madre.

—Es verdad, le negaron la ayuda —dijo su hermana mayor.

. . .

Viena abrió los ojos y observó que se encontraba en una habitación que no reconocía. Estaba en una cama con sábanas blancas. La sala también era blanca. No había ventanas y había una especie de televisor en una pared. Le dolía mucho la cabeza.

—Pero... ¿qué es este sitio?

La puerta se abrió y entró un robot, sí, un robot, como en los dibujos animados, comenzó a hablar:

—Buenos días, señorita Chilton. ¿Cómo se encuentra?

—¿Quién... o qué eres tú? ¿Qué hago aquí?

El robot anotó algo en un cuaderno que llevaba en los brazos y contestó:

—Soy una unidad inteligente, llamada Daisy, creada específicamente para atenderla. Estoy programada con todos los datos de su vida y personalidad. No se asuste. Está usted aquí porque hace exactamente cien años tuvo un accidente que casi le cuesta la vida. Se quedó inconsciente y su padre, como sabía que se iba a morir de cáncer, aprovechó para criogenizarla y así que en el futuro la curásemos con la esperanza de volver a verla algún día...

—Vale, la menda está flipando. Ya verás cuando se lo cuente a Kim.

—La señorita Kim murió en su accidente hace cien años.

—¿Qué...? Yo no recuerdo ningún accidente —Viena estaba procesando toda esa información.

Si todo eso era cierto, estaba en 2096. ¿Qué habría pasado con su familia? ¿Por qué no estaba nadie allí con ella? Su hermana habría tenido descendencia, estaba recién casada y siempre había querido tener hijos; allí no había nadie.

—Le pondré en contexto: en 2030 hubo una guerra civil en Estados Unidos, seguida por la Tercera Guerra Mundial unos años más tarde. Su padre y su hermana, junto al marido de esta y su hija, Viena, murieron. El negocio hotelero de su padre continuó creciendo hasta el día de hoy, aunque sin dueño. Ahora le pertenece todo a usted. El cáncer ya lo tiene curado gracias al avance de la investigación. Y me alegra comunicarle que le hemos hecho pruebas y se encuentra perfectamente sana, es usted la primera persona en ser descrionizada y ha sido todo un éxito.

Era demasiada información de golpe para Viena.

—Entiendo... Gracias, Daisy. ¿Podría descansar un poco?

—Por supuesto, tendrá usted mucho en lo que pensar —la enfermera robótica se dirigió hacia la puerta—. Si quiere encender la televisión, solo tiene que pedirlo en voz alta y se encenderá.

¿La televisión funcionaba con la voz? ¿Y la entendía? Esto tenía que probarlo.

—¡Sí, eh, hola, señora televisión! ¿Podría encenderse y enseñarme las noticias?

—Aquí tiene un canal de streaming sobre noticias, señorita Viena —dijo la cosa rectangular de la pared—. ¿Desea ajustar el volumen a su nivel de audición?

—Yes, very well fandango.

Una reportera salió en la pantalla y dijo: "Estoy frente al laboratorio de criogenización, donde ha sido descongelada Viena Chilton. ¡La primera persona en serlo! Y según dicen, fue todo un éxito. Sí, Chilton, has oído bien, la nueva dueña de la famosa cadena de hoteles del mismo nombre".

—Vale, televisor, apágate.

Viena cerró los ojos y solo quería dormir, pero no paraba de pensar. Sí, era rica, como antes. Pero... ¿se había quedado sola en el mundo? ¿Cómo iba a seguir adelante con su vida? Necesitaba a Drake, a sus papás, a su hermana y a todos, como los pájaros necesitan un cielo en el que volar.

Finalmente, se quedó dormida. 


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