Hyunjin se recostó en el suelo de madera polvorienta, observando el rayo de luz que entraba por la ventana del desván.

En sus manos sostenía una pluma antigua, su punta de metal brillante contrastando con el mango de madera gastado.

La había encontrado mientras buscaba inspiración para su próximo proyecto artístico, pero ahora parecía algo más que un simple objeto: era una llave para abrir un capítulo olvidado de su vida.

Inspirado, tomó una hoja y comenzó a escribir.

"Minho.

Siempre he sido mejor comunicándome con el arte que con las palabras, pero hay algo que mi arte no puede expresar ahora.

He guardado este sentimiento en silencio porque tenía miedo de perderte, pero ya no puedo seguir así..."

Hyunjin no terminó la carta de inmediato.

Cada palabra se sentía como un desafío, un paso más cerca de exponer su corazón y la adrenalina que lo consumia, es por eso que la dejó a un lado, prometiéndose terminarla al día siguiente.

Esa noche, minho apareció en el estudio donde hyunjin trabajaba en su nueva obra.

Era algo habitual entre ellos; minho tenía el talento innato de aparecer justo cuando hyunjin más lo necesitaba, aunque este nunca se lo dijera.

—¿Qué haces tan tarde aquí? —preguntó minho, con ese tono despreocupado que siempre lograba desconcertar a Hyunjin.

Hwang intentó sonar casual.

—Estaba trabajando en algo.

Minho arqueó una ceja y observa que en la mesa habia una hoja escrita, asi que quiso acercarse para saber que decia.

Hyunjin al percatarse, intentó detenerlo, pero sus ojos ya habian caido sobre la carta a medio terminar.

—¿Qué es esto? —preguntó, tomando la carta.

Hyunjin sintió como el pánico lo invadía.

—No es nada. Solo un borrador, no es importante.

Pero Minho no parecia convencido, asi que leyo las primeras líneas en silencio, y cuando levantó la mirada, había algo diferente en sus ojos.

—¿Esto es para mí? —preguntó, su voz era más suave de lo habitual.

Hyunjin no pudo responder.

Quería decir algo, negarlo tal vez, pero las palabras no salían.

En ese momento, minho dejo la carta en la mesa y se acercó a hyunjin, sus ojos buscando una respuesta en los de él.

—Hyunjin ¿es verdad? —insistió.

Hyunjin asintió lentamente, su corazón latiendo con fuerza.

—Lo siento… sé que esto puede parecerte raro, pero necesitaba decirlo de alguna forma.

Minho lo miró por un momento que parecio eterno antes de soltar una risa suave, como si estuviera aliviado.

—Hyunjin, ¿realmente pensabas que no lo sabía?

Parpadeó, confundido.

—¿Qué...?

Minho tomó su rostro con ambas manos, su mirada intensa pero llena de calidez.

—No eres tan sutil como crees, pero queria que tú lo dijeras primero.

Antes de que hyunjin pudiera procesar esas palabras, minho cerró la distancia entre ellos, presionando sus labios contra los de él en un beso suave pero decidido.

Fue como si todo el peso que hyunjin había cargado durante años desapareciera en un instante.

Cuando se separaron, minho sonrió, esa sonrisa que siempre parecía burlona pero que ahora era tierna.

—Supongo que ahora puedes terminar esa carta, aunque ya se como acaba.

Hyunjin rió, estaba lleno de una felicidad que nunca había sentido antes.

Por primera vez, las palabras no se sentían necesarias entre ellos; sus gestos y miradas lo decían todo.

Esa noche, la pluma permaneció intacta sobre la mesa, mientras que ellos comenzaban a escribir su historia de una manera que no necesitaba tinta ni papel: con sus propios pasos y sentimientos entrelazados.

Fin.