Una semana de cambios. ¡Como todas!
Pero esta nos hace sentir que la primavera está más cerca. Resulta paradójico este pensamiento, es cierto, pero una vez que vivimos la noche más larga con la llegada de nuestro invierno, los días comienzan a alargarse y eso se nota en nosotros.
¡Claro que las noches tienen lo suyo!
Todas son mágicas y misteriosas, sin importar la estación. Puedo imaginar cientos de noches de luna llena, puedo sentir la brisa fresca que llega del mar y acaricia mi rostro, suavemente, invadiendo mi ser con ese aroma a sal y arena, así como la frescura de la arena húmeda en mis pies desnudos.
También están esas maravillosas noches invernales, junto a la estufa, compartiendo alguna bebida espirituosa, de esas que brindan calidez al cuerpo y al alma. Noches que nos invitan a leer, a soñar, a amar.
¡Vaya si son disfrutables las noches!
¡Pero las horas de luz nos brindan tanta energía! ¡Es que el astro rey nos llena de vida!
A partir del 20 de junio, día en que este año entró el invierno en el hemisferio sur, el sol se atreve a dejarse estar un poquito más, cada día. Y terminar las rutinas diarias cuando aún es de día, ¡es maravilloso!
¿Quién no disfruta de culminar el trajín diario cuando aún brilla el sol?
Un mate compartido en familia, o en ronda de amigos, en casa o en la plaza, mientras nuestros niños corren detrás de esa pelota que descansaba en algún lugar de la casa, o pedalean la vida, aprendiendo piruetas nuevas, en las bicis que añoraban acariciar el asfalto o herir una callecita de balasto, en esas frenadas de sorpresa, que terminan con una rodilla raspada, padres y abuelos corriendo hacia el pequeño caído y la solidaridad de los otros niños que se acercan a acompañar y apoyar. Lo bueno es que son raspones que no dejan cicatrices pero sí muchas anécdotas, de esas que a medida que se cuentan, van aumentando su peligrosidad así como la valentía de quien cayó.
Hoy disfrutamos del invierno quedándonos un poco más en casa; este 2020 así lo exige. Es tiempo de juegos de mesa, de creaciones, de cocinar con los más chicos, de mirar las fotos de antes, esas que a nosotros nos hacen recordar todo lo que hemos vivido y que para los que recién comienzan a caminar la vida, son la historia de su familia y la suya propia. Es la mejor manera de entender que todos nosotros formamos parte de la Historia.
Y a medida que disfrutamos, nuestra madre naturaleza se prepara para estallar en mil colores, pasando de este gris invernal, que nosotros coloreamos según queramos, a esa eclosión de vida que trae consigo la primavera.
Hoy me parece lejano aquel viernes 13 de marzo, aún verano para nosotros. Fue ese día cuando el tiempo se detuvo. Los días siguieron corriendo y, a pesar de todo, el otoño pasó raudo y le pusimos punto final. Un punto final que significa el comienzo de otra historia. Vivamos y disfrutemos de esta nueva etapa, pongámosle nuestro propio calor y nuestro color propio, a estos fríos y grises días. Nuestra vida es un lienzo en blanco que espera nuestras pinceladas. Usemos nuestros colores favoritos y hagamos realidad la vida que soñamos.