Hogar de plástico bien podría ser el nombre de un juego de mesa o el título de un cuento de suspenso, misterio o de terror.
Si fuera un juego, me imagino un tablero con los colores verde, azul, rojo y amarillo, en el que se jugaría con dos dados. Habría estaciones con multas y otras con bonificaciones. Al caer en una estación con contaminación por plásticos, se podría multar con la pérdida de un turno o retrocediendo algunos lugares, por ejemplo.  De caer en un parque o en una playa con mínima contaminación , las bonificaciones podrían variar entre adelantar lugares o tirar los dados una o dos veces más, así como tener el derecho de redactar alguna norma para mantener limpio el planeta, o crear un comodín.
La verdad es que al ir pensando en este juego, me siento entusiasmada y decidida a invitar a mis nietos a crearlo. Sé que también ellos se entusiasmarán.
De ser el título de un cuento, seguramente sería de suspenso, rozando el terror.
Cuando aparecieron los primeros plásticos, el que se popularizó a mediados del siglo XX,  el mundo sonrió satisfecho.
Cada nuevo invento para la humanidad es, o debería ser,  un nuevo paso hacia la comodidad y "mejor calidad de vida".
El plástico no podía escapar a esa percepción.
Sin embargo, el plástico invadió nuestras casas, nuestras calles, nuestras plazas, nuestros ríos y arroyos, nuestros mares, nuestros océanos, nuestro aire, nuestros alimentos, nuestro organismo... ¡El plástico invadió nuestra vida!
Las "chismosas" fueron abandonadas, el vidrio se fue olvidando, el papel de estraza - aquel con el que los almaceneros semejaban a "malabaristas del papel" y nosotros tratábamos de imitar con papel de diario - desapareció de circulación. Todo fue sustituído por plástico. Opaco, brillante, transparente o de colores, fino o grueso, decorado o liso, el plástico tuvo un lugar privilegiado en nuestra vida. Práctico, duradero y descartable, se hizo casi indispensable.
Seguramente hubo estudiosos que prontamente descubrieron que su durabilidad sería nefasta para el planeta, y no creo equivocarme si digo que esas voces de alerta fueron acalladas tan prontamente como aparecieron.
Vivimos en una sociedad competente y materialista, donde el poder y el dinero han echado por tierra a los valores. El plástico es un claro ejemplo de ello. Somos una sociedad intoxicada, viviendo en un hogar totalmente contaminado. La naturaleza sufre constantes abusos por parte de nosotros, los seres humanos; la contaminación por plástico es uno de ellos.
Aire, tierra, agua, tres elementos fundamentales para la vida toda, están contaminados por la estupidez humana,  por la soberbia de los poderosos, por la sumisión de los que trabajan para ellos y por la ignorancia y comodidad de nosotros, la gente común.
Creo que las generaciones futuras serán más conscientes... Deberán serlo, no existe otra opción.
Hoy hay mucha gente, entre ellos muchos jóvenes, que están limpiando el hogar de todos, aunque parece ser una tarea de nunca acabar. Sería muy bueno que cada uno de nosotros, en lo que al plástico se refiere, dejemos de usarlo antes de que se prohíba su uso. ¿Por qué esperar a que unos pocos decidan por mí?
Hogar de plástico... Ojalá fuera solo un juego de mesa...