¿Quién dijo que el tiempo se detuvo?
A decir verdad, creo que es la sensación que todos tenemos desde aquel viernes 13 de marzo de 2020.
Sin embargo, hoy me doy cuenta de que no es así. El tiempo siguió corriendo, hasta parece que corre más rápido que nunca.
Hace poco más de un año pensábamos que tendríamos el otoño más largo de nuestras vidas, y cuando quisimos acordar, pasó el otoño y le siguieron, como siempre, el invierno, la primavera, el verano, en el mismo orden estipulado desde que nuestro Universo se creó o se formó, como cada uno quiera pensarlo. ¡Y volvió el otoño!
El tiempo no se detuvo, no. Porque nuestros niños siguieron creciendo, tanto física como mentalmente. Es más, han aprendido cosas que, quizás, no estaba en nuestros planes que ya las aprendieran. Porque aprendieron a enfrentar a un enemigo invisible, y lo hicieron aprendiendo a ser pacientes, a saber esperar, a extrañar a sus seres queridos aún teniéndolos muy cerca, aprendieron que un abrazo o un beso a veces pueden dañar, aunque sean dados con muchísimo amor. Aprendieron que el amor verdadero no se desgasta ni se acaba aunque el tiempo corra y las distancias no puedan acortarse. Es más, nuestros niños nos enseñan a diario, que hay que disfrutar cada momento con la esperanza puesta en que todo se solucionará pronto.
¡Cómo han crecido nuestros niños!
Ellos son el ejemplo personificado de que el tiempo jamás se detiene.
Somos nosotros, los adultos, que tenemos esa visión equivocada. Tal vez porque somos nosotros los que nos detuvimos, o nuestros propios pasos se volvieron más cortos, más pesados, con un andar más lento.
Claro que hay muchas cosas que hemos dejado en pausa, pero es solo eso, una pausa.
¡Ya las volveremos a hacer! Pero mientras llega ese momento tan anhelado por todos, debemos reconocer todo aquello que hemos podido hacer y que dejábamos "para cuando tuviéramos tiempo." Hemos aprovechado el tiempo de manera diferente. Hemos estado más en familia, hemos recorrido juntos rincones de nuestro hogar que hacía mucho que no visitábamos. También hemos pasado angustias y momentos dolorosos, pero los hemos superado juntos, apoyándonos, sin tener en cuenta la distancia que nos separa, porque cuando se quiere estar en un lugar determinado, somos capaces de producir magia y con ella llegamos a donde sea.
No, el tiempo no se detuvo…
¡Hagamos como los niños! Aprovechemos este tiempo, diferente al que estábamos acostumbrados, para crecer.
¡Aún nos queda mucho por aprender!
Aprendamos de y con los niños. Para ellos, cada amanecer es un nuevo desafío y se vuelcan a él con alegría, con entusiasmo y con la esperanza de lograrlo.
¡La vida es bella! Pero es corta y es solo una…
¡Tenemos tantas cosas por hacer, por descubrir, por disfrutar! Pero centramos nuestra atención en lo que no podemos hacer y olvidamos lo que sí podemos.
Para terminar, hago mías las certeras palabras del cantautor argentino Facundo Cabral:
"Cuando la vida te presente mil razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones por las cuales sonreír”
ilargiluna
23/4/2021
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