La puerta
La sesión de hoy con el psicólogo ha sido desgastante mentalmente ... me volví a derrumbar y lloré por algunos minutos hasta que me puse a respirar profundo para retomar el control. El hecho de recordar aquellos días de mi infancia en que era feliz me destruye.
Llego a casa y enciendo la luz permitiéndome ver que no hay nadie, supongo que mi hermana y sobrina llegarán más tarde. Me alegra que no estén, cuando me ven mal quieren hacerme sentir mejor pero solo empeoro y debo fingir que me ayudan.
Siento una sensación de tristeza y frío, siempre me siento así después de una sesión. Podría llamar a alguien para distraerme o ver algo en la tele, pero no tengo ganas. Sólo quiero dormir.
No tengo ganas ni de cambiarme, quiero acurrucarme en mi cama, los pendientes pueden esperar, no quiero saber nada. Hasta el alrededor parece estar apoyándome, aunque es viernes los vecinos no están tomando cerveza en su jardín ni hay música. El silencio me ayuda a conciliar el sueño.
—Tía, ¡tía! —la paz es interrumpida por la dulce voz de Ada mientras toca la puerta—. ¡Abre!
Con dificultad me levanto y abro la puerta de mi cuarto, voy palmeando las paredes, no quiero encender las luces para no espantar mi sueño.
Llego a la planta baja y sigo el sonido de los golpes en la puerta. Tomo la manija, empujo el metal y siento una corriente de aire frío entrando, pero no escuchaba los pasos de ninguna de las dos.
Abro los ojos y noto que no hay nadie.
Salgo al jardín, miro el cielo que está completamente nublado y noto como los árboles se mueven con el aire. La lampará de la calle parpadea, hace que las sombras sean un poco espeluznantes. Otra corriente de aire mueve mi cabello, lo quito de mi rostro y me dispongo a volver a entrar.
Prendo la luz y me voy a la cocina para calentar leche. No sé porque no han llegado estas chicas, ya es noche. Prendo mi celular para marcarle a mi hermana, pero para mi sorpresa el sonido del equipo me hace brincar ... lo dejó. Lo mejor será esperar a que lleguen, no podré conciliar el sueño.
Sirvo la leche y empiezo a remojar mi pan. No pasa mucho hasta que escucho sonidos en la escalera. Ha de ser ese gato blanco que siempre viene a tirar mis plantas, seguro mi sobrina no cerró la ventana de su cuarto. Bueno, dejó mi cena y lleno un traste con agua, quiero asustarlo con eso.
Subo por las escaleras y veo lo que sospechaba, el gato se está bañando en el último escalón. Aprovecho para lanzarle el agua, pero ... no se va, me mira de forma extraña, su cola se empieza a erizar y parece que me atacará, sus ojos brillan al igual que sus dientes.
Empiezo a correr y me encierro en mi habitación. El gato empieza a chillar y arañar la puerta. Había escuchado que esos animales atacan de formas agresivas pero no lo creí, no pensé que fueran tan gruñones. Pongo el seguro por si es que se le ocurre tratar de abrir, no lo sé, capaz y por su furia lo logra.
Sigo escuchando tras la puerta hasta que ya no ataca más. Parece que se fue, parece que algo cayó al techo de lámina del vecino. Quito el seguro, quiero bajar por mi leche. Aprovecho para ir por mi chamarra, en la sala hace frío.
—¿Margarita? —escucho pasos por el corredor.
—¡Aquí! —le digo mientras regreso para abrir—. ¿Dónde estaban?, me preo...
Ante mi no está mi hermana, no hay una persona ... es una gran sombra negra que trata de entrar a mi cuarto. Una fuerte corriente fría me rodea, me duele respirar y siento como mi cuerpo se pone tiezo.
Mi cuerpo reacciona, trato de que no entre esa cosa, pongo mi espalda contra la puerta para poder empujar mejor y no verlo, pero noto como una parte de eso me toca el hombro. Miro, noto que lo que está sobre mi no es esa sombra, poco a poco se va materializando en una mano.
La puerta se abre y me avienta contra el piso, esa cosa empieza a tener una silueta de persona a la vez que se empieza a cubrir de piel. Al verme trata de acercarse y yo corro atraves de la sombra que aún no se forma.
Bajo las escaleras lo más rápido que puedo y cierro la puerta tras de mí. Me quedo recargada para tratar de dejar de temblar, solo debo salir de la casa, esa cosa seguro no me perseguirá. Mi respiración es agitada, ni siquiera puedo hablar, algo me lo impide.
Siento como la puerta empieza a moverse, parece que esa cosa se estrella contra ella sin descanso. Así que con las piernas aún temblorosas empiezo a caminar sosteniendome de las paredes hasta llegar a la otra puerta.
—¿De qué quieres escapar? —esa voz se me hace conocida.
Miro arriba y una niña me mira con una gran sonrisa cruzada de brazos. Está de cabeza, sus pies están en el techo, usa un overol y una playera rosa, además, sus dos trenzas cuelgan sobre mí.
—Deberías enfrentarlo ya, por tí y por mí —la niña me dice y se deja caer como si fuera una muñeca de trapo.
Retrocedo y miro como se reincorpora, parece no tener artículaciones, se levanta con facilidad y abre la puerta por completo.
Escucho como la casa empieza a temblar, los impactos de esa cosa está destabilizando las paredes, pequeños pedazos del techo empiezan a caer a mi alredor.
—¿Sigues llorando por el pasado? —la niña entra y mira mi comida—. Tal vez puedas aparentar tu dolor mientras estás despierta, pero mientras estes aquí no —se sienta y empieza a comer de mi pan todo lleno de leche—. Toda tu vida estaremos en tus recuerdos, quieras aceptarlo o no —se bebe la leche y vuelve a mirarme.
Se levanta y llega a la puerta que de forma impresionante no se ha derrumbado. Se dispone a dejar entrar a esa cosa.
Mi corazón ... es lo único que puedo escuchar.
Mi cuerpo ... está inmóbil, no puedo gritar ni moverme. La puerta delante de mí está abierta, pero solo puedo mirarla. Siento que las lágrimas empiezan a caer ... no puedo hacer nada.
—¡Tíaaaaaaa!
Abro los ojos y miro a mi sobrina sangoloteando mi hombro.
—¿Estás bien? —mi hermana me pregunta algo asustada—. Estás sudando y parecía que sufrías.
—Nada, solo una pesadilla.
—Te daré un abrazo para que te sientas mejor —mi sobrina me abraza.
Siento alivio, sólo fue un mal sueño. Miro a mi hermana que se llava el vaso vacío de leche y parece que no hay indicios de mi pan.
—Una simple pesadilla —digo en voz baja.
FIN.
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